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2-Mala Suerte

Becker volvió a hacer un borrón a aquella línea, repitió el proceso pero terminó frustrándose y arrugando la hoja para tirarla a la basura, pero cayó a su lado.

¡Otra cosa que le salía mal!

A penas era miércoles y podía decir con toda certeza que su semana era una porquería, el lunes llegó tarde a su examen de cálculo el cual esta de más decir que le fue del asco, ¿por que un estudiante de publicidad necesitaba cálculo? ¡Jamás entendería!

Pero si les daban calculo y le había ido como la mierda en el examen.

El martes olvidó en su casa el afiche que hizo para esa molesta materia que si va con su carrera y la maestra solo tomará en cuenta la mitad.

Y ese día, miércoles piso caca de perro llegando a clases, la maestra de su primera hora había faltado y como su teléfono no tenía carga el jamás se entero, ahora estaba ahí como un idiota sentado en la cafetería vacía mientras que esperaba a su próxima materia y cada dibujo que hacía le quedaba chueco.

Y Becker era muy perfeccionista con sus dibujos.

Trató de volver a hacerlo y quedó igual de deforme que los primeros siete, arrugó la hoja y la lanzó a la basura, pero no le dio a la basura sino a la cabeza de alguien que iba pasando.

Eris estaba pasando.

¿¡Por qué ella estaba en la cafetería a las 7 de la mañana!? Ni siquiera los que trabajaban ahí lo estaban. El estaba ahí por ser un estupido descuidado.

— ¡Hey! — Se quejó la chica tomando la hoja arrugada y desenrollandola. Vio aquel hermoso dibujo.

Becker la vio sonreír y después caminar a él. Como si ese día no podía ponerse peor.

— ¡Becker! Se te cayo esto. — dijo estando frente a él, pero para rematar su magnífica semana a él se le había olvidado como hablar de solo tenerla en frente.

— Gracias. — murmuró a duras penas.

— Es verdaderamente hermoso. — Dijo ella, eso llenó su corazón de alegría. —¿Tienes más?

— Si.

— ¿Puedo verlos?

El de cabello negro se quedó un momento en silencio para al final asentir y pasarle su libreta pequeña a la chica, en ella habían pequeños bocetos de paisajes y cosas que el veía fijamente en algunas ocasiones, animales, edificios y muchas cosas más.

Eris sonrió al ver un dibujo.

— Me encanta este gatito, tengo uno parecido que rescaté de las calles.

— ¿Del centro?

— ¡Si! — contestó emocionada.

— ¡Gracias! Me había preocupado, yo le llevaba comida cada día.

— ¿Por qué no lo rescataste?

— Mamá es alérgica. No puedo tener gatos en casa. — respondió con algo de tristeza. — pero se que tú lo cuidarás bien.

— ¡lo prometo! Y puedes ir a visitarlo cuando quieras.

Por fin había llegado el viernes.

Becker camino por la maldita calle, bajo la maldita lluvia después de que un auto lo empapara con agua sucia.

No había un solo establecimiento con toldo y tampoco un árbol frondoso en toda esa calle para el poder cubrirse. Maldecía a todas las deidades que conocía mientras caminaba bajo la lluvia.

Debía dibujar la lluvia cuando llegara a su hogar.

— Becker. — Escuchó a lo lejos y se detuvo. Miró a los lados y el único estupido que había en las calles con esa molesta lluvia era el.— ¡Arriba!

Levantó la cabeza y Eris estaba ahí, empapada viéndolo desde un balcón.

— hola. — fue todo lo que atinó a decir al verla sonreír a pesar de estar bajo la lluvia.

— ¡Sube!

Al escuchar esa palabra su cerebro no proceso nada hasta que reaccionó con el sonido del seguro de la puerta quitándose. Empujó la puerta y justo ahí el elevador se abrió dejando ver a una empapada Eris, su cabello rojo y ropa pegada a su cuerpo por la humedad lo dejó paralizado como un idiota.

Le sonrió.

— ¡ven! Arriba te secarás y te daré algo de ropa.

Asintió y se colocó a su lado, notando que con su metro ochenta era mucho más alto que ella, Eris tarareaba la misma canción que había en el elevador que se detuvo en el tercer piso, ella salió y el simplemente siguió sus pasos hasta llegar a la morada de la chica.

Tal y como dijo le entregó una toalla y ropa seca. Salió del baño y ella estaba sonriendo, con un vestido blanco pues ella también se había cambiado.

— ¿Que hacías vagando en las calles? — preguntó curiosa. Para Becker la voz de esa mujer era como la quinta sinfonía, o como las cuatro estaciones. Así de perfecta.

— Ya estaba a mitad de camino cuando empezó la lluvia.

—Oh...

— ¿Por qué te mojabas?

— La lluvia te lava el alma.

Aquello lo hizo fruncir el ceño. Para el la lluvia era una porquería que solo servía para traer lodo y humedad. Antes de hablar Eris camino a una habitación y regreso con el gato en sus brazos.

— ¡Hola! -dijo tomando el gato, estaba limpio y parecía feliz.

Becker jugo con el gato sentado en la cama hasta que ella llegó con una taza de lo que el dedujo era chocolate caliente gracias al aroma.

— ¿Por qué eres así? Solo hablamos dos veces y me tienes en tu casa, a un chico raro que hace dibujos. — ella dejó escapara su dulce risa.

— Es claro que has tenido no solo un mal día, sino una mala semana... solo quise ayudar a alguien que parece tener un lindo corazón.

Aquello lo lleno de emoción y si estuviese solo estaría saltando de emoción.

— Gracias. Necesitaba un respiro de mi mala suerte.

— Nunca sabes a qué buena suerte te empuja tu mala suerte

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