extra » liability
extra dos
( responsabilidad )
so they pull back, make other plans.
i understand, i'm a liability.
get you wild, make you leave.
i'm a little much for everyone.
liability, lorde
BETT RECORDABA BIEN LOS ENTRENAMIENTOS CON NATASHA. Ella le había preparado para enfrentarse a cualquier tipo de amenaza.
Cuando apenas tenía siete años, Betty ya estaba totalmente fascinada por la pelirroja. La admiraba y adoraba cada vez que iba a su casa de visita con su padre.
Lo primero que Betty le había pedido que le enseñara era aquella pose que había visto en los vídeos de las peleas de su padre y Nat a los que supuestamente no debía tener acceso.
La mujer había reído y le había dicho que no era para tanto. Betty había insistido hasta que Natasha había accedido, con el permiso de Clint, a darle algunas clases por si acaso algún día las necesitaba.
Años después, Natasha seguía entrenándola. Y Betty seguía riendo cada vez que ella le decía que, algún día, le ganaría en una pelea.
Había entrenado más duro que nadie para estar a la altura. Convencida de que podía ganar cualquier pelea que se propusiera si se esforzaba lo suficiente, conociendo y confiando en sus capacidades y tratando de encontrar las mayores flaquezas en su adversario.
Eso había hecho siempre. Lo había puesto en práctica cuando patrullaba las calles de Nueva York. En el aeropuerto, después de la ruptura del equipo. Incluso enfrentándose a las Viudas de la Sala Roja.
Pero había una de ellas que era demasiado buena. Betty no tuvo más que mirarla pelear para saber quién era. Su padre y Natasha le habían hablado de ella.
Betty no tuvo más que enfrentarse a ella para descubrir que no solo era buena: era invencible, al menos para ella. Y lo descubrió de mala manera.
—¿Qué es esto?
Al sentir los fríos dedos de Kate sobre su espalda, Betty se estremeció. No necesitaba mucha imaginación para saber a qué punto de su piel estaba señalando su novia.
—Me atravesaron con una flecha —explicó. Aún recordaba bien aquel dolor. Nunca en su vida había experimentado tanto—. No llegó a atravesarme por delante por los pelos, pero necesité una reconstrucción de los nervios del brazo. Estuve inmovilizada totalmente por unos tres meses.
Kate ahogó una exclamación de horror que casi hizo a Betty reír. Girándose para colocarse de cara a ella, sonrió.
—Tengo algunas marcas más de esa pelea, pero admito que esa fue la peor —aclaró, señalando diversas pequeñas cicatrices por su torso—. También fue la peor derrota de mi vida. Solo tenía quince años, pero me persiguió por mucho tiempo.
—¿Quién fue quien te hizo eso? —dijo Kate, horrorizada.
—¿Para qué quieres saberlo? —rio Betty.
—Para patearle el trasero y luego...
La carcajada de la pelirroja le cortó. Betty se inclinó hacia adelante y besó con suavidad los labios de Kate, haciendo que ésta sonriera instantáneamente, aunque aún sintiendo curiosidad por la historia.
—No cambies nunca —pidió Betty—. Creo habértelo dicho ya, pero está bien recordarlo.
—Venga ya, Betts, dime quién fue —protestó Kate, haciendo un puchero.
Betty esbozó una mueca.
—Una Viuda de la Sala Roja. Ni siquiera recuerdo su nombre, pero sí sé que me pateó bien el trasero.
Mentía, desde luego. Nunca podría olvidar su nombre. Aunque su padre le había hablado de ella en un inicio como Este Pierce, no había tardado en descubrir que su verdadera identidad era la de Esfir Petrova. Conocida por S.H.I.E.L.D. como Atalanta, era una Viuda buscada mundialmente por su gran talento, a la altura del de Natasha.
No fue una sorpresa que derrotara a Betty, pero lo que había impactado tanto a la adolescente era lo fácil que lo había hecho parecer. La había matado sin apenas ponerle esfuerzo y eso le había estado quitando el sueño muchas noches.
Tan pronto como pudo volver a utilizar el brazo, Betty entrenó y entrenó y entrenó, esta vez en solitario. Sin Natasha o Steve para ayudarle y teniendo que hacerlo a espaldas de Tony. Había tratado de buscar en los archivos vídeos de su padre o Natasha peleando, aprender sus movimientos. Había buscado también vídeos de agentes de S.H.I.E.L.D., de enemigos mundiales y de las Viudas Negras.
Había entrenado más duro de lo que nunca creyó que lo haría, hasta el punto de estar convencida de ser lo mejor que nunca llegaría a ser.
Pero ni siquiera de ese modo había podido vencer a Natasha y, por tanto, salvarle la vida. Aquello también perseguía aún a Betty, sin duda. Pero no le había motivado a entrenar: le había llevado a tratar de olvidar con el alcohol.
—¿Betty?
La voz de Kate interrumpió sus pensamientos. Betty suspiró y apoyó la cabeza en el hombro de la otra chica, dejando que ésta la envolviera con sus brazos. Kate había aprendido a reconocer cuándo se perdía en el pasado y necesitaba algo de cariño.
—En realidad, sí sé el nombre de la Viuda —confesó. Aquella información no pareció pillar por sorpresa a Kate—. Se llama Esfir Petrova. Es una Viuda anterior a la generación de mi madre y Yelena. De las mejores, por no decir la mejor. No es raro que me ganara.
Se recordaba intentando hablar con Esfir. Intentando hacerla razonar. Pero era imposible razonar con alguien controlado y Betty no había tenido el antídoto de Yelena.
Si Natasha no hubiera llegado y hubiera expuesto a Esfir al gas sintético, hubiera matado a Betty. De eso no le cabía ninguna duda.
—No es la persona más amable que puedes conocer —comentó distraídamente—. Ni siquiera estando fuera del control mental de las Viudas.
—¿La conoces? —se extrañó Kate. Betty asintió.
—Tuve un par de encontronazos con ella después de cargarnos la Sala Roja.
Una visita que le hizo a Nueva York en 2017. Las tres veces que se vieron durante los cinco años del Lapso. No mucho más. Realmente, no sabía si le hubiera gustado que fueran más.
—Pero, entonces ¿es de los malos? —quiso saber Kate—. Quiero decir, si por casualidad me la encuentro, no estaría mal que le diera un puñetazo por esa cicatriz que tienes, ¿no?
Betty se echó a reír con fuerza.
—No es exactamente de los buenos, pero definitivamente no es de los malos, lo siento —aclaró—. Aunque a mi padre no es que le caiga bien del todo. Larga historia.
—Tengo tiempo para ella —comentó Kate, cada vez más curiosa.
—Pero es su historia —aclaró Betty—. La de mi padre. Pregúntale a él si quieres saberla, yo no tengo nada que ver con eso.
Realmente, aquella era otra mentira. El caso era que Betty no sabía cómo explicar todo aquel problema y Clint siempre lo contaba mejor que ella, además de por el hecho de que él lo había vivido en persona. Betty, no.
Aquella conversación tuvo que ser un presagio claramente, porque cuando Betty abrió la puerta de su casa al día siguiente y encontró a Esfir Petrova esperando en el umbral no se llevó exactamente una sorpresa.
—Yelena y Pyotr me dijeron que estarías aquí —fue lo primero que dijo la mujer, echándole un vistazo de arriba a abajo.
—¿Y por qué te dirían eso ellos? —replicó Betty, en tono arisco.
Se había quedado cruzada de brazos en el umbral. Resultaba obvio que no le estaba invitando a entrar. Esfir entrecerró los ojos.
—Porque les pregunté —aclaró ella—. También me dijeron algo de una chica. Tu novia.
—Sí. —Betty miró de arriba a abajo a la mujer—. Ha ido a comprar unas cosas. ¿Qué es lo que quieres?
—Visitar.
Betty soltó una breve carcajada.
—Lo pregunto en serio.
—Y yo lo digo en serio. Yelena y Pyotr me convencieron para venir a verte. —La mirada de la mujer parecía traspasarla—. Antes eras rubia.
—Tú también —repuso Betty, echando un vistazo a su cabello castaño.
—No vas a invitarme a pasar, ¿verdad?
—No.
—¿Betty? ¿Pasa algo?
La aparición de Kate bastó para poner a Betty más en guardia. La mirada de su novia fue de Betty a Esfir y viceversa. Pudo ver la confusión en su rostro.
—Tú debes de ser Kate —dijo Esfir, tendiéndole la mano. Kate se la estrechó, confundida—. Soy Este Pierce, la...
—La persona que se va a largar inmediatamente de aquí —cortó Betty.
—¿Este Pierce? —repitió Kate—. ¿Cómo Esfir Petrova?
—Así que le has hablado de mí —comentó la mujer, asintiendo—. Es un placer conocerte, Kate. Nunca pensé que Yelizabeta...
—Recuerdo haber dicho que te fueras —comentó Betty, apretando la mandíbula—. Ya.
Esfir rio.
—¿Y ese mal humor de quién lo has sacado? Porque Clint...
—Suelen decirme que me parezco a mi madre —respondió tranquilamente Betty, sin apartar los ojos de Esfir—. Natasha Romanoff.
—Ah, sí, escuché que cambiaste tu apellido —comentó Esfir—. Bueno, opino...
La pistola apuntó directamente a la cabeza de Kate, que abrió los ojos bruscamente con alarma, pero Betty llevaba minutos aguardando a algo así. Levantó rápidamente la pierna y golpeó con fuerza el arma. Esfir se abalanzó sobre ella y Betty y ella rodaron por el suelo, en medio de los gritos de Kate.
—¡Ni se te ocurra meterte! —le espetó Betty, tratando de golpear a Esfir—. Por Dios, ¿has venido solo para otra pelea?
—Me gusta pillarte desprevenida, Yelizabeta —rio la mujer, esquivando su patada—. Has mejorado mucho.
—Gracias —respondió Betty, asestándole una patada en el estómago—. Tú has envejecido.
—¿Y se supone que solo tengo que estar aquí parada mirando cómo os pegáis? —protestó Kate, cruzándose de brazos.
Betty se puso en pie y se apartó el pelo de la cara.
—No tardará mucho, bonita.
—Yo ya no entiendo si ella es de los malos o no —suspiró Kate.
Esfir cargó de nuevo contra Betty. Kate suspiró y se fue a dejar las compras en la cocina, con el sonido de los golpes y comentarios en ruso de fondo. Realmente, estaba deseando meterse en la pelea a ayudar a Betty, pero tenía la sensación de que ni una no otra estaba en peligro.
Al menos, no Betty, porque Esfir no había parecido tener interés en hacerle daño... No hasta que había apuntado directamente a Kate, claro. Pero parecía estar divirtiéndose con aquella pelea. A Betty se le notaba mucho más tensa.
Kate casi pegó un brinco cuando I'm sorry, the old Taylor can't come to the phone right now resonó en toda la cocina y a volumen máximo. El tono de llama de Betty seguía asustándole de vez en cuando.
Descolgó al ver que era Clint el que llamaba: Betty siempre le había dicho que no le hiciera esperar al teléfono porque se pondría nervioso y podría aparecer de un momento a otro en Nueva York. Kate había estado tentada de probar aquello un par de veces, pero no lo había hecho... aún.
—¿Qué tal, compañero? —saludó tranquilamente, dando un sorbo al batido que acababa de sacar de la nevera.
—¿Por qué siempre que llamo a Betty respondes tú y cuando te llamo a ti contesta ella? —se preguntó Clint—. ¿Tengo vuestros números registrados al revés?
—No, es que solemos ir olvidando los teléfonos por la casa y la que primera lo encuentre responde —se limitó a decir Kate—. ¿Necesitas hablar con Betty de algo? Ahora mismo, creo que está ocupada. Hemos tenido una visita.
—¿Están MJ y Ned por ahí? Recuerdo que Betts me dijo que había hablado con ellos para verse uno de estos días...
—No, en realidad, ha venido una tal Esfir —respondió Kate, preguntándose si Clint resolvería alguna de sus dudas—. ¿La conoces? Betty me habló de ella hace un par de días y me dijo que te preguntara a ti si quería saber más. Y voy hoy al volver de hacer la compra y me la encuentro. ¿Te lo puedes creer?
El silencio al otro lado de la línea era tal que Kate no tuvo claro si Clint seguía en la llamada hasta que éste habló de nuevo.
—No estarán peleando, ¿no?
—Y tanto que lo están haciendo. Espero que no rompan nada.
—Oh, fantástico —suspiró el ex Vengador—. Mira, Kate, la historia de esas dos es complicada. Betty tiene una especie de obsesión con ganarle.
—¿Y no lo ha hecho ya?
—No. Creo que está dispuesta a pelear con ella cada vez que la vea hasta que le gane. Y Esfir le sigue la corriente, por supuesto.
—¿La conoces bien?
—Tenemos una historia complicada. La conocí antes que a Natasha y en condiciones parecidas, pero las cosas no acabaron bien.
—Vaya, muy esclarecedor —ironizó Kate—. ¿Algo os sale bien a vosotros? Además, creo que...
Un fuerte golpe la interrumpió y le hizo casi soltar un grito del susto. Escuchó un gruñido proveniente del salón.
—Oye, Clint, te llamo ahora —dijo rápidamente.
—¡Kate, esp...!
Colgó sin siquiera dejarle acabar la frase. Tomó lo primero que encontró a mano —un rodillo de cocina— y corrió al salón con éste en alto, dispuesta a golpear a Esfir si era necesario.
Recordaba bastante bien la enorme cicatriz en el hombro de Betty y ese simple pensamiento bastó para hacerle hervir la sangre, incluso cuando antes se había convencido de que nada malo pasaría.
Esfir le tendía la mano a Betty, que estaba tumbada boca arriba sobre la destrozada mesita del salón. A Kate no le costó demasiado ver en su rostro todo tipo de sentimientos. Ni uno de ellos era positivo.
La humillación era el más notable de todos. A Kate no le costó mucho esfuerzo comprender lo que había pasado: Betty había perdido.
Ella apartó la mano de Esfir de un manotazo, se puso en pie sola y se fue del salón sin decir palabra. Kate vaciló entre seguirla o no. La mirada de Esfir fue hasta ella.
—¿Cocinando? —preguntó en tono calmo, señalando al rodillo que Kate sostenía.
Probablemente, haber saltado hacia ella con intención de atacarla no fue buena idea: Kate acabó en pocos segundos en la misma posición que Betty momentos antes y con una enorme mueca de dolor grabada en el rostro. Esfir negó con la cabeza y le tendió la mano para ayudarla.
—Lo siento.
—Sí, claro —respondió Kate, sarcástica—. Vienes a mi casa, me apuntas con una pistola, peleas con mi novia y luego me mandas a mí al suelo. Tienes que sentirlo mucho, sin duda.
Le sorprendió ver la sonrisa que apareció en los labios de Esfir.
—Solo hago esto porque sé que Betty no va a querer nada de mí hasta que no sea capaz de ganarme.
—¿Y por qué no le dejas ganar y ya? —protestó Kate, poniéndose en pie.
—¿Crees en serio que Betty aceptaría una pelea así como válida? —preguntó Esfir—. Ella sabe cuándo peleo de verdad y cuándo no. Necesita saber que me ha ganado en mi máxima capacidad para aceptarlo.
—¿Y a qué viene esa obsesión? —quiso saber Kate, sin entender—. Le ganaste una vez, ¿y?
La expresión de Esfir varió. Fue un cambio casi imperceptible, pero Kate llegó a notar cómo algo de amargura aparecía en sus facciones.
—Porque no solo le gané; casi le mato. En aquel momento, yo no era consciente de lo que hacía y le hubiera asesinado de no ser por Natasha Romanoff.
—Vi la marca en su espalda —dijo Kate, frunciendo el ceño.
—Una flecha bastante dañina, sí —asintió Esfir—. Tenía una punta especial. Yo iba a matar, Kate. Así eran las cosas.
—Sigo sin entender por qué Betty necesita tanto ganarte —respondió la joven arquera, observando con desconfianza el rostro de la ex Viuda. Sentía que había algo importante que no le contaba—. ¿Por qué?
Una vaga sonrisa apareció en los labios de Esfir.
—Eso tendrás que preguntárselo tú, Kate. No me corresponde a mí decirlo. ¿Les darás saludos a Clint y Tine? No creo que Yelizabeta quiera que me quede mucho más. —Le miró un momento y añadió—: Deberías hablar con ella. Yelena y Pyotr me dijeron que realmente le importas. Yo ya sé dónde está la puerta.
Kate vaciló. Esfir le dirigió un asentimiento de cabeza y abandonó la sala. Kate escuchó poco después el sonido de la puerta principal cerrarse.
Lo único en lo que podía pensar Kate era en que aquella había sido una tarde demasiado extraña.
En eso y en que necesitaba asegurarse de que Betty estaba bien. Fue directa al dormitorio y llamó a la puerta suavemente con los nudillos. Ninguna voz le respondió, pero Kate la abrió de todos modos. Betty estaba tumbada en la cama, hecha un ovillo. En la posición en la que estaba, Kate no alcanzaba a verle la cara. Se detuvo un momento en el umbral, dudando.
—¿Betty? ¿Estás bien?
—Sin heridas graves —fue la simple respuesta de ésta.
Kate no se dejó intimidar por su brusquedad. Avanzó hasta la cama y subió a ésta, quedando sentada junto a Betty, que seguía tumbada y dándole la espalda.
Kate había visto a Betty después de pesadillas y teniendo días malos. Había aprendido a aceptar aquello y a ayudarla de la mejor manera que podía, en ocasiones pidiendo ayuda a Tine o Clint, otras veces sola. Pero había muchas cosas de Esfir que no sabía y lo principal era por qué ganarle era tan importante para Betty.
Sin aquello, no sabía qué podía hacer para ayudar.
—Te he oído hablando con ella —dijo Betty lentamente—. No te ha dicho por qué necesito ganarle, ¿no?
—No —susurró Kate, mientras se tumbaba a su lado.
Betty soltó una seca carcajada.
—Deberás de pensar que estoy loca —comentó, girándose hacia Kate.
La morena la miró directamente a sus ojos verdes. Negó lentamente con la cabeza.
—No, no lo pienso —respondió—. Solo quiero entender qué pasa y ayudarte.
—¿Prefieres la respuesta larga o la corta? —preguntó Betty, con una sonrisa sarcástica en los labios.
—La corta —decidió Kate.
Supo por la mirada de Betty que lo que iba a decirle era importante y probablemente sorprendente.
No esperaba que lo fuera tanto.
—Es mi madre biológica. Me abandonó con mi padre después de yo nacer. No hay un motivo exacto por el que necesite ganarle más allá de ese.
Betty la miró fijamente directa a los ojos, aguardando su reacción. Kate podía ver las lágrimas que amenazaban con escapársele. La envolvió con sus brazos y Betty suspiró y se acurrucó junto a ella.
—Gracias, bonita —susurró.
Kate no supo exactamente a qué se refería; tampoco preguntó. Cerró los ojos y acarició con suavidad el pelo de Betty.
—Cuando me necesites, princesa.
with !
rosamund pike . . . . . ESFIR PETROVA
she/her. virgo. intj. gryffinclaw. atalanta.
alo, no planeaba escribir este extra hasta dentro de bastante, pero con el hype por todos los nuevos anuncios de marvel, apareció esto je
no hay mucho que decir al respecto, planeo que esfir aparezca bastante en cupid (si llego a publicarla algún día ahr) y en futuros actos de artemis, esta es solo una mini introducción a su personaje :))
extraño escribir de kate y betty, no voy a mentir :(
btw si vieron ms marvel, pueden pasarse por mi fic de kamala (que está conectado con otro fic de kate que puede que publique futuramente porque echo de menos escribir sobre ella)
love, ale.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro