Aruannie Week 2021
Día jueves
Tema: Flores

El escrito es de mi completa autoría, prohibida su copia o adaptación sin mi permiso y su resubirlas en otra plataforma sin mi permiso.

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El chico de la floristería
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Se pasó un mechón de cabello rubio por la oreja, despejando su vista solo un poco mas, obligando a sus ojos a pasaearse por el casillero casi de forma insistente, buscando algo en específico.

—Yo lo habia dejado aquí... — murmuró con el ceño fruncido

El casillero se cerró de manera abrupta, alcanzó a apartarse justo a tiempo. Con rapidez dirigió su mirada a la castaña que sonreía con sutileza hacia su persona.

Oh no, esa sonrisa no le gustaba para nada.

—Annie cariño... —

—¿Qué quieres, Hitch? —

La chica sonrió con falsa inocencia, moviendo sus pies de forma que su cuerpo se balanceara hacia delante y hacia atrás, sus ojos viajaron a los suyos y vió un poco de ¿vergüenza? En ellos. Podría apostar que, detras de su espalda, sus dedos jugueteaban nerviosamente.

Ahí fue cuando lo descubrió. Tenia que ver con él.

—Ni lo pienses. — cortó cuando la joven por fin se dignó en abrir la boca

—Ni siquiera sabes lo que te iba a pedir. — refuto ella

—Sé que tiene que ver con ese chico, ¿no? ¿Cómo se llamaba? El que trabaja en la floristería; Marlo. — la castaña se sonrojó y desvió la mirada —Olvídalo. —

—¡Pero! ¡Annie! — alargó la última vocal —¡Por favor! — repitió el acto

—No. — sentenció. Volvió a abrir su casillero y rebusco con la mano para encontrar su encendedor

—Vamos, nena. No te pido mucho. Solo quiero saber si al menos es hetero. — siguió insistiendo

Frunció el entrecejo, rodó los ojos y se plantó frente a su amiga, la miro a los ojos y vió un inusual brillo en ellos. Quería decir que no nuevamente, que no iba a perder su tiempo con porquerías como esa, pero decidió no hacerlo.

—Dame la maldita dirección. —

Sus ojos avellana miraron las claveles amarillas con tierno cariño, acarició los pétalos con la punta de los dedos y sonrió al sentir el toque gentil contra sus yemas.

La cantanilla tintinó y volvió en sí, esbozó una sonrisa aun mas grande y dirigió la posición de su cuerpo a la entrada, donde una rubia lo miraba de manera frívola.

—¡Buenas tardes! — saludó cordialmente —¿Que tipos de flores requiere? —

La rubia caminó con parsimonia hasta el mostrador, él sin quitar la sonrisa tranquila. Sin embargo comenzaba a ponerlo nervioso el hecho de que esa joven no dijera nada y se dedicara a mirarlo sin más. Su mirada azulada era como una flecha puntiaguda que se clavaba en él, como si estuviera intentando decifrar algo sobre él, cosa le ponia nervioso de sobremanera. Parecia concentrada pero indiferente, era extraño, ella era extraña.

Sintió escalofríos cuando la vió parpadear, creia que nunca lo haría.

Sin embargo tan rápido volvió a abrir los ojos, esa mirada perturbantemente analizadora volvió, junto con sus nerviosismo y las ganas de salir corriendo de ahí. Le ponia los pelos de punta y nadie que estuviera en su posición podría negarlo; esa joven daba miedo.

—¿S-señorita? — inquirió ligeramente asustado

Se formó una tensión en el ambiente, una que no sabía como lidiar. Ella no le decía nada, y solo lo ponía mas y mas nervioso, entonces ocurrió algo extraño; la joven estiró su delicada mano y tocó la suya por encima del mostrador.

Se sonrojó.

¿Acaso era una especie de acosadora? No lo sabia y no se iba a quedar a averiguarlo. Retiró la mano con una rapidez impresionante, seguia sonrojado pues el contacto habia sido cálido y su corazón latia muy rápido.

La oyó chasquear la lengua y luego murmurar algo parecido a; —Hetero. 100% hetero. —

Entonces, del almacén emergio su salvación.

Sus miradas chocaron, azul contra azul, era apuesto, condenadamente apuesto.

Rubio. Ojos azules. Corte varonil. Buen sentido de la moda. Espalda ni muy ancha ni muy pequeña.

Y su sonrisa, oh, demonios, esa sonrisa era hermosa.

Era una sonrisa sincera, hermosa, sus dientes blancos alineados a la perfección, hermoseando sus facciones ni tan varoniles ni tan suaves; el equilibrio perfecto. Su mirada azulada brillaba con éxtasis y sus brazos se marcaban ligeramente ante las macetas cargadas con tierra que estaba cargando.

Se quedó boquiabierta.

En ese momento le importaba un comino averiguar si el hombre de Hitch podría estar interesada en ella, ahora queria saber si su hombre, podría estar interesada en ella, Annie.

—Oh, buenas tardes. — saludó. Su voz. Cordial y grave hizo estragos en su interior. —¿Marlo? —

—Ehh... yo... yo...  — había olvidado por completo la presencia del otro chico, quien parecía sentirse fuera de lugar —Iré a por unas cosas, sí, en el depósito, sí. Vuelvo pronto, atiendela. — y prácticamente corrió hasta la puerta por donde habia salido el rubio

El lindo chico sonrió y soltó una risita cantarina; sus piernas temblaron como nunca en su vida ante semejante obra audiovisual. Tanto que tuvo que sostenerse de la orilla del mostrador, el chico se acercó a ella luego de dejar las macetas por ahí.

—Buenas tardes. — le dijo una vez la tuvo en frente —¿Busca algún tipo de flor en específico? — preguntó con una sonrisa de oreja a oreja

Se había olvidado de hablar. No podía creer que en serio ese chico existiera, que fuera tan guapo y que le estuviera dirigiendo la palabra.

Annie no era del tipo de chica que se fijaba en el físico o en los temas amorosos. Esos temas la tenian sin cuidado, realmente no le interesaba nada mas que su musica o la universidad, pero tampoco iba a negar que ese chico tenia un encanto especial.

Vestía una camisa de algodón informal color blanca, los primeros 3 botones abiertos mostrando un poco de su pecho, ni tan trabajado ni débil, dejando ver esa piel blanca que se veia bastante suave. La camisa estaba remangada hasta los codos, podia ver sus manos cubiertas de un poco de tierra, solo un poco, casi imperceptible en realidad.

Su rostro era delicado pero varonil, con rasgos suaves y gentiles, al igual que sus ojos, grandes y azules como el mismo oceano, brillando contra sol o como la espuma de mar brillante y pura. Y su sonrisa, tan luminosa y sincera.

Simplemente se veia perfecto.

—Eh, yo... — carraspeó —Estoy en busca de mi flor favorita. — dijo entonces

El chico hizo una expresión de desconcierto condenadamente tierna y pura, conteniendo una sonrisa incrédula y dulce a su vez.

—¿Tu flor favorita? — repitió

—Asi es. —

—Creo que puedo ayudarte, pero tendras que decime mas sobre tí —

¿Le estaba coqueteando? Le miró y sus ojos brillaron de forma diferente, no podia describirlo pero enviaba corrientes eléctricas por todo su cuerpo, espasmos placenteros que lograban que sus piernas tiemblen. Nunca nadie le habia hecho sentir eso. Y le gustaba que fuera ese chico quien provocara todas esas sensaciones.

¿Aquello era el amor a primera vista? No lo sabia, pero estaba segura de que se quedaria a averiguar si asi era.

Sonrió, apartó un mechón de su cabello y lo pasó por su oreja, la cascada rubia se agitó un poco, pestañeó lentamente y volvieron a hacer contacto visual.

Intenso.

Esa era la palabra que describia el momento.

Era una intensidad buena, una que aceleraba sus corazones y ponia sus sentidos en alerta, una que enviaba corrientes de electricidad, una agradable, una que les gustaba. Una intensidad que parecia llamarlos a que sus labios dancen con cariño y amor, era extrañamente agradable.

—Sin duda sabras mas sobre mí. — le dijo entonces, con un tono de voz tranquilo

—Armin Arlert. — se presentó sin apartar la mirada ni una sola vez

—Annie Leonhart. — imitó el gesto

Ambos se miraban con una intensidad  burbujeante, sus cuerpos respondian a los espasmos enviando mariposas a sus estómagos y sus ojos brillaban con el brillo de la curiosidad.

Dejando como únicos testigos de ese encuentro, a unas flores suaves y hermosas, al igual que tacto entre sus labios, que no tardó en aparecer.

N/A:

¡Perdón! Ayer sinceramente no me sentía para nada de ánimo para esto. Lo siento!!!

Espero que les haya gustado, escribo con mucho amor para ustedes. Enseguida tendrán el one-shot de hoy, pronto, pronto ♡

Sin mas que decir,

TATAKAEEEE

-Iby 🇵🇾