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054

B E L L A.

Observó con cautela a su esposo dormido sobre su espalda, con los brazos extendidos y semidesnudo.

Quería pintarle algo en la cara, pero pensó que Draco la mataria.

Oh, probablemente lo haría.

Con eso en mente; se vistió y bajo a buscar a Narcissa.

Estaba nerviosa. Sus manos sudaban y sentía un manojo de nervios en su abdomen bajo.

Escuchó algunas voces en la antesala y se dirigió hacía allá.

— Isabella.— Lucius la saludó friamente, al encontrarse con ella a mitad de camino.

— Sr. Malfoy.— inclinó levemente la cabeza y siguió con sus pasos.

— ¿No es muy temprano para andar por la casa, Bella? — le preguntó Narcissa.

Ella se sentó.

— Draco está dormido.

— Si sigue así probablemente lo van a despedir.

— Sí, eso creo.— Bella soltó una risita nerviosa.

— ¿Está todo bien?

— Oh — sacudió la mano —, sí. Claro que sí. Solamente quería preguntarle algo.

— Adelante.

— Cuando tú y el Sr. Malf—

La interrumpió.— Isabella, es tu suegro, tu familia, llámalo Lucius.

— Bueno — tomó una bocanada de aire —. Cuando tú y Lucius... — se rascó la nuca.

— Bella, puedes preguntar lo que sea.

— Cuando...

Las palabras se le quedaban atoradas, no podían salir. La mujer le colocó una mano sobre el hombro y le dio un apretón

— Cuando trataban de tener hijos... ¿Hacías algo en especial para quedar embarazada más rápido? — farfulló la pregunta.

— ¿Lucius te ha dicho algo? — alzó una ceja —. Bella, si Lucius te ha dicho algo, simplemente ignóralo. Está claro que la noticia no le ha gustado mucho, pero no insiste en ello.

— No, no, Lucius no me ha dicho absolutamente nada.

— ¿Entonces?

Isabella se retorció las manos.

— Cissy... Tarde o temprano, moriré. Es algo que todos lo sabemos. La maldición de sangre, me hará debilitarme, y en cualquier momento puedo morir.

Ella asintió.— Pero no morirás hoy, tampoco mañana, Bella. Pero si quedas embarazada... — meneó la cabeza —. Sabes que es riesgoso.

— No lo quiero dejar solo. Yo moriré. Tú y Lucius morirán. ¿Y él con quién se queda? ¿Solo? No lo puedo dejar solo... Quiero darle eso... Un bebé, un hijo. Un pedacito de ambos.

— ¿Draco sabe de esto?

— Le he dicho que quiero un bebé, pero no le he dicho este pensamiento.

— No estará feliz con esto, Bella.

— No puedo dejarlo solo — insistió —. No se lo merece...

Observó como la mujer evitaba sus ojos.

— Tampoco puedes abandonarlo antes de tiempo.

— Algún día lo haré, Cissy.

— Pero no tan rápido.

— Pero lo haré. Por eso quiero darle un bebé. Dejar con él un niño, o niña, no importa. Pero que sea algo de los dos. Un pedacito mío y de él. Algo que lo cuide y lo quiera, Cissy.

— ¿Un niño cuidando a Draco? — rió —. Creo que debería ser al revés.

— Se cuidarán los dos.

— Draco me matará.

— No se lo diré — prometió —. Será un secreto entre tú y yo.

— Bella... cuando ustedes — frunció los labios, claramente incomoda —. No permitas que... Bueno — tosió —. Simplemente, mantén eso en tu interior. Quédate quieta con eso en tu interior, por lo menos, treinta minutos. No vayas al baño, no te laves. No al instante.

— ¿Eso es todo?

— Eso hacía yo, Bella. No sé que más se hace, pero eso hacía yo.

— ¿Y funcionó?

— Bueno, Draco no es un milagro.— bromeó.

— Gracias, Cissy.

— Estoy siendo mala, Isabella.

— Claro que no. Las dos queremos la felicidad de Draco.

— Su felicidad proviene de ti y prácticamente se la estoy arrebatando antes de tiempo...

— No pasará nada.

— Eso esperó.

Escucharon unos pasos apresurados, y ambas giraron la cabeza con rapidez.

— ¡Se me está haciendo tarde!

— Ya lo sabemos, Draco.— contestó Narcissa.

— Necesito irme — se abotonó el sacó y tropezó con algo —. ¡Joder!

— ¿No desayunas, Draco?

— Desayunaré en la oficina.

— ¿Una manzana? — Bella se puso de pie y ambos comenzaron a caminar por el pasillo.

—¿Mañana me despertarás?

— ¿Para qué? — frunció el ceño.

— Para tener más tiempo. Desayunarnos — enarcó una ceja con picardía —. Pasar un poco más de tiempo e irme a la oficina, Bell.— envolvió su cintura.

— Te despertaré.

Se acercó más a ella y susurró — ¿Te gusta que nos desayunemos? ¿Hmm?

— Draco.

— Bella.

— Tu madre.

— Ella también lo hace, te lo aseguro

Ella negó con la cabeza.

— ¿No es mejor el sexo en la mañana? — trazó círculos perezosos sobre la espalda baja de Bella —. A mi me encanta...

Sintió su sangre subir a su rostro.— Sí, me gusta.

— ¿Mucho?

— Mucho.

— Dios — rodó los ojos —. Te juro que me puse duro de solo pensarlo, Bell.

— Eres insaciable.

— Soy adicto a ti — dejó un beso sobre su mejilla —. ¿Uno rapidito?

— Necesitas irte.

— ¡Pero, Bella! — cogió la mano de Isabella y la llevó a su entrepierna.

Isabella sintió la ereccion de Draco. Duro. Caliente. Listo.

— Cuando regreses...

— Entonces — su labio se curvó en una sonrisa —, espero que estés lista para cuando regrese.

— Lo estaré.

— No tendré compasión.

— Ojalá y no.

Parpadeó.— Gracias.— murmuró.

Ella dejó un casto beso sobre los labios de Draco y él desapareció.

Después subió al cuarto de puntitas, con pasos rápidos y un poco agitada.

Al estar dentro, cerró la puerta con pestillo y comenzó a buscar en el closet aquel cajón que Draco guardaba todas las cositas.

Uno por uno, hasta que lo encontró.

Tenía todo tipo de cosas; algunas abierta, que ya habían usado y otras completamente nuevas.

Cuando Bella vio ese cajón, se dio cuenta que tan adicto y experto era su esposo al sexo.

Al encontrar lo que estaba buscando, sonrió victoriosa y cogió el paquete en mano.

•~•~•~•

D R A C O.

Llegó a su oficina con varios libros sobre Alquimia, se encerró en su despacho y comenzó a hojear aquellos libros.

Necesitaba encontrar alguna cura, ella no podía morir.

Ella necesitaba cumplir cada uno de sus sueños. Convertirse en madre... convertirlo en padre...

Bufó y dejó descansar su mejilla sobre su puño cerrado.

Minutos después la puerta de su despacho se abrió.

— Bella ha mandado esto.— Blaise alzó la bolsa que tenía en mano.

— ¿Qué es? — preguntó curioso.

— Comida — se encogió de hombros —. Llegó a mi despacho, pensé que se había equivocado; pero al parecer es para los dos.— tomó asiento junto a su amigo y comenzó a dejar la comida sobre la mesa.

Olía bien y el estómago de Draco rugió.

Los dos chicos se pusieron a comer como locos.

— ¡Dios! — Blaise se relamió los labios —. ¿Ella cocina así?

— No — contesto Draco con la boca llena —. Seguro lo compró en algún restaurante.

— Tiene todo mi amor.

— Sí, el mío también.

— ¿Qué es eso? — el moreno aún masticando, estiró la mano y cogió uno de los libros —. Alquimia — leyó—. ¿Desde cuando te interesa la Alquimia?

— No seas chismoso.— le dio un manotazo.

— Simplemente pregunté.

— Quiero encontrar una cura.

— ¿Ya no se te para? — bromeó.

— Sí lo hace y muy bien. Gracias por preguntar.

— ¿Entonces?

— Para Bella.

— Es momento de ser la mamá, ¿eh? — enarco una ceja y dejó de comer —. Morirá de vieja, Draco. Ambos lo harán.

— Pero quiere un bebé y me duele negárselo.

— Draco Malfoy... quien lo diría.

— ¿Qué?

— Tú queriendo hijos.

— No dije eso.

— Pero te conozco.

— ¿Como no quererlos, Blaise? — puso los ojos en blanco —. Es de Bella de quien hablamos. Todos quieren hijos con ella.

— No contestaré a eso.

— No lo hagas.

— ¿Siguen con las pócimas?

— Nope — negó —. Estamos usando condón.

— Debe ser horrible. No usar nada por meses y ahora usar condón.

— No se siente tan bien como no usarlo, pero lo hago por seguridad.

Chasqueó la lengua.— ¿Y crees que la Alquimia te ayude en algo?

— No estoy buscando una piedra filosofal, pero debe haber algo que me ayude.

— Te ayudaré, Draco.

— Gracias.

•~•~•~•

Corazón de bruja.

Fuentes confiables nos confirman que nuestra pareja favorita está nuevamente juntos.

Tras la repentina partida de Isabella Malfoy al perder un bebé, nos han informado que Isabella ha vuelto.

¡Al parecer Draco Malfoy no aguantó más!
Hizo su equipaje y se fue por su esposa al Sur de Inglaterra.

Paso algunos días con ella y después regresaron a Wiltshire.

Noche buena se ha celebrado en la mansión Malfoy, junto a unas pocas personas cercanas a la familia de magos más rica actualmente.

Nos cuentan que se la ha visto a Draco e Isabella Malfoy muy juntos, enamorados y felices.

¡También han dicho que a Draco le brillaban los ojos al ver a su esposa! ¿No es todo un romántico?

Aquel apuesto mago, el cual creíamos que nunca se podría enamorar, ¡está enamoradisimo!

¡Una disculpa por su embarazo fallido! Esperamos que pronto puedan tener un precioso bebé en sus manos.

¿Pero no es un poco misterioso?

Isabella ha tardado tiempo en quedar embarazada y lamentablemente lo perdió.

También nos cuentan que Draco ha tocado una hermosa melodía a su esposa. Sin pronunciar una palabra, sus hermosos ojos grises lo decían todo.

¡No hay que dejar de lado al apuesto mago Theodore Nott! El mejor amigo — ¿o será ex amigo? — De Draco Malfoy, que ha confirmado su compromiso con la ex novia y ex amiga de Isabella Malfoy, Astoria Greengrass.

Todos lo sabemos; Draco y Astoria tuvieron historia, pero cuando el compromiso entre Draco e Isabella se hizo oficial, Astoria se peleó con su mejor amiga, Isabella Malfoy (de soltera Rosier) y no pudo continuar con Draco Malfoy.

¡Felicitaciones a Nott y Greengrass!

¿Quienes faltan del grupo de Slytherin?
Pansy Parkinson y Blaise Zabini.
¿Será que terminarán juntos?

— Solo falta que publiquen sobre la maldición de sangre.

Draco posó su mentón sobre el hombro de su esposa.

— No se atreverán.

— Han dicho sobre la pérdida del bebé. ¿Qué te hace pensar que no dirán sobre la maldicion cuando lo sepan?

— Si lo hacen, Bella, los mataré a todos.

— No me gusta cuando amenazas.

— A mi no me gusta cuando te siento de esta manera; triste, abrumada.— comenzó a trazar círculos sobre su pezon.

— ¿Entonces de qué manera te gusta sentirme?

— Mojada, excitada, caliente.— susurró.

— Hmm, ya veo...

Draco comenzó a dejar besos húmedos a lo largo de su mandíbula, hasta bajar a su cuello y lamerle la piel, para después chuparla.

— Súbete el vestido.

Bella obedeció. Bajo las manos hasta el final de su vestido y se lo subió por los muslos.

Él se inclinó hacia delante hasta que sus labios entraron en contacto con la piel frente a la oreja.

— Abre las piernas para mi.

Isabella dejó descansar la cabeza sobre la almohada y abrió las piernas, exponiendo sus panties rosas.

Draco apoyó con toda la tranquilidad la mano entre sus piernas.

— Qué lento vas...— se burló.

— ¿Me importa tu opinión, Isabella? — cuando vio que no respondía, rió.

Isabella solo se permitió un leve estremecimiento de sorpresa cuando su dedo se deslizó por debajo de su pantie y descendió hasta su abertura. Luego ascendió. Y volvió a bajar. Leve pero insistente.

— Mírame.

Isabella alzó la cabeza. Los ojos de Draco eran de un tono más oscuro de lo habitual, pero tan fascinantes que no pudo apartar la mirada.

Bella cogió su muñeca y lo obligó a sacar la mano de su pantie.

Cuando la observó con atención, como Isabella deslizaba los dedos de Draco en su boca y lamia sus dedos, quitándole los anillos y llevando su mano nuevamente a su parte íntima.

Draco parpadeó varias veces en su dirección, sintiendo como su ereccion crecía.

Draco volvió a colar la mano bajo sus panties, trazando círculos sobre su clitoris como si pretendiera torturarla.

Draco acarició, hizo girar el dedo y le dio pequeños toquecitos a la inflamada carne al tiempo que iba aumentando la velocidad.

De algún modo, logró mantenerse inmóvil cuando una ardiente oleada que se inició en su coxis se extendió hacia arriba en forma de unas suaves y embriagadoras palpitaciones.

—Qué sexy estás ahora mismo. Con las mejillas sonrojadas, los ojos descentrados, los dientes clavados en el labio inferior mientras te corres para mí.

La profunda voz baja aunque autoritaria de Draco la recorrió con la misma fuerza que el orgasmo que la estaba haciendo palpitar.

Cuando la tormenta cedió, él le rozó la sien con el labio.

En ese mismo instante la puerta se abrió.

Draco maldijo y le bajo el vestido a Isabella con rapidez y más fuerza de lo necesario.

— ¡Antes de entrar a una habitación se toca, Blaise!

— Lo lamento — Blaise levantó ambas manos en señal de rendición —. No pensé que estarían haciendo cosas a esta hora.

— No estábamos haciendo cosas.— Draco negó e Isabella rió.

— No, claro que no.

— Hola, Blaise.

— Hola, Bella.

— ¿Cómo estás?

— Bien, gracias. ¿Cómo estás tú?

— Muy bien.

— ¿Irán esta noche?

Bella miró hacia Draco, después nuevamente a Blaise.— ¿Adónde?

El moreno se sentó sobre la cama, olfateó y fingió una arcada.— Para no hacer nada huele a sexo.

— ¿A qué huele el sexo exactamente?

— A sexo, Draco.

— Bueno, ¿adónde? — insistió Bella.

— No se quedarán a pasar el Año Nuevo aquí, ¿o sí?

— Esa era la idea.

— Draco, ¿no le dijiste?

— Blaise, no los acompañaremos a esa fiesta.

— ¿Por qué no? — preguntó Bella.

— Porque estará Pansy, Theo y Astoria.

— ¿Y qué tiene? Yo he hecho las pases con Astoria.

— Pero Pansy estará allí.

— Vamos.

— Bella.

— No pienso quedarme aquí, con los mayores.

— No seas amargado, Draco. Lleva a Bella, no es justo que se queden aquí mientras todos estamos en la fiesta.

Draco aceptó a regañadientes.

Mientras Isabella se metía a bañar, Draco y Blaise se quedaron acostados en la cama.

— Estaban a punto, ¿cierto?

— Sí, Blaise.

— Lo siento. No fue mi intención interrumpirlos.

— Si hubieras tocado la puerta, no habrías interrumpido a nadie.

— Sería lo mismo.

— Claro que no. Te echaría a patadas.

Cuando Bella estuvo lista, los tres salieron de la mansión, dirigiéndose a aquella fiesta que Draco había mencionado.

Estaba atestado de gente, música buena, olor a alcohol, sexo y cigarros.

Bella entrelazó sus dedos con los de Draco, apretando su mano con fuerza.

— Pasaremos un buen rato, despediremos el año y ya.— le habló al oído.

— Tenía otros planes para despedir el año.

— ¿Ah, sí?

— Sí, y tengo planeado seguir con mi plan.— se palmeó la chaqueta.

— No haré nada en un lugar público.

— Veremos que dices al estar borracha.

Draco se perdió de la vista de Isabella, se fue a la barra a pedir algunas bebidas junto con Blaise, dejando a Isabella sentada.

Cuando regresó tenía la cabeza echada hacia atrás sobre el asiento y las piernas de par en par.

— Ten.— le ofreció una bebida

Bella entrecerró los ojos.— ¿Me has puesto algo para excitarme?

— No, Bella.

— ¿Estás seguro? He observado el lugar y no tiene lugares muy privados.

— ¿Has estado pensando en mi propuesta?

— Pff — rodó los ojos —. No.

Draco colocó la mano sobre la pierna de Bella, subiendo y bajando.

— ¿No? — hizo un mohín —. Yo sí. Hemos quedado que te follaria al regresar y no lo hemos hecho, Bella.

Bella le dió un largo trago a su bebida.

— ¿Qué quieres hacer?

— Pregúntame qué quiero que me hagas.— arqueó la ceja.

El estómago de Isabella dio un vuelco.

Joder. Él era tan apuesto.

Las luces de neón iluminaban sus ojos y los resultaban al igual que a su cabello.

La playera de algodón blanca bajo el sacó negro... Lo hacían ver tan apuesto.

Estaba dispuesta a follarlo ahí, ahora mismo, delante de todos.

— ¿Qué quieres que te haga? — hizo la pregunta.

Él se acercó a ella. Sus labios rozando la suave piel de su oreja.

Sintió como Draco inhalaba profundamente y al exhalar; su aliento le hizo cosquillas.

Sintió su lengua rozar con su lóbulo de la oreja y ella dejó salir un suspiró.

— Quiero que te subas a mi regazo. Que me montes. Sentir como subes y bajas por mi pene y tomar tu trasero en mis manos mientras lo aprieto tanto hasta dejar mis huellas en el.

— ¿Solo eso? — lo miró divertida.

— Quiero que estas — tocó sus dos piernas —, estén abiertas, tan abiertas, solo para mi, Bella.

— Pobre — hizo un puchero —. Tendrás que esperar hasta llegar a casa.

— ¿Por qué esperar a estar en casa? Cuando puedo follarte aquí, y escuchar tus gemidos mezclados con la música.

— Draco... La gente.

— Sí, Bella. A la gente no le importa si hablamos cosas sucias y si hacemos cosas sucias aquí, ¿lo sabes? Tómate lo que te traje, vamos.

Isabella levantó el vaso y se tomó todo el líquido de una.

— ¿Feliz?

Draco la cogió de la muñeca, obligándola a levantarse.

La llevó a la pista, donde todos bailaban.

La gente bailaba, se movía, se restregaban y saltaban alrededor de ellos.

Draco se pegó a su espalda, tomándola de la cadera e instándola a bailar.

Bella cedió a sus movimientos. Comenzó a mover las caderas al ritmo de la música mientras sus manos presionaban las manos de Draco sobre su cadera.

— ¿Me sientes? — hizo presión sobre su ereccion con el cuerpo de Bella.

— ¿Como no hacerlo? — se restregó contra él —. Si estás jodidamente duro.

Inclinó su cuerpo, besando el hombro de Isabella.

— ¿No quieres sentirme más directamente?

— Oh, sí — se mordió el labio inferior —. Quiero sentirte hasta el fondo.

Él le dio la vuelta y atacó los labios de Isabella, tomando su trasero entre sus manos y apretándolo hasta que Isabella soltó un gemido sobre sus labios.

— Maldita zorra.— gruñó sobre sus labios y le mordió el labio inferior.

— Te encanta, ¿no?

— Y este vestidito, mi amor... — bajo las manos hasta sus muslos mientras rozaba sus labios con su lengua —. Deseo quitártelo ya.

— Sucia. Zorra. Puta. Llámame así, Malfoy.

— Masoquista — rió —. Joder, eres una masoquista y una sumisa. Mi pequeña sumisa, ¿no es así, Bella? Te encanta que te domine.

— ¿No te gustan así? — su dedo índice viajó por la mandíbula y el cuello de Draco.

Él meneó la cabeza.

— No me gustan, me gustas, Bella.— la corrigió.

— Entonces, ¿no te gusto así?

— Me gustas de cualquier modo.

— Nosotros también estamos aquí. ¿Por qué no se sientan con nosotros?

Aquella voz los sacó de la burbuja en la que estaban, haciéndolos volver a la normalidad. Ambos giraron la cabeza al mismo tiempo.

— Ya vamos.

— ¡Tenemos bebidas raras! — dijo Blaise y se fue.

— Tienes dos opciones... — Draco arqueó la ceja y le dedicó una sonrisa torcida —, perdernos en algún lugar más privado para terminar esto, o sentarnos con esos tontos.

— ¿Por qué no hacer las dos cosas?

Draco se dejó llevar por ella.

Tomaron asiento en la mesa, y Draco no se sorprendió al ver a Matthew el amigo de Isabella sentado en medio de Theodore y Astoria.

La chica de pelo oscuro hablaba con él y se reía a carcajadas, al igual que Theo.

Blaise y Pansy estaban hablándose al oído

— ¿Qué tanto le estará diciendo Pansy? — le susurró Bella.

— Hmm, no sé.

— ¿Crees que se están acostando?

— Llevan rato acostándose, Bella.

— ¿Como?

— Siempre lo han hecho. Pero solo es eso, sexo y nada más.

— ¿Amigos con derechos?

Negó.— No sé. Mejores amigos con derechos, creo. Siempre se llevaron más que todos nosotros  y también se acostaban.

— ¿Y cuando ustedes estuvieron juntos?

— Empezaron a acostarse después de que yo terminará con ella. Tal vez antes, la verdad no lo sé.

— ¿Y no te importa?

— Pansy nunca me importo — le dio un trago a la bebida de Isabella —. Como una amiga sí, pero como algo más no.

— ¿Entonces por qué salías con ella?

— Quería experimentar más.

— Entiendo...

— Bella.

— ¿Ajá?

— ¿Por qué no te acostabas con los chicos? — se rascó la nariz.

— Porque... — se quedó pensando y suspiró —, quería que mi primera vez fuera especial, Draco.

— ¿Y lo fue?

— No fue especial, pero fue con una persona especial.

Draco le besó el dorso de la mano.

— ¿Y tu primera vez, Draco? ¿Fue especial?

— No, no lo fue — admitió —. Era un completo novato. No sabía dónde meterlo.— bromeó.

— ¿Y ella te enseñó?

— Algunas cosas.

— Gracias por contarme tantas cosas de ti.

La música bajo un poco de volumen, anunciando que el conteo estaba por comenzar.

Así que todos se pusieron de pie y se acercaron hacia el DJ. Con sus parejas y amigos.

Bella y Draco unieron sus manos y se dirigieron hacia un gran ventanal, viendo la ciudad, esperando.

— Uno...

«Estar siempre juntos.»

— Dos...

Draco dejó descansar su mentón sobre el hombro de Bella.

«Nunca dejar de amarnos.»

— Tres...

La envolvió con sus brazos

«Crecer juntos como pareja.»

— Cuatro...

Le besó la cabeza

«Lograr tener hijos»

— Cinco...

Suspiró y vio hacia la ciudad que estaba muy iluminada... Viva.

«Ayudarla a cumplir todas sus metas.»

— Seis...

Isabella extendió el brazo y colocó la mano sobre la nuca de Draco.

«Vivir juntos, morir juntos.»

— Siete.

Blaise, Pansy, Astoria, Theo y Matthew se les acercaron.

«Despertar a su lado y dormir a su lado.»

— Ocho...

Astoria y Theo se dieron un beso.

«Perdonar a todos los que nos hicieron daño. Perdonarnos a nosotros mismos.»

— Nueve...

Isabella se giró y lo vio directamente a los ojos, ahuecando su rostro en sus manos y humedeciéndose los labios.

— Diez.

Unieron sus labios en un beso infinito. Escuchando los gritos a su alrededor y la música tomando lugar.

Draco la cogió de la muñeca y tiró de ella.

Entró a un cuarto de baño, y al ver que estaba solo; jalo a Isabella de la mano y la metió al baño. Cerró la puerta con pestillo y comenzó a besarle los labios.

Con agilidad le subió el vestido hasta la cintura y le bajo los tirantes para besar su cuello.

— Mírate, a punto de ser follada en un baño público, Bella.

Ella no respondió. Draco se metió un pezon a la boca y tiró de el con suavidad.

Isabella envolvió los dedos en su pelo, obligándola a mirarla para besar sus labios y envolver su cuello con los brazos.

—¿Ves cómo se estremece tu piel cuando uso mis dedos aquí? — pellizcó levemente la zona de piel donde su muslo se curvaba para formar el trasero—. Maravilloso. Tu perfecta reacción a mi contacto es una droga, Bella. Deseo sentir ese estremecimiento en mis labios. Deseo sentirlo en la parte externa de mis muslos cuando te follo.

La sentó sobre la encimera del lavamanos, abriéndole las piernas y colocando la cara justo entre sus piernas.

Le quitó el pantie y comenzó a lamerla de arriba a abajo, sosteniéndose de sus muslos.

Isabella echó la cabeza hacia atrás, enredando los dedos en el cabello de Draco. Arqueando las caderas y restregándose sobre la cara de Draco.

Draco envolvió su clitoris con la lengua, chupándolo y succionando.

Dos de sus dedos se deslizaron en el interior de Isabella, golpeándola con fuerza.

Para cuando alzó la mirada, Isabella estaba con los ojos cerrados y una mano ahuecando su seno.

Él se irguió y pasó sus dedos sobre la entrada  de Isabella hasta su clitoris.

— Quítame los pantalones.

Isabella comenzó a desabrocharle los pantalones y a bajárselos junto a su bóxer.

Él sacó el condón y se lo entregó.

— Pónmelo, Bell.

Isabella le sonrió con inocencia. Tomó el condón en su mano y lo abrió, para después colocárselo a Draco.

Él acarició su muslo repetidamente mientras observaba cómo Isabella le colocaba el condón.

Ella envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Draco, acercando sus cuerpos; sintiendo el duro pene de Draco rozando con su entrada.

Draco alineó su punta con la entrada de Bella moviéndola de arriba hacia abajo para burlarse de ella.

Bella movió sus caderas hacia delante, esperando sentir aunque sea la punta. No podía aguantar más.

Draco se estrelló contra ella, empezando a golpearla sin dudarlo, tomando un ritmo rápido.

Isabella abrió la boca para hablar, o probablemente gemir, pero Draco se inclinó y le escupió en la boca. Isabella no dudó ni un segundo, trago.

Sus embestidas subieron de ritmo.

Las manos de Draco se aferraron contra las caderas de Isabella mientras ambos se movían en sincronía, observando cómo el pene de Draco salia y entraba de Bella.

Ella cerró los ojos y se mordió el labio inferior, tratando de ahogar los gemidos.

— Mírame cuando te follo, puta.

Ella abrió los ojos y Draco junto sus labios, haciendo que los gemidos quedaran ahogados.

Isabella sintió como su espalda se empapaba de sudor frío y le bajaba lentamente, entonces una corriente de electricidad se apoderó de su cuerpo, haciéndola estremecer y temblar en los brazos de Draco.

Él siguió penetrandola, llevó una mano al clitoris de Isabella y comenzó a frotarlo mientras su pene salia y entraba de ella.

— Draco — gimió —, no puedo... No puedo más.

Draco salió de ella y la bajo.

— Inclínate contra el lavabo

Isabella lo miró mal, pero aun así se inclinó sobre el lavabo.

Draco palmeó su trasero y volvió a embestirla con fuerza. Sus dedos quedaron marcados sobre las caderas de Isabella.

— Abre los ojos, Bella. Mira como eres follada, tal cual la puta que eres.

Isabella abrió los ojos, vio su reflejo en el espejo; Draco tras ella, con las manos sobre sus caderas, los labios entreabiertos, follandola.

Ella inclinada sobre el lavabo, con una expresión de dolor y placer a la vez. El pelo revuelto a causa del sudor.

Las embestidas de Draco se volvieron más torpes. Minutos después, dejó salir un jadeo y se corrio.

Salió de ella, quitándose el condón y tirándolo a la basura.

——-

AYY DIOH, se me fueeeron las horas. Una disculpa.

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