Capítulo 13: Mediocres memorables
Seungmin.
Otra prueba que no voy a ganar. ¿Correr? ¿Yo? Pero si ni siquiera pude salir pitando de aquel embrollo del hombre inconsciente con su hijo. Me muerdo los carrillos, pensando de verdad en que esto no puede estar pasándome a mí.
—¿Preparado para perder? —dice Felix dándome un leve codazo, con una sonrisa burlona en la boca.
Lo miro con los ojos entornados. Esto del grupo de los perdedores no sé si termina de convencerme. La verdad es que me gustaría ganar alguna vez, ser memorable, aunque no sepa cómo, como dijo Han la pasada noche. A quién quiero engañar, si me cuesta ser yo mismo, imagina lo que me costará ser otra persona.
Por eso estudio derecho, para sacar la verdad de otros y motivarme así a encontrar la mía propia. Pero de poco me sirve si, cada vez que me siento incómodo con una situación de mi vida, me refugio en la fotografía.
Es cierto que las fotos que hago son bastante buenas. Y no lo digo por ego, si no de forma objetiva basándome en las críticas que recibo por ellas en redes sociales. Pero las fotos carecen de contexto, tan solo muestran un instante de la vida y el resto lo pone quien las observa después. Así que, podría decirse, mis fotos venden humo, fantasías. Pese a que todo el mundo cree que en ellas se refleja la verdad más bonita de todas, yo no veo más que unas mentiras muy convincentes.
—¿Perder? ¿Por qué queréis perder? —pregunta Hyunjin desconcertado.
—Anoche Seungmin y yo creamos el grupo de los perdedores. Nos pareció una idea fantástica ya que nuestras posibilidades para ganar cualquier prueba son bastante...bajas.
Asiento, totalmente de acuerdo con Felix. Y no puede darme más rabia.
—Que sean bajas no significa que sean nulas. Vuestro grupo es una mierda —dice el rubio sin miramiento.
Felix entreabre los labios, entre divertido y ofendido. Pone ojitos de perro desvalido y, después, me mira en busca de apoyo.
—¿Tienes algo mejor en mente? —pregunto a Hyunjin arrepintiéndome de ello al instante.
Otra vez estoy delegando mis pensamientos en otra persona. En vez de hablar con Felix y ser sincero acerca de lo que me parece nuestro recién creado grupo de perdedores, espero que sea otro el que solucione la disyuntiva. Aprieto los puños y la mandíbula de puro coraje.
—Intentar ganar, por ejemplo. Esforzarnos un poco, lleguemos o no al nivel que se pide en las pruebas —dice mesándose la melena rubia—. No quiero conformarme con ser un perdedor más, del montón, que no lucha por ser algo más que un peón.
—Eso suena mediocre —digo cruzando los brazos. La expresión facial de Hyunjin me dice que mi comentario le ha molestado y enseguida me pongo nervioso y comienzo a balbucear—. Si nos comparamos con Bangchan, Changbin y Leeknow no tenemos nada que hacer, solo ser el hazme reír de quienes se den cuenta de que nuestro esfuerzo es en vano.
Hyunjin y Felix se miran en silencio, rumiando lo que acabo de decir. En parte tengo razón, y ellos lo saben. Las comparaciones son odiosas pero en este juego solo gana el mejor. Entiendo también a qué se refiere el rubio cuando pide un poco de esmero por nuestra parte. Porque perder y ser de perfil bajo o inexistente no tiene por qué ir de la mano. Por mucho que yo me haya acostumbrado a ello.
Jugueteo con mis dedos, levanto el mentón y me fijo en los focos anclados al techo que están sobre cada una de las cincuenta cintas de correr que llenan la sala. No había caído que, al cansancio de correr, hay que añadirle el calor sofocante que irradia dicha luz sobre uno. Esto va de mal en peor.
Giro el cuello noventa grados y miro a Han. Tiene la misma cara de derrota que yo, así que no me siento tan mal por ser extremista y negativo. Sin embargo, cuando el rapero cae en la cuenta de que lo estoy mirando, me sonríe con picardía, levanta una mano y coloca un dedo en su sien vocalizando la palabra "memorable".
Niego despacio con la cabeza.
—Tu amiguito tiene razón —interrumpe mis pensamientos Hyunjin—. Seamos memorables. Ganemos o no.
Felix sonríe con amplitud y asiente antes de mirar a Han y levantarle el pulgar como signo de aceptación.
—Seamos los mediocres que no se puedan quitar de la cabeza —dice Felix invitando a Han a unirse a nosotros con un gesto rápido de manos.
Han tarda menos de lo esperado en unirse al grupo y preguntar qué tal vemos la prueba. Habla con una soltura y desparpajo que parece que nos conoce de toda vida. Que lleva hablando con nosotros y nos conoce mucho tiempo atrás. Supongo que en el mundo del freestyle la naturalidad y la espontaneidad acaban aferrándose a uno y convirtiéndose en un elemento más de tu personalidad sin darte cuenta.
Como me ha pasado a mí con la fotografía, que he acabo escondiéndome tras muchas capas de mentiras.
—Complicada de narices — responde Hyunjin.
—¿Eso quiere decir que no tenéis un plan para alzaros con la victoria y que no lo vais a compartir conmigo? Vaya...me había hecho ilusiones. —Encoge los hombros y sonríe mostrando sus dientes de ardilla.
Los rubios se ríen, pero yo me mantengo tenso y serio.
—Habíamos pensando, más bien, ser unos mediocres memorables que se esfuercen por ganar pruebas las ganen o no. ¿Quieres unirte? —Felix extiende una mano hacia él, a la espera de que el rapero se la estreche y el grupo aumente.
Han asiente tan despacio que sus movimientos me hipnotizan. Está pensándoselo en serio. Mira la mano del rubio como si fuera el teorema de Pitágoras más complejo visto hasta la fecha. Se relame los labios, me mira de soslayo y levanta las cejas con aire travieso.
—Llamar la atención, ¿eh? —rumia—. ¿Aceptáis gilipollas de manual en vuestro grupo? Si es así, soy vuestro hombre. —Aleja la mano de su cuerpo y la sube hasta quedar a la altura de la Felix.
—Exactamente. Llamar la atención a nuestro modo —dice Felix acercando la mano a la de Han.
Pero Hyunjin acerca un dedo en el momento justo, antes de que sus palmas se toquen.
—Sólo si el gilipollas de manual es un mediocre memorable.
—Podría intentar ser mediocre, pero sólo mientras esté en As de Picas. —Han se gira hacia mí, me guiña un ojo y le estrecha la mano a Felix con el consentimiento de Hyunjin.
Trago saliva, incómodo. Me da que notó que lo reconocí en la cola de control. Con el trato cerrado, nos unimos a la marea de personas que camina de aquí para allá por la sala, examinando las máquinas al dedillo. No parecen nada del otro mundo, máquinas normales y corrientes de las que se ven en cualquier gimnasio.
Muchos han decidido ya qué máquina les gusta más, aunque no creo que tenga nada que ver la máquina de correr con su decisión, sino más bien el lugar donde está. Bangchan, seguido de Leeknow, ha escogido máquina al lado del otro, en primera fila. Changbin, en cambio, pese a haber escogido también primera fila, ha optado por montarse en la que está tres a la derecha de estos. Lejos pero no mucho. A tus rivales directos no puedes quitarles el ojo de encima si no quieres que te rebasen.
El chico de las gafas de culo de vaso, para mi sorpresa, se ha colocado en tercera fila. Un lugar discreto. El alborotador de pelo azul y todo su grupo se han adueñado de la segunda fila y no paran de hablar entre ellos a voces. Gracias a su gran boca y poca mesura ha facilitado a sus competidores directos que en su grupo hay un corredor de metros vaya. Nadie va a quitarle ojo de encima al chico rapado y pecas en el cuello.
—Escojamos máquinas antes de que nos quedemos los últimos y no tengamos más remedio que separarnos —apremia Han, observando qué cuatro máquinas contiguas pueden ser nuestras.
—Allí. —Señala Hyunjin la cuarta fila.
Corremos y ocupamos las máquinas antes de que otros se nos adelanten. Y no te voy a mentir, me ha dado un poco de vergüenza sentir los ojos de unos cuantos fijarse en nosotros como grupo.
—Abogatógrafo —escucho detrás de mí.
Ahn ha escogido la máquina que está justo detrás de mí. ¿O he sido yo el que ha tomado sin darse cuenta la que está frente a ella? La saludo con una rápida inclinación de cabeza y una leve sonrisa. Quizá, incluso, me he enrojecido un poco.
Por el rabillo del ojo, veo como Woan Min Jeong, el chico con cara de actor, se acerca a Ahn a pasos agigantados. No va a darse por vencido. No va a dejarla en paz ni en las pruebas. Va a colocarse en la máquina de correr que hay libre a su lado. Babea nada más pensarlo y tiene que lamerse los labios para evitar que la saliva toque el suelo.
—Hola —saluda un chico a mi izquierda, ocupando la máquina que Woan Min Jeong ansiaba.
—Hola Yang Jeong In —dice Hyunjin con una sonrisa apretada.
El chico con cara de actor se acerca a Yang Jeong In muy enfadado. Tiene las orejas rojas y las manos le tiemblan de rabia. Camina airado hacia la máquina ya ocupada y toma al chico por la pechera del chándal. Ahogo un grito que nadie escucha. Por todo lo que más quieras, es una máquina. Hay veinticinco libres igual que esa.
—Esfúmate.
—No —responde Yang Jeong In, devolviéndole la intensidad de sus palabras y mirada. Sin achantarse ni un poco.
¿Está pasando esto de verdad? No me creo que vaya a desatarse una pelea por una máquina cualquiera. Aunque sé perfectamente que para Min Jeong no es una máquina cualquiera; es la máquina junto a Ahn.
Ella está nerviosa. Lo sé porque, a pesar de que ha rodado los ojos y los ha puesto en blanco, las manos le tiemblan un poco.
—Min Jeong —lo llama uno de su grupo—, ¿no te apetece mejor esta otra? Las vistas son... —saborea la palabra antes de soltarla— sublimes.
El grupo de Min Jeong estalla a carcajadas, y este con él. Se sube a la máquina que le señala su compañero, soltando de mala manera a Yang Jeong In. Ahn estira una mano hacia su espalda para ayudarle a no perder el equilibrio.
—¿Estás bien, I.N? —interviene Hyunjin, preocupado.
El chico lo mira con el ceño fruncido, como si el rubio tuviera la culpa de lo que ha pasado.
—I.N es cómo me dice mi familia, ya te lo dije. Para vosotros soy Jeong In.
Han levanta las manos mostrando las palmas y abriendo los ojos con exagerada burla. Hyunjin asiente y gira su cuerpo hacia delante, dándole la espalda al chico. Felix estira el brazo y le toca el hombro con suavidad.
Mientras, Min Jeong, comprueba desde distintas perspectivas el cuerpo de Ahn. Pasea la punta de la lengua por sus dientes frontales, hace un cuadrado nada logrado con sus dedos y cierra un ojo para enfocar mejor. Da asco. Mucho. Pero también miedo.
—Tú sí que sabes, hermano.
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