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El primer concierto

Dim

Me esforcé para no voltear hacia la puerta del vestidor de chicas, y traté de reprimir la imagen de ella desnuda frente a mí, alcancé a ver lo suficiente para confirmar lo que mi lado pervertido ya sabía: estaba muy buena.

Sus pechos eran pequeños y eran los que más me gustan para...

Pensé en cualquier cosa asquerosa para evitar alguna imagen que me enredara con Jenedith. No quería pensar de esa manera con ella, ni si quiera era mi tipo, era una chica vulgar y salvaje que le podía romper los huesos a quien sea, para nada sensible y elegante, todo lo contrario.

Al ver que al fin salió vestida su rostro expresaba asco y decepción al verme. Se cruzó de brazos y se plantó frente a mí.

— ¿Sigues aquí? Pensé que si me tardaba terminarías por irte.

Chité y puse los ojos en blanco.

—Trato de hacer una buena acción para ti y así me tratas.

—No mereces consideración por lo que me obligas a hacer —responde a la defensiva.

Un ápice de mi oscura alma—y muy pequeña—, le encantaba como Jenedith se defendía a capa y espada. Una de dos, o me está gustando rebajarme a discutir con la pequeña bestia, o soy tan idiota como para dejar que una enana como ella me hable como quiera.

—Te arrepentirás cuando veas a Chip engañándote.

—Me enfrenté a él hace días y me aseguró que no.

—Te creí más inteligente.

Tomé de su muñeca para jalarla y salir del gimnasio que olía a diablos, todo un asco. Fuimos al estacionamiento y abrí la puerta del copiloto para ayudarla a entrar y me empujó en mi intento.

—No soy una delicada florecita, soy capaz de abrir la puerta por mí misma.

— ¡Oh! Me disculpo señora todopoderosa por intentar ser amable, ya veo que no lo mereces, salvaje.

—De ti solo quiero tu ausencia —responde casi en gruñido, entró y selló la puerta con mucha fuerza.

Fruncí el ceño, no iba a dejar que siguiera hablándome de esa forma. Abrí de nuevo la puerta y la sujeté de sus brazos.

—Anda, fuera, fuera.

— ¿Qué mierda te pasa?

—Tú eres lo que me pasa, ¿Quieres seguir con los ojos vendados? Pues adelante, tal vez eso te mereces por ser una... —me detuve al darme cuenta de lo que iba a decir y cerré de golpe la puerta.

— ¿Una qué?

—Desaparece de mi vista.

— ¿También me consideras una puta? Como ella.

Rodeé el auto sin contestar pero le dio al blanco.

—Adiós, Jenedith.

— ¡Dilo, maldito cobarde!

Me sentía ahogado por la repentina sensación de tener una soga en el cuello.

— ¡Dímelo a la cara, idiota!

Antes de entrar clavé mi mirada en Jenedith quien tenía los ojos inyectados de sangre, sus lágrimas caían y aparté de inmediato la mirada a otro lugar que no fuera ella. Me sentía algo incómodo por verla llorar pero no iba a consentirle que me tratara como si fuera un cero a la izquierda.

Volví a verla, esta vez se enjugaba las lágrimas de mala gana porque claramente la hicieron enfadar por haber salido.

—Piensa lo que quieras, Jenedith, intenté ayudarte.

Entré al auto y lo encendí sin mirar a la chica de cabello negro y mechas de azul fuego. Puse de reversa y salí del estacionamiento para cambiar la marcha y avanzar.

Si no quería que alguien le abriera los ojos para darse cuenta que Chip la engañaba, entonces no tenía de que preocuparme, ella así lo quería y no iba a ser mi problema el día que llegara a enterarse, tal vez para ese entonces yo ya no estaría aquí. Macon solo se quedaría en una pesadilla al igual que toda su gente.

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Jen

¡Maldita sea! ¿Cómo pude quebrarme frente a ese idiota de Dim Kelly? Me sentí como una niña tonta y de nuevo me dejó tirada. Saqué mi móvil de la mochila y le marqué a Vega para que viniera a recogerme.

En la casa de Milly empezabamos a arreglarnos; se había deshecho de la mitad de sus posters de Dim Kelly, pero aun así tenerlo a la vista me removía un poco.

—Milly ¿Cuándo vas a retomar la fotografía? —pregunté mientras Vega me enchinaba el cabello—. Tienes meses de no usar la Canon que te regaló Katty.

Milly rebuscaba entre su tierna ropa algo que combinara con una falda amarilla que usaría para el concierto.

—A mi papá no le parece la idea de... la fotografía. Dice que no es una carrera de verdad.

—Por todos mis coreanos —expresa Vega ofendida y exasperada por la mentalidad de Bernard—. Pero si los fotógrafos ganas muy bien y se la pasan viajando, conocen a los artistas y son reconocidos por sus excelentes fotos.

Asentí pero después me quejé porque Vega estuvo a punto de quemarme.

—Lo siento, nena, me tomó por sorpresa lo que dijo Milly.

—La madre de Dim es una gran fotógrafa, admiro como capta las expresiones humanas para destacar la belleza en ellas —comenta la pelirroja como siempre de soñadora—. Pero, papá quiere que sea contadora y no me apoyará en nada que no sea contaduría.

Hice una mueca y Vega negaba con su cabeza, reprobando la conducta tan dura que tenía Bernard hacia su única hija.

— ¿Sabes qué, muñeca? El día del estreno de mi obra necesitaré fotografías de alta calidad, y solo confío en ti para ese trabajo —dice la bella chica color chocolate con una mirada coqueta y traviesa.

El rostro de Milly se iluminó y miró a Vega.

— ¿De verdad, Veg?

—Hasta la pregunta ofende, panecito de fresa, tú serás mi fotograba oficial mientras que Jen mi actriz estelar ¿Qué más puedo pedir? Mis dos mejores amigas estarán ahí.

Miré la caja de la Canon cerca del maquillaje de Milly y estiré mi brazo para tomarla.

—Creo que también sería buena idea que hoy la usaras para el concierto de Fifth Hell —opiné—. Estoy segura de que amarán las fotos que tomes en su primer concierto.

Milly de la nada se puso nerviosa.

—Pero ellos tendrán a fotógrafos profesionales, yo soy una novata, Jen.

Resoplé.

—He visto tu trabajo, Milly, eres dedicada, juegas increíblemente con las luces, y tus fotos en blanco y negro son otro nivel —comenté para resaltar recordar su buen trabajo—. Inténtalo, estoy segura de que lo harás bien.

—Y vas a impresionar aún más a Beck, matas dos pájaros de un tiro ¡Boom! —agrega Vega muy traviesa.

Me reí y Milly solo sonreía nerviosa.

—Beck... —susurró la pelirroja casi en un suspiro—. Me escribe todas las mañanas para desearme un buen día, es muy lindo y he decidido querer conocerlo más.

— ¡Esa es mi chica! —grita Vega.

—Beck transmite ser un chico atento y dulce, hacen muy bonita pareja —opiné muy feliz por mi amiga.

— ¿Qué tengo que hacer para que Johnny se fije en mí? ¿Acaso tengo que mostrarle mis nenas? —dice Vega muy mortificada.

Milly y yo nos reímos.

—Creo que Johnny es el más tímido de todos, excepto cuando está sobre el escenario —expresé.

—Concuerdo con Jen, da el primer paso tú —sugiere Milly.

— ¿O sea... rogarle? —pregunta Vega con horror en su rostro—. Oh, no, ahí marco mi línea, Vega Dobrowski no ruega.

—Tal vez él lo valga —comenté para persuadirla—. Ya sabes, una chica fuerte, inteligente e independiente como tú y que sabe lo que quiere, puede que eso es lo que él necesita.

Milly asintió y Vega me fulminó con la mirada.

—Sé lo que intentas, Roux y yo tengo las tenazas en tu cabello.

Aplané mis labios y levanté mis manos en señal de rendición.

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Chip logró que su padre le prestara de nuevo el coche, así que fue a recogernos. Vega se las ingenió para esconder la cámara al despedirnos de Bernard y Katty, quienes nos pidieron llegar a las doce en punto.

     Era viernes y hacía un clima espectacular, el calor no estaba tan pesado y me sentía libre con mi top negro, mis jeans rasgados y mis botas de acabado rudo.

     Vega llevaba un vestido rojo y deslumbraba como el inferno mismo, mientras que Milly cambió toda su vestimenta al último minuto, optó por un vestido blanco muy bonito y tierno que lucía espectacular.

     —Los chicos están muy emocionados, al fin un concierto donde expondrán todas sus canciones de principio a fin —comenta Milly por el camino.

     —Son excelentes, y por lo que veo llenarán el lugar.

     La arena de Macon no era tan grande como otras de las enormes ciudades, pero su capacidad era de diez mil personas y eso ya era mucho que decir. Los chicos de Fifth Hell estaba alcanzando su más grande sueño.

     Aparcamos, entramos con nuestras invitaciones especiales y buscamos nuestros lugares en los asientos negros. Éramos de las primeras filas y me emocionaba la idea de escucharlos en vivo y a todo volumen.

     Chip tomó de mi mano y yo volteé a verlo.

     —Te quiero mucho, Jen, y lo que más deseo es que estemos bien en nuestra relación.

     Quiero creer en él, las relaciones no son perfectas todo el tiempo y Chip y yo estábamos teniendo esos problemas de comunicación, pero podrían solucionarse si ambos poníamos de nuestra parte.

     Eso era lo que tenía que hacer, era lo correcto.

     —Lamento si te hice sentir desplazado por culpa de Kelly.

     —No mencionemos a ese idiota ahora, solo prométeme que se acabaron esas salidas con él y te alejarás de ese cabrón.

     Mordí mi labio inferior porque no sabía si iba a poder cumplir esa promesa.

     —Chip... solucionaré eso, lo prometo —apreté su mano.

     —Te quiero.

     Pasé saliva.

     —Y yo a ti.

     Nos dimos un casto beso y cuando me volví a mi asiento sentí una presión de angustia en mi estómago, como si algo anduviera mal en mi relación con Chip, algo que no me permitía abrirme con él.

     —Tengo una sorpresa para ti al final del concierto.

     —Pero tengo que regresar a las doce.

     —Milly y Vega pueden ayudarnos con eso, te prometo que te gustará.

     En mi cabeza sonó una espantosa, ruidosa y enorme alarma roja.

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