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Arrepentimiento.

La luna y las estrellas brillaban fuertemente en el cielo, no había ni una sola nube que las tapara. La noche era cálida, pero una pequeña brisa fría empezó a ser presente.

“Tal vez debí traer mi Aori.”

La cazadora que se encontraba acostada en el pasto, dio un vistazo para un costado, en esta dirección se encontraba la finca mariposa y donde estaban sus cosas, después volvió su mirada al cielo. Era verdad que estaba refrescando, pero no era nada que no pudiera tolerar. 

Poco a poco su vista empezó a nublarse, la realidad se hacía difusa y poco a poco empezó a dormirse sin que pudiera hacer nada para evitarlo, tampoco era que luchó para evitarlo.

–Kokone aquí estás.

Una voz familiar la obligó a abrir sus ojos. Miro al costado sin levantar su mirada, pudo reconocer ese uniforme marrón oscuro. Aunque en realidad no necesitaba verlo para reconocerlo, podía sentir su sonido tan cálido y gentil que era tan característico en el pilar de las llamas, aunque esta vez se sentía un poco diferente y aunque sabía el porqué, lo ignoraba por propia voluntad.

–Deberías volver a la finca, Shinobu debe estar muy preocupada.

Después de su última misión había terminado con varias heridas que aún no estaban curadas del todo. Sin embargo, necesitaba un momento de soledad, un momento para pensar, y considerando lo suficientemente bien como para caminar un poco, pensó que no era mala idea irse un rato. No pensaba quedarse mucho, solo un rato.

Dio un pequeño suspiro, después cerró los ojos y al abrirlos volvió a ver el cielo. No podía decir nada, no le gustaba mentir y no podía decir nada porque su superior tenía razón, sin embargo que tuviera razón no significaba que pensaba hacer lo que dijera.

No respondió, no con palabras, dio un pequeño golpecito en el piso para indicarle que se acostara con ella.

Pensó que no lo haría, que la obligaría a ir como lo había hecho las veces que fueron a misiones juntos y se negaba a ser atendida con la excusa de “hay personas que también necesitan atención, yo puedo esperar.” Pero no pasó eso, en su lugar sintió como se acostaba al lado de ella, podía escuchar su respiración lentamente y no podía dejar de preguntarse si todo eso era real.

¿Realmente estaba a solas con el pilar de las llamas?, ¿A solas sin ningún demonio que matar de por medio? 

Cuando fue consciente de la respuesta sus mejillas empezaron a tornarse de un color rojizo. 

Sabía que Rengoku se preocupaba mucho por los otros cazadores, había visto cómo trataba a los demás con bastante respeto y amabilidad. Sin embargo desde hacía un tiempo empezaba a creer que Rengoku no la veía solo como una compañera más, lo había pensando mucho ya que no quería hacerse falsas esperanzas, especialmente cuando no encontraba muchas razones para llamar la atención de un pilar. Y ahí estaban, acostados viendo las estrellas.

“Ya no importa.”

Se dijo a sí misma mientras diferentes recuerdos de varios días atrás llegaron a su mente. 

Kokone se preguntó si Kyojuro entendía sus sentimientos y por eso decidió hacerle compañía. Si, seguramente los entendía y por eso la estaba acompañando.

–El cielo es hermoso esta noche.

Una sonrisa se asomo por sus labios, aunque varias de sus heridas siguen doliendo, la voz amigable de Rengoku le relajaba bastante. Aunque era extraño, en ese momento todo se sentía bastante diferente.

–Si, lo está.

Rengoku era una persona con la que mantener conversaciones era sencillo. Para kokone no era difícil hablar con él, no importaba el tema, cualquier cosa podría hablarlo si era con ese pilar, sin embargo había algo de lo que quería hablarle y no sabía muy bien como.

–Parece que fue un demonio difícil, ¿Verdad?

En realidad hablar de ese tema no era tan difícil. Era una pregunta simple, pero al mismo tiempo no quería hacerla, ¿Tal vez tenía miedo de que se enojara? No creía que su pregunta lo enojara, pero por alguna razón le estaba costando hablar.

–Si, pero ese demonio no terminó bien.

Estaba enojada. Y aunque se dice que el enojo ayuda a la persona a ser más fuerte, también hace que la persona no sea del todo consciente de su entorno, de su cuerpo, tampoco pueden pensar bien. 

Kokone cuando peleó estaba muy enojada, dió cortés con mucha fuerza pero que también le dejaron varios puntos descubiertos y después le fue difícil protegerse. Al final pudo ganar, también descargó todo su enojo contra el demonio, y también quedó con bastante heridas que no pasaron desapercibidas para nadie.

–Me lo imagino.

Una sonora risa salió de los labios del pilar. Como alguien que había trabajado bastante a su lado, podía imaginarse perfectamente como había terminado su enemigo.

Kokone decidió que era ese el momento para hacer el momento, ¿Volvería a tener otra oportunidad para hacerlo? La respuesta era simple, no.

Tomó un poco de aire, intentó calmar un poco sus nervios y cuando sintió que lo había logrado un poco, un poquito, decidió hablar.

–Rengoku–por primera vez en lo que llevaban de noche juntos, se dio vuelta para ver sus ojos–¿Te arrepientes de algo?

Arrepentimiento, era un sentimiento fuerte. En parte por eso le costaba mucho preguntarselo, temía su respuesta, incluso si era una mentira lo sabría… en parte por eso Rengoku nunca le mentía, sabía que 

Rengoku también la miraba, y con una sonrisa no tardó mucho en responder.

–No, no me arrepiento de nada.

Eran unas simples palabras pero que significaron mucho para la cazadora. Sintió como si su corazón se sintiera un poco más liviano, realmente estaba feliz de que su amigo no tuviera arrepentimientos.

–¿Y tu Kokone?, ¿Te arrepientes de algo?

La pregunta la tomó por sorpresa, aunque tenía mucho sentido.

“¿De que no me arrepiento?”

–Si, de mucho. Aunque hay algo que es mucho más fuerte que el resto.

Eso último llamó mucho la atención de su amigo, que la miro con mucha más atención que antes.

La verdad es que se arrepentía de tantas cosas que la lista podría ser infinita.

Se arrepentirá de ser débil. A veces, sin importar cuanto intentaba mejorar, sentía que estaba completamente igual, como si hubiera una línea que le impidiera avanzar y no pudiera romper.

Se arrepentía de no poder ayudar a sus compañeros. Incluso en cosas simples como darles consejos.

Se arrepentía de haber dejado que Rengoku subiera él solo a ese tren…

El día que él había subido al tren infinito, horas antes ella había estado junto con él. Le había dicho si quería su ayuda, pero como el caso que estaban viendo en ese pueblo se había dado por terminado, su cuervo le había dado una misión para ella sola, ya que era un demonio que estaba a unos kilómetros cerca podía hacerlo ella sola.

Aún recordaba su promesa de verse una vez más apenas terminara su misión. 

Porque antes de irse le había insistido que tuviera cuidado, que tenía una muy mala sensación. Él la calmó diciendo que todo estaría bien.

Cuando cerraba sus ojos aún podía ver esa última sonrisa que le dedicó.

Sin embargo, ¿Si hubiera ido con él hubiera habido alguna diferencia? Le gustaba pensar que si, le gustaba pensar en cómo hubiera peleado al lado del el, codo con codo, y al final ambas katanas terminan con el cuello del demonio. Pero después pensaba en la realidad, y que probablemente ni siquiera hubiera podido moverse.

Si, su alma siempre estaría llena de arrepentimientos. Por los cuales lucharía para ignorar, pero que una pequeña parte de ellos siempre estarán vivos en su corazón. 

Había uno que sobresalía sobre todos, uno que había tenido muchas oportunidades para acabar con eso, para no tenerlo y nunca aprovechó.

–Me arrepiento de nunca haber podido decir mis verdaderos sentimientos.

“Que cuide su salud, porque me preocupa su bienestar.

La quiero mucho más que como quise a cualquier otra persona.
Más que una compañera o una amiga.”

Esas fueron las palabras de Tanjiro cuando lo conoció en la finca mariposas varios días atrás después de terminar ahí por todas sus heridas.

–Yo siempre te admire, te admire mucho, pero también…

»Te quiero como nunca antes había querido a alguien. Siempre tendrás un lugar especial en mi corazón y dudo mucho algún día poder olvidarte.

Las lágrimas no paraban de salir de sus ojos, su voz era débil y dudaba poder seguir hablando. Pero lo importante era que ya lo había hecho.

Pudo sentir los brazos de Rengoku rodeando su cuerpo y sin dudarlo se aferró a su pecho para seguir llorando.

Sentía su pecho subir y bajar mientras su respiración se hacía irregular. También sentía las caricias que Rengoku le daba en la espalda en forma de consuelo y las palabras que decía de que llorar era bueno, que no se guardará nada.

Por un momento había creído en toda esa mentira. Que Rengoku estaba vivo y podían ser felices juntos, pero era toda una mentira que su mente no tardó en revelar al hacerla recordar el preciso momento que recibió la noticia de que el pillar de las llamas había muerto a manos de una luna superior.

–Las heridas del corazón tardan en sanar, pero con el tiempo lo harán. 

»Confío mucho en que lo lograras y que serás feliz, muy feliz.

Sus palabras estaban llenas de aquella energía cálida que tanto lo caracterizaba.

Poco a poco dejó de sentir el pecho de Rengoku o las caricias que le hacía en la espalda. Poco a poco dejó de sentir su cuerpo, y poco a poco la realidad se sentía lejana.

Empezó abrir los ojos, estaban llenos de lágrimas y tuvo que limpiarse para poder ver mejor.

La luna brillaba en el cielo junto a la estrellas, todo estaba igual que antes de irse a dormir.

Todo estaba igual de solitario que antes. Pero ahora, la cazadora sentía una carga menos en su corazón.

Con calma se levantó del pasto y empezó su camino de regreso a la finca de las mariposas.

Esta vez hice una historia cortita del donas, pero la verdad es que disfrute mucho escribiendo.

Pdt: con esto ya es la tercer historia de Rengoku x oc. Creo que será la última que escriba, o al menos por ahora ya que quiero darle más concentración a otros animes y a otros husbandos que tengo.
Ya pasó bastante que escribí está historia, desde entonces mi lista de husbandos cambio mucho, ¿Ustedes tienen lista de husbandos o waifus?
Aunque quien sabe, talvez algún día vuelva mi cariño por Rengoku y escriba otro fanfics de el.

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