046
Love In The Dark — Adele.
I S A B E L LA.
Una nota, eso era lo único que estaba al lado de Bella, la cual decía: "Te he tenido tantas veces, pero de alguna manera quiero más. Eres mía y yo soy tuyo."
Draco no estaba en su lugar y tampoco en ningún lado de la habitación.
Cuando trato de ponerse en pie, un dolor le atravesó las piernas.
«Draco y su sexo salvaje.»
Gruñó totalmente adolorida y se metió al baño. Después de terminar, bajo las escaleras; dándose cuenta que ni Narcissa, ni Lucius, se encontraban en la mansión.
Lo único que podía escuchar, eran unas voces provenientes de la oficina de su suegro. Comenzó a acercarse lentamente, temiendo interrumpir algo importante.
Pegó una oreja a la puerta y escuchó atentamente.
— Te marcaste su nombre...
— Sí, lo hice.
— ¿A ella también le marcaste tu nombre sobre su piel?
— Sí.
— Conmigo nunca quisiste hacerlo.
— No, no quise.
— ¿Por qué sigues despreciándome?
— ¡Porque no quiero nada contigo!
— Solo te pido una noche... solo una.— había suplica en el tono de voz de la mujer.
— Deja de insistir.
— ¡No puedes seguir haciéndome esto!
— Lo estoy haciendo y lo seguiré haciendo.
— ¡Acepta la realidad, Malfoy!
— Y según tú... ¿cuál es la realidad?
— ¡No la quieres!
— Joder, Pansy. Deja de insistir con eso.
— ¡Tú mismo has dicho, que solamente te acostaste con ella por una carta!
La respiración de Isabella se atascó en su garganta.
— Sí, lo hice. Sin embarg-
Pansy lo corto.— Cuando estabas con Astoria, seguías acostándote conmigo.
— Solo fue una vez. Estaba borracho y me había peleado con Astoria.
— Fueron dos.
— No hubo penetracion en la segunda.
— Pero me tocaste... por todos lados.
— Fue para que dejaras de molestar.
— ¡Estabas excitado!
— Soy hombre, me excito con cualquier cosa.
— Solo un beso.— le pidió.
— ¿Un beso y dejarás de molestar?
— Sí, solamente uno.
Se escucharon pasos dentro de la oficina, entonces Isabella giró sobre sus talones y comenzó a correr por el gran vestíbulo.
Sentía el corazón en la garganta, las manos sudadas y las lágrimas picándole los ojos.
«No debió escuchar eso. No debió husmear.»
Su visión se volvió borrosa, sus pasos se hicieron torpes. No se dio cuenta cuando o como, lo único que sintió fue el mármol frío sobre la cara y un gran dolor en su mandíbula. Se levantó con dificultad; la respiración aún más agitada y el corazón golpeando con fuerza su caja torácica. Algunas lágrimas se escaparon y rodearon por sus mejillas.
La puerta de la oficina se abrió y ella se quedó congelada en su lugar.
— ¿Bell? — escuchó la voz suave y profunda de Draco.
Giró para verlo. Una última vez... Tenia el pelo revuelto, los ojos un poco hinchados. El torso desnudó, se podían apreciar las pequeñas marcas que ella había dejado sobre él, también su nombre en la parte baja de su abdomen. Tenía solamente un pantalón de chándal puesto.
Pansy estaba a su lado. El pelo negro revuelto, la máscara de pestañas escurrido por toda su cara. Una simple playera de tirantes de color negra, — un tirante le caía por el hombro —. Una falda sucia y unas medias rotas.
Bella volvió a girarse y comenzó a subir escaleras arriba. Se encerró en la habitación y comenzó a hacer su equipaje.
»Se iba a ir, no estaría más tiempo en esta mansión, junto a él. No quería volver a verlo. No iba a volver a verlo. Esto se acabaría aquí.«
Sintiendo el dolor aumentar en su mandíbula, cerró los ojos y apretó la mandíbula. Sin embargo, el dolor que sentía en el corazón, era mayor que el de la mandíbula.
Por primera vez, conoció el dolor de un corazón roto.
Escuchó golpes en la puerta, seguido de una voz —: Abre la puerta — más golpes —. Abre la puerta, Bell. No me obligues a entrar por la fuerza.
Trato de ignorar el sonido roto de su voz y siguió empacando. Esta vez tomando su varita en mano y ahorrándose el trabajo.
— No sé qué escuchaste exactamente, pero estoy seguro que no lo has escuchado todo. Ábreme la puerta y déjame explicártelo, por favor.
Se sentó sobre la cama, llevó sus piernas a su pecho y las abrazó.
— Tienes todo el derecho de enojarte, pero... por favor, dame la oportunidad de explicártelo y mostrarte las cosas como son.
No respondió, siguió en silencio.
— Te lo suplico... — murmuró —. Te lo suplico...
No caería una vez más por sus palabras vacías. No otra vez.
— ¡Isabella! — exclamó y su voz se rompió —. Por favor. Por favor.
Se puso en pie, tomó su bolso y su maleta.
— Bell... yo soy tuyo y tú eres mía.
Se aproximó a la puerta y la abrió. Draco dio un respingo y se separó.
Suspiró.— Gracias a Dios — observó el bolso de Bella y su maleta —. Qué... ¿Qué estás haciendo?
— Me voy.
— ¿Adónde?
— A mi casa. No quiero y no puedo seguir aquí.
— No, no — sacudió la cabeza —. No me dejes... Yo te... te.— las palabras quedaron atascadas en su garganta.
— ¿Tú qué?
— No quiero que te vayas, no así...
— Necesito irme, Malfoy.
Bajo la mirada.— ¿Volveras?
— Te haré llegar el divorcio, Malfoy.— Sin más, emprendió sus pasos. Sus pasos resonaron por todo el pasillo, al igual que las ruedas de su maleta.
•~•~•~•
Al llegar a su casa, su mamá la bombardeó con preguntas. «¿Qué pasó? ¿Por qué estás aquí? ¿Estás bien? ¿Qué son esas maletas? ¿Qué llevas dentro? ¿Y Draco? ¿Tu esposo está bien? ¿Estás embarazada, es eso?» Bella simplemente negaba con la cabeza a cada pregunta.
Se acercó a su tía Enora y la abrazó con fuerza. Dejando descansar su cabeza sobre el hombro de la mujer y las lágrimas cayendo sobre sus mejillas. La mujer simplemente le acarició el cabello y le susurró palabras al oído, tranquilizándola.
Después de varios minutos llorando, se sentó y se limpió las lágrimas.
— Pero ¿qué ha pasado, Isabella? — volvió a preguntar su madre.
— Quiero el divorcio.
— ¿De qué hablas?
— El pacto no dice nada sobre un divorcio, ¿cierto? — su madre asintió—. Pues eso, quiero el divorcio. Me quiero divorciar de Draco.
— ¿Por qué? Si estaban bien.
— No me quiere.
— Te tardaste mucho en embarazarte, es por eso.
Bella volteó los ojos.— Me alegro de no embarazarme.
— No digas esas cosas, niña. Es por eso que Draco no te quiere. No le diste un primogénito, un heredero.
— ¿Hace cuánto estás casada, Bella? — fue la primera pregunta que le hizo su tía.
— No sé, tres meses, cuatro.
— Mmm — tarareó —. ¿Usaban protección?
Bella sintió un bochorno. Se volteó a ver a su madre, después nuevamente a su tía.— Poción anticonceptiva.— confesó.
— ¡Oh, por Salazar! — su madre se llevó la mano a la frente —. ¿Él sabía? ¿Sabía qué te estabas cuidando?
— Sí, estaba de acuerdo.
— Bella, no digo que sea malo, pero hay pociones que te pueden hacer daño, ¿lo sabías? — Bella negó. Su tía era Medimago —. Puede que ahora no querían hijos, pero con el tiempo, tal vez sí, ¿correcto? — asintió —. ¿Puedo ver la pocion que estabas tomando?
Buscó en su bolsillo y sacó un vial de la poción anticonceptiva. Se la paso a su tía y espero.
La mujer abrió el vial, se lo llevó a la nariz, puso una gota sobre su dedo y se lo llevó a la lengua.— ¿Dónde la has comprado?
— Hogsmeade.
— Bueno, no sé si fue Lucius, o qué pasó. Pero esta no es una poción anticonceptiva.
— ¿Disculpa?
La mujer volteó a ver a Ivy.— ¿Nos das un momento?
— Es mi hija.
— Sin embargo, necesita su privacidad, Ivy.
La mujer refunfuñó y se puso en pie, saliendo de la sala y cerrando la puerta.
— Las pociones no tienen un olor fuerte, Bella. Sin embargo, lo tienen. Al igual que el sabor. No es un sabor fuerte, pero sí lo tiene. Cuando uno se acostumbra al sabor de la poción, es normal que ya no lo puedas diferenciar — le señalo la poción —. No es una poción anticonceptiva, Bell. Es agua.
— ¿Agua? — frunció el ceño.
— Sí, así es. Es solamente agua. No es una poción anticonceptiva — levantó su varita e hizo algunos hechizos al vial. Ladeó la cabeza y frunció los labios —. Oh... — se sorprendió.
— ¿Qué?
— Bueno, al parecer tenemos a alguien que te quiere hacer daño.
— ¿Qué, qué es?
— Agua con una pizca de veneno para bebés.
— ¿Para bebés?
— Supongo que, quien quiera que te vendió esto, quería que te quedaras embarazada y luego perdieras al bebé.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo.— ¿He estado tomando agua envenenada?
— Sí. Gracias a Merlin, el veneno solamente afecta a fetos. ¿Cuándo fue que la compraste?
— La última vez... — entonces recordó. No fue ella quien compró la poción, fue Pansy —. No fui yo quien la compro.
— ¿Entonces?
— Fue una chica y tiene más de un mes.
— ¿Y por qué te la compró ella?
— Según quería ayudarme.— se encogió de brazos.
— Claramente no era su intención, Isabella. La chica quería hacerte daño.
— Maldita Pansy.— murmuró Isabella.
— Bella, ¿sabes qué significa esto?
Negó.— ¿Que fui bendecida?
La mujer rió.— Claro, si no querías tener hijos, puede ser una bendición. Pero sí querías hijos, claramente no lo es.
— ¿Entonces, tia?
— Necesitamos hacerte algunos estudios, Isabella. Tener relaciones por un mes sin protección, es un embarazo seguro. Sin embargo, tú no quedaste embarazada.
— ¿Cómo se sabe cuando estoy embarazada?
— ¿Además de lo sintomas? — Bella asintió —. Tu madre, tu suegra, o yo, lo hubiésemos sentido.
— ¿Es eso posible?
— Una de las muchas cosas maravillosas de la magia — le sonrió —. ¿Deseas hacerte los estudios? Nadie lo sabrá. Nadie más que tú y yo, sí eso quieres.
— Sí, lo deseo.
•~•~•~•
D R A C O.
Draco siguió y siguió repasando lo que había pasado con Pansy, tratando de saber cuánto escuchó Bella.
Se sintió cansado, con los párpados pesados, la respiración irregular.
Trato de comunicarse todo el día con Isabella mediante el vínculo, pero ninguna respuesta por parte suya. Nada más que silencio. Ni siquiera la podía sentir. No podía sentir si estaba triste, enojada, furiosa... simplemente silencio, eso era lo único que sentía. Y por alguna razón, eso lo incomodaba. No estaba acostumbrado a sentir tal silencio por medio del lazo. Siempre había risa, felicidad, amor...
Escuchó la puerta abrirse y una pequeña luz alumbró la habitación.
— ¿Draco, dónde está Isabella?
— Mansión Rosier.— sorbió por la nariz.
— ¿No es un poco tarde? Siempre ha visitado a sus padres, pero nunca se ha quedado tanto tiempo. ¿Está ella bien? ¿Le has hablado?
— No volverá.
Narcissa se acercó y se sentó en el suelo junto a él.— ¿Qué pasó, Draco?
— Todavía trató de averiguarlo, mamá.— apoyó la cabeza sobre el hombro de su madre.
Ella le dio unas palmaditas.— ¿Fue una pelea fuerte?
— Ni siquiera peleamos.
— No puedo ayudarte, si no me dices lo que paso.
Draco se enderezó y comenzó a contarle a Narcissa todos los detalles de esa mañana. Cada uno, sin saltarse ninguno.
La mujer le agradeció por abrirse con ella y le aseguro que ella volverá. Que solo necesitaba algo de tiempo.
Draco asintió con la cabeza, y con la misma ropa que traía esa mañana, se echó sobre el lugar que Bella dormía y abrazó su almohada; impregnando su nariz de su aroma.
— Buenas noches, Bell. Espero que descanses.— le habló mediante el lazo.
—
¿Pensamientos? ¿Opiniones? ¿Rabia? ¿Enojo? Las invito a desahogarse aquí. »»
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