El novato
—Hola, soy Claudio “Biriba” Rodrígues y acabo de firmar contrato con la B.F.C. Me dijeron que viniera para comenzar a entrenar con ustedes, así que… Estoy listo.
Todos los reciben con la clásica sonrisa con la que reciben a los novatos. Ellos han trabajado muy duro, desde niños, practicando distintas artes marciales para ganarse su lugar en la empresa y, de pronto, comienzan a contratar algunos no tan dedicados, pero que se hacen famosos por una u otra circunstancia, y les dan un contrato. Eso es lo que piensan, y les purga.
—Amigo, debes pagar el gimnasio, necesitas un entrenador personalizado, si requieres sparring o más de uno, médico, nutricionista y muchas cosas más. ¿Quién pagará por eso?
—¿La empresa?
Todos comenzaron a reír y al capoeirista no le quedó más que acompañarlos en su burla. Los demás retomaron sus actividades y él los observó por un par de horas, hasta que llegó un sujeto moreno, algo regordete, con lentes obscuros y un afro bien cuidado, de camisa y pantalón. Saludó a todos y ellos voltearon a ver al novato con una sonrisa.
—¿Quién es Claudio? Supongo que eres tú.
—Sí.
—Bueno, tú no te preocupes, yo te voy a conseguir patrocinadores, que es lo que necesitas justo ahora. Te contrataron y te darán un sueldo por pelea, pero debes pagar tu campamento, supongo que ya te explicaron todos los gastos que eso implica. Por eso, vamos a hacerte promoción como “el nuevo capoeirista que será campeón” y arrasará con la división. Gracias a tu tamaño y musculatura, te promocionaré como el nuevo Hulk. Serás toda una estrella. Por cierto, cobro el 20%. Me dijeron que haces capoeira, así que podrías hacer algo de eso antes del combate y al ganar; eso te hará resaltar y que los patrocinadores se fijen en ti, pero es importante ganar. Yo me encargaré de conseguir los patrocinadores. Da un buen espectáculo en tu primera pelea y yo haré que no tengas que desembolsar ni un dólar de tu sueldo. Me voy, para empezar a armar tu campamento. ¡Muchas suerte, campeón! —El sujeto se marcha, sin despegar el teléfono de su oreja.
—Vaya tipo. Seguro sabe lo que hace.
—Es un sanguijuelípedo chupasangre. Debes tener cuidado con todos sus movimientos, si quieres salvar algo de tu dinero.
El entrenamiento es muy diferente al realizado para la capoeira; aunque ya tenía una rutina autoimpuesta cuando lo hacía en las instalaciones de Red Bull, con su nuevo equipo se trabajan todos los aspectos y músculos del cuerpo. Cuadriceps, gemelos, glúteos, los oblícuos, pectorales, bíceps, tríceps… Ya trabajaba varios, pero con las correcciones adecuadas, perfecciona la figura, mejora su fuerza y su resistencia aeróbica. Una mejor versión a lo que era.
Pero, sobre todo, se inicia en las técnicas de pelea. Con la fuerza y rapidez que adquirió, ya es bueno con las patadas y los golpes no son malos, pero unas buenas lecciones de box ayudan a convertirse en un peleador más completo y peligroso. Como en capoeira se utilizan galopantes, tapas y cotoveladas, simplemente costales para tener golpes más pulidos. Las patadas de Muay Thai y kick boxing las aprende inmediatamente, y está consciente que serán su arma secreta.
Con las bases de lucha que demostró, aprendidas inconscientemente y de manera autodidacta, simplemente se le enseñan los movimientos básicos de ataque y defensa, para que no lo sorprendan los grapplers. La capoeira le dió esos reflejos de lucha grecorromana que también fue cuestión de mejorar. Gracias a su peso, le será de mucha ayuda al momento de combatir.
Debe aprender lo más importante, el Jiu Jitsu. Con apenas una poca noción, las clases son muy importantes para atacar y defender a los mejores aplicadores de llaves y palancas. Siendo los brasileños los poseedores del mejor Jiu Jitsu, sería su otra especialidad de la mano de Cavalho. Ya firmado como peleador de la mayor liga de Artes Marciales Mixtas, debía dedicar su vida al entrenamiento, dieta y peleas, visitas al médico, hospitalización y cualquier actividad que involucre el deporte. Su debut será en un mes contra otro peleador de Missouri, con la misma cantidad de peleas ganadas que perdidas.
Sudor, lágrimas, sangre, más sudor, más lágrimas, más sudor. Creía que su vida sería igual de difícil, pero se tornó casi imposible. Despertaba en la madrugada, desayunaba, entrenaba, almorzaba, entrenaba, reposaba, comía, entrenaba, cenaba, descansaba, entrenaba, merendaba, se metía a una terapia de hielo, se bañaba y dormía. Seis días a la semana, era su rutina. El domingo descansaba, pero no tenía siquiera fuerza para salir a pasear o hacer sus pendientes.
Llega el momento. Todos hacen maletas y se dirigen al aeropuerto. El simple hecho de llevar una chamarra, una playera, algo relacionado a la empresa, es motivo para que la gran masa intente una foto, un autógrafo o un apretón de manos, convertirse en una figura adorada. Era más buscado por los fans que en el pináculo de las competiciones capoeirísticas, y ni siquiera ha debutado.
Viaja con su equipo, con el que ha forjado una amistad fugaz. El avión le pone nervioso y, con la pelea a un par de días, no puede siquiera pegar los párpados. Sólo piensa en las diferentes técnicas que utilizará en su combate. Todo es mucho más grande, ya le esperan fotógrafos y camarógrafos, algunos curiosos del deporte y muchos, muchos fans. El campamento funciona como guardaespaldas y se abren paso al hotel. Caminan hasta la recepción, donde ya les espera una joven para realizar el trámite.
—Quiero pensar que, al menos, el hotel sí lo cubre la empresa.
Todos continúan riendo, dándole a entender que él deberá desembolsar para pagar la habitación. Nervioso porque no sabe qué hacer, camina hasta donde una espalda conocida espera, recargando ambos codos sobre la recepción. Los saluda efusivamente para ir directo a los negocios.
—Ahí estás, Claudio “The caporipper” Rodrígues. “The brazilian Murderer”. Un par de patrocinadores, uno de ropa deportiva y otro de bebidas alcohólicas, cubrirán tus gastos. Al menos, mi porcentaje y parte del gimnasio; no te preocupes, vamos a salir bien librados de esto, aunque vas a tener que poner un poco de tu bolsa, por ser tu primera vez. Te veo algo mareado, tembloroso; tal vez es por el proceso de nutrición y deshidratación para el pesaje, ¿estoy en lo cierto? Bueno, una vez que cumplas con el peso, tendrás que reponerte para llegar bien a la pelea. Concéntrate ahora en eso, si ganas, más patrocinadores se fijarán en ti. Muchas suerte, campeón. Enseguida les darán las llaves de los cuartos y nos vemos al final de la pelea.
Ya comenzaba a sentirse ajetreado. El entrenamiento, el rigor nutricional, el viaje, todo el movimiento le ha fatigado mentalmente. Al subir al cuarto, decide descansar y el equipo decide que es lo mejor. Marcelo Cavalho, siendo el mejor practicante de Jiu Jitsu y el director de Força Nova, se llevó una cantidad considerable, pero es quien lo instruyó durante el entrenamiento y lo dirigirá en la esquina. Finalmente, llega al pesaje y todo es luces de flashes, montón de prensa y fanáticos, presentadores y “ring girls”. Y el dueño, Presidente de la empresa, que supervisa el pesaje y careo de cada uno.
Ahí, de frente a Matthew Goldsmith, él se sentía nervioso, pero sabe que sólo debe aguantar la mirada. Su rival, serio en el careo, facilitó las cosas dándole la mano al final; una serie de fotos y es todo. Sólo fue uno de los otros treinta y siete peleadores; la gran mayoría, igual de regulares que él. Los dos estelares pelearían por el segundo puesto de los wélter, un canadiense y otro americano.
Al terminar, ya en el cuarto de hotel, afinaron los últimos detalles. Recalcaron todo tipo de defensa cuando el oponente buscara derribarlo; lo básico de judo y lucha, las posiciones que probablemente el rival procurará si llega a terminar en el suelo y cómo evitarlo, con ayuda de los pies y brazos. El manual de rigor del practicante de Jiu Jitsu.
Día del evento. Bajan del hotel y se encuentran con algunos peleadores que él no duda en saludar efusivamente. Todos ríen ante la emoción del novato debutante. Ya en el hall del hotel, observan a su rival y Claudio busca saludarlo, pero Matthew se hace el desentendido para pretender que no lo había visto y saludarlo con una sonrisa, como burlándose.
Calienta en su vestidor blanco con una pantalla en una pared, desde la cuál observan la primera pelea. Un chino y un ruso con nombres y apellidos innombrables, disputan la primera pelea. Su campamento le pide poner atención al brasileño para que observé los detalles que habían repasado, en una situación real. El ruso somete al chino con una palanca al brazo, mientras terminan el vendaje. Se introduce su patuá del lado de la pierna, amarrándolo en el suspensorio.
La segunda pelea. Estaba a media hora de su turno y el calentamiento estaba terminado. Mira los resultados de la pelea y su equipo se dispone a salir, recordándole la estrategia de nuevo; derribarlo para evitar el peligro de los poderosos golpes de Matthew “The american mauler”. De doscientas veinte libras, tiene una pegada que consideran como patada de caballo.
Camina y tres grandes cámaras lo siguen para realizar diferentes tomas. Un par de guardias de seguridad se añaden al equipo. La gran cantidad de espectadores disfrutan el evento y aplauden su salida, más por la afición al deporte que por el deportista. Pero Claudio siente que es Dios por momentos. Camina agradeciendo a todos con ambas manos unidas por las palmas. Una canción de rock con berimbaus y pandeiros, es el himno de aparición del peleador.
El cutman le unta vaselina en el rostro mientras los comentaristas dan los detalles del peleador. Apuestan por el americano experimentado y golpeador, mientras el equipo recibe la ropa y The caporipper queda en el short oficial. Tras la revisión de uñas, es invitado a subir. Las cámaras, los reflectores, la gente, todo hace que su adrenalina suba y, al entrar al octágono, hace un jogo solo de capoeira que anima a la gente. Todos le aplauden.
Una canción de metal, intimidante y agresiva, anuncia la entrada de su rival. Con el mismo protocolo, avanza hasta el octágono, seguro de sí mismo gracias a su experiencia. Al pasar frente al brasileño, le lanza una mirada retadora que él simplemente evade. El anunciador de la batalla hace lo propio, hasta que pasan al frente y el referee anuncia las reglas básicas e invita a ambos peleadores a chocar guantes; el norteamericano se niega y regresan a sus respectivos lados del lugar.
Al iniciar la pelea, Claudio intenta chocar el guante diestro con el de su rival, pero responde con un gancho bastante anunciado para Biriba, que lo esquiva sin problema. De inmediato, Mauler busca un derribo que detiene su rival solamente bajando de nivel su cintura y con los brazos. La gente se emociona porque la pelea inicia agresiva. Al no conseguir su objetivo, quedan en un abrazo para iniciar una ofensiva y defensiva continua con rodillazos, golpes cortos a los costados y demás. En una lucha por conseguir la posición, Claudio logra que la espalda de su oponente quede contra la reja y, desde ahí, logra conectar un par de golpes con el hombro en la cara del güero.
Ya separados, inicia un análisis de la estrategia del contrario para adecuar la propia. Con un par de jabs que no conectan, el American mauler busca noquearlo con un gancho volado que, debido a la fuerza con la que iba, se “telegrafeó” mucho y, debido a que trabajaron mucho con el contraataque, la cabeza de Claudio pasó por debajo del brazo del rival y, quedando su rostro expuesto por la mecánica del golpe, el brasileño soltó un golpe que derribó a Matthew, dejándolo mareado. El lugar explotó entre júbilo y gritos. Ya dispuesto a levantarse y por instinto, lo tomó del cuello en forma de candado, pero con las piernas extendidas y las rodillas tocando la lona.
Así se mantuvo el medio minuto restante, hasta que el referee indicó que era momento de regresar a su “esquina”. Cavalho le dice que lo perdonó, al tirarlo con el golpe, hubiera ganado si hubiese continuado con la masacre de nudillos. Aseguraron que podría acabarlo aún si continuaba insistiendo con los golpes, pero que debía iniciar con fintas de derribo, para destruir la defensa primero.
El segundo round develaba la fuerza del golpe en forma de hematoma. La ceja izquierda cegaba al rival en forma de sangre, que fue detenida momentáneamente por el cutman. Era la estrategia, abrir fácilmente esa ceja comprometida que es lo que hace Claudio con un par de jabs. Con sangre cayendo en el ojo, la visión se reduce de ese lado y la esquina del curitibano lo indica. Lo acorrala para que vaya a su lado diestro y, después de tres ocasiones, suelta un golpe que lo vuelve a dejar perplejo para que todo se vuelva una gran mancha negra. El referee decide parar la pelea después de tres golpes de martillo una vez que el noqueador cae noqueado.
Toda la escena se vuelve un caos y el ganador levanta los brazos, volteando a su esquina. Le indican que haga su ritual y vuelve a hacer un solo de capoeira, terminando con un salto mortal. La gente se emociona más y la mira de los demás patrocinadores se ve atraída. Quizá el knock out por sí solo no hubiese llamado tanto la atención sin ese detalle capoeirista.
Al terminar, todos lo cargan en señal de victoria. Una entrevista en la que aprovecha para agradecer a todos. A mitad de la entrevista, el expeleador con el micrófono le da una sorpresa al victorioso. Un abrazo de una vieja amistad que, de a poco y sin que se dieran cuenta, se transformaba en un sentimiento más fuerte, una capoeirista que no pudo esperar y que viajó para ver la primera pelea en la liga de su compañero. Una victoria para la capoeira y el amor no declarado.
O nosso treinamento é forte e eficaz
Tem ginga e tem mandinga pra deixar mais sagaz
A gingar é para engañar, você pensa que é dança
Mais quando relaxar, meu martelo te alcança
Boom! Vacilou, tomou nocaute
Respeite a capoeira, a gente também bate
Quando o berimbau toca a sangre ferve ao mil
Respeite a capoeira, arte fatal do Brasil.
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