Capítulo 4. Egoísmo
Jen
Papá se hizo cargo de atender a Dim en el hotel. Ya estaba con mejor semblante cuando le dio fluidos para limpiar su sistema debido a la droga.
Dim parecía avergonzado por estar frente a mi padre pero él como doctor solo se concentró en establecer a Dim.
Yo estaba en la entrada de la habitación, apoyada en el marco de la puerta y dándole espacio a los dos hasta que papá se puso de pie una vez que terminó de atender a Dim.
—Estás a tiempo, Dimitri. Eres joven y con mucho por vivir. Haz un esfuerzo.
Las palabras de mi padre parecieron afectarle a Kelly. Miraba hacia la nada, posiblemente por la vergüenza de verlo a los ojos que se limitó a asentir.
Mi papá se alejó hasta llegar a mi lado y me sonrió.
— ¿Nos vamos o quieres hablar con él?
Lo miré antes de responder, mis ojos se dirigieron al rostro pálido de Dim que apenas recuperaba su color habitual. Refulgía como llamaradas para que me quedara, entendí su mensaje telepático y me dirigí a papá.
—Quiero quedarme un rato con él.
—Recuerda tus responsabilidades, Jen.
Asentí.
—Los tengo presentes.
Mi papá me dedicó una mirada comprensiva y nos dejó a solas. Esperé a que la puerta de la habitación de Dim se cerrara. Cuando lo hizo, miré directamente al modelo que estaba hecho mierda en la cama.
—Tu nuevo corte de cabello es sexy pero admito que tus llamas azules te daban estilo.
Lo había olvidado, un mes después de haber cortado comunicación con Kelly me había entrado la loca idea de cortarme el cabello. Me lo dejé muy corto, incapaz de hacer alguna pequeña coleta.
—Lo que hiciste no estuvo nada bien, Dim.
Corté su cometario amigable como cuchillo a la mantequilla .Sus ojos humeantes dejaron de verme y suspiró.
—Lo sé. No es algo de lo que me sienta orgulloso, estoy intentando dejarla.
Fruncí los ojos.
—Se nota —ironicé, metiendo las manos en el bolsillo del pantalón.
Dim Kelly me observó con si lo que hubiese dicho hubiera sido literalmente una bala directo al corazón.
—No es algo sencillo, y ni de la noche a la mañana, Jenedith. He estado consumiendo mucho por meses.
Esto estaba convirtiéndose en una bomba de tiempo, en cualquier momento estallaría si uno de los dos perdía los estribos. Ambos con carácter dominante en ocasiones era negativo.
— ¿Al menos lo intentas? Hablamos no menos de veinticuatro horas y tú recaíste.
Tapó parte de su rostro con las manos, se enderezó hasta quedar sentado en la cama, su mirada era afilada pero no era capaz de intimidarme.
—No sabes nada sobre estos temas, las recaídas son continuas pero eso no quiere decir que no haya voluntad. Al principio es difícil y tu actitud no ayuda.
Rodeé los ojos.
—Entonces intérnate porque yo no soy un centro de rehabilitación.
Di media vuelta para irme. Ya no quería estar aquí ni un minuto más. Escuché sus gritos que venían de la habitación.
— ¡¿Por qué te marchas?! ¡Dijiste que estarías conmigo! Que me amabas.
Me detuve a un metro de la puerta y giré mi cabeza lentamente para enfrentarme a su mirada.
—Creí... que podía. Pero verte en ese estado me... dolió. No puedo y ni quiero ser parte de esto.
— ¿Es en serio lo que me dices o es una manera de castigarme? Porque no estoy para estas putas bromas de mal gusto.
No podía descuidar mi participación en los juegos olímpicos, quería debutar de manera estelar y tener la mente dividida con los problemas de Dim y mis entrenamientos no era la mejor opción. Él ya era lo bastante grandecito para tomar sus decisiones y yo no iba a ceder a poner en riesgo uno de mis mayores sueños.
—De verdad, perdóname, Dim. No sabía lo que decía.
Kelly transformó su rostro de sorpresa a uno de horror y enganchó sus manos a su cabello, desesperado.
— ¡Lárgate, Jenedith! ¡Lárgate!
Sus gritos de odio me hicieron dar un respingo e hice lo que me pidió. Salí corriendo de la habitación que incluso alcancé a escuchar golpes de la puerta de ese modelo.
No podía, simplemente no podía seguir ahí. Ese Dim Kelly no era mi Dim Kelly, el chico arrogante que poco a poco fue llenando su corazón de calidez y de amabilidad. Ese chico con estilo natural y sensualidad pecaminosa.
Era como si lo hubieran cambiado por una versión con baja calidad y eso me estaba afectando a nivel emocional.
➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹
Dim
Todo, absolutamente todo se fue a la mierda con Jenedith.
La cabeza había dejado de darme punzadas, me sentí con más energía después del medicamento que el doctor Dermont me dio.
Algo en mi pecho ardía, como si estuvieran perforándolo con un taladro, y cada vez me sentía más lejos de la luz. La única pizca de esperanza se había ido. Quería odiarla, aborrecer a Jenedith por el resto de mi vida, pero por alguna razón, la entendía. Ella estaba en un punto de su vida muy importante, y yo solo la estorbaba.
Joder.
¿En qué momento perdí el sentido de mi vida?
De nuevo me asaltó esa idea de tranquilidad, solo dejar de respirar para ya no sentir presion en mi pecho, en mi cabeza y en cada pensamiento. No quería seguir con esa sensación de pesadez y de fracaso.
Tommy no fue un error de mi vida. Mi error fue confiar en alguien como Giselle, tuvo que acudir a la artimaña más baja para retenerme como su pareja.
Busqué en el bolsillo de mi pantalón la navaja suiza que estuve cargando durante semanas y seleccioné la afilada hoja de metal. Solo un corte, o dos. No va a doler...
Cerré mis ojos y antes de tocar las venas de mi muñeca se encendió mi móvil por la entrada de una llamada. Abrí mis ojos y de soslayo observé la pantalla, era mi hermano Tristan. Miré la navaja en mi mano y la tiré para contestar.
—Tristan...
—Llegué al hotel, Dim, y estoy subiendo a tu habitación.
Mis ojos se humedecieron al instante y me quité las lágrimas antes de que cayeran.
—Gracias, Tristan.
—Aquí estoy, hermanito.
➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹
Jen
Agarré el brazo para darle la espalda y usar mi cadera en un movimiento rápido para mandarla al suelo y someter a Nicole.
Estaba sudando por todas las horas de entrenamiento pero no quería fallar, me encontraba en mi mejor condición y lista para triunfar.
— ¡Auch!
Gritó Nicole, ella no era de quejarse cuando se enfrentaba conmigo, sin embargo ese grito de dolor me alarmó. Había dislocado su hombro.
—Joder. Lo siento tanto, Nicole, de verdad lo siento.
—Descansa, Jen —ordenó Mike en un tono severo—, estás demasiado alterada y no te concentras en tus movimientos, eres más brusca de lo que deberías y por eso lastimas. Se trata de técnica y no de ser una salvaje, Jen.
Su llamada de atención me rompió más el corazón que sentí que saldría llorando como una nenita de cuatro años.
—Mike, yo...
—A descansar, Jen.
—Estaré bien, Jen, no te preocupes —agregó Nicole.
Su expresión de dolor no me convencía, pero decidí hacer caso y terminar por ahora.
➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹➷➹
Milly y Vega habían organizado una comida solo para nosotras tres. Casi no tenía tiempo de convivir con mi familia y amigos por los arduos entrenamientos pero ellos eran conscientes de eso, así que cada momento libre que tenía se lo dedicaba a ellos.
Solté todo con mis mejores amigas, eran mis cómplices en todo y les dije lo que había pasado estos últimos días con Dim Kelly.
Milly quedó congelada de la noticia de la muerte del hijo de Dim. Vega había perdido el apetito al dejar su tenedor sobre el plato de su comida. Tuve que tronar los dedos frente a ellas para que reaccionaran, o al menos que parpadearan.
—Mierda, que mala situación para ese cara de ángel —murmuró Vega para ella.
La pelirroja aun necesitaba más tiempo para procesar toda la información.
—Ayer fue definitivo, no puedo seguir con alguien así.
—Entiendo que pongas tus prioridades por encima de todo, pero... joder —Vega frunció sus perfectas cejas en una expresión compungida—. No puedo evitar sentir pena por ese bombón.
Miré a Milly, su mirada había descendido a la mesa en total silencio.
— ¿Creen que hice mal?
—Bueno, no sé si mal pero tal vez hiciste lo correcto para ti. Pensaste en ti y si eso te va mejor... entonces deberías de estar tranquila —se inclinó en la mesa y arqueó una ceja—, la pregunta es... ¿Estás tranquila?
Quería que Milly fuera participe pero ella seguía sumergida en sus propios pensamientos. Mordí mi labio y suspiré, agotada.
—Siendo honesta, no del todo.
En eso, un golpe hizo temblar todo en la mesa. Milly al fin tuvo la osadía de verme a la cara.
—Fuiste una perra maldita con él, Jenedith.
A Vega casi se le salían los ojos de sus cuencas y mi cara empezó arder. Nunca en la vida había recibido un insulto por parte de Milly—jamás—y verla con una expresión dura en su rostro me sacudió. Hasta miedo me dio.
— ¿Perdón? —me limité a decir.
—Carajo, creí que estar con Beck te haría más romántica y te ha hecho todo lo contrario —continuó Vega, incrédula todavía por la contestación tan ruda de nuestra dulce pelirroja.
Milly hizo caso omiso al comentario de nuestra amiga de anchas curvas y clavó sus profundos y afilados ojos en mí.
—Fuiste muy cruel con él, Jen. Las personas que tienen problemas de adicciones lo que más necesitan es apoyo, no abandonarlas ¡Inconsciente!
—Milly, Milly, bájale a tu intensidad —intervino Vega.
La pelirroja se quitó las manos de Vega de sus hombros y le dedicó una mirada fulminante que hasta a mí me dolió.
—Yo no estoy de acuerdo con lo que hizo Jen —me miró—. Y lo siento si fui grosera, pero Dim necesita apoyo y amor sincero. Leal. Eso lo estaba consiguiendo contigo y le diste la espalda por tu egoísmo.
Fruncí el ceño.
— ¿Egoísmo? ¿Para ti soy la mala del cuento? Me ha costado mucho llegar a donde estoy y no puedo desconcentrarme con algo tan delicado como Kelly.
Milly contraatacó.
—Perdóname, Jenedith, pero estamos hablando de alguien quien intentó suicidarse, perdió sus ganas de vivir y eso es más importante ahora que tu estúpida competencia. Pero está bien, cada persona tiene sus prioridades y los tuyos son los Juegos Olímpicos.
Estaba acabando con mi moral. Se levantó de la mesa y de su bolsita color mostaza dejó los euros correspondientes de su plato.
—Dim es mi amigo, y lo quiero. Conmigo va a contar como apoyo.
Milly se retiró con la frente en alto y solo vi como su cabello largo y ondulado se movía al ritmo de cada pisada.
Esta de regreso esta historia y lamento la demora. Ahora ¿qué les pareció la decisión de Jen? ¿Creen que haya sido la correcta? ¿Qué hubieran hecho ustedes?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro