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Noveno.

Decir que la carrera fue graciosa sería un eufemismo.
 

 
Fue hilarante.

 
Al empezar a correr, todo fue fácil, para mí.

Sólo tenía que saltar los neumáticos, digo, no es difícil.

 

Pero Rodríguez sin embargo, había tenido varias complicaciones.

 

Casi al final de la recta de neumáticos, su bota se quedó estancada en una de los mismos, y cayó. Al ser los últimos neumáticos, ella cayó sobre la dura tierra.

 

Está de más decir que ambos pelotones estallaron en carcajadas. Pero rápidamente Justin los hizo callar por respeto.

  

 

No crean que para mi fue fácil.

 

Correr mientras te ríes es un riesgo.

 

No podía coordinar mi respiración con mi risa así que antes de entrar al túnel de tierra con alambres de púa, me calmé.

 

Fue fácil, aunque tuviera la mochila y el rifle, por mi pequeño cuerpo pude moverme rápidamente, aunque tuve que meter mi mentón en la tierra, para que el casco no tocara las púas.

Al salir tuve cuidado con la mochila para que no se enganche a las púas, ya que esta contaba con muchas cintas y cierres.
 

Pero por lo que vi, Rodríguez no lo hizo y con la velocidad que llevaba...

 

Se arrastró muy rápido y con pocas dificultades a pesar de su gran tamaño, pero no tomó las precauciones adecuadas al final. Y en vez de salir disparada, fue sujetada desde la mochila, por las púas.

 

Su trasero volvió a tocar el suelo.

No podía sujetarme de la cuerda del muro porque mis hombros se movían descontroladamente a causa de la risa. Los demás cadetes me veían asustados por que mantenía mi cabeza hacia abajo. Pero es que no quería que nadie me viera reír. Sería poco profesional.

 

Cuando pude serenarme, Rodríguez ya estaba subiendo el muro, y aunque me sentía un poco apenada con ella, no le iba dejar ganar.

Así que me apresure metiendo el rifle entre mis piernas y dejando todo el trabajo duro a mis brazos.

Íbamos mano a mano con Rodríguez, pero el último desafío nos tomó por sorpresa a ambas.

 

 

Eran sólo vallas, una tras otra, de distintos tamaños, las más altas debíamos atravesarlas por los pequeños hoyos y las bajas, saltarlas.
 

 

No esperé más y corrí rápidamente, pasando fácilmente todos los obstáculos.

 

Y llegué.

 

Justin empezó a aplaudir mientras yo jadeaba, y todos los demás reían bajito. ¿Donde estaba Rodríguez?

"Muy bien Zea, muy bien." Dijo Justin acariciandome la espalda. "Supiste utilizar la mejor herramienta que tienes."

 

"¿A... que te refieres?" Dije aún intentando respirar. Matthew me acercó una botella de agua.

 

Justin sólo rió y golpeo mi casco con sus dedos.

"La mente" Y se fue esquivando los para ir a ayudar a Rodríguez.


"No sabes lo divertido que fue verte sacandote la mochila para poder pasar los hoyos y que Rodríguez lo haya intentado con la mochila puesta, esta estancada mira." Dijo Matthew a mi lado.

Mire hacia donde Matthew apuntaba, y efectivamente, en el segundo obstáculo -un hoyo muy pequeño- Rodríguez estaba trabada y Justin la intentaba sacar. Estaba colgada de sus hombros y le susurraba cosas al oído. Me pregunté si le estaba pidiendo ayuda o simplemente quería abrazarlo.

Como obviamente yo quería.

Con una sensación rara invadiendome, arrojé la mochila y el rifle, sentándome en una banca alejada del campo.

 

Luego de que Justin hubiera sacado a Rodríguez del hoyo (cosa que implicó mucho más toqueteos por parte de ambos) el resto de las rutina siguió su curso.

 

Como Arthur cayó como Rodríguez, nuestro pelotón ganó.

 

No lavaríamos trastos. Pero aunque nuestra victoria nos haya salvado de una tarea asquerosa, no me sentía feliz.

Me sentía...

  

"Zea" Escuche gritar a Matthew, Justin nos había dado un tiempo libre y lo que menos quería era pasarlo con alguien a mi alrededor.

Así que corrí, hacia no se donde, pero choque con un hangar que estaba segura no haber visto antes.

Entré, sintiendo que estaba ingresando a un lugar prohibido. Las luces estaban apagadas y me costó mucho encontrar el interruptor, tropezaba con cables y cajas.

Pero cuando lo encontré, me sorprendí.

Era un hangar con pequeños aviones, viejos.

Reconocía algunos de la segunda guerra mundial y me emocioné.


Había uno en especial, no estaba segura de que fuera el avión que pensaba que era, pero si lo fuera...

 

"Zea"
   

Fue increíble el susto que me dí, salte tan lejos del avión como pude, como si fuera algo prohibido. Que tal vez si era.

Justin se acercaba a mi con una pequeña sonrisa.

 

"¿Te asuste?" Dijo cruzando los brazos.

 

"¿Yo? Pfff, claro que no." 

"¿Sabes que te sonrojas cuando mientes?" Dijo enarcando un ceja.

"¿Sabes que me sonrojo por todo?" Le respondí y el soltó una carcajada.

"Touché"

 

Asentí y nos quedamos en un silencio incómodo.

 

"Ahm... Tengo una gran duda desde que llegue, creo, pero no se si es posible que..." 

"Puedes preguntarme lo que quieras Zea." Dijo acercándose a mi, demasiado.

Como aquella vez que estuvimos muy cerca, sus labios captaron toda mi atención. Y no pude recordar lo que le iba a decir.

 
 

"¿Sabes? Cada vez que te veo con ese tonto rodete me dan ganas de quitártelo, me priva de ver tu lindo cabello suelto." Dijo señalando mi cabeza.

Yo sólo reí sonrojada.

 

"Es la ley" Le dije mirando sus ojos. "Era eso o raparme" Reí.

"Sí... pero no estas allí afuera ahora, ¿puedo?" Dijo mirando con anhelo mi cabello.

 

Sólo asentí.

Su mano se dirigió a mi rodete, tirando de la goma, haciendo que mi largo cabello negro caiga sobre el traje sucio gracias a la arena del campo principal.

La sonrisa de Justin se hizo considerablemente grande, y aunque el cabello ya estaba suelto, el lo seguía acariciando.

 
"Eres tan herm..." Lo interrumpí.

 
"Ya me acordé de lo que te iba a decir." Dije feliz. Justin frunció el ceño, alejándose.

 
"Esta lindura." Dije acariciando el avión que me cautivó apenas entre. "Dime que no es un Messerschmitt BF 109, no puede serlo ¿verdad?"

Justin hizo una mueca rara y se acercó. Se acercó, pero no a mí.


"Sí, es una reliquia de la Segunda Guerra, y he estado trabajando duro para hacerlo funcionar. Lo he restaurado bastante bien ¿No?" Dijo acariciando al avión como si fuera su bebé.

"Si, es hermoso." Dije mirándolo asombrada.

 
"Como tú." Susurró Justin.

"Perdón ¿qué? No te escuché lo siento." Le dije riendo. No lo había escuchado porque me moví lejos, hacia otro avión.

 
 

"Dije que si te gusta ese." Apuntó a un avión en la esquina, sonrojado.
 

"Oh Dios es un F-35." Dije yendo rápidamente hacia él.
 

 

"Sip, y a diferencia del Messerschmitt, este si funciona." Dijo apoyándose en la nariz del mismo.

"¿Estas bromeando verdad?" Él negó divertido.


"¿Quieres dar una vuelta?"

"Claro que si, digo, ¿eso es posible?" Dije más que emocionada.

"No." Dijo girandose.

 

"Oh, okay, es que tu dijiste que si quería dar una vuelta y bueno..." Me callé.

  

"No es posible, si tú conduces. Pero si hubiera algún Sub-Oficial con licencia por aquí, no sé..." Me miró conteniendo su sonrisa.

Me tiré a sus brazos riendo, y el me giró abrazandome fuerte.

Me bajó, sin quitar sus brazos de mi cintura. Yo le sonreí, y el me sonrió.

 

Acarició mi cabello, soltándome.


"Toma, iremos a pasear." Dijo pasándome un casco especial.

 

Luego de que hubiese colocado combustible y chequeado todos los puntos de seguridad, partimos.

 
Y fue el viaje más divertido que tuve en mi vida. Justin se hacía el gracioso dando vueltas de 180 grados, cosa que me mareo a la vez que me encantó, así que sólo nos limitamos a subir y bajar por el cielo, cortando las nubes y disfrutando de las vistas.

 
Por más que me hubiese encantado seguir allí, Justin tuvo que bajar por el tiempo. Las nubes se estaban volviendo grises y el viento empezaba a jugar en nuestra contra.
 

Cuando aterrizamos, Justin salió primero quitando toda la seguridad que nos cubría.

Quise saltar al suelo, pero no vi mi pie enganchado en el cinturón que anteriormente sólo tiré sin cuidado alguno.

 

Ya veía mis dientes partidos y algún hueso roto, por no decir todos.

"Wow" Dijo Justin atrapándome en el último instante.

"¿Vas a acostumbrarte a caer de esa forma?" Dijo riendo. Me bajó, finalmente tocando el suelo.

 

Me miró aún con los brazos a mi alrededor, y sinceramente podría acostumbrarme a ello. Su calidez me daba mucha seguridad, la cual, nunca había tenido a lo largo de mi vida.

Alargó un brazo quitándome el casco, que a su vez dejó caer todo mi alborotado cabello.

"Dios, me encanta tu cabello." Dijo acariciandolo.

 

"No me gusta el color, es tan negro, tan... deprimente." Le dije agarrando un mechón.

 

El río.

 

"Cariño, el negro es poético. ¿Alguna vez has visto a un poeta vestido con una chaqueta amarilla brillante?" Dijo y luego estiró mi cuello hacia él, chocando mis labios con los suyos.

 

 

Lento y cálido, movió sus labios con una destreza difícil de ignorar, aprentando su brazo en mi cintura, pegándome más a su cuerpo.



Me soltó lentamente, acariciando mi cuello, mi cabello. Mirándome con suavidad.

 

Y yo corrí.

 

Corrí tan rápido cómo pude.

 

Porque Justin Bieber me había robado mi primer beso.

 

........

 

 



Voten y comenten.

 

 

Bai.









 
Con Cariño.
 

 

S.

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