058
D R A C O.
El ministerio estaba en completo silencio, como ningún día antes.
Pero a Draco no le importaba. Al contrario, le encantaba esa paz mental.
Mordió la punta de la pluma varias veces mientras trataba de concentrarse
— ¿Y?
— ¿Huh?
— ¿Irán?
— Me da flojera ver a Pansy.
— Pero Draco — el moreno refunfuñó —, no podemos dejarla sola otra vez.
— Sinceramente, Blaise, no me importa.
— ¿Cómo qué no? Si es nuestra amiga — sacudió las manos frente al rostro de Draco —. ¡Nuestra amiga!
— Tuya. Mía no más.
— ¿Cómo qué no?
— Ha hecho cosas malas. Cosas que no toleraré simplemente porque ella intentó suicidarse.
— ¿Qué pasa con nuestro grupo de Slytherin? ¿No va más? ¿Se casan y esto queda en el pasado?
— Sí, Blaise. Nos casamos, intentamos progresar como personas y dejamos a las personas tóxicas atrás.
— ¡Hemos estado contigo siempre, Draco!
— Y se los agradezco, Blaise — dejó la pluma a un lado y alzó la mirada —. Pero no quiero que Pansy vuelva a hacerle daño a Bella.
Blaise hizo a un lado el asiento y se dejó caer sobre el con todo su peso; el asiento rechinó.
— Tienes razón, Draco.
— Blaise, si la quieres, si estás enamorado de Pansy, está bien.
— ¿Qué?
— Es que no veo otra razón más para que estés tan aferrado a Pansy. Le hace cosas malas a cualquiera que esté a su lado y tú sigues allí, con ella.
— Es nuestra amiga.
— No por ello tenemos que dejar que nos manipule, Blaise.
— Me da cosita dejarla sola, eso es todo.
— Bien.
— ¿Qué harás hoy?
— Llevar a Bella conocer nuestro nuevo departamento.
— ¿Y follaran sobre el suelo frente al gran ventanal?
— No lo había pensado.
El moreno se inclinó aún más sobre el escritorio.
— Escucha... no lo hagan sobre la cama.
— No tenemos cama aún.
— Mejor — lo apuntó con el dedo —. Lleva champagne, fresas, cosas así. ¿Y viste que en la sala hay un gran ventanal que da a toda la ciudad?
— Ajá.
— La acuestas sobre el suelo, cerca del ventanal y la follas justo ahí... ¡Caboom! Orgasmo seguro.
— Conmigo siempre es un orgasmo seguro.
— Pero este será un gran orgasmo que jamás olvidará — suspiró y entonces murmuró, muy bajo —. Ojalá estuviera ahí.
— ¿Disculpa? — Draco enarcó las cejas con asombro.
— ¿Eh?
— ¿En qué lugar quieres estar, Blaise?
— En mi cama.
— No, claro que no — acercó su mano y pellizcó a su amigo —. Deja de fantasear con mi esposa.
El moreno cruzó sus brazos sobre el pecho.
— Oblígame.— bromeó.
Draco cerró los ojos y tomó una gran bocanada de aire.
La sangre había subido con rapidez a su rostro.
— ¿Fantaseas con ella de verdad?
Se encogió de hombros.
— Todos lo hacen.
— ¡Blaise! — exclamó.
— ¡Es la verdad, Draco! No te imaginas la cantidad de magos que me han dicho cosas obscenas sobre Isabella. Y no es porque sea tu esposa, fue mucho antes que eso.
— ¿No saben respetar a una mujer ajena?
Fingió enojo. Oh, claro que lo fingió. Draco no podía estar más orgulloso de si mismo por tener a Isabella como esposa. Pensar que su mujer era deseada por tantos hombres y que sin embargo, él era el único que podía tenerla desnuda en su cama, pidiendo y rogando por más.
— No, y me incluyo, pero tranquilízate; Isabella está más que enamorada de ti.
— Ya lo sé.— su labio se curvó en una pequeña sonrisa.
— Déjame ver...— le pidió.
— ¿El qué? — inquirió.
— Verlos mientras lo hacen, Draco... Escucharla pedir por más. Déjame ver.
— ¿Quieres ver?
Asintió.
— Ya lo hemos hecho antes.— le recordó.
— Estás loco.
Se quedó pensando en la petición de su amigo.
Lo habían hecho antes. Draco había visto a sus amigos follar a mujeres y ellos lo habían visto a él.
Era algo normal entre ellos, para nada raro.
Pero no sabía... Se sentía un poco incomodo e incluso celoso pensar que alguien pudiera verlos mientras lo hacen. Que alguien pudiera escuchar los gemidos de Isabella y aquel sonido en especial, el que hacía cuando llegaba a su clímax.
Sin embargo, la idea de Blaise era tentadora.
Isabella estaba embarazada, aún no tenía una gran panza, pero estaba embarazada y no faltaba mucho para que la panza le creciera. Entonces la relación íntima disminuirá muchísimo, y las cosas como la que Blaise había propuesto no se escuchaban mucho...
Estaba tentado a aceptar, decir que sí sin siquiera pensarlo, pero ya lo había pensado. Ya lo había hecho y la furia rugía dentro de él.
•~•~•~•~•
Draco caminaba con la espalda de Isabella pegada a su pecho. Sus manos cubrían los ojos de Isabella.
— ¿Ya?
— Falta poquitisimo.
Isabella dejó salir una risita al momento que su pie resbalaba.
Draco la sostuvo con mayor fuerza.
— Cuidado, Bell.— susurró cerca de su oído.
Cuando por fin estuvieron frente a la puerta, Draco siguió tapándole los ojos a Isabella con una mano mientras que acercaba su rostro a la puerta.
La puerta — hechizada — al ver el rostro de Draco se abrió automáticamente.
Empujó a Isabella con su cuerpo, instándola a seguir caminando.
— Ya casi.
Cogió la bolsa que traía Isabella en mano y la dejó sobre una pequeña mesa.
El departamento aún no estaba amueblado, le faltaba muchas cosas. Sin embargo, era hermoso. Precioso en realidad.
Tenía una gran estancia.
Un gran ventanal que se podía ver toda la ciudad desde allí.
La sala y el comedor juntos. Una cocina y dos habitaciones.
Deslizó la mano por el rostro de Isabella y se puso frente a ella, dejando un beso sobre su frente.
— ¿Estás lista?
Isabella trató de ver más allá, pero Draco se lo impidió.
— Sí.
— Bienvenida a nuestro hogar, Isabella Malfoy.— se hizo a un lado, permitiéndole a Isabella admirar el departamento.
Los labios de Isabella se abrieron y sus ojos se iluminaron.
— ¡Me encanta!
— ¿Sí?
— Es perfecto, Draco...
— Lo tienes que amueblar tú, yo no soy bueno para esas cosas.
Bella emprendió sus pasos y Draco la siguió de cerca.
Entró a la habitación principal, la cual tenía su cuarto de baño y compartía el mismo ventanal de la estancia principal.
Observó el mármol de cerca, justo donde iba la cama.
— Esas... ¿esas son nuestras iniciales?
Draco ladeó la cabeza, observando los dos mosaicos con las iniciales de ellos. Era lo único que había hecho en el departamento
— Ajá.
Ella lo besó y siguió caminando.
Salió de la habitación y entró a la segunda habitación.
Era de un tamaño más pequeño, con mármol blanco y un pequeño cuarto de baño.
Draco colocó las manos tras su espalda.
— Para nuestro primer bebé.— dijo.
— ¿Cuándo nos mudáremos?
— En cuanto termines de amueblarla, podemos mudarnos.
— Entonces comenzaré lo más antes posible.
— Estoy de acuerdo contigo, Bell. Pero ¿sabes una cosa?
— ¿Cuál? — deslizó las manos sobre la nuca de Draco y se acercó más a él.
Draco también deslizó sus manos por la espalda de Isabella.
— Dicen que es de buena suerte pasar la noche en tu nuevo departamento, aunque aún no esté amueblado.
— ¿Y dónde dormiremos?
— No tengo planeado dormir esta noche, Isabella.— rozó sus labios contra los de ella.
Isabella imprimió sus labios contra los de Draco, succionando y chupando su labio inferior.
Cuando Draco abrió la boca, ella metió su lengua, buscando la de él, y cuando por fin se encontraron; ambos juntaron sus lenguas.
Se separaron por aire.
— Sigue besándome así y te prometo que me tendrás a tus pies por el resto de nuestros días.
— No es necesario — se encogió de hombros —. Ya te tengo a mis pies, Draco.
Entrelazó su mano con la de Draco y tiró de él hasta la sala.
Cuando se sentaron sobre el frío mármol mientras miraban la gran vista que les ofrecía el departamento, Draco recordó la propuesta de Blaise.
Meneó la cabeza y atrajo hacia ellos la champagne con las fresas y el chocolate.
— Una copa.— dijo Isabella mientras les servía.
— Dos.
— Necesito pensarlo.
Isabella levantó su copa.
— Por todas las cosas nuevas que nos esperan.
Entonces brindaron.
Draco colocó su mano sobre la nuca de Isabella, jalándola hacia él, hasta que sus labios estuvieron en contacto.
Acarició los hombros desnudos de Isabella varias veces mientras mordía su labio inferior con fuerza y le susurraba que la quería infinita mente mucho.
— Eres la dueña de mis sentimientos — dijo y la empujó sobre el mármol —. La mujer de mi vida.
Isabella suspiró sobre sus labios y cerró los ojos, escuchando atentamente a cada palabra dulce que salía de los labios de Draco. Deleitándose con el tono de su voz y su cálido aliento sobre sus labios, encendiendo todos sus sentidos.
Cuando estuvo entre sus piernas, comenzó a acariciarle el costado del cuerpo con presión mientras mecía las caderas contra la sensibilidad de Isabella.
— Te siento.— jadeó ella y echó la cabeza hacia atrás.
Siguió meciendo sus caderas, cada vez con más presión y más lentitud.
— Eres exquisita — murmuró contra la piel de su cuello —. Me encantas... Me vuelves completamente loco.
Deslizó la lengua sobre su piel, entonces pegó los labios a su cuello y comenzó a succionar con cuidado.
Enganchó los dedos a la tela de su vestido y lo deslizó por su cuerpo, hasta que Isabella estuvo solamente en su ropa interior debajo de Draco.
La castaña arqueó la espalda al sentir el frío del mármol debajo de ella y dejó salir un chillido. Entonces Draco con un hechizo calentó todo el suelo debajo de ellos, para la comodidad de Isabella.
Ladeó la cabeza levemente y miró el reflejo suyo sobre el ventanal.
Isabella comenzó a desabrocharle los botones de la camisa mientras sus labios se deslizaban sobre el cuello y las clavículas de Draco, dejando su marca por todos los lados.
Sus respiraciones se aceleraron, al igual que su pulso.
Tomó la mano de Draco y sin dejar de verlo a los ojos, le quitó los anillos de los dedos con la boca, excepto por uno; el de bodas.
Draco bajó sus manos por el cuerpo de Isabella, alzándose un poco para poder bajarle los panties.
Sus dedos serpentearon hasta la parte íntima de Isabella, frotando su clitoris con dos de sus dedos, sintiendo la humedad que manaba del interior de Bella.
Ella le desabrochó el pantalón.— Quítatelo.— le pidió con la voz entrecortada.
Y Draco obedeció. Deslizó los dedos fuera de Isabella y antes de quitarse los pantalones, se metió los dos dedos en su boca y lamió la humedad de Isabella.
Tarareó con una sonrisita y se quitó los pantalones junto al bóxer.
Isabella abrió más las piernas, esperando por su esposo. Esperando que él se cerniera sobre ella y la penetrara, pero no pasó nada de eso.
— Mi amor, ¿me harías el favor de escupir sobre mi pene?
Isabella se inclinó sobre las palmas de sus manos y sobre sus rodillas, se hizo el pelo a un lado y escupió sobre el pene de Draco, mirándolo con atención.
Se relamió los labios al ver el pene erecto de Draco, su punta rosada y las venas palpitantes.
Sintió sus pezones endurecerse tras la tela de su sujetador y llevó sus manos a su espalda para desabrocharlo.
Draco rodeó su pene con su mano derecha, lubricando su pene con la saliva de Isabella.
De sus labios salió un gemido leve, bajo; aún así, no aumentaba la velocidad. Su mano viajaba lentamente sobre la base de su pene hacia la punta. Una y otra vez.
— ¿Te acuerdas cuando dijiste que querías experimentar cosas nuevas? — giró a verla.
— Sí, ¿por qué?
Observó las pupilas de Draco dilatarse tanto que sus ojos parecían negros. Negros y brillosos.
— Quería asegurarme... — dijo, entonces sus movimientos pararon —. He traído a alguien conmigo, Bella.
— ¿A alguien? — la boca se le secó—. ¿A quién y para qué?
— No se unirá, no te preocupes.
— ¿Entonces, Draco? — se tapó los pechos con una mano y cruzó las piernas, tratando de ocultar su desnudez.
— Solo quiere mirar, cariño.
rozó su nariz contra la mejilla de Isabella e inspiró hondo.
— La gente te desea...
— ¿Quién?
— Blaise... ¿Lo dejarás ver? ¿Hmm?
Entonces el moreno salió de cualquier lugar de donde estaba, mostrándose.
Iba completamente de negro. Su traje, su camisa y hasta su corbata.
Isabella tragó duro al verlo, y se mojó aún más con tan solo imaginar a Blaise viéndolos.
— ¿Blaise quiere mirar?
— Él me lo ha pedido...
— ¿Y tú, Draco? ¿Tú quieres que él nos vea?
— No me incómoda.
Cuando Isabella asintió lentamente con la cabeza, Blaise se acercó aún más a ellos, conjurando una silla para él. La colocó cerca del ventanal, observándolos.
Isabella nunca había visto a un Blaise tan serio en su vida. Tenía la expresión totalmente sombría.
El moreno llevó sus manos a su pantalón y se los bajo un poco, junto a su bóxer.
— Tócate.
Isabella comenzó a acariciarse el cuerpo.
El calor la abrasaba. El placer crecía y crecía.
Tener a dos hombres frente a ella, viéndola con deseo y tocándose por ella, la volvía loca.
Tras rozarse con los dedos la punta de los pezones jadeó deseosa de más.
Abriendo las piernas más y apoyándose sobre sus codos, se chupó con sensualidad los dedos de la mano derecha para después bajarla por su cuerpo muy lentamente hasta llegar al clitoris; los dedos continuaron su recorrido hasta que llegaron a su entrada, donde los introdujo y, cerrando los ojos jadeó mientras sentía la intensa mirada de los dos hombres frente a ella.
Sus dedos que entraban y salían de ella y se arqueaban en su interior, acariciando su punto dulce; le provocaban oleadas de placer.
Abrió los ojos y miró hacia los dos hombres.
Draco la estaba observando con los ojos somnolientos y su mano serpenteaba por todo su pene.
Blaise estaba viéndola con total atención mientras sus labios estaban entreabiertos y se tocaba con rapidez.
Se sentía deseada...
Hechizada y perdidamente excitada se estremeció al sentir una corriente bajar por todo su cuerpo.
Draco se acercó a ella, cogiendo su mano derecha y llevándose sus dedos a la boca, chupándolos.
— No querrás correrte tan rápido, ¿o sí?
Ella negó con la cabeza.
— En cuatro, por favor.— le pidió.
Isabella obedeció, se apoyó sobre sus codos y sus rodillas, levantando el trasero hacia Draco.
Él sonrió satisfecho.
— ¿Es esto lo qué quieras ver, Blaise?
El moreno asintió.
— Es mejor de lo que imaginé.— admitió.
Draco frotó la suave piel del trasero de Isabella, entonces levantó la mano y la chocó contra su trasero.
Isabella dejó salir un grito ahogado.
Él metió la mano entre la entrepierna de Isabella.
— Sí.— jadeó ella.
Con un dedo rozó su clitoris, haciendo que Isabella pegara un leve brinco.
Alineó su punta con la entrada de Bella y la penetro con fuerzas.
Ambos jadearon e Isabella giró a verlo, después miro a Blaise mientras que Draco, sujetándola de las caderas, entraba y salía de su interior una y otra vez.
Los senos de Isabella rebotaban con cada estocada, y Blaise, en su asiento, jadeaba al verlo.
Sintió como su corazón se aceleraba al ver a Blaise levantarse e ir hacia ella, ponerse de rodillas y comenzar a susurrarle cosas sucias al oído.
Gimió. Gimió de placer.
Draco salió de ella nuevamente y la volteó, cogiendo su pierna y colocándosela sombre el hombro; contemplando el cuerpo de su esposa.
Volvió a poseerla, penetrandola con fuerza y dureza.
Los gemidos de Isabella se volvieron más fuertes.
Uno... dos... siete Isabella vibró y sus ojos viajaron a la parte posterior de su cabeza.
Perdió la cuenta de las veces que Draco salió y volvió a entrar en su interior.
Segundos después, Isabella tembló por el placer. Tembló y gimió.
— ¿Todo bien? — le preguntó Draco.
Ella asintió, sin poder articular palabra alguna.
— Adoro ver cómo te corres, pero ahora nos vamos a correr los tres, ¿de acuerdo, Bell? — Bella asintió de nuevo, sonriendo mientras Draco murmuro sobre sus labios —: Eres lo más bonito de mi vida.
Se acercó para morderle el labio inferior y, al tiempo que mueve la cadera para profundizar en ella, Bella vuelve a jadear.
— Ayuda a Blaise con tu mano, cariño. Vamos, hazlo.
Isabella extendió la mano hacia Blaise, tímida.
El moreno asintió, entonces Bella comenzó a frotarle el pene de arriba a abajo, disfrutando de los pequeños jadeos del amigo de su esposo mientras que Draco la poseía en cuerpo y alma.
Sintió nuevamente sus paredes apretarse contra el pene de Draco y llevó la mano libre a su seno izquierdo, apretándolo y jugando con su pezon rojo e hinchado por la excitacion.
— Aguanta un poco más.— le pidió Draco al sentir a Bella apretarse a su alrededor.
Apretó el pene de Blaise en su mano y sintió el líquido blanco y caliente caer sobre su pecho, sobre sus senos.
Minutos después, sintió a Draco correrse en su interior, llenándola por completo.
Salió de ella y frotó la mano por toda su intimidad, llenándola de su semen y metiendo en ella todo lo que podía.
Isabella seguía sobre el suelo. La respiración entrecortada, el corazón acelerado.
Blaise a un lado, igual o peor que ella, mientras que Draco ya se había levantado y buscaba una servilleta para Isabella.
Volvió a a vestirse y le ofreció la servilleta a Isabella. Tomó a Blaise del hombro y lo obligó a levantarse; acompañándolo a la puerta.
— Draco, amigo...— suspiró.
— Ya lo sé, Blaise.
— Fue solo con su mano.— Blaise levantó su mano y la señaló con otro dedo.
— Arréglate los pantalones, joder. Y no creas que por esto te le puedes acercar, Blaise. Mantén tu distancia con mi esposa.— lo empujó y cerró la puerta en sus narices.
Cuando entró nuevamente al departamento, vio a Isabella vestirse.
— Me he dejado llevar.
— Está bien, Draco.— aseguró.
— No lo volveré a hacer. No volveré a permitir que nadie más te vea desnuda.— se prometió a sí mismo.
Ella se acercó a él y ahuecó su cara entre sus manos.
— No hemos hecho nada malo, sólo disfrutar de nuestra sexualidad. No me ha tocado, yo lo he tocado a él, ¿si? — besó sus labios.
— Sí, está bien.
•~•~•~•
— ¡Draco! — escuchó a Bella gritar desde la habitación.
Salió del baño con el cepillo de dientes en la boca.
— ¿Qué?
— ¡Nos he comprado pijamas iguales! — chilló —. ¡Iguales!
— ¿Ibuales?
— ¡Sí!
Le dio vuelta a una bolsa y las prendas quedaron tendidas sobre el suelo.
Draco se acercó más a ella, se sacó el cepillo de la boca y observó las pijamas. En efecto, eran iguales.
— Qué lindo, Bell.— mintió, con la nariz arrugada y el ceño fruncido.
— Dormiremos igual.
— Sí, bueno — se rascó la nuca —. Falta mucho para la noche.
Isabella se agarró del brazo de Draco y colocó una mano sobre su frente.
— ¿Bella?
— Me he mareado un poco.
— Siéntate.— la tomó del brazo y la ayudó a sentarse.
— Tienes un poco de pasta sobre tu... cara.
— Ya lo sé. Cuando te sientas mejor, iré a enjuagarme la boca.— en cuclillas se acercó más a ella y tomó una de sus manos.
— El embarazo no es lo mío, Draco.
— Me he dado cuenta.
— No creo... Yo no creo que podamos tener otro bebé más, Draco.
— ¿Por qué lo dices? — frunció el ceño.
De repente, Draco se sentía realmente preocupado. Tomó asiento junto a ella y tiró levemente de su cabeza, recostando la sobre su hombro.
— ¿Por qué dices eso, Bella? — insistió.
— Es que yo no creo poder aguantar más estos mareos y las náuseas... Odio las náuseas, Draco — arrugó la nariz —. Todo me huele mal. No aguanto más.
— Falta poco.
— Falta mucho.
— Ya han pasado tres meses, Bella. Falta poco.
— Ahora si quiero abortar — rió e hipó —. Es mentira, eh. No te emociones.
Draco también dejó salir una pequeña risa.
— No volvería a pedirte eso nunca más.— musitó.
Se limpió la boca con la mano y obligó a Isabella a recostarse sobre la cama.
— Se te pasará en un momento — aseguró—. Mandaré a llamar a mamá y a Enora.
— Yo te he dicho que era mala idea mudarnos solos. Somos unos niños, Draco. ¡Unos niños!
— Sin embargo, has decidido quedar embarazada.
Tomó la pluma, tinta fresca y un pergamino; escribiéndole una nota corta y bien redactada a su madre, pidiendole por favor, que venga a su departamento y traiga a Enora.
Después de enviarla, se enjuagó la boca con rapidez y volvió a la habitación; recostándose junto a Isabella, la cual se había quedado dormida.
No le pasaba constantemente. Sin embargo, cuando se mareaba o vomitaba, Draco se aterrorizaba.
Lo que sí pasaba constantemente, era el sueño que le daba a Bella. Se la pasaba dormida la mayor parte del tiempo. Casi no podía ir a trabajar por el cansancio que sentía constantemente y por el sueño que la atormentaba.
Su amistad con Blaise no había cambiado en lo absoluto, pero el chico evitaba hablar sobre Isabella. Incluso cuando Draco le pedía un consejo o algo. Así que, el rubio acudía a Theodore Nott.
Un búho picoteó la ventana y Draco se acercó; abriéndola y tomando las cartas que traía el búho atadas a su patitas.
Le dio un poco de agua y el búho voló lejos.
Draco se sentó sobre la cama y vio cada una de las cartas. Había una revista. Corazón de bruja.
Entonces la abrió y comenzó a leer.
Corazón de bruja.
¡Ding don! Las campanas han comenzado a sonar; la boda de nuestro apuesto Theodore Nott está cada vez más cerca.
Se le ha visto a Astoria Greengrass el otro día buscando un nuevo vestido. ¡Sí, un nuevo vestido!
Al parecer el que había comprado con Isabella Malfoy no le gustaba mucho...
¿O será otra cosa?
No lo sabremos, no aún.
Nuestra querida Pansy Parkinson aún sigue recuperándose de su accidente. ¡Esperemos que pronto se encuentre bien!
El único soltero de Slytherin que queda es Blaise Zabini...
¿O no?
Porque nos han informado fuentes confiables que el apuesto moreno se le ha visto con una rubia de cabello muy largo y ojos risueños. (Tambores, por favor) ¿Luna Lovegood está saliendo con Blaise Zabini?
No tenemos nada confirmado aún.
¡Felicidades a nuestro héroe y a nuestra querida jugadora de Quidditch!
La tercera hija de Harry Potter y Ginny Weasley ha nacido el día de ayer.
Y a nuestra querida pareja, Hermione Granger y Ron Weasley se le han visto la semana pasada en el mundo Muggle, en algo que se llamaba ¿terapia de pareja?
Esperemos y no sea nada malo.
¿Quién nos falta?
Ah, sí.
Draco e Isabella Malfoy que están esperando su primer bebé.
Al parecer Isabella tiene muchos síntomas, también nos han dicho que tiene una enfermedad y que es esa la razón por la cual perdió al primer bebé.
Esperemos no sea nada malo. Y que pronto nos informen más sobre esto.
Arrugó la revista por completo y la tiró a la chimenea, viendo como se quemaba por completo.
Isabella tenía razón, no debieron mudarse solos...
El estómago le rugía y no había nada para comer. Nada.
También se maldijo a sí mismo cuando recordó que su madre le había ofrecido un elfo y él se había negado.
Minutos después la puerta sonó, Draco se puso de pie y la abrió; dejando entrar a su madre acompañada por la tía de Isabella.
— ¿Qué pasó? — preguntó su madre.
Draco no entendía como ella se podía ver tan elegante aún estando exaltada.
— Se mareó.— informó a las dos mujeres.
Enora entró a la habitación sin pedir permiso.
— Está dormida, Draco.
Él se apoyó en el marco de la puerta.
— Se ha quedado dormida.
— Necesito que la levantes.
— Yo necesito que Bella descanse.
Enora colocó las manos en sus caderas.
— Si quieres que la chequé, necesito que ella esté levantada.
— Despiértala.
— Hazlo tú.
Draco le dio la espalda.
— Mamá, realmente necesito a un elfo.— le dijo.
— Estaba esperando a que me pidieras uno, Draco — le pasó la mano sobre la espalda y lo empujó —. Dejemos a Enora con Isabella. Ven, te cocinaré algo.
Asintió con la cabeza y caminó hasta la cocina con las manos metidas en sus bolsillos.
— ¿Y papá?
— Trabajando.— respondió mientras buscaba qué cocinar.
— Mmm.
— Cambia esa cara.
— ¿No será qué tiene a alguién más en el trabajo?
— ¡Draco! — exclamó —. Deja de pensar tan mal de tu padre.
— No hay peor ciego que el que no quiere ver.— masculló.
La mujer colocó un plato sobre la mesa.
— Come y calla.
Cuando la puerta de la habitación volvió a abrirse, Draco giró abruptamente la cabeza con el tenedor en la boca.
— ¿Y? — preguntó, inquieto.
— Isabella está bien, Draco. Deja de llamarnos por cualquier cosa.
— ¿Cualquier cosa? — refunfuñó —. ¡Se mareó!
— ¡Sintomas del embarazo! Está en perfectas condiciones. Es un embarazo, gracias a Merlin, muy sano. Por el momento...
— Bien, gracias — hizo un mohín —. Mi madre te pagará.
Sacudió la varita y la puerta del departamento se abrió.
— Me mandas un elfo, por favor.
Dicho eso, ambas mujeres salieron del departamento.
Entró a la habitación y vio a Isabella frotarse los ojos y bostezando.
Él se tiró a su lado y dejó caer la cabeza en la curva entre su cuello y su hombro, respirando profundamente. Su brazo cayó levemente sobre el estómago de Isabella.
Inhaló y exhaló mientras Isabella bajaba la mano para acariciar su espalda de arriba bajo.
Pasaron más y más minutos, pero Draco no se movío. Estaba a gusto así, junto a ella.
Y entonces... el terror se apoderó de él.
«¿Qué iba a hacer cuándo la perdería? ¿Qué pasaría con él? No quería perderla. No quería una vida sin su esposa... La amaba tanto, joder.»
Sorbió por la nariz y parpadeó varias veces.
— ¿Draco? — murmuró Bella. Alzó la cabeza. De inmediato, Isabella puso su mano sobre el rostro de Draco —. ¿Amor? — volvió a murmurar.
Draco pudo notar la preocupación en su voz.
— Estoy bien.— musitó.
— Estamos bien, entonces.
— Sí, Bella.
Inconscientemente su mano comenzó a acariciar el vientre de Isabella con suavidad y cautela.
— Deberíamos visitar a tus padres.— soltó.
— ¿Por qué?
— No sé. Hace tiempo que no los ves.
— Tienes razón.
— Debes dejar de estar tanto tiempo pegada a mi, Isabella.
— ¿Te molesto?
Negó.
— No, nada de eso.
— ¿Entonces?
— No sé.
— Draco.
— No sé, Bella.— repitió.
— Estás paranoico otra vez.
— Qué... ¿qué haré sin ti cuando ya no estés conmigo, Bell? Necesito... no sé, dejar de estar tanto tiempo contigo para acostumbrarme.
— No digas esas cosas, Draco.
— Es que... Bella.
Con un dedo, le alzó la barbilla.
— Tú y yo... aetérnum. ¿Lo has olvidado?
Negó con la cabeza.
— Yo te quiero mucho — le besó la nariz —. Nosotros te queremos mucho.
— Yo a ustedes también.— volvió a acomodarse sobre el pecho de Bella.
Isabella comenzó a acariciarle el cabello lentamente.
•~•~•~•
B E L L A.
— Necesitamos cambiar las fechas.
— ¿Y por qué no lo hacen?
— Theo no quiere hacerlo.
— ¿Por qué?
— Dice que no podemos cambiarla, que sospecharán.
— Si vas con una panzota a tu boda también sospecharán, Astoria.
— ¡Dile eso a Theo! — bufó —. No puedo seguir comprando vestidos cada mes.
— Mira el lado bueno.
— ¿Hay lado bueno?
Se encogió de hombros y se metió la cuchara de helado a la boca.
— Si tienes muchas hijas no tendrán que gastar dinero en vestidos de novias, se los prestas tú.
— ¡No me parece gracioso!
— Y no lo es, Tori.
— Habla con Theo, Bella.
— ¿Y yo por qué?
— A ti te presta más atención.
— Eso no es cierto.
— Por favor — unió sus manos y le rogó a su amiga —. Por favor, inténtalo.
— Le dire a Draco que hablé con él.
— Hazlo tú.
— Disculpa, no puedo hacerlo.
— ¡Por favoooooor! — lloriqueó.
Después de diez largos minutos de lloriqueo y ruego, Isabella cedió.
Isabella apareció en la mansión Nott. Tocó la puerta, saludó a los padres de Theo y subió las escaleras, dirigiéndose a su habitación.
El muchacho estaba acostado sobre la cama, con el torso desnudo.
— Hola, Theo.
— Bella— la saludó.
Isabella, incómoda, se sentó sobre una silla.
— Linda habitación...— soltó Isabella.
— ¿Gracias?
— ¿No crees qué puedan acelerar la fecha de su boda?
— No, no creo.
— ¿Y por qué no? Mucho antes, mejor, ¿no?
— Uhm, no.
— Claro que sí. Duermen juntos, tienen más sexo. Qué se yo, Theo.
— No lo haré.
— ¿Por qué?
— Es un castigo para Astoria — se encogió de hombros, restándole importancia —. Ella quedó embarazada porque así lo decidió. Yo nunca le pedí un bebé. Ahora, que se aguante.
— ¡Pero qué malo eres!
— Siempre he utilizado preservativo, Bella. No sé si es mío, o no.
— Tal vez pincho los preservativos...
— ¿Qué loca haría eso?
Bella enrojeció por completo y evitó verlo a la cara.
— Ni idea — se rascó la nuca —. Olvídalo, entonces — se puso de pie —. ¿Le puedes decir a Tori que estuve aquí? Y que he intentado convencerte. Gracias.
— ¿Te irás tan pronto?
— Solo vine porque Tori me lo pidió, Theo.
— Quédate un rato más... Podemos cenar juntos.
— Me encantaría, pero debo volver a mi casa. Draco y yo quedamos.
— Estás todo el día con él, Isabella.
— Es mi esposo, Theodore.
— Y yo soy tu amigo. El único que te notó cuando eras invisible para todos.
— Nadie te pidió que lo hicieras.
Theo se acercó más a Isabella, tanto que Bella giró sobre sus talones y trató de ignorar su cercanía.
— Pediré tu comida favorita.
— Eres muy amable, en serio... Pero necesito irme ya. Tal vez otro día, Theo.
— Bien.
Salió dando un portazo, entonces volvió a su nuevo departamento.
La cercanía de Theo le había hecho mal, sin duda...
Disfruto tener el departamento para ella sola. Entró al baño y decidió darse una ducha larga y fría.
—-
Buah.
Voten y no olviden comentar. Las tqm <3
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