Ya fuera de la secretaría, seguí mi camino, aún atontada por el golpe y por el cadete.

Más por el cadete que por el golpe.

Iba caminando asombrada, no sólo por la cantidad de aviones repartidos por el predio, si no que por lo hermosos que eran algunos. Siempre, cuando era pequeña estaba rodeada de autos de carreras y tractores, todos los juguetes que a mis hermanos les gustaba. Y aunque debería haber jugado con muñecas y maquillaje, mi padre sólo accedía a comprarme autos y tractores, por lo tanto me gustaban mucho los aviones. Era algo que mi padre aceptaba y que no era la principal atracción de mis hermanos. Sentía a los aviones como míos, eran parte de mí.

Es por eso que había recurrido a la división aerotransportada, aviones por doquier.

Como mi mente iba divagando, no me dí cuenta que llegue hasta un cartel, tenía un pequeño mapa, indicando hitos alrededor del predio, canchas, gimnasios, museos y por supuesto, cabañas. Habían cuatro cabañas, y por una pequeña información anexada, eran de treinta cubículos o literas. Hice un cálculo rápido, cuatro cabañas, ciento veinte soldados, sólo quedaría saber en cual pelotón* sería destinada.

Me aprendí el mapa al instante, así que volví a poner la maleta al hombro y continúe con mi camino.

Ciento setenta metros después, estaban las cabañas, y a la izquierda, un poco más lejos, lo que sería el comedor o cafetería.

Empecé a asustarme, habían cadetes riéndo en las entradas de las cabañas y en el comedor, algunos charlando bajo los árboles.

Ok Zea, no a la hiperventilación.

Susurré una pequeña plegaria y continúe mi camino, algunos ojos curiosos empezaron a pegarse en mi así que acelere. Antes de pasar por la cabaña A, todos reían, pero cuando pasé por delante todos se quedaron callados. Y cuando digo todos, es literalmente todos.

Al fín llegue a la puerta de la cabaña B, habían unos cadetes en la entrada tapando el paso y me envalentoné.

"¿Podrían dejarme pasar?" Dije algo bajo, estaba temblando, de vuelta.

"¿Que dijiste mi amor? No te oí" Un rubio de ojos grises me sonrió, no entendí por que me dijo mi amor, porque ¿No me ama cierto? No me puede amar si no me conoce. Me sonroje.

"Lo siento." susurre "Dije si podía pasar." Lo miré con duda, el y el resto sin embargo, carcajearon.

"La cocina está allí enfrente, ¿que no ves?" El ojigris se apoyó contra la pared. Apuntando con la mandíbula a la cafetería. Pobre, se había confundido.

"No, no" sonreí, y baje la maleta de mi hombro. " Vengo a la cabaña B, me lo han dicho en secretaría."

No había contado un chiste, pero los cadetes volvieron a carcajear. Yo también reí, sólo porque ellos lo hicieron, parecían buena gente.

"Que hace un pequeño bombón como tú, en un lugar como éste." Dice otro, moreno, palmeando la espalda del ojigris.

"Lo mismo que ustedes, vengo a cuartel, seré una soldado." Digo con la frente en alto. Al parecer, hoy es un buen día para reír, porque ellos lo vuelven a hacer, luego, se desplazan dejando la puerta libre. Sonrió y les agradezco. Agarro mi maleta y me adentro a la cabaña pero antes escucho hablar a los cadetes.

"Este va a ser un buen año." Dice el moreno.

"Si que lo será." Le susurra el ojigris. Y rezaba para que fuera de esa forma.

Al ingresar a la cabaña, sólo podían observarse filas y filas de literas algunas con maletas y otras vacías, raramente, sólo había una persona en toda la cabaña.

"Hola" le susurro acercandome a él. Se acomoda las gafas y deja de mirar su libro, su boca cae. "¿Qué? Dime, ¿tengo algo en la cara?, dime que no estoy con tierra o algo así porque me caí y bueno creí limpiarme pero..." Lo mire asustada, si tenía algo en la cara era de seguro esa la razón por la cuál los cadetes se morían de la risa hace unos minutos.

"N-no" tartamudea. "Estas perfecta" Dice mirándome a los ojos. "Digo, no es que estés perfecta, ósea eres perfecta pero si no quieres ser perfecta entonces no lo ¿s-seras?" Me mira como asustado, no creo que lo haya asustado yo ¿o si? No entendí mucho de lo que dijo, pero creo que no tengo nada en la cara, gracias al cielo.

"Sólo quería preguntarte si cuales de las camas estaban desocupadas, no quiero peleas luego, ya sabes, a veces cada uno elige y bueno..." Le sonreí.

Les seguía como anonadado, elevé mis cejas en busca de una respuesta, y el se aclaró la garganta.

"Uhm si, puedes tomar la de arriba" dice apuntando su litera. "O esta si quieres" dice levantándose de la cama inferior. "Puedo buscar o-otra si quieres" Cerró su libro y agarró su maleta.

"Oh no, no es necesario, iré a la de arriba" le sonrió "Por cierto, mi nombre es Zea Tieszen" le paso la mano. El la mira confundido.

"A-arthur Waldorf" dice estrechandola debilmente.

"¿Porque siempre tartamudeas?" Le dije riendo levemente.

"Estoy un poco nervioso" dice ajustando sus gafas en el puente de su nariz.

"Si..." Digo arrojando la maleta a la litera superior. " El primer día nos pone nerviosos a todos"

"Cla-claro" Mira su zapatos. " El primer día..." susurra.

"Así que... ¿Que quieres hacer? " le dije.

El se apunta a si mismo con duda. Yo río.

"Pues claro tontín, eres el único"

El sonríe. Al fín, era una sonrisa muy bonita.

"¿Ahora mismo? Nada, debemos cambiarnos y ir al salón central a las once y treinta."

"Oh, nadie me había dicho, pero ok." Agarró la bolsa que me había dado aquel cadete en la secretaría y un par de calcetines limpios. Ya que ahora no los traía puestos.

"Bueno" dijo empezando a caminar. " Los baños son como comunitarios, pero no te preocupes, hay un cubículo, ya sabes, para las chicas."

Los baños, como el había mencionado eran comunitarios. Así que eran ducha tras ducha, sin ninguna separación. Al entrar, instantáneamente cerré mis ojos, no quería ver nada por error. Arthur río.

"Tranquila, todos están vestidos." Dijo, abrí un poquito los ojos para verificar y tenía razón los tres cadetes que allí habían estaban vestidos, poniéndose las botas o cerrando los botones de sus camisas.

"Allí mira" señala el cubículo.

Susurro un gracias, y me dirijo al pequeño espacio. Arthur hace lo mismo, pero al lado contrario.

Me cae bien, seremos buenos amigos.

Me visto rápido, aunque sea un lugar cerrado, no quería quedarme mucho tiempo. Y salgo.

Arthur esta atando los cordones de sus botas, pero no es el único.

El ojigris y el moreno estaban sin camisa, arrojando sus prendas por todo el lugar riéndo. Se estaban desnudando.

"Ay no" susurró girandome.

"Vaya vaya, miren quien esta aquí. ¿Quieres que te haga un striptease bombón?" Dijo uno de ellos, aún no reconocía sus voces y como estaba girada no los podía ver.

"Vamos Zea" dice bajo Arthur.

"Mira Eliot" Dice uno de ellos. " El chiflado quiere llevarse a nuestro bomboncito"

¿Porque me dicen bombón? No soy un caramelo, o una chica superpoderosa.

(Culpable, miraba las chicas superpoderosas a escondidas de mi padre. Cuando mamá vivía. Era burbuja.)

Arthur me agarra del brazo y lo sigo. Confiaba más en el que en los otros.

"Bombón no te vayas, tengo una tableta de chocolate que es perfecta" ríen. " Encima de ti" Agregan. Yo no los entiendo. Creo que Arthur tampoco, porque el niega con el ceño fruncido.

Salimos al fín de aquel lugar y vamos al salón principal.

Arthur me mira.

"¿Quien te dio ese traje tan gigante?"

Me miro, y si. Me sobraba por todas partes.

"Bueno" empiezo "Era alto, rubio de ojos mieles, su traje no tenía insignia o algo, pero tenía grandes músculos y una linda sonrisa"

"Ah, tal vez te refieras a Ju..." Es interrumpido.

"ATENCIÓN" Un hombre gigante grita en frente de la sala.

Y hasta ahora pensaba que mi padre sé llevaba el premio del más rudo y malvado tipo del planeta.

Este señor había llegado para revocarle el título.

*Pelotón: en el ámbito militar, es una pequeña unidad.

El tamaño del pelotón hace que las relaciones que se generan entre los miembros sean estrechas, similares a las de una clase de la escuela.

Hola, ¿Les está gustando la historia? Espero que sí.
No se olviden de comentar y por supuesto votar.

Pd: Aclaro ciertas palabras porque no se si todos las conocen o tal vez en su país le digan diferente, aunque por regla sean todos iguales lol. La información nunca esta de más.

Con cariño.

S.