Capitulo V: Qué quieres.
Esa mañana iba con prisa ya que estaba llegando tarde a clases, ya que me había desvelado la noche anterior escribiendo, pero era lo que menos me importaba, no podía esperar a que fuese la hora para poder encontrar a Aiko y entregarle la invitación que le había realizado solo para él.
La carta decía:
No sé como empezar o que decirte, pero lo que si puedo decir, Aiko Foster, es que no se lo que me has hecho, pero pocas veces me ha ocurrido sentir tan fuerte algo por una persona.
Diría que eres el único con el que desearía pasar mi vida entera junto a mí lado, porque tienes una esencia especial, mágica y se que no nos conocemos, por eso te escribo esta carta, me gustaría que lo hiciéramos.
Te invito a cenar, sin deseo de nada a cambio, solo cenar y charlar, me gustaría saber más de ti, se también que no soy el mejor escritor o el que mejor para expresar sus sentimientos.
Pero desearía me dieras una oportunidad para demostrarte lo mucho que no puedo dejar de pensar en como sería sí pudiéramos simplemente dejar que nuestros sentimientos fluyan.
Siento un vacío en el pecho desde la primera vez que nuestras miradas se cruzaron, cómo si una mitad de mí se hubiera ido y solo se completa cuando estás cerca.
Siento que cada vez que estás cerca, mis miedos se van, me da confianza el simple hecho de verte y siento que nada importaría si estarías a mi lado.
Solo te pido una oportunidad de conocernos, y prometo ser la persona más atenta hacia ti y todo lo que presides siempre.
Finalmente la invitación a esta cena será mañana a las 7 PM en mí casa, si deseas que te pase a recoger puedes escribir al número que aparecerá al final de esta carta y sino pues, también dejaré la dirección para que puedas llegar sin perderte.
Atte: Rico Alcácer.
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Me desperté con algunos minutos de tiempo, así que caminé al baño para asearme, luego de la ducha rápida y de vestirme, comencé a alistarme para ir a la universidad, tomé todo lo necesario para viajar en el trasporte publico y luego de hora y media de viaje llegué a mí destino.
Allí, estaban Shiro y Anna que me recibieron alegremente al verme y así nos dispusimos a caminar hasta nuestra facultad riendo y hablando de tontearías, hasta que de pronto me topé con la persona menos esperada, estaba justo en frente de mi vista, sentía como mí cuerpo se paralizaba con tan solo saber que era él, Rico Alcácer.
—Aiko Foster, ¿Verdad?—formuló pronunciando mi nombre.
—El mismísimo Rico Alcácer.—comenté con su misma ironía.
—Ayer, no tuve la oportunidad de decir tu nombre.—dijo este, algo apenado.
—Yo sé lo dije, disculpa.—habló Anzu que había llegado sin que la viéramos.
—No te preocupes, me alegra que sepa mi nombre.—respondí sin pensarlo.
—Bueno, nosotros ya nos vamos, porque llegaremos tarde a clases.—inquirió Anna, sujetando mi brazo y el de Shiro para ponernos a seguir nuestro camino.
—Era él, ¡¡Es tan hermoso!!—exclamaba en voz baja Shiro.
—Nuestro amigo lo es aún más, por eso demuestra interés.—vociferaba Anna orgullosa.
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Los chicos se alejaron y con ello mi oportunidad de invitar a Aiko a la cena que tenía planeada, pero iba a encontrar la manera de logarlo antes de que nos fuéramos del establecimiento educativo.
—Arruinaste su cuartada.—dijo Yoko Amir llegando junto a mi otro amigo.
—Ahora tendrá que verlo a la salida de clases.—pronunció Daiki.
—¿De qué hablan?—decía Anzu atacada por los dos chicos.
—Nada, déjalo.—comenté sin darle importancia al asunto en cuestión.
Los cuatro nos pusimos en camino hacia la facultad de arte y así transcurrió todo nuestro día lleno de actividades y mucha practica, ya que nuestra universidad era una de las más exigentes de todo Japón. No podía esperar ni un segundo más, hasta que por fin sonó el timbre que daba por finalizada las clases.
Al salir, comencé a caminarlo lo más pronto que pude, para poder llegar hasta donde se encontraba Aiko, la facultad de ciencias políticas estaba algo distanciada de la mía y sino me apresuraba iba a ser casi imposible poder verlo antes que se fuera del sitio.
Cuando llegue al sitio, allí estaba, saliendo de su aula con una media sonrisa, esa sonrisa que me había cautivado, seguía siendo tan jodidamente perfecta. Pero esa sensación de vértigo cada vez que me lo encontraba de frente era inexplicable, jamás alguien me había puesto tan nervioso, pero ese chico era único y tal eso era el motivo de porque me sentía cautivado.
—¿Qué haces aquí?—preguntó Aiko al asombrarse de verme en su facultad.
—No sabía que debía pedirte permiso para estar aquí.—respondí con sarcasmo.
—¿Qué quieres?—dijo esta vez interrogante.
—Quería entregarte esto.—formulé con algo de pena.
El tomó en sus manos la carta como si nunca antes nadie le hubiera escrito una, me miró, sonrió y simplemente la guardó en su bolso.
—Gracias, la leeré.—dijo sin más siguiendo su camino.
Pero luego de eso, perdí la vista en el, ya que fue cuestión de segundos para que todos los estudiantes empezaran a salir del establecimiento y que también todos mis seguidores quisieran una foto, una recomendación de alguna canción o que me preguntaran sobre la última presentación.
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Aquella tarde, el cielo se había puesto de un color oscuro, era el anuncio previo de la tormenta que se desarrollaría horas más tarde. Mis amigos y yo, hablábamos de la carta que me había escrito Rico Alcacer, en su interés por que tuviéramos una cita y en conocernos.
Esto era algo difícil de procesar ya que para mí era difícil aún comprender todo el asunto de relacionarme con personas de mí mismo sexo, yo sé bien lo que me gusta, pero a la hora de encontrarle sentido a las practicas sexuales, no lo encontraba como algo sumamente placentero, sino como algo más secundario.
Pero de algo sí estaba seguro, le daría la oportunidad que Rico Alcácer quería, no podría perder nada y sin duda el también me gustaba lo suficiente para intentar saber más de el y su vida, sus gustos, sus ambiciones, sus anhelos y sueños, me interesaba saber del chico cantante e iba a abrirme para que se diera lo que fuera que debía pasar.
Continuará...
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