Capítulo IV: Molestia.
Después de que Rico Alcácer y su banda tocaron en el local, se retiraron del escenario, me sentí algo angustiado porque pretendía que pudiéramos cruzar mínimo alguna palabra, pero la cantidad de personas lo hacían algo difícil.
Más tarde el bar se convirtió en una pista de baile, a lo que mis amigos y yo asentimos para quedarnos, nos divertimos un buen rato haciéndose muy tarde.
Por suerte Shiro no bebió alcohol esa noche ya que él era quién debía traernos de regreso. Antes de irnos del sitio y de tanto baile me dio mucha sed.
A lo que veía a la barra repleta de gente, preferí ir a mojar mis labios al grifo de en el lavabo del baño para varones que tenía el lugar.
Bebí el agua como quién camina por el despierto en busca de un rio para saciar su sed, pero algo llamó mí atención.
Junto a mí lado se encontraba Rico, observándome como si de un espejismo se tratará. Cerré el grifo para no desperdiciar el agua y me decidí a dirigirle la palabra.
—Has cantado muy bien.—formulé viéndole a su rostro.
—Esperaba a que vinieras...—dijo contundente a lo hizo que me ruborizará.
—¿Y por qué me esperarías?—comenté haciéndome el desentendido.
—Porque mentí...—expresó dubitativo.
—¡En qué!—comenté sin entender aquello último.
—La canción.—respondió y volvió a hablar.—Sé llama "Aiko", en realidad, pero no quise ser obvio.—finalizó dándose media vuelta para salir del baño.
En ese momento no supe que decir, hasta que una voz me sacó de mis pensamientos.
—¿Estás bien amigo?—preguntaba Shiro tocando mí hombro derecho.
—Oh, claro.—dije saliendo también de ese lugar para ir finalmente a casa.
—¿Por qué tardaron tanto?—inquirió Anna impaciente.
—Pues me encontré con Rico Alcácer.—respondí, a lo que Anna y Shiro me miraban asombrados.
—Espera, ¡¡Que!!—comentó Shiro luego de unos segundos.
—¿Cómo fue?, ¡¡Cuenta!!—vociferaba Anna.
—Subamos al auto primero.—solicité para no morir de frío al aire libre.
Así emprendimos nuestro viaje de vuelta a nuestros hogares y fui relatando que nos encontramos en el baño, que me había dicho que aquella canción era una dedicatoria especialmente para mí. Que el verdadero título de esa canción era mí nombre pero que no quería ser tan obvio. Y que finalmente no se despidió, sino que solamente se retiró del lugar.
—Vaya forma de querer impresionar a alguien.—expresó Anna pensativa, mientras volvía a hablar.—Pero esto nos da la razón que el también gusta de ti.
—¡Sin duda!, ¿Están enamorados?—decía Shiro eufórico.
—No digas estupideces, prácticamente no nos conocemos.—argumenté algo molesto.
—Está bien, no te enojes.—dijo Anna para calmar las aguas, luego ya no se habló más del tema, sino de cosas triviales.
*******
Una vez la banda terminó de tocar, mí mirada se colocó sobre Aiko Foster, ese chico podría ser mí perdición, pero que más daba perderme de amor a su lado.
Quería bajar del escenario e ir a saludarlo, pero la multitud de fans lo impedían, de hecho la seguridad nos había rodeado y Anzu tampoco quería que nos retuvieran allí mucho tiempo nuestros seguidores, realmente era una molestia esto de ser cada vez más reconocidos.
Una vez el lugar se convirtió en una discoteca, decidí escabullirme con ayuda de Yoko y Daiki, hasta el baño de varones, ya que estaba seguro que con el calor que hacía en algún momento Aiko iba a pasar por allí.
Esperé un buen rato, había perdido la cuenta, entraban muchos chicos, pero no eran Aiko, hasta que en un momento vi a su resplandeciente ser ingresando al sitio. Se lo notaba sediento, hasta bebiendo agua era perfecto.
—Has cantado muy bien.—dijo volteando hacía mí.
—Esperaba a que vinieras...—respondí contundente e hizo que Aiko se ruborizará.
—¿Y por qué me esperarías?—preguntó el chico sin comprender mí respuesta instantánea.
—Porque mentí...—expresé con algo de nerviosismo.
—¡En qué!—comentó sin entender aquello último.
—La canción.—respondí volviendo a hablar.—Sé llama "Aiko", en realidad, pero no quise ser obvio.—finalicé dándome media vuelta para salir del baño, ya que era todo lo que tenía para decir.
*******
—Wow, espero que con eso, hayas logrado algo.—dijo Yoko con entusiasmo.
—Solo nos queda esperar que aparezca nuevamente o puedan verse...—expresó Daiki, quién había escuchado mi relato atentamente.
—Podrías hacerle una invitación.—prosiguió Yoko, como si la idea le hubiera venido en mente en el momento.
—Pero que tipo de invitación....—pregunté sin tener una sola iniciativa.
—Pues, una cita, podría ser.—dijo Yoko volviendo a hablar.—Una cena.
—Eso es, una cena romántica.—inquirió Daiki.
—¿En un restaurant?—consulté nuevamente rascando mí nuca.
—Pues en tu casa sería mejor, allí no habría distracciones.—sentenció Daiki.
—Yo también creo que es una mejor opción.—formuló Yoko.
—De acuerdo, pero ustedes me ayudarán a preparar todo.—comenté con seguridad.
—Creo que necesitaremos muchos condones...—bromeó Yoko burlesco.
—Cállate imbécil.—dije sintiendo un ligero calor en mis mejillas.
—El asunto, es como lo invitaremos a tu casa o cuando, en que momento.—formuló Daiki.
—Hay mucho por hacer.—dijo Yoko.
—Mañana saldré de la ultima clase un poco antes para encontrarlo en el pasillo de la universidad y allí lo invitaré.—expresé mí ocurrencia.
—¿Entre el medio de todos?—espetó Daiki.
—¡Pues si!—respondí con obviedad.
—Estás loco, ni se te ocurra.—exclamó Yoko.
—Entonces como lo invitaré...—pregunté resignado.
—Le entregarás una carta de manera disimulada.—sentenció Daiki.
—Sí, parece mejor idea.—asintió Yoko Amir.
—¿Y luego que?—dije sin entender el plan.
—Solo esperamos que acepte verte el día que especifique la invitación.—comentó Daiki.
—De acuerdo, ¿Pero quién va a escribirla?—pregunté viendo cómo ambos me miraban, estaba claro que yo debería hacerla, Daiki, quería que fuera tan autentica que Aiko, pudiera recordar mi letra y caligrafía.
Esa noche, prácticamente me desvelé, había hecho miles de borradores y no encontraba las palabras adecuadas para describir el motivo de mí invitación, cuando finalmente encontré la manera de decir aquello que hondaba en lo más profundo de mis sentimientos, sonó la alarma para ir a clases, por lo que me di una ducha, compré café americano en el camino y me dispuse en marcha hacía la universidad.
Aquella mañana las puertas del establecimiento estaban atascadas por cientos de fanáticos que habían visto el streaming del mini concierto realizado el día anterior en el bar cercano al establecimiento y al parecer, todos quedaron encantados con la canción que se tocó.
Pero lo que más causaba intriga era saber, para quién le había dedicado la canción, todos se preguntaban quién podía ser tan especial para Rico Alcácer como para que le diera tanta importancia a una sola persona o que le escribiera esa canción llena de tanto amor y calidez.
Continuará...
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