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¿En que desastre estoy?

Recibo varias sonrisas de algunos chicos mientras atravieso el pasillo escolar. Tanta atención es abrumadora, pero con el tiempo uno se acostumbra. A veces es muy complicado ser el tema de habla de los estudiantes, te ubican en el punto más alto de ésta jerarquía y, de vez en cuando, observo mi alrededor y tengo la intermitente sensación de que están en espera a cualquier, por más pequeño que sea, error para hundirte.

Te conviertes en una persona distinguida y notable, tiene muchos privilegios, pero también la obligación de tener el peso del mundo en los hombros. La gente te juzgará si te ven con la persona, situación, lugar, actividad, o acción equivocada. ¿Sabes lo difícil que es caminar por estos pasillos cuando el día anterior has perdido un partido de fútbol americano y los estudiantes te miran con sus rostros reflejando ira, culpándote. ¿O lo humillante que es que le llamen "gorda" a una porrista que acaba de ser echada de las animadoras, solo por subir un maldito kilo más?

—Hola Cassie, extrañé verte el sábado.—Matt aparece delante de mí, alejándome de mis ensoñaciones, parece acongojado, aunque mantiene esa sonrisa perfecta que volvía loca a las chicas junto con sus ojos y cabello chocolate, sin mencionar su marcado físico.

—Sí, claro.—Exclamo con sarcasmo—.No parecías así cuando te vi con Rebbeca.—Levanto una ceja inquisidoramente, esperando una respuesta pero el agacha su cabeza y bufa.

—¡Vamos, Matt! No te pongas así, sabes que tienes todo mi apoyo, se que Rebbeca actúa como de hielo normalmente pero pude ver como se le derretía el corazón cuando le hablabas.—Asiento como enajenada.

—Bueno, ella es divertida y...—No lo dejo terminar la oración ya que agarro su brazo bruscamente y lo llevo al frente de la cafetería, donde se podía ver a Rebbeca Gregory tomando un café.

—Ahora, Matt, irás y le hablarás y ¡PUM!, todos felices y contentos, ahora ve.—Pauso esperando a que vaya tras ella. Me sonríe de lado, besa mi mejilla rápidamente y entra a la cafetería mientras yo lo observaba caminar.

Matt Bluerry, aunque muchos crean que nos convertimos en íntimos amigos, la realidad es que todavía lo intentamos. Nuestra relación actual es complicada. Matt y yo empezamos a salir, como el típico chliché de el mariscal de campo y la capitana de las porristas. Pero los dos nos mentíamos a nosotros mismos creyendo sentir algo más que amistad o diversión, nunca nos enamoramos. La relación no servía y la tuvimos que descartar, pero, gradualmente, nos volvimos a hablar y los falsos rumores de que rompimos porque Matt se había acostado con otra o que yo le había roto el corazón porque no me agradaba su corte de cabello, cesaron por fin.

Me siento en mi pupitre establecido de la clase de Literatura al lado de Ashley, digamos, mi mejor amiga. Su cabello rubio se encuentra perfectamente arreglado en una coleta, como si se hubiera levantado a las 4 de la mañana sólo para lograrlo, la verdad es que creo en la posibilidad que es lo que hace. Viste una falda púrpura con una camisa de mezclilla negra. Descruza sus piernas y apoya sus codos en su tablero, esperando a que le conteste una pregunta no formulada. A veces es complicado saber qué es lo que quiere que le conteste, es peligroso, ya que si hablas de más, mañana será el chisme del mes.

—¿Qué quieres que te cuente?—Bufo y ruedo los ojos, mientras dejo los libros sobre la mesa.

—Antes que nada, esa falda es encantadora, pero, cariño, es de la temporada pasada.—Tuerce su boca con señal de disgusto mirando mi falda de puntilla azul. Ashley es una obsesiva de la moda y hasta a veces no la tolero ¿Para qué sirve vestirse con la tendencia de hoy si mañana habrá otra? —.Y...¿Cómo se llama?— Pregunta exaltada frunciendo sus labios rosados.

Frunzo el ceño. ¿Quién?

—Ash, te quiero, pero puedes ser mas precisa.—Dije lo que logra que ella pusiera los ojos en blanco.

—El chico ardiente del sábado, ¿no te suena? Fiesta, chico al cual no pude ver su rostro, baños...—Deja la frase en el aire, esperando a que mi cerebro conecte.

—¿Qué? ¡No! Él sólo fue un maldito imbécil—Que besé, pienso.—, que volcó una porquería azul en mi vestido.—Refunfuño recordando el momento, digamos que no había tomado tanto alcohol como para olvidarlo.

—¡Ja! Ya deja de actuar como inocente ¿y fueron al baño, por qué? ¿te dio un recorrido turístico?— Supe que estoy perdida, cuando a Ash se le mete una idea en la cabeza, se necesita París, chicos, chaquetas, tacones de aguja o la voluntad de Dios para hacerla cambiar de parecer.

En ese preciso momento me volteo al escuchar una voz que no soportaba.

Hablando de Roma...

El imbécil de la fiesta se encuentraa con jugadores de fútbol caminando por el pasillo riendo por un chiste que Matt contó.

No, no. ¿Qué hacia el imbécil aquí? ¿Y con esas personas? ¿Por qué no me enteré de que había entrado alguien nuevo a la preparatoria? Quedo pasmada, con cara horrorizada, esto no estaba pasando, escucho a Ashley contener un suspiro.

—Chest es taaaan ardiente.—Exclama de forma exagerada ¿Chest? ¡Ah!, al fin se como se llama, pero ¿por qué Ash lo conocía? Aunque ella conoce a todo el mundo.

Me vuelvo hacia ella abruptamente.

—¿Chest? ¿Y qué hace él aquí?—Murmuro alterada, el profesor de literatura ya había ingresado al aula para dar la aburridísma clase.

—Es una escuela, tontita, ¿Tal vez por que viene a estudiar?—Dice con palpable ironía, como si fuera los mas obvio del mundo.

—¿Él? ¿Pero...?—Me mira por unos segundos con confusión y luego su rostro cambia cuando razona algo.

—¡Aaah! Claro, ya me había olvidado. ¿Recuerdas esos años en los que estabas en Europa? Y no puedo creer que no me hayas dicho con lujo de detalles cómo las marcas importadas de allí hacen con seda fina las...

—¡Te lo contaré luego! No te distraigas, Ash.—La corto impacientemente agitando mis manos para alentarla a continuar.

—De acuerdo, tranquila.—Pausa unos segundos para corroborar en dónde se había quedado—.¡Ah, sí! Esos 2 años él vino desde Princeton hasta aquí pero luego tuvo que volver creo que por problemas familiares, no lo sé, estaba distraída imaginándome sus abdominales debajo de ese pedazo de tela.—Pasa su lengua sobre su labio superior. Asco. Ash siempre tuvo buen gusto, pero, ¿por que él? Toda la situación se volvería incomoda si él es amigo de mis amigos...

¿En qué desastre estoy?

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