
XXIII
Luhan volvió a casa desanimado. Los planteos de Sehun le parecieron fuera de lugar al comienzo, pero luego de pensárselo mejor, tenía que aceptar que la culpa había sido suya por no hablarle a su novio sobre las cosas importantes que habían pasado. No terminarían por algo así, pero la mirada herida de Sehun no desaparecía de su mente. Lo había tomado desprevenido a decir verdad, Sehun era siempre tan listo e independiente que no creyó que pudiera molestarse por algo así alguna vez. Prevenía que había más detrás de su desplante, pero sea lo que sea, lo primero era disculparse debidamente.
Con un suspiro se quitó el abrigo y vio alrededor mientras se descalzaba, extrañándose de que Haru no lo hubiera recibido con su usual y tranquila sonrisa.
-¡Ya llegué!- Avisó.
Yan Yan tampoco había venido a pelear. Las luces estaban bajas, sólo un poco del atardecer se filtraba a través de las ventanas. Frunció el ceño.
-¿Han?- Escuchó a Haru y su corazón se relajó.
-¡Lao lao!- Cuando llegó al salón, la sonrisa que traía se disipó.
Haru estaba allí con expresión preocupada, Yan Yan también parada de brazos cruzados, ambas en silencio frente a la presencia de sus padres sentados en el sofá. Al instante, su corazón comenzó a latir con tanta fuerza que se quedó sin aliento. No tenía idea de por qué estaban allí, pero no podía significar nada bueno. Yan Yan le hizo un gesto duro, indicándole que tomara asiento en el sillón que estaba cerca de ella; mientras la obedecía pasando saliva con dificultad, Haru se excusó con una reverencia y se fue. La siguió todo el camino hasta que cerró la puerta y sólo entonces se giró hacia los otros dos: sus expresiones eran estoicas.
-Hum, ¿qué...? ¿Qué los trae por aquí?- Sonrió forzado.
-Dinos tú, Han.- La voz grave y comedida de su padre retumbó por el silencioso lugar de forma tétrica. -¿Por qué estamos aquí?
Negó sin palabras.
-Hemos escuchado cosas poco placenteras.- Prosiguió. -¿No imaginas de qué se trata?
-Yo...
Tiraron una carpeta llena de papeles sobre la mesa de té, el estrépito lo hizo respingar. Su padre unió ambas manos y lo vio sin expresión. La tomó con lentitud y leyó informes sobre él, incluso había fotos en el restaurante. Con una pasada rápida notó que se trataba de conclusiones sobre su desempeño.
-No cumpliste con nada de lo requerido.- Aunque no hubiera terminado de leer, su padre lo resumió por él.
Su madre se llevó una mano a la frente y negó. -No te hemos educado para esto.
-¿Educado...?
-¿Qué pasó con todo el tiempo que pasaste aquí? ¿No sirvió de nada? ¿Qué has estado haciendo?- Su padre lo amedrentó a preguntas. -Nunca fuiste muy rápido, pero pensé que con algo de práctica te acostumbrarías. ¿Tengo que tomarte como un caso perdido?
-Yo ya lo sabía.- Continuó su madre, fruncía el ceño con frustración. -Te dije que no podría, querido. Han es... No es ávido para los negocios.
Luhan estaba entumecido. Supo que algún día llegaría este momento y honestamente pensó que se sentiría peor, lo único que experimentaba en esos momentos era incredulidad. ¿Qué clase de broma pesada y estúpida era esta? Ni siquiera podía encontrar palabras que encajaran con todo lo que pasaba por su cabeza, en su lugar, siguió ojeando las páginas de aquella carpeta.
-Tu incompetencia para el trabajo no fue lo más inaceptable sin embargo.
Sonrió con sarcasmo cuando llegó al apartado final. Tendría que haberlo sabido. Si sólo fuera porque lo habían juzgado inadeacuado para el negocio familiar, lo habrían enfrentado de esta manera hace tiempo. Era evidente que había algo más.
Algo peor.
-Lo único que tenías que hacer era aprender a manejar el restaurante, pero no sólo no te interesó en lo más mínimo, ¿sino que además seduces a tus empleados?
-Podría haberlo dejado pasar si se tratara de alguna de las hijas de nuestras familias amigas, pero esto... Por Dios, no sólo es un hombre, también es un...- Su madre pareció enferma. -Ni siquiera teníamos altas expectativas, ¿tan mal te hemos juzgado, Luhan?
Ni siquiera los miró mientras pasaba los dedos sobre las fotos que los mostraban a él y a Sehun juntos en varias oportunidades diferentes.
-No te quiero aquí.
La resolución retumbó en sus oídos e hizo eco. Miró a su padre.
-No te quiero bajo mi techo ni llevando mi apellido.
-¿Me estás echando por enamorarme de otro hombre?- Preguntó.
Su madre dio vuelta el rostro con un gesto perturbado. ¿Era esto una mala obra de teatro acaso?
-Jamás has cumplido con nada, sólo nos decepcionas y ahora eres un degenerado.- El rictus de su padre fue repugnante. -¿Tienes idea de lo que pensarán los socios si te dejo más tiempo cerca?
-Ni siquiera tienes la decencia de ocultarte.- Agregó la otra y miró a Yan Yan con dagas en sus ojos. -Seguro la asquerosa de tu prima te ha llenado la cabeza.
-Qué perspicaz, tía querida.- Yan Yan sonrió. -Di di, ¿por qué no les cuentas sobre la vez que los dejé entrar y hacer de las suyas sobre la cama de ellos? ¡Fue toda una fiesta!
-¡Suficiente!- Su padre golpeó la mesa con fuerza. -¡Lárgate, perra trepadora!
-No.- Intercedió él con calma. -Jie jie no tuvo nada que ver en esto, fue mi propio sentir.
-Bien. Si consideras que mantener una relación insana y mal vista no es suficiente, explícame esto entonces.- Arrojó más documentos.
Se trataba de las inscripciones a la universidad que había hecho la semana pasada. Lo recorrió un escalofrío, ¿cómo habían conseguido todo eso?
-Sólo te la pasas haciendo idioteces a mis espaldas. ¿Qué es esto? ¿Una broma?- Barrió lo que había sobre la mesa con furia. -¡No te lo he dado todo para que me salgas con estas!
-Piensa en lo que dirán, Luhan, seremos el hazmerreír. Escúchanos, si obedeces, las cosas no tienen por qué terminar así.
Luhan mantuvo un prudente silencio. Observó la basura en el suelo y luego a ellos.
-¿Qué tienes para decir?- Insistió su padre.
Se encogió. -Nada.
-Entonces,- Se puso de pie. -Vete de mi vista.
-Como quieras.- Se alejó con paso tranquilo, pero antes los enfrentó una última vez. -Les agradecería por todo este tiempo, pero honestamente no pienso que hayan hecho gran cosa, así que...- Volvió a encogerse con una pequeña sonrisa. -Adiós.
Yan Yan corrió tras él. -Di di, ¿qué vas a hacer?
-No tengo idea.- Dijo, extrañamente emocionado.
Al parecer, su actitud fue tan inesperada que hasta alguien como Yan Yan pareció perdida y se quedó callada. Lo primero que hizo fue subir las escaleras, encerrarse en su habitación, coger cualquier maleta y llenarla de cosas. Cuando bajó, Haru estaba dando vueltas en el recibidor.
-¿Cómo está? ¿Qué le han dicho? ¿Le han hecho llorar otra vez?- Tomó su rostro con ambas manos cuando fue con ella.
-Estoy bien, lao lao.- Respondió con tranquilidad.
Ella se alejó igual de extrañada. -¿Cómo? Entonces... ¿No fue nada malo?
-Sí lo fue, pero ya no importa.
Haru y Yan Yan se miraron, escépticas. Él cogió su pequeña maleta; ni siquiera sabía si lo que llevaba era suficiente o no, pero tampoco interesaba.
-Luego vendré por el resto.- Avisó con simpleza.
-¿A dónde irá?- Lo siguió Haru. -Yo iré con usted.
-No.- La frenó. -Ya es tarde, lao lao. Me sentiría mejor si te quedaras segura en casa.- Vio a su prima. -Quédate con ella, jie jie, no quiero que esté sola.
-No pienso quedarme con esas dos mierdas.
-No les presten atención. Están tan molestos que se irán lo más pronto posible... Luego de cancelar mis tarjetas y cambiar la contraseña de las cuentas.- Rascó su nuca con pena.
Haru negó con los ojos llenos de lágrimas. -¿Qué haremos ahora?
-Algún día pasaría.- Sonrió. -Me han hecho un favor a decir verdad.
-Sí, pero...
-Tengo amigos con mansiones enormes, no les molestará acogerme un tiempo, no hay de qué preocuparse.- Abrió la puerta.
-¡Luhan!- Llamó Yan Yan. -Esto no es por la empresa.- Sonrió grande con esa picardía característica de ella. -Felicidades.
******
Era entrada la noche cuando el timbre de su casa sonó y al abrir la puerta, Sehun encontró a su novio. Ante su ceño fruncido y su silencio desconcertado, este le devolvió una tímida mirada por debajo de su flequillo.
-¿Pasó algo?- Preguntó ni bien asimiló la imagen. Que estuviera allí a esa hora y sin avisar no decía nada alentador.
Luhan hizo una mueca. -Algo así.
De inmediato una sensación de malestar se instaló en su estómago. -Sobre lo de hoy...- Dio un paso hacia afuera y chocó con una maleta en el suelo. -¿Qué...?
Lo miró y, sin esperar ninguna explicación, lo asió de la muñeca y lo metió dentro.
-¿¡Te echaron de tu casa!?- Golpeó la mesa frente a él cuando se puso de pie.
Su madre sentada a un lado puso mala cara. -Sehun.
-¿Con qué derecho?- Cuestionó furioso. -¿Bajo qué pretexto estúpido?
-Pues...- Luhan lo miró a los ojos, la incomodidad era obvia, y comprendió.
Volvió en sí de repente, tomó asiento de a poco y hundió su rostro en ambas manos cuando comprendió su grado de participación en toda aquella situación. Su madre lo vio de reojo.
Luhan simplemente suspiró. -No sirvo para el negocio y los desobedecí al inscribirme en la universidad a sus espaldas. En parte es mi culpa, supongo. Podría haberme quedado, pero debía abandonar todo y volver a hacer lo que ellos quisieran.- Agachó el rostro y al segundo siguiente, su voz fue quebradiza. -Pude haber ido con cualquiera de los chicos, pero no quise, ustedes son lo más cercano que conozco a una verdadera familia... ¿Me dejarían pasar la noche aquí? ¿Por favor?
-No puedo entender cómo es que existen personas capaces de tratar de esa manera a su propio hijo.- Dijo su madre con tristeza. -Luhan, eres un buen chico. No tenemos mucho, pero las puertas de mi hogar siempre estarán abiertas para ti.
Luhan asintió muchas veces con los ojos brillosos.
-¿Oppa?- Ha Yoo apareció en pijamas y frotándose los ojos.
-No es nada, cariño.- Su madre la cogió en brazos. -Luhannie oppa sé quedará con nosotros un ratito.
La otra bostezó largo. -¿Vamos a jugar?
-No, nos iremos a la cama ya.- Se giró hacia ellos. -No tenemos habitaciones extra, puedes quedarte con Sehun.
-Muchas gracias.- Luhan hizo una reverencia. -Y lamento haberte despertado, Ha Yoonnie.
Sehun cogió una larga respiración y suspiró; sin una palabra, fue hasta su habitación con Luhan siguiéndolo por detrás. Mientras acomodaba un poco alrededor y preparaba la cama en el afán de mantener las manos ocupadas y distraerse un poco, el otro lo observó parado en medio con las manos tras la espalda.
-Usa mi cama.
-¿Y tú?
Sacó un rollo gigante de tela sintética de adentro del armario. -Usaré la bolsa de dormir.
Luhan no dijo nada mientras se sentaba en el colchón, pero alcanzó a ver de soslayo su cara angustiada, lo que apretó su pecho y lo hizo sentir todavía peor. Abrió la bolsa de dormir y se metió dentro de espaldas a él luego de apagar la lámpara. La única ventana tenía la persiana arriba y las cortinas descorridas, la luz potente de la luna se filtraba y proyectaba la sombra del otro detrás, erigiéndose e inundando el cuarto. Su presencia era imposible de ignorar, casi opresiva para su consciencia.
-Sehun.- Oyó su susurro ahogado. -No puedo dormir si estás lejos de mí.
La angustia se volvió insoportable a solas. Salió de la bolsa y, sin más, lo abrazó con tanta fuerza como para dejarlo sin aire. La situación seguía siendo una mierda, pero se sintió bien al instante. Ojalá pudiera fundirse en él y compartir su pena de una manera más profunda.
-Lo siento. Lo siento.- Repitió.
Luhan exhaló lento y trémulo, y sorbió por la nariz como si estuviera a punto de llorar. Lo alejó sólo un poco para poder verlo a la cara y, aunque tenía el rostro rojo y los ojos acuosos, le sonrió.
-Está bien.- Aseguró.
-No, no lo está.- Y ahora fue él quien combatió las ganas de llorar. -Prácticamente ya no tienes nada. Ni familia, ni dinero, ni casa... Y todo por mí.
-¿Piensas que lo que hacemos está mal?
Negó cabizbajo, frotándose las mejillas con ambas manos. Le gustaría hablar, pero el nudo en su garganta lo estrangulaba.
-Entonces no importa.
-Tú... ¿Tú no estás triste?
Luhan se encogió con la misma sonrisa. -¿Qué puedo decir? Sabes lo presionado que me hacían sentir, mis padres siempre hicieron más mal que bien.
Sehun intentó calmarse tras un corto silencio. -¿Seguirás adelante con todo lo demás entonces?
-¡Claro! Ahora soy libre.
-¿Pe-pero dónde te quedarás? ¿Qué dinero usarás?
-¡No tengo idea!- Comenzó a reír como un tonto. -No tengo idea, Sehun.
Lo admiró con sorpresa. -En serio no te importa...
-Lo único que lamento es que ya no podré ver tan seguido a Haru, con lo demás ya me las arreglaré.
Contuvo los hipidos hasta que casi desaparecieron. -Hyung... Luhan, estoy muy feliz por ti.
Su novio le acarició el rostro con dulzura. -Lo sé.
Sehun estuvo a punto de estallar en llanto otra vez. -Pero tengo mucho miedo.
-¿Por qué?
-La última vez... No quise ser así, no quise enojarme, pero... pero me siento cada vez más inútil.- Confesó. -Tú ya eres un adulto y cada vez tienes más metas, y yo, aunque finja que no, soy un niño que no sabe hacer nada especial. Siento... Creo que ya no me necesitas, hyung.- Sollozó. -Ya ni me hablas sobre lo que te pasa. Ya no sirvo.
-Sehun...- Luhan posó una mano sobre su hombro. -¿Sabes por qué fui a la entrevista e ingresé a la universidad?
-No...
-Fue por ti, tonto, tu me ayudaste a tomar la decisión. ¿Sabes? Todo el tiempo antes de entrar, mientras Baek me hablaba, incluso mientras llenaba los papeles de inscripción, todo el tiempo estuviste en mi mente, Sehun. Sin ti, de seguro todavía estaría dando vueltas sobre lo mismo, con miedo a hacer cualquier cosa.
Lo miró de reojo, con desconfianza. -¿Hablas en serio?
Luhan dejó un beso sobre su nariz. -No estoy contigo porque seas útil o no, estoy contigo sólo porque eres tú. ¿No lo entiendes?, como eres, estás hecho para mí.
-Temo... Temo no poder seguirte el paso, y que en un tiempo ni siquiera pueda verte desde donde estoy.
-Es normal que tengamos metas diferentes, a todos nos pasa. No pienses que estás estancado haciendo nada, tú tienes tus propios asuntos y yo tengo los míos. Nos encargamos de ellos y si lo necesitamos, nos ayudamos, pero siempre juntos, eso es todo.
Sehun fregó su nariz con la manga de su camiseta. -¿Cómo supiste que te gustaba el diseño?
-Un día encendí la televisión y justo transmitían un desfile de modas. Me lo quedé viendo porque fue interesante y a partir de allí, investigué cada vez más. Nita Kwon fue quien más llamó mi atención. Luego conocí a su hijo y también me impresionó.- Luhan ladeó el rostro con curiosidad. -¿Por qué el cambio de tema?
-Amo escucharte hablar así... Como que... me siento inspirado, no lo sé.- Se encogió. -Me gustaría ser más como tú.
Luhan abrió grande los ojos, tan grande, que hasta la luna se vio reflejada en ellos. Antes de que pudiera reaccionar, tenía sus labios encima besándolo con fuerza. Fue tan repentino y brusco, que sus dientes chocaron y sus frentes se golpearon ligeramente, pero no importó. Luhan le llenó el rostro de pequeños besos, haciendo que su corazón latiera emocionado. No tenía idea de que oír eso lo haría tan feliz, pero debía admitir que ser mimado así por su novio era precioso.
-Eres muy inteligente y capaz.- Lo halagó besando sus mejillas. -Nunca dudes de eso, ni te subestimes.- Y volvió a pararse sobre sus labios.
Sehun se abrazó a él con torpeza, era la primera vez que se sentía así de desbordado, y no sabía muy bien qué hacer. Se sentía aliviado y a la defensiva a la vez, una mezcla extraña que no le resultó molesta. Si era con Luhan, entonces estaba bien porque aunque para el resto fuera un chico obtuso y torpe, para él era su mayor fortaleza. El pilar más confiable que nunca se desmoronaría y nunca se rendiría.
Su hyung era mil millones de veces mejor que cualquiera.
-Dormiré contigo.- Susurró sobre su boca.
Luhan se rio bajito. -Es justo lo que quería. ¿Tu familia...?
-No me importa, quiero estar contigo.
Se acomodaron como pudieron dado que ninguno quería separarse ni un centímetro del otro. Abrazados, se vieron a los ojos y propinaron caricias cortas y suaves sobre sus pieles.
-¿No tienes algo que te guste en serio?- Preguntó un Luhan adormilado. -¿Algo en lo que seas bueno?
Sehun negó con los ojos cerrados. -Soy insulso.
-No digas tonterías.- Se abrazó de forma estrecha a su cintura. -Ya encontraremos algo, no tienes por qué sentirte ansioso.- Le habló acurrucado en su pecho. -Por ahora sólo rinde bien en la escuela y termínala a tiempo.
Sehun suspiró y los cubrió con la cobija.
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