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B E L L A.

La habitación del pequeño Scorpius estaba lista. Tenía adornos azules y plateados. Isabella bromeaba que el pequeño, pertenecería a Ravenclaw por los adornos de su habitación. Draco se indignaba y aseguraba que sería un Slytherin, tal cual sus padres.

Inspiró hondo, colocó una mano sobre su vientre y se concentró, entonces apareció frente a la mansión Greengrass.

No estaba feliz de estar allí. No quería estar allí, pero no tenía de otra. Se lo había prometido a su amiga.

Emprendió sus pasos y entró en la mansión Greengrass, sin pararse a saludar a nadie.

Isabella vestía un precioso vestido negro, los tirantes le caían sobre los hombros y mostraba su pequeña panza. Tenía el pelo amarrado en un moño sobre la cabeza y pequeños mechones le caían a los costados de la cara.

Arqueó una ceja oscura al ver el decorado de la mansión y siguió con sus pasos, hasta que estuvo frente a la puerta de Astoria. Llamó dos veces y ésta se abrió.

Astoria estaba frente al espejo, vestía el tercer vestido de novia que había comprado, tratando de esconder su panza.

Bella se acercó a ella y le dio un abrazo.

— Todo saldrá bien.— le aseguró al ver las lágrimas sobre las mejillas de su amiga.

— ¿Con la boda? — Bella asintió —. Ya sé. Lo que no saldrá bien será mi matrimonio.

— ¿Por qué lo dices?

— Theo no me quiere, yo tampoco lo quiero.

— Oh, Tori — Bella le seco las lágrimas —. Yo tampoco quería a Draco, y mírame ahora... Daría la vida por mi esposo. La daría la vida por mi familia.

— Esto es diferente...

— ¿En qué sentido?

— Todos lo sabemos, Bella. Todos — dijo y sollozó aún más —. Draco no me amaba, estaba agradecido conmigo.

— ¿Qué tiene que ver eso?

— ¡Que era obvio que ustedes dos se enamorarían! — chilló —. ¡Theo te quiere a ti, y yo...! ¡Tú sabes que yo...!

— Lo siento, Tori.— la envolvió en un cálido abrazo.

— ¡Y este bebé! No quiero un bebé, Bella. ¡No quiero!

— Puedes abortar, Tori. Yo te apoyo.

— Theo no quiere que aborte.

— Hablaremos con él — se separó y volvió a secarle las lágrimas —. Ahora, tenemos que arreglarte, Tori. ¿O no quieres? ¿Quieres cancelar la boda, cariño?

Su amiga negó con la cabeza.— Necesito hacer esto.

Bella ayudo a su amiga con el peinado, también con el maquillaje. Para cuándo ya estaba lista, faltaban unos pocos minutos para la boda.

Bella le dio un apretón de manos y la animó a salir de su habitación.

— ¡Bella Malfoy! — Daphne llamó su atención.

— ¡Daphne! — Bella la saludó.

— ¿La has podido calmar? No ha dejado de llorar y pedir que vinieras.

— Sí, eso creo.

— Que deje de llorar o arruinará su maquillaje.

— Estoy completamente de acuerdo, Daph.

— Es tu día, Tori. Deja de llorar.

— Ya no estoy llorando.— la chica se obligó a sonreír.

— Ay, ¿y ésta qué hace aquí?

— Mamá, por favor.

— Es que no entiendo cuál es la necesidad de llevarse con una Malfoy. ¿No entienden que traen mala suerte?

Bella rodeó Los ojos con fastidio.

— Mamá — Daphne insistió —, Bella es nuestra amiga. Respeta, por favor.

— ¿Respetar? — rió —. ¿Y cuando nos han respetado a nosotros los Malfoy?

— Sra, Greengrass — Bella se aclaró la garganta —, no sé desde cuando me odia, pero le aseguro que no hay ninguna razón para hacerlo. Siempre he sido amiga de Astoria, la quiero muchísimo y usted lo sabe.

— Si la quisieras tanto como dice, no le robarías al novio.

— Mamá, déjalo ya.

— Sabe usted muy bien, que mi suegra no tenía ningún interés en que Astoria y mi esposo tuviesen una relación. Si quiere culpar a alguien, culpe a mi familia y a la familia de mi esposo, no a mi, tampoco a Draco — se giró a ver a su amiga —. Te veo en la boda, Tori.

Con eso, Bella salió de la casa y volvió a aparecerse en la boda de Astoria.

Todo estaba reluciente, al igual que el sol.

La mirada de Bella viajó por todo el lugar, admirando la decoración del lugar.

Estaban en un lugar al aire libre. El aire se sentía agradable sobre la piel de Isabella.

— ¿Isabella?

Escuchó una voz conocida y giró.

— Oh, hola.

— Hola. Te ves preciosa.

— Muchas gracias. Igual tú.

— He estado con Draco hace un rato.

— ¿Y dónde está? No lo he visto, tampoco me puedo comunicar con él.— frunció los labios que estaban pintados de un color vino.

— Con sus amigos.

— Gracias, Florence. Iré a buscarlo.— emprendió sus pasos.

— ¿Bella?

— ¿Sí?

— Se más atenta con Draco.— dicho eso, Florence se marchó.

Isabella se quedó parada en medio del lugar, pensando en las palabras de Florence.

«¿Más cuidado con Draco?»

Arrugó la nariz y decidió buscar a su esposo por todo el lugar.

Lo pudo ver en un rincón, junto con Blaise y Theo. Estaban riendo a carcajadas y Draco sostenía una copa de whisky en su mano derecha mientras que la izquierda estaba metida en su bolsillo.

Antes de enojarse con su esposo, se permitió admirarlo un poco. El smokin le quedaba perfecto. El color negro resaltaba el color de sus ojos y su sonrisa iluminaba toda su cara. Isabella vio las pequeñas arrugas que se situaban a los lados de sus ojos al sonreír.

Bella sonrió y de inmediato dejó de hacerlo. Quería verse enojada y enfadada. Emprendió sus pasos hacia los chicos con las manos sobre las caderas y el ceño fruncido.

— Draco Malfoy.

Draco con solo escuchar la voz de su esposa, se giró abruptamente a verla.

— Theo, tu copa — dijo y le puso la copa en la mano —. Bella querida.— con una sonrisa se acercó a ella.

Bella colocó las manos sobre el pecho de Draco, acomodando su smokin.

— Tu querida secretaria me ha pedido que sea más atenta contigo. ¿Qué significa eso, amor? — inquirió, con la ceja enarcada y una sonrisa sarcástica sobre sus labios.

— ¿Te ha dicho eso?

— Ajá.

— Ni idea.

— ¿Por qué no la despides?

— ¿Despedirla, Bell?

— Sí, ahora. ¿Por qué no vamos y le pedimos amablemente que deje de importarle cuánta atención le pongo a mi esposo?

— Porque es mi secretaria y hace bien su trabajo.— replicó.

— ¿Qué tipo de trabajo te hace?

— Los trabajos de la oficina, Bell — arrugó el entrecejo —. No puedo despedirla. Es buena en su trabajo y por ser mestiza le ha costado mucho conseguir uno.

— ¿Desde cuándo eres tan amable?

— ¿Y tú por qué eres tan celosa?

— Porque quiero y puedo.

— Bien — alzó las manos en señal de rendición —. Confía en mi, solamente te pido eso.

— Que no vuelva a darme órdenes.— advirtió.

— No lo volverá a hacer.— aseguró Draco.

— Eso es, esposa de Draco — la animó Blaise desde su lugar—. Recuérdale a Draco su lugar.

Bella rió y Draco le sacó el dedo de en medio.

— Astoria estará aquí en un momento.— le informó a Theo.

Draco se inclinó y dejó un beso sobre los labios de Isabella.

— Mía.— susurró sobre sus labios.

Bella le devolvió el beso y emprendió sus pasos, buscando a alguien conocido.

Cuando reconoció una cara conocida, se acercó sin pensarlo.

— Todavía tienes un aspecto terrible.

— Lo mismo digo.

— ¿No te has recuperado?

— No, no quiero hacerlo. Estoy bien como estoy.— la pelinegra se encogió de hombros y le prendió fuego a un cigarrillo.

— No fumes, Pansy. Arruinarás la boda.

— No me des órdenes, Isabella. Arruinarás la poca paciencia que me queda.

— ¿Desde cuándo eres tan malhumorada?

— Desde que apareciste y me quitaste a todos mis amigos.

— Ah, disculpa. No sabía que yo tenía la culpa de que tú seas una persona tan tóxica.

— ¿Draco sabe que estás hablando conmigo?

— No...

— Quiero ver su cara cuando se entere que su querida esposa está hablando conmigo... ¿Pensará que le hice algo al asqueroso feto que llevas ahí dentro? — señaló su viente.

— Aléjate, Parkinson.

— Fuiste tú quien se me acercó.

Tenía razón, así que Bella se alejó de la pelinegra.

Bostezó dos veces y el cansancio volvió a su cuerpo.

Cerró los ojos por un momento al sentir que el lugar giraba a su alrededor. Su visión se volvió un poco borrosa, pero a los segundos volvió a la normalidad.

— Bella, ¿todo bien?

Alzó el dedo pulgar en respuesta.

— Siéntate — Theo la cogió del brazo y la ayudó a sentarse —. Llamaré a Draco, ¿sí?

Ella negó.

— No, déjalo.

— Estás mareada.

— Se me pasará, Theo. Déjalo que se divierta, pero cuida que no beba mucho, por favor.

— Te traeré un poco de agua.

— Gracias.

Minutos después, el muchacho volvió con un vaso de agua, el cual le entregó a Isabella.

Una música lenta comenzó a sonar, al igual que algunos aplausos.

Bella se puso de pie, esperando ver a Astoria caminar hasta el altar.

Sintió una presencia a su lado, al igual que una mano entre lanzándose con la de ella.

Dejó descansar su cabeza sobre el hombro de Draco.

Entonces Astoria apareció caminando, dirigiéndose al altar.

Se veía preciosa con ese vestido...

La boda empezó. Astoria llegó al altar, Theo la esperaba con una pequeña sonrisa. Se tomaron de la mano y dijeron sus votos.

Draco se perdió nuevamente de la vista de Isabella. Ella no se inmutó por ello.

Astoria y Theo abrieron el Val's. Bailaban con una sonrisa en la cara y muy pegados.

Bella se quedó observando a sus dos amigos amigos bailar, muy cerca; viéndose a los ojos.

Si era como Astoria decía, pues parecía todo lo contrario. Los dos parecían perdidamente enamorados. Sin duda, actuaban mejor que Draco y Bella en sus principios.

Sintió como Draco se separaba de ella y se perdía de su vista, no se inmutó.

Encontró a sus padres a unos escasos metros y se acercó a ellos, con una gran sonrisa.

— Hola, pequeña.— su padre dejó un casto beso sobre su frente.

— Hola papá. Hola mamá.

— Pero mira esa panza — le toqueteó la panza —, cada día más grande.

— Cierto — Bella sonrió —. Mi bebé será un grandote.

— Se parecerá a su padre, ya verás.— opinó Ivy.

— Espero y no.— dijo Jack.

— ¿Qué tiene de malo que se parezca a Draco? Mi esposo es muy apuesto.

— ¿Apuesto? — refunfuñó su padre —. Tiene pelos de harina.

— Le quedan bien.

— Oh, Jack. Tu yerno es muy guapo.

— Y está muy pálido. Bella, cariño, ¿no piensas llevarlo a la playa? A que tome el sol. No le vendría mal.

Su padre no hablaba en serio. Al fin y al cabo, era él el que había obligado a Bella casarse con un Malfoy.

— Lo pensé, muy seriamente, padre.

— Entonces me avisas. Podemos prestarles la casa de la playa.

— Bella.— gritó alguien a sus espaldas.

Isabella giró sobre sus talones, viendo a una Astoria tambaleándose hasta llegar a ella. La jalo del brazo y la obligó a caminar a su lado.

— Tenemos que bailar.

— ¿Bailar? — repitió.

— Ajá.— fue la única respuesta de su amiga, antes de ponerse a bailar.

Isabella la siguió. Comenzó a mover las caderas y levantó los brazos.

El cielo por encima de ellas, ya se estaba oscureciendo, dándole pasos a unas brillosas estrellas que titileaban.

Bella sintió una suave brisa sobre su rostro y decidió buscar a su esposo.

Alzando levemente la cabeza, comenzó a buscar a Draco entre la gente. No le costó mucho; dado que su esposo estaba junto con Blaise y Theodore, partiéndose de la risa. Esta vez, sin ocultar su embriagues.

Observó como Draco llevaba el vaso a sus labios y bebía por completo el líquido que contenía.

Isabella con cada paso que daba para acercarse a Draco, escuchaba el sonido de sus latidos.

No quería verse como una esposa controladora. No lo era. Estaba preocupada, solamente. Preocupada por la adiccion de Draco. Preocupada por la recaída.

Le tocó el hombro con un dedo.

—Draco.— susurró en su oído.

Él giró hacia ella, con una media sonrisa y ojos soñolientos.

— Bella.— le devolvió el susurró. Su voz era, aún, más profunda en su estado de ebriedad.

Bella sintió una corriente pasar por todo su cuerpo por la mirada tan penetrante de Draco.

—Dame eso.— trató de quitarle el vaso de las manos, pero Draco la esquivó.

— Dame una buena razón y te lo daré.

— Ya estás lo suficientemente borracho.

— ¿Quién lo dice?

— Yo.

— Tú — rió—. Pues yo digo que no.

— No actúes como un bebé — una pausa —. Por favor...

— Es la fiesta de mi amigo.— se defendió.

— Puedes tener una recaída — se acercó un poco más a él —. No quieres eso, ¿cierto?

El rubio negó como un bebé.

— No — hipó —. No quiero eso.

— Estamos de acuerdo en algo — estiró la mano una vez más —. Dame el vaso y vayamos a casa.

— Qué aburrido.— sacó su labio inferior, en un tipo de puchero.

— Claro que no.

— ¿Me follaras?

Bella giró la cabeza a ambos lados.

— Draco, baja la voz.

— Todos saben que follamos, Bell — pico la panza de Isabella —. Esto no fue un milagro.

— Pero nadie necesita saber cuándo lo hacemos.

Levantó un dedo.— Una copa más y nos vamos.

— ¿Estás seguro?

— Más seguro que nunca.

Bella cerró los ojos por un momento y dio un breve asentimiento.

Giró sobre sus talones, pero sintió una mano sobre su vientre.

— Te ves preciosa.— susurró en su oído y después... le lamió el lóbulo.

Bella comenzó a caminar, con la cara completamente roja.

Buscó algunos pastelitos en la mesa de aperitivos y se sentó, comiendo.

— ¿Estás feliz?

Alzó la vista de su pastelito.

— ¿Por?

— Por tu bebé.— Enora tomó asiento junto a ella.

— Obvio.

— Blaise me ignora.

— Blaise parece que tiene novia.

— ¿Ya tiene novia?

— Ajá... Luna Lovegood.

— Uh... los Lovegood.

— Los Lovegood.

— Me encanta como suena su apellido — dijo risueña —. Love-good...

— Tierno.— opinó Bella.

La fiesta recién estaba empezado. Las canciones cambiaron de género, y de repente habían varias personas sobre la pista de baile, divirtiéndose.

Para Draco la fiesta había empezado horas antes...

No recordaba que su boda fuese así de alegre. Tal vez para ella, ya que no quería casarse, pero aún así, no recordaba este tipo de alegría en las personas.

Bufó y se inclinó sobre el asiento.

Minutos más tarde vio a Narcissa y Lucius sobre la pista, bailando elegantemente.

El hombre le sostenía la cintura a su mujer con total cuidado mientras unían sus manos y empezaban a moverse al compás de la música.

Era la primera vez que Bella los veía tan juntos y algo felices...

Siguió mirando aquella escena encantada, entonces su padre y su madre también se unieron al baile.

Aunque a ella no le impresionó tanto, ya que su padre y su madre siempre mostraban afecto ante ella. Besos, abrazos y bailes.

Los sábados por la noche, Bella y sus dos padres acostumbraban a cocinar juntos. Jack e Ivy compartían besos y miradas llenas de amor.

En la mansión Malfoy no había visto aquellas escenas. Lucius se mantenía la mayor parte del tiempo fuera de la mansión, y Narcissa leyendo en la gran biblioteca, o a veces sentada en la sala, escuchando música clásica.

Un olor fuerte a licor alcanzó su nariz. Bella giró la cabeza y vio a Draco tambaleándose la silla a su lado. Tenía la camisa casi desabotonada y el saco desacomodado.

— Hipócritas, ¿cierto

— ¿Quiénes? — quiso saber.

— Narcissa y Lucius — señaló —. En casa ni se voltean a ver y ahora, en público haciendo esto.

Bella alcanzó la botella de alcohol y se la arrebató.

— No son fan del afecto en público.

— En casa no hay público.

— Quizá sean cariñosos en privado, Draco.

— Bella.— suspiró.

— Dime.

El chico se pasó la mano por el cabello, echando algunos mechones que tenía en la frente, hacia atrás.

— Antes de casarnos, ellos peleaban todo el tiempo — se encogió de hombros —. No sé por qué dejaron de hacerlo cuando tú estabas en la mansión, quizá vergüenza.

Observó el perfil de su esposo con atención.

— Lo siento. Yo no lo sabía.

— Nadie sabe lo qué pasa en la mansión Malfoy. Todos creen que somos los villanos perfectos.

— Supongo.

— Vamonos a casa.— se levantó, aún tambaleándose.

Bella lo siguió, tomándolo del brazo.

Ambos desaparecieron del lugar, llegando a su departamento.

Bella prendió las luces, y ayudó a Draco a llegar a la habitación.

Tenía meses de no verlo tan borracho y estaba preocupada.

Le quitó el saco y le desabotonó la camisa.

Él arqueó la ceja izquierda y miró a Bella con atención.

No podía creer que aún estando borracho su esposo se veía tan apuesto.

— Eres el hombre más guapo que he conocido.

— ¿Lo soy?

Asintió mientras tiraba su camisa a un lado.

Él inclinó el pecho y pegó la nariz al pelo de Isabella, inhalando profundamente.

— Tú eres la mujer que... — suspiró— he amado más.

— Tonterías. ¿Y mamá?

Todavía no había averiguado porque tenían la costumbre de llamar a Narcissa mamá, como si Narcissa fuera la madre de ambos. Tal vez era raro, pero a Bella le encantaba.

— Es la segunda.— contestó.

— Y... si en algún futuro tenemos una hija, ¿qué lugar ocupará?

— El segundo.

— ¿Scorpius tomará el primer lugar?

Él negó, completamente borracho. Hablaba a trompicones.

— Estamos hablando de mujeres. Y... no. Nadie tomará tu lugar.

— Si no fueras un alcoholico, te emborracharía todos los días.

Rió. Una risa exquisita.

— ¿Por qué?

— Por tu romanticismo.

Ambos se dejaron caer a la cama.

Draco, literalmente, se dejó caer sobre el vientre de Isabella, envolviéndolo con sus manos.

— ¿Me follaras esta noche, Bell?

— No creo que tu amiguito funcione muy bien esta noche.

— ¿Comprobamos?

— No.

— Bueno.— acarició el vientre de Isabella con la cabeza.

— Draco, él no irá a ningún lugar.

— Hmm.

Algo aburrido, pero mejorará, lo prometo.

Buenas noches, besties. Descansen.

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