Capítulo 2
A la mañana siguiente...
Dormida en su pecho, comencé a tener una horrible pesadilla con que mis crueles padrastros nos encontraban y le hacían daño a Layne y desperté gritando.
— ¡NO! ¡NO! — Layne me vio alarmado.
— ¡¿Qué pasa, mi hermosa?! ¡Mi amor!
— ¡NO!
—Tranquila, es solo una pesadilla, amor mío — desperté afligida.
—Mi Layne — rompí en lágrimas y lo abrasé fuerte.
Él preocupado, me abrasó y me escuchó llorar.
—Oh no...
—Tranquila, estoy aquí. No tengas miedo, mi niña.
No podía dejar de llorar. Estaba muy asustada, y él preocupado, no dejó de abrazarme y me tomó y cargó con cariño en sus brazos. Yo lo miré con mimo y amor.
— ¿Qué pesadilla tuviste esta vez, mi vida?
—Vámonos de aquí, mi Layne. Ellos nos van a encontrar, mis padrastros nos van a encontrar.
— ¿Por qué estás tan segura de eso? Cariño, estamos a kilómetros de la ciudad. No nos van a encontrar tan rápido.
—La pesadilla que tuve, fue contigo. Mis padrastros nos encontraban aquí y te hacían daño, mi amor — me miró alarmado — Y yo no quiero que te hagan nada. Me muero si te pasa algo, mi Layne — tomó mi rostro en sus manos.
— No me va a pasar nada ¿Entiendes? Antes que esos infelices me hagan algo, yo me defenderé y te defenderé a ti. No permitiré que nadie, ni menos esas malas personas vuelvan a lastimarte — lo miré llorando.
—Mi amor.
—No temas, que, a mi lado, jamás te sucederá nada.
—... — me vio directo a los ojos y yo me perdí con amor en ellos.
— ¿Confías en mí?
—Sí, confío en ti, Layne.
Él me sonrió y con ternura besó mi frente y después mis labios.
Sentada en su moto, me puse el casco y Layne apagó el cigarrillo y se sentó delante de mí. Volteó a verme y me sonrió; encendió el motor y arrancamos rápidamente a otra ciudad.
Aferrada a su espalda, tenía mis manos alrededor de su cintura; el viento jugaba con nuestros cabellos y yo con el corazón acelerado de encanto y de dicha por Layne, él recapitulaba una y otra vez que habíamos hecho el amor y se sentía el hombre más feliz del mundo.
De pronto, llegamos a un extraño campo de flores y rosas y a mí se me fueron los ojos de sorpresa y encanto.
— ¡Mira, cariño! — apunté con el dedo hacia unas bonitas rosas y él giró a verlas y sonrió.
— ¿Quieres que nos detengamos para que te acerques y recojas una? — le sonreí al igual que una niña cuando quiere que le compren un juguete.
—Sí. Me encantaría — sonrió con ternura.
—Ok, deja estacionarme.
Layne estacionó su moto; yo me saqué el casco y corrí a ver y a contemplar las preciosas rosas y él me siguió.
Una suave brisa corrió en mis mejillas y Layne tras de mí, yo lo sentí y el corazón y alma me brincaron de felicidad y me volteé a mirarlo perdidamente, mientras que el viento jugaba con mi largo cabello. Él me vio con detenimiento y capturó esa imagen mía, junto a las flores y mi cabello revuelto.
<< Cuanto te amo y adoro. Mi preciosa Margarita. >>
Yo le sonreí derretida y con pudor y él me amó con locura y deseos.
Con vergüenza, mis mejillas se enrojecieron y tiesa y feliz, me volví a mirar las flores y rosas y Layne se me acercó, me tomó por la espalda y yo vibré por completo. Él me miró intenso y me habló al oído.
— ¿Cuál te gusta? — le sonreí pudorosa y luego reí. Él amó verme sonreír y reír y con más cariño me tomó de la cintura. Era como si pretendiese no alejarme de su lado, ni soltarme por nada.
Volví a mirar las flores y rosas y me gustó una especial.
—Me gustan esas, las de color rojo — le jadeé con mimo, loca por él, y Layne me sonrió todo galán.
Con el aliento entre cortado y mi alma toda revuelta de felicidad, me desprendí suavemente de sus brazos y me agaché a recoger un enorme ramo de las rosas que me habían gustado y Layne me vio hacerlo y me amó perdidamente.
Con la necesidad de querer fumarse otro cigarrillo, se apoyó junto a su moto, sacó la cajetilla de su chaqueta de cuero y encendió uno.
Mientras aspiraba y soltaba el humo, me observaba con detenimiento recoger cada flor y el corazón le palpitaba fuera de control.
Recordó una vez que habíamos estado juntos y esbozó su dulce sonrisa.
Volvió a correr una suave risa en aquel campo, y yo feliz y plena de estar recogiendo flores y rosas, el miedo que tenía hacia mis padrastros lo había olvidado, más solo quería permanecer allí junto a mí amado Layne y que ese momento no transcurriera jamás.
Layne se sentía tan pleno como yo y suspirando, de pronto reaccionó y se me acercó con cariño.
Se agachó junto a mí y yo le sonreí.
— ¿Estás lista, mi hermosa?
—Sí. Recogí todas estas, mira — le mostré todas las rosas y flores, que con gusto había cortado, y él me sonrió.
—Quedarán muy bonitas en nuestro dormitorio.
Mis ojos brillaron con ilusión y amor y Layne besó con anhelos mis labios.
Acomodándome tras suyo, sujeté fuerte las rosas y flores y me abrasé otra vez a Layne y él sonrió al sentir mis manos en su cintura.
—Te amo, mi hermosa.
—Y yo te amo a ti, mi Layne.
Risueño, encendió la moto y arrancamos en ella...
Llegamos a otro pueblo, y los dos cansados, nos sacamos el casco frente a un auto negro, y sin darnos cuenta, mi padrastro nos vio y sonrió.
—Por fin te he encontrado, desgraciado. De esta no te liberarás...
Yo exhausta, Layne me miró y acarició mi mejilla.
— ¿Estás bien, mi amor?
—Tengo mucha sed y hambre.
—Sí, la verdad es que yo también estoy hambriento. Hagamos un alto y vamos a comer algo.
—Sí. — me tomé con mimo de su brazo y Layne me sonrió y caminamos, así juntos, a buscar algún restaurante para comer algo.
Mi padrastro, sin cejar, se bajó de aquel auto negro y se acercó a la moto de Layne.
La ley aún no llegaba a aquel pueblo, de modo que mi padrastro nos había descubierto por las suyas y solo con deseos de vengarse de mi novio, no le importó el protocolo de la policía y quiso actuar por su cuenta.
—Veremos si con esto, podrás seguir huyendo con mi hijastra, Staley. Ahora sí que no tendrás escapatoria. Te haré pagar por haberte llevado a Margarita sin mi consentimiento.
Mi padrastro sin piedad cortó los frenos de la moto de Layne y esperó con goce lo que sucedería, sin darse cuenta que un tipo, posiblemente vecino de aquel pueblo lo veía atento desde la calle de al frente.
La moto botó un poco de petróleo lo que le pareció más gratificante a mi padrastro y ya con los frenos cortados de esta, él río y regresó a su lugar de escondite, dispuesto a ver hasta donde llegaríamos los dos con la moto en aquellas condiciones.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro