Definir una relación con palabras es pecado.
Decir que fuimos cercanos no es del todo acertado,
decir que fuimos lejanos está muy equivocado.
Somos especiales, fuiste importante.
Explicar algo no es del todo importante,
¿a quién deberíamos decirle lo que sentimos y el tipo de relación que teníamos?.

Fui tu mejor amigos,
te apoyé con abrazos o sonrisas,
te permití llorar y gritar.
Fuimos el hombro del otro.
Siempre estuvimos juntos,
lado a lado,
en la confianza más ciega del mundo
y el sentimiento más sincero.

Fuí tu pareja.
Tal vez no fue exactamente eso,
pero para mí fue parecido.
Despertarte todos los días,
prepararte el desayuno,
obligarte a comer Natto,
charlar contigo un rato.
Viendo cómo tenías que salir,
dudando en si ibas a volver,
pero solo podía quedarme esperando
para volverte abrazar
y verte llorar.

Fuí tu luz,
esa que brillaba para ti en los días oscuros.
En aquel entonces,
mencionaste las cosas opacas,
mientras yo te hablaba de brillo.
Mencionaste que tenías una vida sin sentido,
o por lo menos hasta que me viste.
Decías que con mi sonrisa
volvías a ser,
volvías a vivir,
tal vez no lo entendí del todo,
pero supe que no era malo
porque estabas sonriendo.

Cada palabra que dijiste
es un recuerdo vivo
que intenta distorsionarse,
pero lo tengo bien grabado.
No era un buen fotógrafo,
pero cada fotografía tuya es perfecta,
tal vez se deba a tu belleza natural
o a la iluminación del lugar,
y sin embargo,
la mirada no te puedo apartar.

Fuí tu destino,
ese que antes de verme consideraste maldito.
Cambié el rumbo de tu vida,
Estuvimos juntos viviendo día tras día.
Esperábamos el mañana con nuestras manos heridas,
pero unidas.

Fuí tu alma gemela,
esa que solo encuentras una vez en la vida.
Te compartí mi alma,
y aunque ahora cargo con una mitad,
valió la pena intentar.
Nuestras almas se conectaran,
estoy seguro ello,
por eso con emoción espero
para volver a unir nuestros pedazos.