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Capitulo VI: Juego y tragos.

Llegó el día esperado, sentía demasiados nervios, a lo que tampoco había tenido noticias de Aiko Foster desde que el día anterior le entregué la carta de invitación, mis amigos Yoko Amir y Daiki, ya me habían dicho que no me preocupará, ya que posiblemente, pronto tendría noticias de él. 

Pero ellos no eran dioses adivinos, simplemente trataban de alentarme, para que no cayera en desanimo, sin embargo, me dispuse a preparar la cena, antes de preparar la cocina, comencé poniendo en la mesa velas aromáticas, algunas especias y decoraciones, coloqué dos platos de porcelana sobre el mantel del mismo color blanco, dos copas para beber agua y dos más para el vino que había preparado para acompañar la comida.

Anzu, mí compañera de la facultad de arte, el día de ayer me había hostigado toda la hora para que le contará el por qué me interesaba tanto Aiko, además ella lo conocía mucho más que yo, así que podría darme una mano en la preparación para la invitación especial.

Fue de ese modo por el que sí bien estaba algo impaciente, ella había dicho que hablaría con el para convencerlo de que nos viéramos, ellos habían trabajado en el proyecto del globo plateado todo el año, y se habían hecho muy buenos amigos. De hecho, me comentó que para la presentación que hicimos hace unos días en el bar Shinjuko Idol Stage, los guardias no los querían dejar pasar, sin embargo ella intervino para que pudieran entrar.

Mientras tanto comencé a alistarme, no sabía si Aiko aceptaría venir, pero el esfuerzo al menos hubiera valido la pena, fui a la ducha y en casi diez minutos ya me estaba colocando la ropa interior, una camisa negra, unos jeans de color negro y unos borcegos también de color oscuro.

Peiné mi cabello con crema- fijador, coloqué uno de los perfumes más caros que me habían regalado para mí cumpleaños del año pasado, una fragancia de Giorgio Armani y una vez listo y luego de haber preparado lo indispensable en la mesa para la cena.

 Me dirigí a la cocina, para realizar la misma, que sería,"Ramen", esta sopa de noodles es uno de los platos más populares en Japón, así que tiene sentido que también sea el favorito de los estudiantes universitarios como nosotros.

El ramen de noodles, es tan simple de hacerlos como delicioso: colocamos fideos de trigo, son de color amarillentos y se parecen un poco a los espaguetis, los ponemos en caldo y echamos encima rodajas de carne, algas deshidratadas y cebolla verde, una delicia sin duda alguna.

Mucha gente come ramen en el almuerzo, y en Japón se considera comida rápida. Sin embargo, muchos restaurantes tienen su propia receta secreta, así que la experiencia puede ser única, yo preferí cocinarlos como cena, ya que sería más sencillo y por cuestiones de tiempo también.

Aquella niche, el clima era un poco tempestuoso, por las calles de la ciudad había mucho viento y el cielo sin dejar ver estrella alguna, suponía que llovería, pero esperaba que mis planes no se arruinarán, le pedía al universo que me dieran una oportunidad para demostrar mí interés en Aiko Foster. De inmediato,  algo me sacó de mis pensamientos, una llamada entró a mí teléfono, era un número desconocido, sin embargo, contesté.

—¿Halo?—dije con algo de timidez.

—Estoy afuera del edificio, ¿Puedes abrirme?—preguntó Aiko.

—Emm... claro, bajo enseguida.—asentí, mientras pensaba como rayos logré que viniera.

Una vez llegué hasta la puerta del edificio, respiré profundo y finalmente nos encontramos frente a frente, se veía realmente alucinante, su cabello, su rostro perfecto, su vestimenta, la chaqueta color blanco, al igual que su pantalón de vestir a rayas, los zapatos color café, era el chico más intachable que pudiera existir.

—¡Que tal!—formuló estrechando mí mano con esa sonrisa cautivadora.

—Agradezco que aceptaras mi invitación.—respondí a media sonrisa también.

Para acortar el tiempo de subir al departamento, tomamos el ascensor y allí fuimos poniéndonos al día de como nos estaba yendo en nuestras facultades, los exámenes que se aproximaban y por supuesto del reciente concierto, sí lo habíamos disfrutado a lo que ambos asentimos afirmativo.

—En relación a eso, gracias por la canción.—expresó algo sonrojado.

—Gracias a ti, por no tomar de modo malo la dedicatoria.—dije para cuando se abrieron las puertas del elevador.

Así caminamos unos metros más, hasta que abrí la puerta del departamento con la tarjeta-llave del edificio.

—¡Aquí es!—inquirí recordando que había dejado la cocina prendida, en un chasquido la apagué y por suerte la comida no se encontraba quemada.

—Es acogedor.—expresó volviendo a hablar.—Vaya, cuanta preparación.

—Gracias, me alegra que te guste.—manifesté.—Puedes tomar asiento si gustas, mientras traigo la cena.—opiné nuevamente.

—De acuerdo.—espetó, poniéndose cómodo.

Una vez preparé la cena en la mesa y la serví, comenzamos a comer, con falta de apetito, sinceramente, ninguno de los dos estaba tan hambriento y nos nervios no daban lugar a comer demasiado. Sostener conversaciones largas nunca fueron mi fuerte, sin embargo aquí estábamos, a veces los sentimientos son más fuertes que nuestras propias limitaciones.

—¿Por qué aceptaste venir?—pregunté a mitad de cena con un poco más de confianza y unas copas de vino encima.

—Pues quería conocer al chico cantante, creo que eres un chico muy interesante.—soltó, mientras seguía comiendo con lentitud.

—Hagamos un juego.—dije saltando respuesta a su comentario anterior.

—Mmm... bien, de que trata...—aceptó con curiosidad.

—Este fideo, a quién le quede el ultimó centímetro, debe besar al otro.—comenté con algo de malicia. 

—Hagámoslo.—afirmó Aiko, quién se notaba algo abrumado.

Inició el juego, llevé a mí boca el fideo más largo que quedaba en el plato, y cada uno tomó el extremo de cada lado, cada mordisco, hacía que se notará el deseo que había entre nosotros, así seguimos reduciendo la distancia entre los dos cada vez más.

Estaba claro el juego, a uno de los dos le iba a quedar un centímetro de fideo y sería él que debería tomar la iniciativa de besar al otro, llegó finalmente el momento definitorio. La sala se  llenó aún más de silencio, el centímetro quedó en mis labios, fue cuando sin dudar sus labios se juntaron con los míos. 

Aquel beso fue tan mágico que habría de ser el comienzo de nuestra historia de amor y romance inseparable. Aiko, así como era perfecto, también sabía besar muy dulcemente y yo, bueno..., mis besos eran más apasionados, lo que éramos el complemento perfecto.

Continuará...

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