061
D R A C O.
El sol que entraba por el ventanal, calentaba la habitación por completo, creando una sensación de sosegó.
Draco giró sobre su espalda y se rehusó a despertar.
Minutos después, Isabella se acercó a él; colocó una mano sobre su pecho y después de un latido: los suaves labios de Isabella estaban sobre su cuello y su lengua en contacto con su piel.
Jadeó con los ojos cerrados, aún somnoliento. Entonces la mano de Bella serpenteó por todo su cuerpo mientras dejaba un casto beso sobre su mejilla y su mano frotaba su pene de arriba a abajo.
Sintió estremecerse. Su pene se puso duro y listo.
— Estoy caliente.— el cálido aliento de Isabella le hizo cosquillas al costado de su cara.
Sintió su lengua sobre su lóbulo de la oreja y una pequeña y sensual mordida.
Abrió los labios para dejar salir un gemido.
Minutos después, sintió como Isabella le quitaba los bóxer. Abrió sólo un ojo y observó como Isabella inclinaba la cabeza y se metía el pene de Draco a la boca, sin siquiera pensarlo.
Sacó la lengua y le acarició la vena que tenía al costado.
— Oh...— dejó salir Draco.
Cada vez se sentía más excitado. Una presión se estableció en su abdomen bajo.
Entonces, Bella lo recibió en su cálida boca.
Su saliva le empapó el pene por completo.
Draco llevo una de sus manos a la espalda de Bella, pasándole la yema del dedo por toda su columna, llegando a su cabello castaño; cogio un puñado de su cabello y la ayudó a profundizar más.
Su boca estaba tan calida. Su lengua se sentía exquisita cuando la deslizaba por su pene repetidamente.
Draco emitió un sonido gutural, y su estómago se contrajo.
— Qué linda boca...— murmuró—. Qué bien me toma... por completo.
La boca de Bella subia y bajaba por el pene de Draco. Alzó los ojos hasta su cara y lo miró con atención.
Contacto visual mientras lo tomaba por completo.
— Buena chica.— dijo mientras observaba cómo un hilo de humedad se desplazaba por la barbilla de Isabella.
Draco de inmediato, llevó un dedo y la limpió; para después llevarse ese mismo dedo a los labios y deslizarlo en su boca, chupándolo.
Su corazón dio un vuelco cuando Isabella se lo sacó de la boca e hizo un círculo con la lengua sobre el glande de Draco.
Le sonrió, al mismo tiempo que escupía sobre éste y lo tomaba con la mano, ayudándose a sí misma a darle más placer a su esposo.
Volvió a tomarlo con la boca.
Su boca y su mano se deslizaban al mismo tiempo, creando una gran sensación en el cuerpo de Draco.
— Oh, joder — gruñó y la obligó a bajar más.
Se mantuvo hasta el fondo de su garganta, entonces alzó un poco las caderas y comenzó a follarle la boca.
Salía y entraba profundamente en su boca.
Bella usó sus dos manos para mantenerse en equilibrio mientras que sus ojos rodaban a la parte posterior de su cabeza y una pequeña lágrima caía sobre su mejilla.
Cuando sintió que llegaba a su orgasmo, se mantuvo en la profundidad de su garganta. Un latido después, su semen fluía de su glande y llenaba la boca de Isabella.
— Ahora trágatelo, ¿sí?
Ella trago, completamente obediente; sin quitarle los ojos de encima a Draco.
— ¿Qué he hecho para tenerte como mi esposa? — se puso de pie y comenzó a caminar lentamente, sin alejarse mucho.
— Me has follado bien.— respondió.
— ¿Solo bien? — preguntó mientras que apoyaba las manos sobre el colchón y acercaba la cara a ella.
— Me has follado de una manera exquisita.— concluyó, llevando su mano a la nuca de Draco y besándole los labios.
Su lengua tocó los labios de Bella y ella abrió la boca, dándole la entrada. Su lengua se frotó contra la de ella, y Bella gimió en su boca.
Antes de separarse, le mordió el labio inferior y tiro de el.
— Mi preciosa puta...
— Tuya.
— Obediente y muy caliente para mi, ¿cierto?
Ella asintió con la cabeza, luciendo inocente.
— Ahora, te tomaré como la puta que eres y te marcaré por completo, ¿bien?
— Lo que tú quieras, Draco.
Ella se le dio la espalda a Draco, poniéndose en cuatro.
Ya estaba desnuda. Completamente desnuda.
Draco se acercó a ella, serpenteo la mano por todo el costado de su cuerpo.
Entonces acercó los labios a esa parte de su espalda baja, en donde se encontraba su nombre marcado sobre la piel de su esposa y besó.
Draco frotó su punta contra el núcleo de Isabella de arriba bajo, y envolvió la mano alrededor de su cuerpo, ayudándola a ponerse sobre sus rodillas y tener su espalda contra su torso.
Rozó sus labios contra la oreja de Isabella e inspiró hondo.
Ella colocó una mano sobre la mejilla de Draco y deslizó su pulgar en su boca, sintiendo la calidez de su boca.
Giró y lo vio a los ojos.
— Follame como la puta que soy.— murmuró sobre sus labios.
— Te follare mejor.— le prometió.
Y de una sola estocada entró en su interior.
Bella abrió los labios y un pequeño gemido inaudible salió de su boca.
Sus embestidas eran lentas, pero constantes y duras.
Sus caderas chocaban contra el trasero de Isabella, entrando y saliendo.
Ambos viéndose a los ojos.
Draco apretó el seno de Isabella con fuerza. Su pulgar rodeó levemente el pezon de Bella.
— ¿Sabes? Hemos follado en todas las habitaciones, incluso en la sala, pero no le hemos hecho en la cocina; ¿no te parece injusto?
Ella asintió, sin poder articular palabra alguna.
Draco salió de ella y la tomó de las caderas, girándola.
Ahora estaban cara a cara, y Draco la alzó un poco. Bella envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Draco y él entró nuevamente en ella mientras salían de la habitación y se dirigían a la cocina.
Draco la dejó suavemente sobre la encimera de granito, justo en la cocina.
Bella arqueó la espalda y abrió las piernas para él.
— Adelante.
Draco colocó sus manos sobre la parte posterior de sus piernas, bajo la mirada al coño de Isabella y se humedeció los labios mientras alineaba la punta con su entrada por segunda vez.
Empezó a empujar las caderas lentamente, hasta que estuvo dentro de ella. Y una vez más, comenzó a follarla.
Sintió su profundidad y su calidez. Sintió cada centímetro de ella aprentadolo y escuchó cada pequeño jadeo que salía de su boca.
No quitaba los ojos de aquella escena, cada parte suya uniéndose con la de ella. Su pene saliendo y entrando cada vez más profundo. La piel de su esposa empezando a enrojecer bajo su toque.
Alzó la mano y llevó dos de sus dedos a los labios de Bella, deslizándolos por sus labios y entrando en contacto con su húmeda boca.
Después, esos mismos dedos, los llevó a su clitoris y comenzó a masturbarla, mientras que sus profundas estocadas no paraban.
— Draco.— Bella gimió el nombre de él.
Sus dedos rodearon el clitoris de Isabella. Mojados, húmedos por su saliva.
Cuando Bella enterró las uñas en sus brazos y un gemido alto se escapó de sus labios, él detuvo sus movimientos y salió de ella, para después pegar su rostro al núcleo de Isabella.
Él chupó uno de sus labios con un ruido fuerte y húmedo, y ella jadeó. Y luego su lengua estaba dentro de ella, lamiéndola.
No le importó cuando el cuerpo de su esposa comenzó a temblar, siguió lamiéndola.
Detuvo sus movimientos por un segundo y miró hacia ella, tenía los labios entreabiertos y su espalda estaba arqueada.
Él la ayudó a bajarse de la encimera y señaló el suelo con la cabeza.
Isabella obedeció, lentamente bajo hasta que estuvo de rodillas frente a él; abriendo la boca y sacando la lengua, lista.
Draco envolvió su mano izquierda alrededor de su pene y lo acercó más a la lengua de Isabella.
Ella, lamió su glande y después lo chupó lentamente mientras que su mano subía y bajaba lentamente con un apretón.
El placer rompió dentro de él como una ola de océano. Su mente se quebró, y no fue del todo él mismo durante segundos.
Cuando abrió los ojos, observó los labios de Isabella, un poco de su mejilla y su pecho cubierto de su semen blanco.
Ella se puso de pie y junto sus labios, sintiendo el sabor de ella y de él uniéndose.
— Feliz cumple años adelantado.— murmuró ella sobre sus labios.
Después de unos minutos ambos estaban duchados y en la cama, unidos por todas partes. Sus cuerpos, alma y corazón.
— Ya eres un niño grande — bromeó—. 24 años.
— Soy el niño grande más apuesto.
— Con un gran ego.
Draco se encogió de hombros, sin dejar de acariciar la espalda de Bella.
— Mañana tenemos que ir a la mansión.
— Lo sé.
— Celebraremos tu cumple años allí.
— Ya lo sé.
Sintió los labios de su esposa presionar contra su barbilla.
— No te ves muy entusiasmado.
— No lo estoy.— admitió.
Bella dejó descansar la mano sobre el pulso de Draco y poco a poco sus ojos se cerraron.
Draco la vio sin quitarle los ojos de encima. Sus largas pestañas rozando levemente con la piel de sus mejillas.
No habían vuelto a hablar sobre la maldicion de sangre, tampoco sobre lo que conlleva un embarazo con la maldicion de sangre, y aunque Draco se negaba a aceptarlo, lo sabía.
Observaba a Isabella la mayor parte del tiempo. Observaba los círculos negros que se situaban bajo sus ojos. También observaba en la forma en que Bella cada día estaba más cansada y le costaba respirar más. Observaba como a veces, Isabella se mareaba y fingía que no lo estaba... Observaba cada una de esas cosas, y su corazón temblaba al verlo.
Lentamente, dejó a Isabella sobre la cama y se acercó hasta el escritorio; comenzó a escribirle una carta a Enora y minutos después la envió.
Cuando tuvo la respuesta de Enora en sus manos, tomó asiento en la sala, frente al ventanal.
Draco.
Los síntomas de la maldicion de sangre son muy leves, pero constantes.
Enumeraré algunas: Cansancio excesivo. Debilidad. Falta de aire. Cabello maltratado. Uñas rotas.
En los peores de los casos: Fiebre.
El embarazo de Bella, por el momento es sano. No he visto ninguno de esos síntomas en ella. Esperemos y siga así.
Enora Rosier.
Cerró la carta y la quemó para que Isabella no la viera.
Los pantalones de chándal le colgaban de la cadera, no llevaba camisa alguna y su cabello estaba completamente alborotado. Se acercó al gran ventanal y observó el cielo estrellado.
Minutos después, otra carta llegó.
Bufó y se dirigió a su habitación; se sentó sobre la silla del escritorio y comenzó a leerla.
¡Estamos en mi departamento bebiendo, Draco!
Yo y Theo, te esperamos para poder celebrar tu cumple años.
!!!!!!!!!!
Ven.
Blaise.
Draco rió por la mala caligrafía de su amiga y dejó la carta a un lado.
Sintió la presencia de Bella a sus espaldas y después una mano sobre su mejilla y su aliento sobre su oreja.
— ¿Irás?
— No creo.
— Draco...
— Bella...
— Dijiste que teníamos salir más y dejar de estar tan pegados uno al otro. ¿Por qué no vas? Ve y diviértete.
— No te quiero dejar sola por la noche.
— Estaré bien.
— ¿Y si necesitas algo?
— No necesitaré nada.
Negó.
— Puedes ir, Draco.
— Mañana los veré.
— Pero será algo familiar.
— Da igual.
— Arréglate un poco y ve a ver a tus amigos.
— ¿Estás segura?
— Sí. Ahora arréglate, yo cocinaré algo para los dos.
Asintió y se puso de pie, entrando al baño.
Dejó que el agua se calentará y entró a la ducha.
El agua corrió por todo su cuerpo, empapándolo.
Enjabonó su cuerpo, su cabello. Se enjuagó y salió del baño.
Comenzó a vestirse. Una camisa negra, unos pantalones.
Salió y vio a Bella en la cocina, cuando se acercó le ofreció un plato de pancakes.
Él rió.
Bella cocinaba pancakes a la hora de la cena.
Se sentó sobre la silla y vio como Bella se sentaba junto a él.
No se quitaron los ojos de encima en todo el tiempo que comieron.
Bella subió una pierna al regazo de Draco y la dejó descansar ahí.
— Gracias.
— ¿Por qué?
— Por hacerme la cena.
— Es mi deber como esposa.— bromeó.
Volvió a reír porque era la primera vez que Bella cocinaba para los dos... y eran pancakes.
— Oh, sí.
Miró los ojos brillosos de Isabella. Y no eran por felicidad, tampoco por tristeza. De un momento a otro, ya tenia la mano sobre su frente.
— ¿Qué haces?
— Creí que tenías fiebre.
Bella frunció el ceño en su dirección.
Dejaron los platos en el lavamanos y Bella comenzó a lavarlos.
— Deja eso así.
— Draco, no soy tan frágil. Puedo lavarlos.
— Déjalo — insistió y cerró el grifo —. Mañana vendrá un elfo a ayudarnos.
— Puedo hacerlo yo.
— Iré un momento a casa de Blaise y cuando regresé quiero ver esos platos sucios, ¿bien?
— Está bien.— puso los ojos en blanco.
Draco unió sus manos y la llevó a la habitación, la acosto sobre la cama y la cubrió con las mantas.
— Puedes venir.
— No quiero.
— No tienes por qué quedarte en casa.
— Me quiero quedar.
— Volveré — miró el reloj de su muñeca —, en una hora.
— Quédate el tiempo que quieras, pero no bebas mucho.
— No lo haré.
Le besó la frente y se puso de pie; apareciendo frente a la puerta de Blaise.
Se podía escuchar la música dentro del departamento. Música mala.
Le dio vuelta a la manija y entró.
— ¡Llegó el hurón!
•~•~•~•
— ¡Siente! — exclamó Isabella —. Siéntelo!
Draco ladeó la cabeza y apretó ligeramente el estómago de Bella; esperando las pataditas de Scorpius.
— Nop... No siento nada.
— Entonces apártate — le pidió, tratando de sonar amable, pero fue todo lo contrario —. Yo quiero seguir sintiendo a mi bebé.
— Yo también — se señaló —. Yo también quiero sentirlo.— volvió a extender la mano.
— Háblale para que se mueva.
Él se dejó caer sobre sus rodillas y acercó la cara a la panza de Bella.
— ¿Qué le digo?
— No sé.
— Hola, Scorpius.— picó la panza de Bella con cuidado.
Ambos esperaron atentamente, pero nada.
— No me responde.— frunció el ceño.
— Dile algo más.
— Hola, Scor...
Bella lo interrumpió.— ¿Qué va a responder a un hola? — puso los ojos en blanco.
— ¿Un, hola, papá?
— Intenta con algo diferente.
— Bueno... — suspiró —. Hola, Scorpius... Soy tu papá.
Bella frunció la nariz.
— Olvídalo.— dijo, y trató de ponerse en pie, pero le era imposible.
Ahora qué su panza estaba más grande, a Bella se le hacía imposible hacer cosas simples, como por ejemplo: ponerse de pie.
Draco la ayudo a pararse y dejó un beso sobre el costado de su cabeza.
— Scorpius ya está muy grande — dijo —. ¿Cuándo nacerá? Ya no tiene espacio ahí dentro.
— No sé.— respondió con sinceridad.
Draco la ayudó a deslizar la cabeza por una camisa, después la acompañó hasta el tocador y espero a que se sentará sobre el pequeño asiento aterciopelado. Acercó el cepillo a su cabello y lentamente, comenzó a cepillarle el cabello.
— Deberíamos tener una hija.
— Deberíamos adoptar — lo miró a través del espejo —. ¿Qué piensas sobre ello?
— ¿Adoptar?
— Claro, buscaríamos una niña bruja y la adoptaríamos.
— ¿Por qué no procrear otro?
— Porque los embarazos no van conmigo — acarició su estómago—. No me malinterpretes, amo a Scorpius más que a nadie en el mundo, ¿sabes? Pero, me duele mucho la espalda por esto. ¿Y los vomitos? ¡Eww! — hizo una arcada —. Además, sería algo lindo; darle un hogar a una niña que no lo tiene. Darle el amor que se merece...
Bella solo vio como su esposo fruncía el ceño y dejaba de cepillarle el cabello. Se preocupó, así que giró y lo enfrentó.
— ¿Dije algo malo?
— Yo también amo a Scorpius, Bell, pero no más que a ti.
— ¿Y yo qué dije?
— Que lo amas más que a nadie en el mundo...
— Es el segundo hombre en mi vida.
— ¿Quién es el primero?
— Tú.
— Ah.— soltó y volvió a cepillarle el cabello —. Entonces sí, deberíamos adoptar.
Cuando terminó, levantó su varita y murmuró un pequeño hechizo. De un momento a otro, el pelo de Isabella estaba completamente seco.
— No me gusta ese hechizo.
— ¿Por qué?
— Porque no seca mi cabello de la forma en la que yo quiero.
— Pero evita que te enfermes.
Bella se levantó con esfuerzo, acunó la mejilla de Draco, se puso de puntitas y le dio un beso profundo y fugaz en los labios.
— Feliz cumple años, amor mío.
Draco sonrió con los ojos cerrados.
— Gracias, a ti también.
— Eh... Te daré tu regalo cuando todos estemos en la mansión.
— ¿Y mi regalo privado?
— Si quieres darme placer como un regalo de cumple años, no me molestaría. Acepto — arqueó una ceja —. Duele cuando estoy encima de ti — hizo un puchero —. Mucho, amor. Y tú no puedes estar encima de mi.
— Si sigues llamándome amor, no me molestaría darte placer por el resto de nuestras vidas sin recibir nada a cambio.
Él la atrajo hacia si, unió sus labios en un beso mucho más profundo que el anterior. Su lengua tocó los labios de Bella y ella abrió la boca, dándole la entrada. Su lengua se frotó contra la de ella, y Bella gimió en su boca.
— Si sigues besándome así, no me importaría poner mi lengua en otra cosa que no sea tu boca.
Draco rió levemente.
— Te amo. Este es el mejor cumple años de mis largos 24 años.
— ¿Por qué? — sonrió.
— Porque tú y Scorpius están a mi lado... Todos los días, me haces el hombre más feliz de todo el mundo, Bell; solo por tenerte a mi lado. Y no quiero ocultarlo, no puedo. Quiero decírtelo todo el día, porque te amo. Te amo y te adoro. Y nunca he sentido esto. Se siente raro, pero al mismo tiempo... es maravilloso.
Cuando llegaron a la mansión, se dieron cuenta que la fiesta de Draco ya había empezado.
Habían varias personas allí. Personas que Draco ni esperaría, ni quería ver.
Le dieron algunos regalos a Draco.
El regalo de Isabella fue una pintura de ellos dos.
Le besó la frente y se fue con sus amigos.
— Tengo un regalo para ti.— dijo Theo sosteniendo el cigarrillo. Buscó algo en su pantalón y se le entregó a Draco.
— ¿Un condón?
— No pinchado.
— Excelente regaló, Theodore.
Él se encogió de hombros.
— Ya lo sé.
— Ayer te fuiste muy temprano.— se quejó Blaise.
— Tenía cosas que hacer en casa.
— ¿Cómo qué? Lavarle la ropa a Isabella.
— Algo parecido.
— ¿Sr. Malfoy?
Él giró en dirección a esa voz.
— Florence.
— ¿Puedo hablar con usted un momento?
— Por favor.
— En privado.
Se despidió de sus amigos y comenzó a caminar junto a Florence.
— Tengo noticias sobre lo que me ha pedido. ¿Dónde podemos hablarlo?
— Sígueme.
Subió las escaleras y se dirigió al fondo del vestíbulo. Entró en su habitación antigua y cerró la puerta tras Florence.
— Bien. Primero le hablaré sobre la adopción.
Draco meneó la cabeza.
— Hay dos brujas en adopción.
— ¿De qué edad?
— Una es de cinco años, la otra tiene unos cuantos meses.
— Debo hablarlo primero con Isabella.
— ¿Por qué adoptar?
— Por seguridad de Bella.
— Hay otras formas de hacerlo.
— ¿Cómo cuáles?
Ella se encogió de hombros.
— No sé — dio un paso —. Puedes embarazar a alguien y después tener el bebé.
— En primera, Florence, nadie dejaría a su bebé. En segunda, no quiero embarazar a nadie.
— Tal vez alguién que no le interesa tener bebés.
— ¿Si no le interesa tener bebés, por qué me dejaría dejarla embarazada?
— Todos desearían engendrar un bebé Malfoy.
Rió ante eso y se cruzó de brazos.
— ¿Y la segunda noticia?
— No hay remedio para la maldicion de sangre.
Sintió como algo frío pasaba por su columna. Se lo esperaba, pero eso no impidió que Draco se sintiera mal.
— ¿Eso es todo? — arqueó una ceja.
Florence dio otros pasos hasta él. Con una mano acarició su pecho. Draco frunció el ceño.
— ¿Hmm? — insistió.
— Yo podría engendrar un bebé tuyo y entregárselo a ustedes sin ningún problema.
— No, gracias. Decidimos adoptar y así lo haremos.
— Tómalo como un regalo de cumple años.
Ahora la mujer le sostenía la nuca.
Draco le puso la mano sobre el hombro la empujó.
— Estás despedida...
— Draco...
No era la voz de Florence, tampoco la de Draco. Entonces él giró y vio a Bella cerca de la puerta, con la cabeza viendo al suelo.
— No es lo que piensas.— farfulló y se acercó a ella.
— Lo sé.
Siguió la mirada de Bella. Había un charco de agua sobre el suelo.
— ¿Estás bien?
Ella negó.
— ¿Tú...? Joder, Bella.— la tomó en sus brazos y se apareció.
Los quejidos de Isabella se hicieron mayores. Tenía lágrimas sobre las mejillas y sostenía su estómago.
En cuanto vieron a Draco, un medimago se acercó a él.
— ¿Ya viene?
Asintió.
— Nos llevaremos a Isabella.
La pusieron sobre una camilla y mientras la llevaban al quirófano.
Draco pudo notar que Bella se obligaba a no cerrar los ojos mientras que le repetía que lo amaba.
Podía escucharla mediante el lazo y en sus oídos. Le estaba repitiendo que lo amaba por todas partes.
— No puedes entrar, joven Malfoy.
— Por favor...— rogó, pero el medimago negó con la cabeza.
Volvió a la sala de espera, se sentó sobre una silla y hundió la cara en sus manos.
Sintió la ansiedad crecer en su anterior. Sus manos temblaban y sentía náuseas.
Estaba jodidamente asustado.
Pasó una hora y todavía no tenía noticias sobre Bella. Caminaba alrededor del pasillo con las manos en sus bolsillos.
Escuchó un pequeño 'clac' y volteó a ver.
Su madre y su padre se acercaban a él. Narcissa lo envolvió en un abrazo y él dejó caer la cabeza sobre su hombro.
— Todo estará bien, Draco.
— ¿Eso crees?
— Sí.— aseguró.
— ¿Jack e Ivy?
— En camino.
La ansiedad lo estaba carcomiendo por dentro...
—-
¿Pensamientos?
¿Opiniones?
No me maten.
Aviso: Faltan unos pocos capítulos para que esto termine :( lamentablemente.
Pero nos estaremos viendo por Imperius :)
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