18: Forjar vínculos
Ningún personaje me pertenece, todos sus derechos a los respectivos creadores.
"La experiencia siempre ha demostrado que las cosas nunca salen bien cuando dependen de muchos"- Nicolás Maquiavelo.
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Goku suspiraba por el sol, acababa de salir de una sesión de sparring con algunos de sus compañeros Shinigami, y el sudor de su frente daba fe de la intensidad del combate. Pero no tenía tiempo para tomarse un descanso, pues había sido convocado por el capitán Aizen por razones aún desconocidas para él que lo tenían ansioso.
Al entrar, pudo percibir la serenidad que reinaba en el espacio. La sala estaba iluminada por un suave resplandor, que emanaba de las numerosas velas que la salpicaban. Las paredes estaban adornadas con decoraciones ornamentales, pero vacías de cualquier artilugio, aparte de todos los libros y pergaminos aplastados, y el mobiliario era cómodo y lujoso. El propio Aizen estaba sentado detrás de su escritorio, con la mirada fija en una pequeña maceta que había en el alféizar de la ventana, con todo el aspecto sereno y reflexivo de capitán que era.
-Ah, teniente- dijo Aizen con una pequeña sonrisa-. Gracias por venir. Siéntese, por favor.
El azabache caminaba confiado, aunque su sentido de la vista estaba conscientemente inhabilitado, aún tenía sentidos que le permitían medir el espacio y también la posición de ciertas cosas, por ejemplo una silla.
Aizen sirvió té en una porcelana que estaba justo entre ellos, le ofreció una taza a Goku que dudó unos instantes ya que no le gustaba el té, prefería las bebidas frías, pero al final la tomó para no ser descortés.
-¿Para qué quería hablar conmigo, capitán?- le preguntó tras dar un sorbo al amargo líquido, admitió que no sabía tan mal.
La castaña trazó el fantasma de una sonrisa en sus labios-. Simplemente quería charlar.
-¿Charlar?- Goku intentó controlar su tono, no quería que su confusión fuera demasiado evidente.
-Sí, verás, ¿cuánto tiempo llevas de teniente? Veinte años y nunca tuvimos oportunidad de cruzar palabras más allá de una forma de saludo, me gustaría estrechar lazos, en estos tiempos lo que se requieren son amigos- dice con un tono que suena sincero.
El hombre de los ojos vendados se mordió la lengua, no iba a decir abiertamente que no le interesaba la amistad de Aizen.
-Podemos hablar y ya está, la amistad se decidirá más adelante- dice con cierta seriedad.
La sonrisa de Aizen se ensanchó, pero había algo siniestro en ella-. Me parece perfecto- toma un sorbo de su té-, tengo entendido que tu entrenamiento ya ha llegado a un punto bastante alto, Goku, ¿puedo llamarte así?
-Por supuesto que puedes... Sōsuke- dice su nombre con ese toque de picardía que aprendió de Zaraki.
La energía de Aizen sube un poco ante la forma despectiva de decir su nombre, Goku sonríe al ver que logró perturbar su actitud serena.
-Y respondiendo a tu pregunta, el capitán Yamamoto es un maestro excepcional, sabe explorar las habilidades de cada individuo- sonríe un poco y toma otro sorbo de su taza.
-De eso no tengo ninguna duda, estoy completamente seguro de que tus habilidades en las artes del shinigami son ahora encomiables- se reclina aún más en su silla-. Pero estoy seguro de que el Sōtaichō también te habrá instruido en los asuntos del entendimiento, que comprenderás cómo funciona y qué significa ser un shinigami.
Goku se erizó ante la afirmación-. ¿Qué quieres decir con "lo que significa ser un Shinigami"?-preguntó, con el tono de voz ligeramente elevado-. Luchamos contra los Hollows, protegemos el mundo viviente y defendemos la justicia. ¿No basta con eso?- repetía una y otra vez su maestro.
-Vaya, te has aprendido muy bien el manual- alabó falsamente-. Pero, ¿eso es todo, o crees otra cosa?- preguntó, y sus ojos brillaron con una especie de curiosidad filosófica-. Después de todo, la justicia es un concepto subjetivo. Lo que una persona considera justo, puede que otra no. Y la lógica, bueno, puede ser una cuestión de perspectiva.
Goku se removió en su asiento, sintiendo una creciente incomodidad. Las palabras de Aizen parecían conducirle por un camino que no estaba seguro de querer seguir.
Pero entonces decidió intentar jugar su juego-. Creo que no le estoy entendiendo capitán, ¿podría darme su opinión para poder orientarme un poco?
Aizen se recostó en su silla, apretando los dedos frente a él-. Lo que digo teniente, es que no hay una única respuesta a lo que significa ser un shinigami, yo por mi parte, creo que ser un Shinigami es algo más que blandir una espada y luchar contra los Hollows. Se trata de encontrar sentido y propósito en nuestras vidas.
Sabe que el capitán no dijo la verdad, al menos no toda, y que había algo en sus creencias que mantenía oculto, pero lo deja pasar por el momento-. La verdad es que no le veo sentido a preguntarme. Me limito a vivir la vida tal y como se presenta, eso es lo único que importa- dice encogiéndose de hombros.
Aizen soltó una risita-. Ah, pero es mucho más que eso. Ser un Shinigami no es sólo un deber, es una filosofía. Se trata de los ideales que apreciamos y de la forma en que nos desenvolvemos en el mundo.
Goku resopló-. Eso son tonterías, Aizen. La justicia, la filosofía, los ideales... esas cosas son una total pérdida de tiempo. Cambian con los tiempos. Lo que realmente define a una persona es su fuerza y su voluntad de luchar- dijo con convicción.
Finalmente, la sonrisa de Aizen vaciló, como si las cosas no estuvieran saliendo como él esperaba-. Ah, Goku. Eres tan... directo. Admiro eso de ti. Pero debo discrepar respetuosamente. La fuerza y la capacidad de lucha son importantes, pero no son lo único que importa. Hay una cierta... elegancia en la filosofía Shinigami de la que pareces carecer.
Goku puso la mano en la empuñadura de su espada-. No me interesa la elegancia. Me interesan los resultados. En la batalla, lo único que importa es la victoria.
Aizen se inclinó hacia delante, sus ojos escrutando a Goku-. Pero la victoria es algo temporal. En el gran esquema de las cosas, significa muy poco.
-Tú mismo lo has dicho, Aizen, a cada cual lo suyo- dijo con ingenio-. La justicia es algo efímero. Cambia con el tiempo y el lugar. Lo que se consideraba justo en el pasado puede no serlo hoy. Es un terreno resbaladizo. Y por eso creo que luchar es lo único que realmente define a una persona. Es lo único que permanece constante, sin importar el tiempo o las circunstancias.
-Oh, sin duda el capitán Zaraki está orgulloso de tu forma de pensar- dice Aizen con una media sonrisa, parecía haber dejado a un lado su enfado.
-Me gusta pensar que lo está.
Los dos permanecieron en silencio durante un breve tiempo que a Goku le pareció largo, pues tenía una sensación de inquietud en la boca del estómago. Entre todo, había algo en las palabras del hombre que le resultaba extraño, pero no podía precisarlo. Aizen, parecía estar formulando algo en el fondo de su mente.
-Bueno, supongo que tendremos que estar de acuerdo en discrepar, capitán- dijo finalmente Goku, poniéndose en pie-. Gracias por el té.
Aizen volvió a sonreírle, pero esta vez parecía más socarrón que genuino-. Por supuesto, teniente. Cuando quiera.
Goku se dio la vuelta dispuesto a marcharse, pero una mano en su hombro lo había detenido, sobresaltándolo al no percatarse del momento en que el hombre de pelo castaño se ponía de pie.
-Recuerda, Goku- le dijo con voz profunda-. La fuerza es importante, pero no es lo único que importa. Un verdadero guerrero se define por algo más que su capacidad de lucha. Tenlo en cuenta mientras realizas tus tareas- le dio una palmada en el hombro-. Estaré pendiente de tus progresos.
-Claro que sí, Sōsuke- responde, sonriendo de lado-. Espero que algún día tengamos la oportunidad de que nuestras fuerzas choquen, y demostremos quién de los dos tiene razón...
-Estaré deseando que llegue ese día, tenlo por seguro- responde con un brillo en los ojos.
Goku salió del despacho, y mientras caminaba de vuelta por los pasillos del cuartel general, no pudo evitar una sensación de auténtico placer. Había algo en el capitán Aizen que le inspiraba desconfianza, y no podía evitar la sensación de que bajo la superficie ocurría algo más de lo que todos pensaban, él también estaba impaciente por que llegara el día en que él y Aizen cruzaran sus espadas.
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Byakuya Kuchiki estaba de pie en los jardines de la mansión Kuchiki, los mismos jardines en los que había jugado de niño. Habían pasado veinte años desde la muerte de su padre, y Byakuya había crecido en un mundo sin él. Había sido preparado para ocupar el lugar de su padre como cabeza del clan Kuchiki, y lo había hecho con honor y orgullo.
Pero a pesar de su éxito, Byakuya no podía evitar la sensación de que le faltaba algo. Echaba de menos los días en que había sido miembro del Escuadrón Once, la emoción de la batalla y la camaradería de sus compañeros. Abandonar el escuadrón había sido una de las cosas más difíciles que había hecho nunca, pero lo había hecho por el bien del clan Kuchiki.
Ahora, como teniente del Escuadrón Seis, Byakuya anhelaba algo más. La monotonía de sus deberes le pesaba, y a menudo se encontraba soñando despierto con el pasado.
Pero, sobre todo, Byakuya luchaba con la promesa que le había hecho a su padre en su lecho de muerte: "No me marchitaré". Era una promesa que había mantenido, incluso cuando había significado sacrificar su propia felicidad. Pero mientras estaba en los jardines de la mansión Kuchiki, Byakuya se preguntaba si había tomado la decisión correcta.
Los jardines eran un oasis de paz en el corazón de la bulliciosa ciudad. Los cerezos florecían a lo largo de los senderos, sus delicados pétalos rosados ondeaban con la brisa. Los koi nadaban perezosamente en el estanque, con sus escamas brillando a la luz del sol. En el aire flotaba el dulce aroma de las flores y el sonido del agua sobre las piedras.
Para Byakuya, los jardines eran a la vez un santuario y una prisión. Eran un recordatorio constante de su deber para con su clan y de la promesa que le hizo a su padre. Mientras caminaba entre los cerezos en flor, su mente se llenaba de emociones contradictorias. Añoraba la libertad que había sentido como miembro del Escuadrón Once, pero también sabía que nunca podría abandonar su deber con el clan Kuchiki.
Al final, Byakuya sabía que se quedaría en los jardines, cumpliendo con su deber como lugarteniente de su abuelo, tal y como le había prometido a su padre. Pero mientras contemplaba el tranquilo paisaje, no podía evitar preguntarse cómo habría sido su vida si hubiera elegido un camino diferente.
-Tus guardias son bastante molestos, pensaban que había venido a robar algo, tuve que usar mis encantos para que me dejaran entrar- habló Goku que estaba detrás de él.
-Sólo siguen las órdenes del señor de la casa -dice con desinterés.
-¿Qué le he hecho al capitán Kuchiki para que desconfíe así de mí?
-Cuando mi abuelo te prohibió la entrada a la cocina tuviste la maravillosa idea de cocinar a sus peces koi, desde entonces desconfía de ti -dijo Byakuya burlonamente.
Goku se rió nerviosamente-. Si lo pones así tiene mucho sentido, pero te recuerdo que tú también comiste por curiosidad.
-Sí, y enfermé por seguir tu estupidez, no entiendo cómo tienes un estómago de acero- dijo desconcertado el noble.
-Habilidades que adquieres cuando no quieres morirte de hambre- dijo encogiéndose de hombros-, ¿puedo saber por qué tenías esa aura deprimente?
-Estoy pensando en... la existencia.
-Yo también lo he hecho hoy -dice Goku, cruzándose de brazos.
-¿Tú, pensando? Dos palabras que nunca pensé escuchar juntas, debe ser el fin del mundo- Byakuya habla sarcásticamente.
¡Splash!
Goku lo había arrojado al estanque.
-¡Mi pelo, idiota!- exclamó el teniente.
-Para que lo sepas, hoy he tenido una conversación bastante interesante en donde....
¡FLUSH!
Tuvo que esquivar los pétalos del Senbonzakura de Byakuya, Goku sonrió y desenvainó su Zanpaku-tō.
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Rangiku Matsumoto iba y venía por los cuarteles de la Undécima División buscando a Son Goku. Se había apresurado a arremeter contra él, acusándole de haberle tocado el pecho a propósito cuando, en realidad, había sido un accidente. Como compañera shinigami, sabía lo mucho que importaban su orgullo y su honor, y no podía permitir que este malentendido se interpusiera entre ellos.
Había estado preguntando por su paradero, pero nadie podía darle una respuesta. Rangiku suspiró y se apoyó contra la pared, mientras su mente vagaba por los acontecimientos que la habían llevado a este lío.
Decidida a arreglar las cosas, Rangiku reanudó su búsqueda de Goku. Caminaba a paso ligero, escudriñando la multitud de shinigami en busca de alguna señal de él. Sus ojos iban de un lado a otro, buscando caras conocidas del Undécimo Escuadrón.
-¿A quién buscas?- la rubia dio un respingo asustada, se giró y vio que era una niña de pelo rosa la que le hablaba.
-¡Hola, me llamo Yachiru! ¿Y tú? -pregunta con curiosidad.
-Rangiku -se quedó muy extrañada por la actitud alegre de la chica y cómo no desconfiaba de ella a pesar de que la acababa de conocer, entonces negó con la cabeza-, perdona, estoy buscando a Son Goku, ¿sabes dónde está?
Los ojos de Yachiru brillaron como estrellas- ¡Buscas a Go-chan! Vamos, vamos, te llevaré hasta él- tira la mujer de la muñeca.
-Espera, ¿lo conoces?- Rangiku la mira sorprendido.
-Si lo conozco, incluso sé la cantidad de pelos que tiene en la cabeza- dice muy segura.
Ambos caminaron hacia una puerta y Yachiru comenzó a tocar muy fuerte. Goku la abrió y Rankigu tuvo que apartar la mirada incómodo, estaba con el torso desnudo y sólo llevaba unos pantalones negros.
-Yachiru, ¿qué pasa?- preguntó confundido.
-Go-chan, esta linda chica te está buscando- le explica con una sonrisa.
"¿Qué está haciendo ella aquí / Ella me llamó linda" ambos pensaron simultáneamente.
-No pensé que quisieras verme- dice enfocando sus ojos en la rubia.
-He venido a pedirte disculpas, te agredí, te llamé pervertido sin más y me he dado cuenta de que no fue del todo culpa tuya, estoy muy avergonzada -dice inclinándose.
-Acepto tus disculpas- dice con una pequeña sonrisa.
La mujer siente un calor en el pecho-, no pensé que te golpearía tan fuerte- señala un par de arañazos que tenía el hombre.
-Ah, no te preocupes, tú no has sido la causante de esto- dice Goku con calma.
-Espera, ¿pervertido? Oh, oh. ¿Has estado saliendo con Shun-Shun?- pregunta Yachiru, recordando que ella también estaba allí, refiriéndose al capitán Kyōraku.
-¡Él no hizo nada!- se adelanta Rangiku-, lo siento, sólo fue un malentendido pequeña.
-Yo también tuve la culpa por tocar cosas que no debía- se rasca la nuca avergonzado- ¿Sabes qué? Empecemos de nuevo. Me llamo Son Goku, pero puedes llamarme Goku- se presenta con una sonrisa.
-Yo soy Rangiku Matsumoto, pero puedes llamarme Rangiku.
Tal vez su accidente no fuera tan desafortunado, sólo otro medio para que se conocieran.
Fin del capítulo 18.
Por fin después de tanto Goku y Aizen tuvieron interacción, se trataron temas interesantes y se hicieron amenazas que pueden llegar a cumplirse en el futuro. También se mostró parte de lo sucedido con Byakuya, y a Rangiku y Goku aclarando las cosas y haciéndose amigos. En general, creo que fue un buen capítulo.
Voten, compartan y todo eso.
Adiós!
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