Espero les guste 😊

Recuerdos VII.

Un nervioso castaño, dos pequeños pelirrojos y dos rubios esperaban que el avión despegara. Kōki no podía dejar de mover sus manos y pies; en tan sólo unas horas llegarían a Japón, al país que había abandonado hace 5 años.

Dos meses atrás Masaoki y Seiji le habían pedido conocer su padre Akashi Seijūrō.

Para ello, Masaomi-san logró converse a la editorial BOARD de asociarse con la editorial Usagi para así expandir las ventas de los libros de ambas editoriales y aumentar sus ganancias, la única condición fue que Kōki trabajará desde Japón.

Ellos llegarían una semana antes para poder instalarse en su nuevo hogar.

Emi y Kano decidieron viajar y quedarse con ellos, ambos se habían casado y aprovecharían para conocer a la familia de Kano.

—Pasajeros del vuelo 1234 con destinó a Japón, abordar por la puerta 3,

—Oh dios... Es hora— dijo, Kōki camino llevando a sus dos hijos de la mano.

Kizuke y Emi veían los nervios de Kōki, era increíble que hubiese aceptado regresar, y más sabiendo que volvería a reencontrase con Seijūrō, 5 años después del mismo día que el pelirrojo lo abandono.

Masaoki y Seiji durante los dos meses habían escuchado llorar a su mami desde que le pidieron conocer a su padre. Su abuelito les dijo que entre su mami y su padre las cosas terminaron mal, y por eso su mami sufría, pero también que su padre seguía amando a su mami.

—Mami— dijo Seiji deteniendo el paso antes de subir al avión.

—¿Qué sucede Seiji?— preguntó Kōki deteniéndose y miró a su hijo.

—¿Ya no amas a papá?— preguntó y Masaoki también lo miró.

Kōki sonrió con nostalgia, se arrodilló y miró a sus hijos a los ojos —Aún lo amo, pero no sé si pueda volver a confiar en él. Por ustedes, trataré de congeniar con Seijūrō.

Masaoki y Seiji sonrieron, su mami seguía amando a su padre; continuaron caminando, abordaron el avión y en cuestión de minutos despegó.

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Tras horas eternas de vuelo, llegaron a Japón.

Kōki le había puesto unas gorras y los lentes favoritos a sus pequeños. Si había algún reportero y vieran a los niños, inmediatamente sabrían quién es su padre. Después de todo, sus hijos eran físicamente idénticos a Seijūrō.

Recogieron su equipaje (cerca de 15 maletas entre todos), y caminaron hacia la salida llamando la atención de todos. Pues una hermosa rubia llevaba de la mano a dos pequeños y atrás de ella, un guapo y sexy rubio empujando un carro con gran parte del equipaje y detrás de un sensual castaño jalando dos grandes maletas y una mochila en su hombro.

Al llegar a la puerta había tres hombres y uno traía un letrero "Furihata".

—¡Abuelito!— dijeron los gemelos al reconocerlo.

—Bienvenidos a Japón— dijo arrodillándose y abriendo sus brazos para recibir a sus lindos nietos.

—Excelente disfraz— dijo Kōki sonriendo al ver a Masaomi con una peluca negra y vestido informal (pantalón de mezclilla, playera blanca y una chaqueta negra).

—Bueno vayamos a su nuevo hogar. Emi, Kizuke, gracias por esto— dijo con una reverencia.

—Es lo menos que podíamos hacer, amamos a los lindos retoños y ya nos encariñamos con Kōki-sama— dijo Emi.

—Salgamos de aquí— dijo Masaomi cargando a sus nietos.

Salieron del aeropuerto y abordaron las camionetas. En una iba Emi y Kizuke y en la otra: Masaomi, Kōki y los niños.

Rui observaba al castaño a través del retrovisor, sabía quién era, y le sorprendió verlo llegar con dos niños, pero al verlos subir a la camioneta y que se quitaran las gorras y los anteojos quedo boquiabierto. Eran dos mini réplicas del joven Seijūrō.

—Kōki, el día del evento se llevará en un salón del xxxxx a partir de las 6. Tú libro saldrá publicado ese mismo día, ya están trabajando con la traducción del segundo— dijo mientras le hacían cosquillas a Seiji.

—Entiendo. Pero sigo sin creer que haya convencido a ambas editoriales— dijo acomodando le la camisa a Masaoki.

—En realidad, la compré— dijo como si nada.

—¿Qué?— gritó exaltando a todos.

—La compre para poder traerte sin problemas. No te preocupes, nadie sabe— dijo rascando su barbilla.

—Claro que sí, toda la editorial lo sabe— dijo molestó.

—Todos se quedaron con su puesto, sólo el encargado lo sabe ya que es el dueño...bueno era el dueño— explicó.

—Oh dios....— dijo cubriéndose el rostro.

—No te preocupes, él aceptó a vender porque tiene problemas económicos, si seguían así cerrarían en menos de un año y cerca de 50 personas hubiesen sido despedidas. Seijūrō se encargó de hacerles el plan de negocios y ahora están retomando sus ventas, eso significa ganancias para mí— explicó viendo a Kōki.

—Sei... ¿Akashi sabe que estamos aquí?— preguntó nervioso.

—No, Seijūrō sólo sabe que compre la editorial para traer a Aka Ai a Japón— dijo viendo a la mirada de Kōki.

—¿Papá? ¿Cuándo lo conoceremos?— preguntó Seiji, ante la mención de su padre.

—Una vez que Kōki hable con él y le explique sobre ustedes— dijo Masaomi.

—Si— afirmó Kōki, miró por la ventana, 5 años se cumplirían de aquel día en que Seijūrō le destrozó el corazón. Lágrimas se deslizaron por sus mejillas y rápido las limpio, pero notó la mirada del chofer sobre él y término desviando la mirada nuevamente.

—Rui te pido que no le digas nada a Seijūrō, Kōki se lo dirá. Por ahora mantener el secreto— dijo Masaomi. Rui asintió.

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Llegaron a la nueva casa, está se encontraba ubicada a unas 20 cuadras de la mansión Akashi. Era bastante hermosa y del mismo tamaño de la de NY.

—Es hermosa, pero no creo que costará lo de la casa Furihata— dijo Kōki.

—Obvio no, pero es el lugar ideal para ustedes. Así que no empieces a protestar.— dijo llevando a sus nietos hacia el interior de la casa.

Después de llevarlas maletas a sus respectivas habitaciones, la mayoría se durmió entre ellos Kōki y los gemelos.

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Se tardaron dos días dejando todo desempacado, ese día hicieron una comida para celebrar.

Masaoki y Seiji habían asistido al preescolar que Masaomi los inscribió. Se veían adorables su pequeño short azul marino y su camisa azul cielo.

Por su parte, Kōki fue toda la semana a la editorial Usagi. Le explicaron como trabajaban ellos y su forma de pagó. También como serían las entregas de su próximo libro, el cual tenía que comenzar a trabajar en un mes. Aunque se sentía algo cohibido por las miradas de mujeres y hombres por igual, inclusive pensó que estaba más vestido. Su nuevo editor resultó ser Fukuda, su antiguo compañero de Seirin.

—Se ve muy guapo y sensual— dijo Emi viendo al castaño.

Traía un traje negro hecho a la medida, un cheleco sin mangas, marcuennillas y corbata plateada. Su cabello normalmente lo traía revuelto, lo había peinado hacia atrás y gracias a la crema que le había regalado Susan su piel estaba suave y tersa dándole un brillo único —Eso..no es cierto— dijo sonrojado.

—Claro que si, Kōki-sama. Estos años le he estado diciendo los mismo, usted es muy guapo y esas curvas que adquirió después del parto le dejaron un hermoso y sensual cuerpo— dijo Emi con satisfacción al ver el rostro apenado de Kōki.

—¿De verdad lo crees? ...Digo, soy un hombre y tengo curvas, no es normal— respondió recordado las veces que se a visto desnudo en el espejo de cuerpo completo.

—Claro que es normal, es un doncel. Es normal tener curvas y un buen c...trasero— dijo sonriendo.

—hmm....— sólo hizo el sonido.

—¿Está nervioso por verlo?— preguntó.

—Si... No soporto más, esta misma noche le diré sobre los niños. Esperó que quiera conocer los, Masaoki y Seiji están muy ilusionados por conocer a su padre.

—¿No es muy pronto?— preguntó nervioso.

—Sí, pero es lo mejor para los niños— dijo sentándose al lado de Emi.

—¿Y para usted, Kōki-sama?— preguntó viéndolo a los ojos.

—Estoy nervioso. Tengo miedo de que me reclame por ocultarle los niños y me los quiera quitar— dijo al borde de las lágrimas.

—No lloré, Seijūrō-sama no se los quitará. Él lo ama y los amará aún más cuando los vea, son idénticos a él —dijo abrazando al castaño.

—Eso esperó... No sé que haré si los rechaza, ellos son los que me preocupan— dijo Kōki.

—Todo saldrá bien, él lo ama y usted también lo ama. Si yo fuera Seijūrō-sama al ver lo, sin duda alguna lo arrastraría a una suite del hotel y no lo dejaría levantarse en toda la noche de esa cama— dijo sonriendo de forma pícara.

—¡Emi!— dijo completamente sonrojado, sentía su corazón saliéndose de control al pasar una imagen de eso por su mente y cierta parte de su cuerpo diera índices de querer despertarse.

De pronto la puerta se abrió y era Masaomi —Kōki... Es hora— dijo el pelirrojo.

—Si— respondió levantándose y dirigiéndose a la salida.

—Es hora de que te enfrente y conozcas la verdad, Seijūrō— pensó al mirar hacia su casa y ver a sus pequeños sonriéndole y diciéndoles adiós.

Ultimo capitulo de recuerdos