Capítulo unico
Hace un infierno de tiempo, se peleó con su padre y huyó de casa.
Había sido una estupidez de la adolescencia, ¡la pelea nisiquiera fue grave ! Pero su orgullo no le permitió volver a casa y disculparse
mucho menos perdonar a su padre.
Cuando alguien le preguntaba sobre él, solía ignorar el tema o decir que su padre era un idiota.
Cuando Ver y Laurentia le pidieron que lo visitará se negó.
"No quiero arriesgarme a ver a mi viejo"
No quería, no quería saber nada de él
"Que le jodan"
Había dicho en alguna ocasión.
Ay...¿porque había dicho aquello?
Ahora, sentado en la mesa de un bar, leía una carta que su viejo amigo Emalf le había enviado, una carta que describía lo que había pasado desde lo del jardín gris.
Todo lo que había pasado con su padre, como el diablo de aquel mundo lo trataba de juguete, como su autoestima había decaído aunque lo intentará disimular, como ese degenerado lo había...Roto.
Dejo la carta en la mesa y se tapó la boca, estaba en shock por todo lo que había leído en aquel simple y pequeño pedazo de papel.
Su padre...roto
No lo podía creer, el sabía quién era su padre, lo poderoso que era, conocía su carácter mejor que nadie ( bueno...quizás igls o Solaris lo conocían mejor, pero a la primera no la metan y al segundo que le den) le era totalmente imposible imaginarlo en un estado...quebrado.
Lo único bueno que había en toda esa carta era el hecho de que tenía un nuevo hermano, pero claro...era hijo de ese bastardo.
En ese momento, se arrepentia de todo, de cada gritó donde le decía a ivlis que le den, de cada ocasión que desprecio a su padre, de cada vez que lo insulto...
Si alguien le hubiera dicho a él, que su padre tendría tal destino, jamás lo hubiera tratado así.
Porque Ivlis sería un idiota cabeza hueca, pero quería a sus hijos, aunque no lo demostrará muy seguido.
Su alguien le diera está carta de niño, se reiria diciendo que su padre era invencible. Pero ahora sólo podía estar en shock, con la mano en la boca y la vista en la mesa, siendo acompañado por las preocupadas miradas de sus amigas y compañeras de trabajo.
De repente, se levantó y salió de la taberna sin decir palabra, con un solo lugar en mente. El mundo llama.
Tenía que disculparse...o aunque sea intentarlo...
Porque sí no, él arrepentimiento lo iba a matar.
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