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El abrazo esperado

     — ¡Tengo que felicitarlo!

     Milly casi, voló pero Wanda se puso frente a ella como muro.

     —De eso nada, Milly. Quieren privacidad, estar en familia y celebrar a su hijo —nos miró a las tres como si fuéramos a realizar alguna travesura—. Ni se les ocurra, ya lo felicitarán después.

     Wanda desapareció y Milly no dejaba de removerse de lo ansiosa que estaba.

     —Soy una terrible fan, una muy, muy, muy terrible fan.

     Puse los ojos en blanco y Vega chasqueó con su lengua.

     —Tranquila, cariño, mejor vamos a mi casa, a ver si no me echan de ahí también como de mi restaurante.

     Me reí y seguimos a nuestra excéntrica amiga a su convertible.

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     — ¿Allanar el departamento?

     Estaba atónita a lo que decía Milly.

     —Sí, aparte de divertido y arriesgado, es la única forma que se me ocurre para obtener información de tu padre sin que ella se entere, tomando en cuenta que no puede acercarse a ti —comenta Milly mientras le daba mordisco a su rebanada de pizza.

     Yo por mi parte me limité a comer un poco de pollo a la plancha y verduras. Mike estaría muy orgulloso por verme comer sano.

     Era una porquería, pero si quería mantener mi cuerpo para las competencias era necesario sacrificar esa comida que me gritaba que la probara.

     Aparté la mirada e imaginando que la pizza tenía excremento de perro. ¡Iag! Casi vomito.

      —Me encanta cuando tu cabecita se torna diabólica —dice Vega, meneándose mientras masticaba la pizza con excremento—. Me gusta, tenemos todavía los radios que usábamos cuando éramos niñas y aún funcionan.

     Milly me miró.

     —Y tenemos la llave del departamento, dime que todavía la conservas, Jen.

     Asentí, masticando a duras penas.

     —Necesitamos vigilar mientras Jen entra, Vega y yo estaremos en diferentes ángulos para que no nos tome por sorpresa —continua Milly hablando del plan—. Lo malo es que tenemos que ir de noche que es normalmente cuando ella sale, así que ocupamos una excusa muy buena.

     —Un concierto de Fifth Hell.

     Milly torció sus labios.

     —Lo tienen, pero hasta el siguiente fin de semana, no quiero faltar y mis padres se darán cuenta de la mentira —comenta la pelirroja.

     —Una fiesta cualquiera por el cumpleaños de alguien —sugiere Vega—. Nos vamos temprano de la casa, hacemos tiempo hasta que oscurezca y vamos a cometer nuestro delito. Es aprueba de tontos.

     —No suena mal —agregué—. Conozco los sitios donde Bethany oculta los papeles importantes y sé que podría dar con ellos.

     Milly sonrió.

     —Entonces ya está, hay que hacerlo.

     Nos abrazamos y por un momento me sentí agradecida por tener a las mejores amigas del mundo. Milly y Vega eran únicas.

     En eso la pelirroja se puso de pie y salió de la habitación.

     —Si me disculpan, iré a preparar un pequeño postre.

     —Yo quiero.

     Vega se levantó tan rápido que pensé que se caería, pero logró mantenerse.

     —No es para nosotras —aclara Milly—. Se lo llevaré a mi amigo Dim Kelly y me disculparé por no recordar su cumpleaños.

     Las seguí al escuchar eso y solo vino a mi mente aquel beso tan...

     Mierda, ese maldito beso estuvo jodidamente bueno, me había gustado mucho y me hizo sentir demasiadas cosas. No, Dim Kelly no podía clavarse así en mí, ¿Y si de verdad pensaba que era como Bethany?

     Eso me desquiciaba y me hacía reprimir toda emoción positiva por él.

     — ¿Quieres otro pastelazo en la cara? —inquirí al llegar a la cocina.

    Milly me dedicó una mirada fulminante y yo miré al techo para no sentir que me atravesaba con un cuchillo.

     —Dim se ve más... relajado últimamente y hasta me pidió disculpas por eso, somos amigos, él mismo lo dijo y como amiga le haré un postre por su cumpleaños.

     Vega y yo intercambiamos miradas y nos quedamos todo el rato con ella para ayudarle con el pastel de cumpleaños para Dim.

     Usó la cocina a su antojo y después de terminar limpió hasta quedar inmaculada.

     —Vega ¿Puedes llevarme a casa de Dim?

     —Pero ni si quiera sé dónde...

     —Jen lo sabe, así que iremos.

     Fruncí el ceño y de nuevo me invadieron esos recuerdos del beso en su habitación. Sacudí mi cabeza.

     —De ninguna manera, yo no iré, cumpliré con solo darles la dirección.

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     Una mirada de Milly enojada bastó para subirme al auto e ir a la casa de ese modelito. Ella iba muy contenta en el asiento del copiloto mientras yo iba hundida en la parte de atrás.

     Al llegar me detuve de inmediato y sobre todo paré a Milly.

     — ¿Y si no está? O peor aún ¿Y si está su familia con él?, no hay que ser imprudentes y mejor dale el pastel mañana.

     —Ya estamos aquí, y si su familia sigue con él pues solo dejamos el pastel y listo.

     —Por si las dudas, cariño ¿Trajiste otra blusa?

     Milly rodó sus ojos y se llevó una mano a la cintura.

     —Dim y yo somos amigos y quiero darle este pastel de cumpleaños —volteó a verme con cara de borrego a medio morir—. Jen.

     Esa voz de niña suplicando me mataba.

     —Te odio, Mildred.

     — ¡Yo te amo!

     Tuve que llamar al departamento de Dim Kelly y rezaba porque no contestara. No contestes por favor, por una vez haz algo bien.

     Llamé una segunda vez por presión de Milly y en eso:

     — ¿Diga?

     La voz ronca de Kelly retumbó en el altavoz y yo me estremecí.

     —Kelly —lo llamé un poco nerviosa. Milly me apartó de un empujón y se inclinó para hablar.

     — ¡Hola, Dim! ¡Feliz cumpleaños! Somos: Jen, Vega y Milly, ¿Podemos pasar a verte? Te trajimos un pastel.

     Hubo un momento de silencio y todo indicaba que ya no iba a responder.

     Milly hizo una mueca y maldije a Dim Kelly por su grosería, pero en eso, escuchamos que alguien nos llamaba desde lo alto.

     Era él quien se asomó por la terraza y se miraba impresionado. Milly sacudió el pastel y Vega trató de protegerlo de alguna posible caída.

     Él me miró unos segundos más y al final, después de una sonrisa las puertas se abrieron para nosotras y entramos directo al elevador para subir al piso del cumpleañero.

     Salimos del ascensor y caminamos hasta la puerta donde toqué y él abrió al medio segundo. Estaba solo en casa.

     — ¡Feliz cumpleaños, Dim!

     Milly se lanzó a sus brazos y él la recibió con una ligera sonrisa, nuestras miradas se cruzaron y yo aplané mis labios para sonreír, pero fue todo menos natural.

     —Ven para acá, muñeco y dale a Vega un poco de amor.

     —Gracias, chicas, que detalle por venir a verme.

     Milly le ofreció el pastel y él lo tomó. Miró a la pelirroja y ella sonreía feliz. Hubo un momento de silencio y algunas risas sonaron, hasta yo me reí.

     —Pasen, mi familia acaba de irse.

     —Entonces soplemos las velitas —declaró Milly quitándole a Dim el pastel para entrar.

     Dim me miró y me sonrió. Uso esa maldita sonrisa, la que me hacía vibrar y odiarlo por sentir un cosquilleo.

     —Felicidades por ser legal —me esforcé por decir mientras cruzaba la puerta.

     —Estando de este lado oficialmente me atrae lo ilegal.

     Enarqué una ceja y él solo se burló.

     Tenía un montón de regalos en la mesa, eran bolsas de tiendas de grandes marcas de ropa y las hizo a un lado para que Milly tuviera espacio con el pastel.

     —Qué alegría, te vas a emborrachar a tu gusto —comenta Vega quien ya estaba sentada alado del modelo.

     —Lo dices como si no lo hubiera hecho antes —responde Dim con una mirada malvada.

     —Cuando cumpla mis dieciocho lo haré.

     —Créeme, la cruda es terrible —le advierte Kelly muy divertido.

    ¿Por qué pensé que se miraba más atractivo cuando se veía así de relajado?

     Milly encendió las velitas personificando la imagen de una madre muy contenta por el primer año de su hijo.

     —Pide un deseo, Dim.

     — ¿De verdad? Hace mucho que no soplo velas de un pastel.

     — ¿Qué rayos haces entonces en tus cumpleaños?

     —Viajar.

     Vega lo miró.

     —Necesito dinero pronto —agrega mi amiga de piel color chocolate y Dim se rio.

     —Pide un deseo —exigió Milly.

     Dim puso los ojos en blanco y por un instante sus humeantes ojos se clavaron en mí, sin dejar de verme sopló las velitas y mis amigas aplaudieron mientras yo me esforzaba por no ruborizarme. Hacía un poco de calor.

     Apenas aplaudí y él seguía mirándome.

     — ¡Hora de mi momento feliz! Comer —chilló Vega emocionada.

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      Eran las once de la noche cuando salimos del departamento de Dim. Él amablemente nos escoltó hasta la salida del edificio, y antes de entrar a la parte trasera del coche me detuvo al tomarme de la muñeca.

     —Fuiste la única que no me dio mi abrazo de cumpleaños, y lo he estado esperando.

     — ¿Eh?

     Sin decir nada más me jaló suavemente hasta abrazarme. Por un segundo quedé paralizada, pero me relajé poco a poco para devolverle el abrazo. Hasta creí que no se apartaría si no lo abrazaba.

     —De nuevo... feliz cumpleaños —susurré un tanto confusa.

     —Gracias, Jenedith. Nos vemos mañana.

     Sus labios presionaron mi mejilla y yo en automático me puse roja. Hablaba del trabajo en Patitas Felices.

     Se apartó y yo entré al auto mirando los ojos acusatorios de ambas chicas.

     Vega arrancó y Dim se quedó ahí, esperando hasta que desaparecimos a la vuelta de la esquina.

     —Pero ¿Qué ha sido eso? Dim te besó la mejilla.

     Milly volteó a verme exultante.

     —Se despidió de ti de una manera muy especial.

     Me removí en el asiento y de la nada sentí que el maldito cinturón de seguridad apretaba de más.

     —Tonterías —balbuceé.

     —No, nena, no, discúlpame y perdóname, pero yo olfateo cierto interés de parte de nuestro bombón ardiente.

    ¿Interés?

     —No dejaba de verte durante el tiempo que estuvimos en su departamento —argumenta Milly muy sonriente.

     —Aparte, se cambió de lugar para estar alado tuyo, ¡Ja! Conozco los movimientos de los hombres —agrega Vega, ufana—. Ese ángel caído tiene interés en ti.

     —No digas ridiculeces, Vega.

     —No lo son —defiende Milly—. Su despedida fue larga, te abrazó como si no quisiera que te fueras y eso solo significa una cosa...

     Mi corazón de la nada empezó a palpitarme más y traté de calmarme.

     — ¿Están tratando de decirme que...?

    —Le gustas a Dim Kelly, primor.

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