La jugada de ataque
Jen.
Fue una maldita noche de infierno con Bethany. La mujer que me dio la vida estaba tumbada en el sofá de la sala hecha una mierda.
No podía creer todavía que esa persona fuera mi madre. Me bañé para quitarme ese repugnante olor a cigarro de mi cuerpo; por suerte aún conservaba algo de ropa en este lugar y tomé la de ayer para salir lo más pronto posible de aquí.
La acomodé bien en el sofá ya que sus piernas estaban colgando, y le coloqué una sábana para cobijarla, la observé un instante antes de irme y deseé poder tener más de ella, pero era como pedirle al agua que no mojara. Ella jamás cambiaría lo que era y estaba mejor sin mí.
Salí del departamento con mucho cuidado de no ser vista, y revisé la infinidad de notificaciones que tenía de Milly y de Vega, primero preguntando si estaba bien y después los mensajes amenazantes por no responder, al final estuvieron los que comprendían la razón de mi ausencia así que me ahorraba el asunto de explicarles.
También tenía llamadas perdidas de Chip y era con el que menos quería hablar, no entendía mi resistencia absurda por la cual no veía con ojos de amor a ese chico, era extremadamente lindo conmigo y la relación que teníamos era... agradable, pero no sentía esa pasión desenfrenada que todos los enamorados tienen al principio.
¿Qué andaba mal en mí? ¿Acaso sería asexual?, eso es imposible porque dejo que me toque y me de besos pero, ¿Y esas ridículas mariposas en el estómago? ¿La necesidad de querer verlo y saber cómo le va en su día? ¿Las ganas de salir con él a todas partes y hacer cosas de novios?
Nada... simplemente no tenía ese interés, o tal vez está la posibilidad de que mi sistema es lento para adaptarse al amor y apenas estoy empezando mi relación con Chip, todo debo dejárselo al sabio tiempo.
Pero aun así mi moral me exigía comunicarme con él para explicarle mi falta de contacto y lo hice.
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Durante mi horario de trabajo estuve conviviendo con nuestros amigos de cuatro patas, teníamos a dos mestizos preciosos llamados Brandy y Oreo, eran muy cariñosos y les gustaba dar paseos largos.
Había un pastor alemán de cuatro años que encontramos abandonado en una casa y resultó ser el más tierno y fiel de todos. Necesitaba mucho amor y ejercicio, se llevaba muy bien con todos y el juego era parte de su vida diario, su nombre es Balder.
Teníamos dos cachorras dálmatas de cinco meses, Rose y Hela, y eran tremendas.
Y un bello y viejito Golden Retriever llamado Jako, era el perrito más tranquilo y noble.
En realidad, todos lo eran y deseaba poder encontrarles un hogar pronto.
—En junio nos fue de maravilla con el evento Adopte a un Refugiado —comenta Maggie mientras cepillaba a Balder quien tiraba mucho pelo—. Tus amigas fueron de gran ayuda con sus carteles.
Sonreí.
—Hacen maravillas con las manualidades —concordé como una orgullosa madre.
—Tal vez necesitamos ayuda extra, no podemos hacerlo todo nosotras dos —dice como sugerencia—. Fue exitoso pero pesado, y necesito más ayuda los fines de semana, no puedo dejarte todo a ti, cariño.
Jako pedíaser acariciado y lo abracé, amaba tanto a los animales; jamás comprenderé porqué el ser humano les hacia daño, y mientras yo esté protegeré a todos los quesean posibles.
—Podría decirle a alguien del instituto —opiné—, puede que algún compañero necesite trabajo.
Ella asintió.
—Yo pondré el cartel de se solicita empleado, así la carga será menos al repartirnos las tareas.
—Suena bien, Maggie.
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Llegué a casa de Milly, y Katty me recibió con tanto amor que ya tenía la cena lista.
—Sírvete, Jen, debes de venir exhausta de tanto trabajar.
—Gracias, Katty, se ve delicioso —agregué muy feliz por sus atenciones.
Katty y Bernard tenían una salida con otro matrimonio, así que Milly y yo nos quedamos a cenar juntas. Estábamos en la cocina, en el asiento de medio círculo cerca de la ventana.
—Me trató como su perro guardián de nuevo. Estoy harta de ese asqueroso lugar —me quejaba, tenía que sacarlo todo porque no podía más.
—Cielos, Jen, ella no debe de llevarte a esos lugares —dice Milly en un tono molesto—. Tenemos que demandarla, está abusando de ti.
Me encogí de hombros.
—No puedo, Mil, es mi mamá.
—Es una desgraciada sin corazón, Jenedith —recalcó la pelirroja irritada—. No se ha preocupado por ti nunca y tú tienes que estar batallando en todo, hasta en buscar una casa para dormir porque no puedes ir a ese departamento mugroso.
Agaché la cabeza y dejé el tenedor sobre mi plato vacío. Milly se llevó una mano a la boca y se deslizó por el asiento para abrazarme.
—Perdóname, perdonadme —rogaba con vehemencia—. Es que no puedo con el coraje que le tengo a esa mujer, eres mi hermana, Jen y me duele que te haga daño.
Miré a Milly muy preocupada mientras acariciaba mi cabello.
—Pronto acabará esto, en cuanto cumpla dieciocho.
—Por supuesto, nos iremos las tres juntas —declaró con una amplia y reluciente sonrisa.
En eso mi móvil sonó con una llamada entrante de Chip. Dejé escapar un sonido de exasperación y tomé el objeto en mis manos.
—Que dulce eres cuando tu novio te llama —ironizó Milly.
Rodeé los ojos y tomé la llamada.
—Chip.
—Hola, nena ¿Puedo pasar por ti?, los chicos de Fifth Hell van a tocar esta noche y tengo entradas hasta para Milly y Vega ¿Qué dices?
El rock me encantaba y esos chicos era estupendos pero me sentía derrotada y solo quería dormir.
—Espera —tapé el auricular y miré a Milly—. Chip consiguió pases para escuchar a Fifth Hell esta noche y tiene también para Vega y para ti ¿Quieres ir?
Milly chilló de la emoción y eso para mí fue un sí rotundo. Volví a mi llamada con Chip.
—Vega sin duda irá no importa que esté haciendo y Milly me acaba de confirmar que sí —le informé.
—Estupendo, entonces paso por ustedes y que Vega nos alcance en el club Blue Galaxy.
Asentí sin muchas ganas, pero mis amigas pasarían un buen rato escuchando a nuestros compañeros del instituto.
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El lugar estaba atestado, Vega se encontraba frenética y cuando anunciaron a Fifth Hell los gritos y aullidos de las chicas se intensificaron para hacerse unísono. Los cuatro atractivos y rockeros chicos salieron al escenario y saludaron a sus fans con un gran cariño.
—Un gusto de estar esta noche en Blue Galaxy —expresó Logan con una sonrisa coqueta—. Llegó la hora de que conozcan el infierno, ¡Venga, chicos!
Todos gritaron y yo me uní a la avalancha de escándalo. Fifth Hell dominó el lugar con sus increíbles canciones, sonaban fabulosos en sus en vivos y todas las chicas morían por una mirada de alguno de ellos. Blue Galaxy era un club enorme y abierto para todo mundo, no había muchas restricciones y las reglas se seguían al pie de la letra.
Cada semana había un evento distinto y en esta le tocaba al rock.
— ¡Como te amo, Johnny! —exclamó Vega muy alto.
Estábamos losuficientemente cerca para que el bajista de ojos rasgados y cabello corto lanotara de inmediato. Pasó la lengua por sus labios y le guiñó el ojo a Vega; mipobre amiga terminó desplomándose en su asiento sin dejar de convulsionar de laemoción.
Milly aplaudía y en eso, pasó algo que dejó con el ojo cuadrado a todos. Beck, el chico de cabello encrespado y rubio, guitarrita de la banda, saltó del escenario al terminar su energético solo y se acercó a nuestra mesa con una mirada muy atractiva.
Sus ojos estaban en Milly, y entre su chaqueta negra desgarrada sacó una rosa roja natural para entregársela a la chica quien no parpadeaba.
Milly tomó la rosa y Beck le dedicó una media sonrisa. Vega estaba casi desmayada, yo no paraba de sonreír de la emoción y Chip no parecía sorprendido que me hizo imaginar que había confabulado con los chicos para que Beck lograra su cometido.
Él no dijo nada, regresó al escenario con los demás integrantes con sonrisas cómplices y continuaron con su música.
— ¿Estoy soñando? —farfulló Milly con dificultad y dándose aire con una mano.
Volteé aver a Chip y lo descubrí sonreír como lo había hecho los chicos de Fifth Hell,con complicidad.
—Beck me lo pidió y no pude negarme —confesó el pelinegro alzando sus manos en señal de rendición—. Le gustas, Milly y quiso hacer algo especial para declararlo.
La pelirroja seguía atónita y su ánimo se fue a los cielos después de eso.
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A la mañana siguienteen clase de química aventé una sustancia a la mezcla de Dim Kelly, en cualquiermomento haría reacción y el arrogante modelito no se había dado cuenta de mimovimiento ninja. A los pocos segundos su experimento empezó a reaccionar deuna forma inapropiada que hizo que la doctora Grish lo señalara.
Vega y yo nos reímos con discreción, pero Milly permanecía seria por nuestro comportamiento. En eso, el ojos grises me devoró con la mirada y yo enarqué una ceja mientras me cruzaba de brazos, dos podían ser arrogantes.
Se lo tenía merecido por haberme empapado con su auto después de nuestro castigo.
—Al parecer los modelitos como tú no tienen conocimiento de química, está equivocada tu ejecución —agregué muy temeraria y burlona.
—Basta,Jen —me reprendió Milly quien no dudó en ayudar a Dim.
—Piérdete, niña —gruñóel bastardo al quitarle el pañuelo a mi amiga.
Lo fulminé con la mirada y él me desafió.
—Fuiste tú quien provocó todo esto, pequeña bestia y atente a las consecuencias —amenazó por debajo.
Sus ojos eran determinados, pero aun así no le tenía miedo, si iba a atacarme lo estaría esperando para darle el siguiente golpe.
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Ya estaba terminando mi entrenamiento de judo, y Mike—mi entrador—me alcanzó antes de entrar a vestidores.
—Roux, ya envié tus videos al concejo deportivo para los Juegos Olímpicos y estoy seguro que tendremos respuestas, las próximas competencias son en noviembre y te quiero bien preparada para ganar.
Bailaba por dentro como una loca.
—Eso es maravilloso, entrenador y dalo por hecho que ganaré la competencia de invierno.
—Entrenamos duro entonces.
—No te defraudaré.
Podría ser seleccionada olímpica para los siguientes juegos y eso era parte de mis sueños por cumplir, estaba cerca, sé que podría lograrlo.
Después de una ducha exprés me vestí, guardé mis cosas en mi mochila deportiva y antes de irme me encontré a Dim Kelly recargado en el marco de la puerta.
— ¿Qué carajos haces aquí, Kelly? Es el vestidor femenino, pedazo de imbécil —espeté con un tono furibundo.
No podía asustarlo, solo lograba hacerlo reír y eso me irritaba más. Se acercó a mí, pero yo no retrocedí, jamás volvería a ser intimidada por un hombre.
—Te advertí que no te metieras conmigo —repitió su amenaza con una sonrisa diabólica.
Fruncí mi entrecejo y me crucé de brazos.
— ¿Qué tramas, modelito de calzones?
Desvió su mirada con una sonrisa malévola y noté que pasó su lengua por sus dientes superiores sin abrir la boca, acto seguido volteó a verme.
—Vengo a lanzar mi carta para atarte a mí, pequeña bestia.
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