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Un nuevo campeón



Los meses transcurrieron y el entrenamiento exhaustivo, junto con el tedio de la rutina y la mente en el torneo, provocaron la distancia entre los dos. Cada estrella en el cielo le recordaba sus ojos y le gustaba ese sentimiento; de una manera absurda, pensaba, le daba algo de fuerza extra en el entrenamiento. Se sentía raro por ese tipo de situaciones, pero no le daba mucha importancia. Tocaba el berimbau para descansar. Tocaba hasta hinchar sus dedos con la baqueta, el lazo que une el Arame, la madera y la cabaça, y los músculos se tensaran hasta paralizarse. Hasta que salieran ámpulas y sangrar. Era su catársis, una vez que terminaba con el dolor del entrenamiento.

Regresó con Mestre Urubu, que decidió dejar que él creara su propio camino. Ya estaba a menos de un año de obtener su grado que le permitiría decidir su futuro en el capoeira, y era hora de dejarlo poco a poco, permitiéndole su participación como representante del grupo, de São José, de Curitiba, y de Paraná. Agradeció la oportunidad y aprovechó para realizar sparring, o algo similar, con los alumnos más avanzados y pesados de su Mestre. Gracias al arduo trabajo, se sentía su peso mucho más trabajado. Ya pesaba cien kilos, pero su técnica para bajar su centro de gravedad le hacían como un hombre de ciento cincuenta, al momento de los derribos.

Iniciaban las eliminatorias. Recibió una sorpresa cuando su primera eliminatoria sería contra su compañera. Ariadne había regresado para representar a su región y, para ello, estaba decidida a pasar a su amigo y compañero. Con representantes del estado, habiendo repasado las reglas del torneo y con su experiencia, los grandes Mestres de antaño serían quienes emitieran los votos. Llamaron a ambos para iniciar con la eliminatoria.

Ella estaba decidida a conseguir poner su nombre en lo alto de la capoeira paranaense. Para él, sería quizá el obstáculo más difícil de São José, pues debía ser mejor que ella y tenía que ser muy cuidadoso para no lastimarla, siendo mujer y su gran amiga. Además, no quería ponerla en evidencia; su superioridad en la fuerza debía ser controlada, lo cuál le resultaba difícil. Ya subían al espacio para iniciar la roda, y él comenzaba a esquivar toda clase de ataques.

Martelos, meia lua de compassos, ponteiras, espolões, tapas, galopantes. Todo era un vendaval ordenado por una ginga, pero Biriba ya tenía sus reflejos bastante atentos. Un intento de rasteira por dentro de la base no movió siquiera el pie de él, y decidió hacerse hacia atrás, hasta quedar en la orilla del escenario, dejando que se acercara. Ella se percató, y lanzó un benção que lo hubiera sacado, de no ser porque el brazo del capoeira hizo de lado la pierna. Aprovechó el peso de ella hacia el frente para hacer una vingativa suave pero suficiente para que saliera del círculo y perdiera ese punto. De la misma manera, transcurrieron los otros dos jogos, dándole el pase.

Las lágrimas escaparon de los ojos de Boneca, siendo abordada por Biriba, quien le expresó las palabras de aliento más emotivas, argumentando que había sido un golpe de suerte y que ella era una de las mejores capoeiristas. Pero ella sabía perfectamente que no había Sido un golpe de suerte. Él había mejorado su nivel de una forma bestial. Se secó las lágrimas y le advirtió que si no resultaba campeón, ella le daría una paliza que no olvidaría. Se fundieron en un abrazo cobijado por los aplausos de los presentes, unas cien personas.

En adelante, no hubo casi nada qué hacer en las de São José, así que rápidamente pasó a las eliminatorias de Curitiba. En las finales, le esperaba un rival que había sido seleccionado por su grupo para representarlo e ir avanzando para intentar quedar como estandarte del estado. Contramestre Minhoca había trabajado muy duro en su velocidad de pateo y derribos, sabiendo que se enfrentaría a quien lo había intentado humillar. Efectivamente, había mejorado su pateo y era uno de los mayores peligros para todos los capoeiristas de la región.

Los jueces señalaron el inicio del jogo, a lo que Minhoca se lanzó a patearlo a las piernas, sabiendo que así habían conseguido derribarlo en esa ocasión. Sin embargo, ya no había temblor en las piernas y Biriba lo soportó sin mucho esfuerzo. Observando que la pierna quedaba comprometida, no dudó en ir por el agarre a una pierna, levantarla y hacer una banda. Minhoca se sujetó con ambos brazos de su nuca y rodear su torso con las piernas, como un abrazo de araña.

Evitó la banda, pero quedó completamente desprotegido. Sin darle tiempo a soltarse, Biriba se dejó caer de frente, siendo amortiguado por la espalda de su adversario, sacándole todo el aire y lesionándolo momentáneamente. Su jogo se volvió más lento, situación que él no dudó en utilizar a su favor. Un benção lento sería recibido por Minhoca para sujetar la pierna de Biriba, si no es porque lo trocó a martelo rápido, golpeando su pómulo. Al tener las manos listas para sujetar la pierna del benção, quedó completamente desprotegido. Tembloroso, se mantuvo en pie, pero de manera lateral. Una tesoura de costas pulada llegaba para derribarlo. El jogo ya no tendría mayor oportunidad para el de Muzenza, que perdería en esa eliminatoria y dejándolo fuera de la competencia. Al terminar, se acercó a la oreja de su verdugo.

—Ni sabes el problema en el que te acabas de meter. Es mejor que te cuides la espalda, y no pienses en ir a una roda de Muzenza, porque te permitiremos la entrada, pero no la salida.

Desconcertado, Claudio no sabía qué hacer. Nunca fue de buscar enemistades, los jogos duros siempre habían terminado en buenas condiciones y ahora se había ganado una amenaza. Eso no echó a perder la celebración del pase a las siguientes eliminatorias, ya con participantes de los distintos municipios de Paraná, en busca de vencer al mejor rival y ser el representante del estado, lo cuál logró tras vencer a Contramestre Voador.

Sí, tuvo jogos fáciles y otros no tan fáciles; a pesar de todo, no le pareció tan complicado. Era el resultado de su esfuerzo, su entrenamiento exhaustivo. La mayoría tenía jogo espectacular en cuanto a floreio, pero de capoeira contemporánea. Les costaba aplicarlo con la fuerza necesaria del jogo duro que una competencia requería, y es ahí dónde radicaba la ventaja de Biriba.

Llegaba la hora de iniciar el viaje a São Paulo. Con Boneca más tranquila, ya el paso del tiempo le había calmado, le permitiría quedarse en su cuarto el tiempo que necesitara. Creyó que tendrían tiempo de pasear, ir por un helado y disfrutar la compañía, pero todo el tiempo estaba entrenando su fuerza, su velocidad, su resistencia aeróbica, su floreio, su música en el berimbau, en el pandeiro, en el atabaque; siempre había algo qué practicar. Ella trató de no ser un estorbo, lo apoyaba a la distancia.

Finalmente, llegó el día de las eliminatorias. Roraima, Amazonas, Acre, Rondonia, Pará, Amapá y Tocantins, Marañón, Piauí, Ceará, Río Grande do Norte, Paraíba, Pernambuco, Alagoas, Sergipe, Bahía Mato Grosso, Mato Grosso do sul, Goiás, Brasilia, Minas Gerais, Espíritu Santo, Río de Janeiro, São Paulo, Santa Catarina, Río Grande do Sul y, por supuesto, Paraná. Todos los estados participarían por ver quién es el mejor capoeirista bajo las reglas de Red Bull, creadas por los más altos mandos de la capoeira.

Así, en la sección de adultos, debían jogar Angola, regional y contemporánea. Tenía cubiertas las primeras dos, y daba gran batalla en la tercera, haciendo uso de su fuerza y floreio. Hicieron una exhibición de inauguración con una roda en la que todos los participantes pasaran a jogar. Al terminar, se realizó el sorteo y, al tener rivales todos los participantes, procedieron a la primera ronda.

Gafanhoto, otro Professor de Urubu, sería el acompañante de Claudio, quien tendría a Mestre Montanha como su primer contrincante. Una gran institución en la capoeira de Minas Gerais, se colocó junto a Biriba al pie del berimbau para iniciar con la indicación. El jogo de angola transcurrió muy parejo, con un jogo cerrado y pulcro, con dificultad para distinguir un ganador. Una vez que pasaron los cuarenta segundos reglamentarios de jogo, pasaron al toque de Iúna para el jogo de regional. Aunque el toque tradicional serviría para graduaciones mayores y jogo acrobático, sería de regional normal; sin embargo, Biriba decidió irse por la acrobacia, la cuál la tenía bastante desarrollada. Y, en esos momentos, el ingenio y habilidad brillaba en él.

Un parafuso que se convertía en un par de giros horizontales extra, el s dorado con pião de mão de dos giros, o una bananeira flexionando los brazos y extendiendo los pies rectos hacia el frente; movimientos de gran fuerza, equilibrio y técnica, los hacía espectacularmente, pero les agregaba una ofensiva bestial. En un macaco a una mano, se quedaba a la mitad, como una estatua y, en cuanto veía al rival llegar con cabeçada, bajaba el pie para recibirlo con un chicoteo de su empeine. Con ello, demostró que no sólo fue casualidad o que sus habilidades se limitaran a los menores. Tenía un don para la capoeira que explotaba cada que tenía la oportunidad.

Mestre Montanha no tenía la habilidad para competir con el jovencito que sedujo a todos con esa habilidad. Los jueces lo observaron y fueron determinantes con su decisión; Biriba avanzaba a la siguiente etapa, pero ya había ganado el respeto de la comunidad capoeirista desde antes. Los estados iban cediendo ante la aplastante ventaja de Paraná y su representante. Pronto, ya estaba en la semifinal y Rio de Janeiro tenía a un monstruo como representante; pesaba más de ciento veinte kilos, pero tenía una agilidad notable.

La técnica de jogo debería ser agresiva para asegurar la victoria, pero se desgastaría y debía llegar fresco a la final; de otra manera, su derrota podría ser evidente. Así, el jogo de angola lo mantuvo lento y con buena mandinga. Para el regional, hizo un jogo tranquilo. Mestre Pezão parecía una locomotora fuera de control; quería asegurar su pase a la final y ningún pueblerino iba a dejar fuera al estado más famoso de Brasil. Sí perdía en la final, no le importaba tanto, pero debía ganar en la semifinal.

Biriba recordó el jogo con Ariadne, inconscientemente. Ella también jogó desconcentrada, cegada por la ira y la necesidad de ganar a toda costa. Lo que hizo fue concentrar esa falta de enfoque en el jogo del oponente y usarlo a su favor. La ginga de Biriba era de esquiva, evitando la confrontación directa. Un pisapé provocó que Pezão se fuera de bruces, pues Claudio le había pisado el pie; se incorporó para continuar con la ofensiva. Cuando el Mestre sabía que lo tenía en el punto donde podía estarle una meia lua de compasso veloz, gracias a su peso, lo dejaría fuera de combate. La lectura del movimiento fue precisa en milisegundos, y el de Sâo José pudo hacer una rasteira de mão, agachándose y jalando el talón con la mano, dejándolo en el piso. Acto seguido, realizaría una chibata, haciendo una meia lua de compasso con una mano, pero subiendo el pie de apoyo para quedar en el aire, y bajar con el talón de su pie, dejándolo a unos centímetros de la cara del competidor. Al reanudarse el jogo, hubo otros movimientos que le favorecieron, para llevarse la victoria.

Al bajar, ya le esperaba Ronaldo. Le hizo ver al capoeirista que competiría contra el mejor de Brasil. De todo el país, de todos los capoeiristas que albergan a la cantera del arte de lucha, él era el máximo jugador. Venciéndolo, él se adjudicaría el trono. Y la fama, el dinero, todo lo que un atleta suena y por lo que lucha durante su vida, ya lo tenía a dos minutos de jogo. Biriba dijo comprender y daría todo para llevarse la victoria. Se despidieron con un fuerte abrazo y Souza tuvo que marcharse, despidiéndose con notable prisa.

Biriba caminó entre las cámaras fotográficas y de video, los organizadores, ayudantes y demás personas, para encontrar a una inesperada al final del pasillo. Caminó hasta él y le dió la mano que el imponente gigante alcanzó con la suya, estrechando ambas en un cordial saludo.

—Mestre Buldogue. Qué maravillosa sorpresa.

—Ya lo creo, qué bueno que me conozcas. Te Vi cuando eras menor de edad, participando en este evento en la sección juvenil y ganándolo; ahora pasaste a la final de los adultos, la máxima competición. No estaba equivocado contigo. Quiero platicar de algo al final de la competencia, pero debes ganar. No tengo duda en que lo harás, así que no me decepciones.

—No lo haré, señor.

Dejó una estela de axé que podía percibirse. Después de un rato, se realizó una ceremonia previa a la gran final. Ambos se prepararon, calentaron, estiraron y caminaron hasta el lugar. Desde el escenario, pudo distinguir una camiseta femenina con el logo de su grupo. Era ella, apoyándolo desde la zona del público. Eso le brindó una especie de energía que le llenaba de entusiasmo.

—Professor Arturo, es un honor poder jogar con usted. Demos lo mejor de nosotros.

—No te preocupes. Lo verás.

Ya no era el mismo que en la roda de Praça. Era muy respetuoso en las rodas de rua, pero en las competiciones era una fiera, una auténtica máquina de movimientos certeros, rápidos y una técnica pulida. Eso le valió llevarse el round de angola. Ya para la de regional, Biriba decidió echar toda la carne al asador. Perder en otro round significaría tirar toda la gloria. El vencedor siempre es recordado, no importa todo el trabajo que haya hecho el finalista derrotado. Así, con astucia y fuerza, pudo arrebatarle los otros rounds.

Al final del veredicto de los jueces, todo estalló. Ariadne corrió hasta donde Biriba para abrazarlo. Había logrado que su grupo, su pueblo, su municipio, su estado, quedará reconocido como cuna del actual campeón, demostrando que un gran capoeiristas puede provenir de los lugares más humildes, de los grupos desconocidos y más pequeños. Levantaba la copa, ofreciéndola a su Mestre. Un nuevo campeón había nacido.




Vou me embora, vou me embora
Cómo já disse que eu vou
Eu aquí não sou querido
Mais da minha terra eu sou
Ao meu Mestre agradeço
Pela toda atenção
Tô jogando capoeira
Hoje eu vou virar campeão, Paraná.

Paranauê, Paranauê, Paraná.

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