Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

El Palacio

Jen

De un movimiento fugaz la mujer que me dio la vida me tomó de mi cabello con hostilidad para zarandearme con fuerza.

—Si te envío mensajes es para que los respondas, malagradecida —vociferó Bethany sin dejar de sacudirme.

Tomé sus manos para alejarla y la aventé para quitármela de encima.

—No me vuelvas a tocar —amenacé, dándole un vistazo a mi alrededor, lo que menos quería era que me vieran con ella.

Su goma de mascar le daba un toque más corriente de lo usual.

— ¿Ahora te haces la valiente? Sabes que conmigo no se juega y eres consciente de lo que tienes que hacer —me recordó sin remordimiento alguno por ser su hija.

No iba a permitirle más abuso, no quería hacer lo que siempre me obligaba.

— ¡No! —exclamé.

Corrí para alejarme lo más posible de esa mujer que se había convertido en una enorme piedra en mi zapato, en un fantasma del pasado que me atormentaba y no me dejaba ir.

— ¡Te necesito!

Me detuve en seco y volteé lentamente hacia ella. Desde que llegué a la vida nunca recibí un cariño de mi madre, ni si quiera sabía quién era mi papá, lo más seguro es que fue uno de sus muchos clientes que la rentaban y ella probablemente no recordara.

— ¿Qué? —pregunté desconcertada.

—Vamos a casa y te contaré.

Si aprendí judo desde los siete años fue para defenderme de quien sea y eso la incluía a ella.

Jamás olvidaría aquella noche, esa noche que manchó mi vida justo a la edad de diez años. Ahora todo es algo borroso porque intenté olvidar aquel desastroso pasado oscuro del que decidí escapar.

Si no denunciaba a esta mujer es por el simple hecho de ser mi madre.

Y ya sabía a qué se referencia con "te necesito" pero esta vez no iba a dejar que las cosas se salieran de control.

Bethany me llevó hasta la calle Florida número seis, donde los condominios consistían en cuatro edificios individuales de ladrillos rojos que formaban un vecindario, dos de ellos eran—en teoría—nuevos y los otros dos eran igual de viejos que un don de setenta años.

Era un barrio tranquilo, aunque con mala fama y cada inquilino era todo un misterio. Aparcó el auto y bajamos rumbo al edificio más miserable de los cuatro, ahí era donde yo había vivido los últimos quince años y no era agradable volver.

Fred y Wanda me han recibido como una hija más, al igual que Bernard y Katty—los padres de Milly—ellos me querían mucho y se preocupaban por mi bienestar. Decidí trabajar para valerme por mí misma y ellos me apoyaban con los pagos de colegiaturas al igual que alimentarme y darme un techo donde dormir.

Ellos cuatro eran unas personas maravillosas y siempre les estaría agradecida por todo.

—Vamos, seductora.

Hice un mohín y pateé la puerta de la entra al edificio para subir por los escalones.

—Si vuelves a llamarme así te juro que me largo.

—Y si tú haces eso, tesorito ya sabes lo que puede pasar —advierte con esos oscuros ojos marrones.

Subimos al cuarto piso y cada paso que daba era un retumbar en mis memorias. El edificio no era feo pero estaba bastante descuidado y los dueños le prestaban más atención a los otros edificios nuevos o a otros negocios más importantes que renovar su más viejo edificio.

Al entrar al departamento el olor a cigarros y alcohol me golpeó, todo estaba hecho un desastre como de costumbre, la sala llena de ropa sucia mezclada con la nueva, platos y vasos por todos lados, ropa interior masculina en el suelo, colillas y botellas de cerveza barata abundaban y hasta insectos muertos había.

La tenue luz de las lámparas exteriores iluminaba el deprimente y sórdido sitio.

—No ha cambiado nada —soné sarcástica, ya tenía tiempo de no pararme por este lugar y siendo sincera, no lo extrañaba.

—Ya sabes que nunca se me dio limpiar, seductora.

Me hervía la sangre de escuchar ese asqueroso sobrenombre.

— ¿Ahora de qué se trata? —preguntéentre dientes, obligándome a no darle mucha importancia a su último comentario,mi instinto fue cruzarme de brazos como si eso me diera algún tipo deprotección en este lugar.

Ella rebuscó entre su ropa y volteó a verme con una sonrisa malévola.

—Iremos al Palacio, tengo buenos clientes y si todo sale perfecto ya no te quitaré tu dinero —dijo tan cínica mientras masticaba todavía su goma.

Odiaba todo esto, no podía soportar una salida más con esta mujer que me hacía pasar vergüenzas.

—No quiero ir, por favor —expresé aparentemente tranquila, pero por dentro gritaba de la desesperación.

Ella soltóuna carcajada para después lanzarme una mirada filosa; se dejó venir hacia a míy para mi sorpresa solo se detuvo para acariciar mi cabello. Me daba asco queme tocara y no pude evitar estremecerme que terminé por poner distancia entrelas dos.

—No me toques —exigí casi en un gruñido.

—Tú, hijita mía, tienes que cumplirme —me dice con una sonrisa de bruja y las cejas enarcadas—. Si no, ellos podrían hacerme el favorcito de desaparecer a tus padres postizos o dejarte un recordatorio con alguna de tus amiguitas... ¿Siguen siendo vírgenes?

Quedé tanaturdida ante la idea que me daban ganas de gritar y llorar del coraje y de laimpotencia.

—Terminemos de una vez con esto —refunfuñé de muy mal humor, tomando el maldito vestido rojo de tela corriente que me ofreció.

—Esa es mi niña.

Su risa de villana de alguna película de Disney era única, le gustaba verme sufrir ante este tipo de situaciones.

➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹

Ahí estaba, frente a uno de los lugares con la peor reputación de todo Macon de la calle Tulipán: "El Palacio", sitio donde los hombres buscaban placer nocturno y pagan grandes cantidades de dinero por las damas de compañía baratas o sexo.

Bethany de un tiempo para acá estaba bastante fastidiada por complacer a viejos rabos verdes y me obligaba a acompañarla como su perro guardián, ella estaba enterada de mi buena condición física y mi habilidad para romper huesos que me hacía hacer el trabajo sucio para quitarle de encima a quienes querían ponerse pesados con ella.

La única condición que puse para hacer este asqueroso trabajo era que nadie me tocara y si lo hacían yo iba a responder con violencia y quien pagaría los daños sería Bethany. Increíblemente aceptó mi condición y desde hace algunos meses me llamaba para estas ocasiones que rara vez se le presentaban.

Me daba señales con sonrisas y con caricias en su cabello y yo me abría paso entre la gente para llevarme al borracho que ella quería quitarse.

En cuanto vi una de sus señales actué.

—Esta noche no, amigo —amedrenté con mi voz más ronca y dura que pude hacer para infundir miedo.

Los tipos salían volando y si se ponían insistentes les doblaba el brazo hasta dislocarlos. Había tanta gente y con la iluminación casi en la oscuridad no se daban cuenta de a quién tocaban.

Bethany escogía a sus clientes, guapos y adinerados que le hicieran pasar las mejores noches, y era desagradable escuchar de diferentes lugares como gemían y jadeaban las mujeres. Quería vomitar.

     Mi móvil no dejaba de sonar, pero prefería evitar las llamadas cuando estaba en esto.

➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹

Dim

     Me llevaba el diablo—otra vez—, Macon era un lugar para desesperarse, no podía encontrar ningún maldito lugar de mi agrado, todo era de tan mal gusto que me enfurecía la idea de seguir aquí hasta diciembre.

     Andaba en mi auto intentando reconocer cada calle por la que pasaba, si iba a estar cuatro miserables meses de mi jodida vida aquí, al menos no quería andar como imbécil por todos lados con mi móvil en manos para buscar los lugares que ocupaba.

     Quería mezclarme, ya que el otro día dos chicas me reconocieron he hicieron un gran escándalo por una foto conmigo. Papá me dijo que debía tener un perfil bajo si llegaba a salir a las calles de Macon pero me pedía imposibles.

     Mi GPS me indicaba la calle en la que me encontraba, Tulipán, que tenía la pinta de un lugar de barrios bajos.

     —Por amor a Cristo, terminarás asaltado en esta zona, Dimitri.

Avancé más rápido y conforme iba dejando la calle los autos se duplicaban, la calle era algo angosta y necesitaba tener precaución para evitar golpear algún auto.

—GPS de mierda ¿Por qué carajos marcaste esta calle?

Me estacioné en una esquina para revisar el endemoniado aparato y configurarlo. Levantaba la vista en ocasiones para estar al pendiente que nadie extraño se acercara de más y en una de esas miradas fugaces algo llamó toda mi atención.

Lo que parecía un lugar para putas y bastardos que pagaban para obtener sexo, vi salir a dos figuras femeninas y una de ellas la tenía presente en mi reconocimiento facial.

—Vaya, vaya...

Jenedith Roux fundida en un vestido rojo brilloso y entallado, con tacones negros y el cabello enchinado, tenía toda la apariencia de una verdadera mujer de esa clase. En sus hombros colgaba el brazo de una mujer mayor de cabello espantosamente rubio y maquillaje corrido, al parecer estaba ahogada en alcohol o posiblemente en drogas.

Tremenda imagen comprometedora, la alumna ejemplar del instituto Atlas en un lugar tan vulgar como este.

     Tomé mi móvil y accioné la cámara para fotografiar el momento en que ambas mujeres vulgares cruzaban la calle, tomé un buen ángulo para que el nombre del lugar saliera perfectamente, otra donde la pequeña bestia subía a su acompañante a un viejo y podrido bocho azul.

     En cuanto la vi inclinarse en el interior del auto el vestido se le levantó un poco, dejando ver más piel. Jenedith era una chica con piel muy pálida y me atrevía a admitir que no era desagradable, y con ese vestido pegado su figura lucía más atrayente.

     Les eché un vistazo de nuevo a las fotos que saqué donde claramente se trataba de ella con su amiga o quien fuera. Sin duda iba a divertirme un buen rato con esto.

     —No sabes lo que te espera, Roux.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro