Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

057

B E L L A.

— Esto es lindo.— la mirada de Bella recorrió todo el lugar.

— ¿Por qué nuestra fiesta de compromiso no fue cómo esta?

— Porque nosotros no teníamos planeado nada, Draco.

— Cierto.

Pasó un mesero con una bandeja e Isabella lo paró, tomando un pastelito.

— ¿Quieres? — le preguntó a Draco.

— No, gracias — Draco frunció el ceño —. ¿Desde cuando comes tanto?

— ¿Te molesta?

— Claro que no, Bell.

— Mi hijo debe estar bien alimentado, Draquito.

Draco sonrió cuando Isabella se manchó la boca de chocolate. Entonces se acercó a ella y le dio un beso justo donde se había manchado, limpiándola.

— ¿Chocolate y fresa?

— Al parecer.

— Buena elección de postres — curvó los labios hacia abajo —. ¿Me das?

Isabella lo miró atentamente mientras le ofrecía los dedos.

— ¿Quieres probar de mis dedos? Es que ya me lo zampé.

— ¡Draco, Bella! — Astoria les sonrió—. Me alegro que estén aquí, aunque ya anunciamos nuestro compromiso.

— Culpa a Draco — Bella enderezó la espalda y se arregló el cabello —. Felicidades, Tori. Estoy muy feliz por ti y por Theo. Espero y sean muy felices juntos.

— Gracias, Bella.— las dos chicas se abrazaron.

— Lo mismo que dijo Bella.

— Gracias, Draco.

— Sabes... — habló Draco al tiempo que caminaba —, deberíamos tener otra boda.

— ¿Otra boda?

— Sí. Imagínate una boda pequeña en algún lugar del mundo, con las personas que nosotros queramos y la decoración que tú quieras.

— ¿Cuándo? — Bella le sonrió, encantada con la idea.

— Cuando nazca el bebé, para que pueda acompañarnos.

Dejaron un pequeño regalo sobre la mesa de regalos y se tomaron de la mano, caminando por el lugar.

La decoración era hermosa. El lugar era pequeño, pero no tanto. Habían pocos magos y brujas. Los necesarios, en realidad.

Una bruja alta, de cabello negro y ojos color chocolate, se acercó a Draco y Bella; con una gran sonrisa.

Tenía pequeñas arrugas alrededor de los ojos a la hora de sonreír, pero era hermosa.

— ¡Felicidades por el bebé!

— Gracias, sra. Zabini.

— Un placer, Draco.

— ¿Harás un baby shower?

Bella frunció el ceño.

— ¿Un qué?

— Costumbres Muggles, pero muy inteligentes. Es una fiesta en donde se regalan cosas para el bebé, algo así.

— Draco, ¿pod...

Él la interrumpió.— No hace falta, Bella. Todo lo que quieras para el bebé, se lo compramos nosotros.

La sra. Zabini dejó salir un pequeño 'Oh' y sonrió.

—Es un buen marido, Isabella.— dijo al tiempo que le acariciaba el brazo a Draco.

— Cuando quiere — bromeó Isabella, y al ver el toqueteó de la Sra. Zabini, frunció el ceño —. Bueno, yo y mi esposo — enfatizó la palabra —, tenemos que irnos...

— Oh, claro... Un gusto verlos, queridos.

Bella agarró el brazo de Draco y tiró de él.

Draco rompio en una carcajada.

— ¿Celosa?

— No.

— Tus sentimientos a través del lazo dicen lo contrario, Bell. Y por cierto, desde que estás embarazada siento esto muy seguido.

— Si dejarás de ser tan guapo, yo no me sentiría así.

— Oh, pobre Bell. ¿Qué debo hacer?

— Un golpe en la cara estaría bien. Tal vez se te infla algo y dejes de ser tan guapo.

— Podemos utilizar un hechizo.

— El golpe duele más.

— Eres una agresiva.

— Draco, necesito confesarte algo.

— ¿Qué?

Bella tomó asiento y cruzó las piernas.

— Cuando estabamos en nuestra luna de miel y volviste inconsciente a la casa, te golpeé la cabeza varías veces al transportarte a la habitación.

— Con razón me dolía la cabeza tanto.

— Lo siento, creí que sería divertido. Y bueno, lo fue.

— No pasa nada, cariño.— la acarició el dorso de la mano.

— ¿Es Pansy? — achicó los ojos.

Draco siguió la mirada de su esposa.

Pansy estaba echada sobre el suelo a unos metros de ellos. Tenía el pelo corto revuelto y el maquillaje escurrido.

— Voy a ayudarla.— Bella se puso de pie con rapidez.

— Bella, déjala — la cogió del brazo —. Quiere atención, eso es todo.

— Draco, puede pasarle algo. No olvides que ella también se droga. Por favor.— se zafó del agarre y tomó el vestido en sus manos, corriendo hacia Pansy.

Se arrodilló a su lado y le llevó la mano a la frente. Estaba ardiendo en fiebre.

— Pansy — la sacudió, pero no respondía —. Pansy, todo estará bien.

Giró la cabeza y le pidió a Draco que venga. El rubio a regañadientes, se levantó y caminó hasta ellas.

— ¿Qué?

— Está ardiendo en fiebre.

Draco presionó la mano sobre la frente de la pelinegra. Después la cargo en sus brazos.

— Mi hombro, Bell.

Bella obedeció, puso la mano sobre el hombro de Draco.

El mundo giró a su alrededor. Sintió sus pies despegarse del suelo y las imágenes se distorsionaron ante su vista.

Cuando sus pies tocaron nuevamente el suelo, Bella abrió los ojos y soltó el hombro de Draco.

Estaban en San Mungo, en el área de emergencias.

— Necesitamos un medimago, por favor.— exclamó Draco.

Después de varios minutos, un medimago se acercó a ellos; pidiéndoles que ayudaran a transportar a Pansy a una habitación.

Les pidieron amablemente que los dejaran a solas para hacerle unos estudios a Pansy.

— Estará bien.— le aseguró Bella.

— Todos la abandonamos, Bella. Todos.

— Blaise no, Draco.

— Blaise no, pero yo sí.— se abrió los botones de su camisa.

— Estará bien, ya lo verás.

— Es nuestra culpa.

— Claro que no.

— La dejamos sola, Bella.

— Fue su culpa.

— Pero debimos hablar con ella, aclarar las cosas, no dejarla sola.

Bella lo abrazo con fuerza, diciéndole al oído que todo estaría bien. Que Pansy estaría bien, que no le pasará nada.

Las horas pasaron y ellos se quedaron en el hospital, esperando respuestas.

Draco dormitaba sobre el hombre de Isabella mientras que Bella se zampaba unas papas fritas.

Le habían enviado una carta a sus padres, a Theo y a Blaise.

No sabían si les había llegado o no, pero ya se estaban tardando en llegar. Al igual que el medimago se tardaba en darles noticias sobre Pansy.

Era la tercera vez que Bella utilizaba un hechizo para que la cabeza de Draco se quedará flotando mientras ella preguntaba por Pansy y después pasaba a comprarse más dulces. Después tomaba su lugar y dejaba la cabeza de Draco nuevamente caer sobre su hombro.

— ¿Qué pasó? — Blaise apareció, con la ropa echa un asco y los ojos desorbitados.

Draco se levantó cuando escuchó la voz de Blaise.

Se froto un ojo y después cruzó los brazos sobre su pecho.

— No sabemos. Encontramos a Pansy tirada sobre el suelo, medió desmayada.

— ¿No hay noticias?

— Ninguna — dijo Bella—. He estado preguntando, pero nada.

— ¿Dónde están sus familiares?

— Todos siguen en la fiesta de Theo y Astoria.

— ¿No les pudiste avisar, Blaise? — Draco encaro a su amigo, levantándose.

Blaise le ganaba a Draco en altura por algunos centímetros, también en músculo.

— ¡No estaba en la fiesta, Draco!

— Eso explica la razón de tu ropa.— opinó Bella desde su asiento, zampándose otra papa.

— Pudiste avisarles, Blaise. No sabemos nada sobre Pansy.

— ¿Tienes remordimiento, Draco? Porque tú la has abandonado, Theo lo ha hecho también. Soy yo el único que sigue con ella a pesar de todo.

— ¡A ver si cuando tengas novia te agrade que la envenene, Blaise!

— Son unos malos amigos.

— Al igual que ella.

El moreno se dejó caer junto a Bella. Ella le ofreció la bolsa de papas y Blaise no se negó.

Draco también se dejó caer junto a su esposa.

Bella entrelazo sus dedos y después comenzó a jugar con los anillos de Draco.

— Me gusta este.— le dijo bajito, pues Blaise se había quedado dormido sobre el asiento.

Draco se sacó el anillo y tomó la mano de Bella, deslizó el anillo sobre un dedo suyo.

— Te lo regalo.

— Me queda grande.

— Tendremos que ajustarlo, entonces.

— Sí, un poco.

Draco dejó descansar su cabeza nuevamente sobre el hombro de su esposa.

— ¿Quieres casarte conmigo? — preguntó mientras alzaba la vista y miraba el costado de la cara de Bella.

Bella le devolvió la mirada. Sus ojos se conectaron.

— Me encantaría.

Él dejó un vasto beso sobre sus labios y volvió a acomodarse.

— Eres una gran mujer, Bella.

Los siguientes en llegar fue Theo y Astoria, seguidos por la familia Nott y Greengrass.

Todos se levantaron, repitiendo las mismas respuestas a sus preguntas.

Bella, Astoria y Daphne desaparecieron de la sala de emergencia, yendo por café.

— ¿Cómo pasó? — quiso saber Astoria.

— No sé. Estaba sobre el suelo, ardiendo en llamas.

— Drogas.— resopló Daphne.

— Puede.

— Se lo merece.— opinó Astoria

— Nadie se merece eso, Astoria. Viví con un drogadicto y no es nada agradable. Si algo le hubiera pasado a Draco en esos tiempos, probablemente me hubiera suicidado a su lado.

— ¿Quién los metió en la droga, Isabella? Fueron ellos solitos.

— Lo tomaron como un juego — dijo mientras empezaba a caminar —. Y se convirtió en una adiccion. No tienen la culpa por ello.

— Theodore la ha dejado.

— Theodore lo sigue haciendo.

— Claro que no.

— Lo hace a escondidas, Tori.— Bella camino más rápido.

— Bella tiene razón, Tori.— su hermana se encogió de hombros.

Le ofreció café a Draco, Blaise y a la familia Nott.

Astoria le ofreció café a su familia.

Todos bebieron en completo silencio. Todos estaban con la mirada perdida.

Bella unió la mano libre que tenía junto con la de Draco.

— ¡Pues claro que algo tenía que salir mal! — exclamó la Sra. Greengrass —. ¡Si los Malfoy estaban presentes!

Draco frunció el ceño.

— ¿Lo siento?

— ¿Quién nos asegura que no fueron ustedes los que le hicieron esto a la pobre chica? Para que la fiesta de mi niña se terminará.— la mujer alzó la barbilla.

— Disculpe, Sra. Nott, pero creo que nadie se atrevería a tanto.

— ¡Pero mírate! Ya eres igual que ellos.

— No meta a Isabella en esto.

La mujer dejó salir una risa sarcástica.

— No lo están negando. Fueron ellos.

— No lo estamos negando, porque no tenemos que aclararle nada a usted — espetó Draco —. Si no tiene nada bueno que decir, le recomiendo que se quede callada y que no vuelva a dirigirse a mi esposa.

— !Son tan buenos actuando! ¿Como olvidarlo? Fueron Mortifagos por años a escondidas.

Draco gruñó y Bella le dio un apretón en la mano.

El Sr. Greengrass le susurraba cosas a su esposa. Astoria y Daphne estaban a su lado mientras Theo estaba sentado sobre el suelo.

Cuando por fin llegaron la familia Parkinson, Bella se sintió aliviada por un momento, pero aún así, el ambiente estaba denso.

— ¿Dónde está mi niña? — lloriqueo la Sra. Parkinson.

Su marido le pasó el brazo sobre el hombro y la acercó a su cuerpo.

— Draco.— asintió en dirección a Draco.

Draco le devolvió el gesto y comenzó a explicarle todo lo que pasó.

Bella volvió a ir por unos café y se los entregó al Sr y a la Sra. Parkinson. Ellos lo aceptaron sin rechistar.

Bella observó como la Sra. Greengrass se acercaba a la Sra. Parkinson y le decía cosas en voz baja.

Arqueó la ceja y se llevó el vaso de café a los labios, dándole un gran sorbo. Esperando a que la bomba explote.

— ¡No le permitiré que hable de esa forma sobre los Malfoy en mi presencia! — espetó la Sra. Parkinson.

Bella esbozó una sonrisa triunfal.

— ¿Está usted ciega? — exclamó la Sra. Greengrass —. ¡Todos en esa familia son unos mentiroso! Incluyendo a la Srta. Rosier.

— Conozco a los Malfoy mejor que cualquier otra familia mágica, y le puedo asegurar que el joven y la Srta. Malfoy no tuvieron nada que ver en esto.

La pelea quedó interrumpida por los medimagos.

— ¿Familia Parkinson?

Su familia, Draco, Theo y Blaise, se acercaron al medimago.

Bella sintió una mirada sobre ella y giró a ver quien era.

Le sonrió a la Sra. Greengrass y se llevó el vaso de café a los labios.

La Sra. Nott a su lado, rió y le palmeó el hombro a Isabella.

Cuando Draco cabizbajo se acercó a Isabella, ella se puso en pie.

— ¿Y? ¿Qué dijo?

— Sobredosis.

— ¿Estará bien?

— No está reaccionando, así que no le pueden hacer un lavado.

— No te preocupes.

— Su mamá se quedará con ella, Bella. Nosotros podemos regresar mañana.

— ¿Estas seguro?

— Sí.

Bella volvió a entrelazar sus dedos, y juntos empezaron a caminar.

Se despidieron de la familia Parkinson, al igual que de la familia Nott.

Usaron la aparición en conjunto, y en pocos minutos estaban en la mansión Malfoy.

— ¿Cómo estuvo la fiesta? — preguntó Narcissa desde su asiento, sin quitar los ojos adornados por unos lentes de su libro.

— No sé.

— ¿Cómo?

— Estuvimos en el hospital con Pansy.

Lucius dejó El Profeta junto al brazo del sillón y alzó la vista.

— ¿Qué le pasó a la Srta. Parkinson?

— Drogas muggles.

— Drogas muggles — gruñó Lucius —. El problema son los muggles y ustedes que se relacionan con ellos.

— Lucius, por favor — le advirtió Narcissa —. ¿Estará bien?

— Esperemos que sí.

La mujer asintió.— Le pueden decir a Dobby que les sirva de cenar.

Draco tiró de la mano de Isabella, llevándola por la escalinata hasta que estuvieron encerrados en su habitación.

— Nos buscaré un departamento.— dijo mientras caminaba en la habitación.

— ¿Quieres dejar esta casa?

— Quiero dejar de ver a mi padre.

— Tranquilízate — Bella le acarició los brazos —. Vamos a ducharnos.

Draco se dejó llevar por Isabella. Se sentó sobre el inodoro mientras Isabella abría el agua caliente de la ducha.

Se arrodilló ante Draco y comenzó a abrirle los botones de la camisa. Después la deslizó sobre sus brazos y la dejó caer al suelo.

Cuando Draco se puso de pie, Isabella abrió el cierre de su vestido y lo dejó deslizarse sobre su cuerpo.

Comenzó a abrirle el cinturón a Draco, después el botón y le bajo el cierre.

Engancho los dedos en el pantalón de Draco y se lo bajo junto a su bóxer.

Tenía el pene de Draco frente a la cara. Alzó la vista y se dio cuenta que Draco ya la estaba viendo.

Comenzó a acariciar la base de su pene, de arriba a abajo.

Se alzó un poco y escupió sobre la punta para después acariciarlo nuevamente.

Draco dejó salir un jadeo y echó la cabeza hacia atrás.

Bella se puso de pie, haciendo que el vestido se deslizara por completo hasta estar sobre el suelo. Levantó un pie y luego otro, echando el vestido hacia otro lado.

Se puso de puntitas, se agarró a los hombros de Draco y le besó los labios con cautela y ternura.

Después ambos entraron a la ducha.

Draco le enjabonó el cabello, después el cuerpo y la ayudó a enjuagarse.

Bella hizo lo mismo con Draco.

Después los dos salieron envueltos en unas toallas y entraron a su habitación.

Bella le tiró a Draco ropa limpia y ella se vistió con la camisa de Quidditch de Draco.

Le dio la espalda al espejo y miro por encima de su hombro. El número siete adornaba la camisa y debajo del número de siete estaba escrito su apellido. 'Malfoy'.

Ella también era una Malfoy.

Con el pelo aún húmedo, se acosto sobre la cama. Alzó la pierna y miro hacia Draco, el cual estaba recostado sobre sus manos, viendo a Isabella.

Sus ojos viajaron a los ojos de Draco, después a sus labios, que, Draco humedeció al sentir la mirada de Bella.

Se acercó a ella y le colocó un mechón tras la oreja.

Inclinó la cabeza y le besó la nariz, después la mejilla, la comisura del labio y por último los labios.

Enganchó los dedos en la tira de la camisa de Quidditch y tiro de ella, quitándosela a Isabella.

Bella también tiró de la playera de Draco. Arqueó el pecho, haciendo que sus senos quedaran pegados al  pecho de Draco.

Suspiró tras sentir la piel con piel. Y cuando Draco le quitó sus panties; Bella cerró los ojos, permitiéndose disfrutar de ese momento.

— Te haré el amor tan lento para que puedas sentir cada centímetro mío y tuyo uniéndose — beso sus labios —. Y te haré venir tantas veces que mañana tendré que asegurarme que Scorpius o Hydra sigan estando bien.

Esta vez Draco unió sus labios en un beso largo. Compartiendo su amor, deseo y pasión.

Enterró los dientes en el labio inferior de Isabella y tiro de el con suavidad.

Por cada beso: era un te quiero. Y por cada mordida un: te deseo.

Bajó lentamente por el cuerpo de Isabella, cuando estuvo a la altura de su estómago, dejó un casto y largo beso sobre su vientre para después acariciarlo.

Isabella admiró la escena con ternura. Una calidez le envolvió el corazón, llenándolo de amor. De amor por su familia. Su nueva familia.

Isabella vio la cabellera de Draco entre sus piernas y jadeo al sentir la lengua de Draco sobre su clitoris.

Draco hizo círculos sobre el clitoris de Isabella mientras un dedo suyo, entraba en el interior de Bella, llenándola.

El dedo se movió en círculos también, y Bella pudo escuchar el sonido de su humedad contra el dedo de Draco.

Cuando Draco sacó el dedo de su interior, Isabella se sintió remplazada; pero no por mucho tiempo, ya que la lengua de Draco se enterró en su interior, saliendo y entrando varias veces.

— Estás tan hinchada.— murmuró Draco sobre la piel de Bella.

— No pares.— Bella le devolvió el murmuró mientras alzaba las caderas y las movía sobre el rostro de Draco.

Draco siguió follandola con la lengua. Dos de sus dedos se posaron sobre el clitoris de Isabella, masturbandola.

— ¡Muffiato! — dijo Isabella y el hechizo se activó.

Draco rió al escuchar los gemidos que abandonaban los labios de Isabella. Podía sentirla a través del lazo y sabía que le estaba gustando tanto que no faltaba mucho para venirse.

Draco se separó del coño de Isabella, alzó la vista y observó como Isabella se mordía el labio inferior y lo miraba.

Él volvió a subir.

— Tu labio. Dámelo.— ella dejó de morderse el labio, entonces Draco volvió a besarla.

Isabella sintió su sabor sobre los labios de Draco, sobre su lengua cuando se adentró en su boca.

Le puso las manos sobre los hombros y le dio la vuelta, quedando ella encima de él.

Se subió a horcajadas y le bajo los pantalones de pijama junto al bóxer. Entonces cogió el pene de Draco y se frotó sobre su punta, cerrando los ojos.

Draco envolvió un brazo alrededor de Isabella y con la otra la sostuvo por la cadera, ayudándola a bajar lentamente.

En efecto, Isabella sintió como cada centímetro suyo y de Draco se unían.

Cuando tuvo a Draco por completo en su interior, buscó sus ojos.

— Eres el amor de mi vida — tomó una bocanada de aire mientras subía y bajaba —. Lo juro.

— Y tú el mío — Draco le dedicó una sonrisa —. Ahora sube y baja por mi pene, cariño. Hazlo tuyo.

Draco comenzó a dejar besos húmedos sobre los lunares de Bella que tenía sobre el hombro.

Bella subió por su pene y volvió a bajar, repitiendo la acción varías veces más.

Cuando sus piernas se cansaron, tiro a Draco sobre la almohada y meció las caderas en círculos, con las manos sobre el torso de Draco.

Sintió el sudor empapar su columna, pero no le importó. No cuando Draco estaba debajo de ella, dejándola follarlo; con los ojos puestos sobre los suyos.

Sintió una corriente bajarle por la espalda y el nudo que ya estaba hecho en su estómago, se deshizo por completo.

Gimió y recostó la cabeza sobre el hombro de Draco.

— Te toca.— murmuró sin aliento.

Draco le dio la vuelta para quedar él encima de ella, entonces empezó a penetrarla con lentitud. Cumpliendo su promesa.

La noche siguió entre besos, gemidos, orgasmos y promesas de amor.

•~•~•~•~•

A primera hora llegaron al hospital.

Theo y Blaise ya se encontraban allí.

Blaise al ver a Isabella, se acercó y le ofreció una bolsa de papas, ella la aceptó.

— ¿Y ya da pataditas? — preguntó Blaise mirando fijamente al vientre de Isabella.

— No, todavía.

— ¿Cuando dé pataditas puedes colocar la cara de Draco justo ahí?

— Será un placer.— unieron sus manos, cerrando el trató.

La familia Parkinson se acercaron a los jóvenes, informándoles sobre la salud de Pansy.

Al parecer había reaccionado ya hace unas pocas horas, estaban haciéndole el lavado y después podrían entrar a verla.

Draco les prometió que nos quedaríamos aquí, que podían irse a casa, descansar, tomar una ducha y luego volver. Los Parkinson se negaron al principio, pero después aceptaron.

— ¿Dónde está Astoria? — preguntó Isabella.

— En casa.

— ¿Por qué le mientes, Theo?

— ¿Sobre qué, Isabella?

Draco y Blaise miraban la escena expectantes.

— Sobre las drogas.

— ¿En qué le menti?

— Le aseguraste que ya las habías dejado.

— Y eso haré.

— Ojalá lo hagas pronto.

— Bueno, Isabella — el muchacho se levantó de su asiento —. No todos tenemos una esposa que nos ayude con eso.

— Theo, cálmate.— le pidió Draco.

— ¡Lo dice como si fuera lo más fácil del mundo! ¿Acaso sabes sobre la abstinencia?

— Bella sabe muy bien sobre eso.— aseguró Draco.

— ¡Claro que no! Ella no ha sentido eso.

— Pero me ha visto sufrirlo, Theo.

— ¡Y te cuidó! ¡Y estuvo allí para ti! ¿Para mi quién está? Nadie — gruñó —. Astoria me exige dejarlas, pero ella no sabe lo que se requiere. Tampoco esta para mi.

Isabella bajo la cabeza.

— Puedo hacerte un poco de la poción que tomó Draco.

El muchacho volvió a sentarse y cambió de tono.

— Gracias.— dijo apenado.

Un medimago les avisó que podían entrar a ver a Pansy, entonces los cuatro se levantaron y entraron a la habitación.

Pansy estaba recostada, tenía grandes ojeras y los ojos desorbitados.

— ¡Por la tanga de Merlin, Parkinson! — exclamó Blaise, tomando asiento sobre la cama —. Me has pegado un susto terrible.

— ¿Qué hacen ellos aquí?

— Vinieron a verte. Deberías darle las gracias a Isabella y a Draco, fueron ellos los que te encontraron.

— ¿Las gracias? — la pelinegra hizo un mohín —. ¿Por arruinar mis planes?

— ¿De qué hablas, Pans? — Blaise le acarició el cabello y la muchacha le pegó un manotazo.

— ¡Planeé mi sobredosis! — se exaltó —. ¡Planeé mi muerte! Y luego — señaló a Draco y a Bella —, vienen estos dos a arruinar todo. ¡Como siempre! Isabella arruinó mi vida y Draco la ayudó.

— Estabamos tratando de ayudar.— dijo Bella con un hilo de voz.

—¡Y una mierda!

— ¿Estás loca, Pansy? — Theo se pasó la mano por el cabello —. ¡Deja de decir esas mierdas!

— ¿Y tu noviesita, Theo? ¿No quiso venir a verme? ¿Le sigo trayendo recuerdos?

La mirada de Blaise cambio de Pansy a Theo.

— ¿De qué hablan?

— Uy — Pansy rió —. Theo y yo tenemos secretos.

— Será mejor que los cuenten.

Pansy se toqueteó los labios, después se los humedeció.

— Tú, Isabella, ¿puedes pedirme algo de beber, linda?

Bella enarcó la ceja y salió de la habitación.

Compro botellas de agua y cuando volvió todos seguían en la misma posición que los había dejado.

Les entregó la agua a cada uno de ellos.

— Es rápida, Draco. Ya veo cómo se ganó tu corazóncito — se burló y dio un trago —. No comencé a contar porque quería que Bellita también escuchara esto.

Bella no pensó qué podía ser algo malo, Theo no le pedía que se callara, o actuaba de alguna forma rara.

Isabella se sentó y bebió del agua.

— El otro día Astoria nos pillo a mi y a Theo.

— ¿Haciendo qué? — inquirió Draco.

— Teniendo seco drogados. Aunque no le importo mucho, ¿o sí, Theo? — chasqueó la lengua —. Claro que no, ella también se nos unió. Trío — giró a ver a Blaise —. Tienes que conseguirte una novia. He hecho un trío con todos en esta habitación, faltas tú.

Cuando Pansy vio que nadie respondía, siguió hablando.

— Después de su primer orgasmo, la tonta se asustó; y Theo le pidió que se retire, o se quedé a ver. Obviamente se quedó a ver, porque es una perra muy caliente — volvió a beber de su agua —. No te preocupes, Bella. Tus senos siguen siendo mis favoritos.

— Eres una asquerosa, Pansy.

— Un poco — rió —. En fin, Astoria se quedó a ver, pero luego se enojó porque según, Theo nunca la había follado así. Ni siquiera Draco — giró a ver nuevamente a Bella —. Punto para mi y para ti, Bella. Quería romper con Theo, pero se dio cuenta que está embarazada.

— ¿Astoria está embarazada?

Al parecer ni Theo lo sabía, porque estaba boquiabierto.

— ¿Solamente lo sabía yo? — preguntó Pansy —. Felicidades, Theo. ¡Vas a ser papá! Una disculpa, Draco. Theo se te adelantó.

Draco no abrió la boca, simplemente miraba a Pansy, con los brazos cruzados.

Cuando el drama cesó, Isabella, Theo y Draco estaban sentados sobre el mismo asiento los tres mientras que Blaise comía junto a Pansy sobre la cama.

Los padres de ella, llegaron al anochecer.

Pidieron disculpas y le agradecieron a todos por quedarse con Pansy.

Los medimagos aseguraron que Pansy estaría mejor, pero que tenía que tomar algunas pócimas para ayudarla a mejorar.

La noche estaba fría. El viento rugía. Y ninguno de los dos tenía ganas para hablar.

— ¿Amabas a Astoria de la misma manera que me amas a mi? — inquirió Isabella —. ¿O a ella la querías más?

— ¿A qué viene todo esto?

— ¿Puedes responderme?

— No debí dejarte con Pansy sola.

— Pansy no tiene nada que ver. ¿Puedes darme una respuesta, Draco?

Él ahuecó su rostro.

— El amor que siento por ti no se compara con lo que creía que sentía por Astoria, Isabella. Nunca he sentido esto por alguién.

Bella hizo un puchero y Draco le besó el labio inferior.

— ¿Lo prometes?

— Lo prometo. Eres la única, Bell. La única.

Me gusta mucho este cap, porque últimamente siento que ya no escribo al igual que antes. Y en este capítulo me dejé llevar.

*caritas apachurradas*

Espero y se puedan pasar por la nueva historia 'Worship you'.

Me encanta ver que cada día somos más, ya casi llegamos a los 900 seguidores y todos es gracias a ustedes <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro