038
DRACO
Look after you— The Fray.
Un vistazo hacia atrás... hacia hace unos pocos meses; Draco no podía creerlo.
La primera vez que pudo echarle un vistazo a Isabella de cerca — fuera del Hogwarts —, sintió curiosidad hacia ella. Después de enterarse sobre su compromiso fue odio. ¿Y ahora? Ahora, joder, no se lo podía creer. Se sentía cómodo con ella y le encantaba pasar el rato con ella. Le encantaba verla dormida. Despierta. Enojada. Burlona. Coqueta. Le encantaba cada una de las facetas de Isabella.
Esa chica insegura con una máscara de superioridad y egocentrismo. Esa máscara que dice 'soy una mierda pero igual soy mejor que tú'. Sí, esa era Bella, su Bella.
¿Astoria? Se sentía mal por ella. A veces su pensamiento viajaba hacia ella, hacia los momentos que compartieron juntos y siente pena. Tal vez en otra vida, tal vez en otro planeta o universo, pero no ahora... Ahora estaba enfocado en Isabella. Le estaba agradecido, joder, obvio que lo estaba. Lo había aguantado y lo ayudó muchas veces. Gracias, Astoria... pero pasamos página. «Espero que encuentres a alguien que te quiera y te dé todo lo que anhelas. Yo te observaré desde una distancia prudente y estaré orgulloso por ti y agradecido con aquella persona que entre en tu vida para bien.»
— Buenos días.— murmuró su esposa soñolienta sobre el cuello de Draco, besándole la mandíbula.
— Buenos días, Bell.— Draco bajo la mirada y le besó la nariz.
Isabella se acababa de despertar. Tenía una tonta y linda sonrisa de boca cerrada plasmada en su cara, su brazo estaba sobre el estómago de Draco, y sus ojos brillaban con intensidad.
— ¿Qué haremos hoy? — preguntó y se pegó más a su cuerpo, inspirando hondo.
— No sé, debemos preguntarle a Narcissa.— respondió.
— Mhmm...— Bella cerró un ojo y junto los labios en un mohín —, espero que no sea ninguna fiesta de bienvenida.
— ¿Desde cuándo te volviste tan antisocial? — bromeó.
Ella respiro hondo y se separó de Draco. Estiró los brazos y nuevamente se dejó caer sobre la almohada.— Desde que me gusta pasar más tiempo a solas con mi esposo.— confesó.
— ¿Sigues con ganas de follar? — volteó los ojos divertido —. Dios, eres insaciable.— bromeó y Bella le pegó en el hombro.
— Por ese comentario, te dejaré sin hacer eso por las próximas dos semanas.
— Define eso, por favor.— una risa corta abandonó los labios de Draco.
— Pues eso — insistió Bella —, ya sabes... eso.
— ¿Follar? ¿Coger? ¿Sexo? ¿Duro?
— ¿Por qué tienes qué decir las cosas sin filtro? — Bella envolvió una sábana alrededor de su cuerpo y se decidió levantarse de la cama, pero Draco la agarró del brazo y jalo de ella.
— ¿Por qué te da pena decir la palabra sexo?
— Suena muy vulgar — se encogió de brazos —. Ahora, ¿puedes dejar que me levante?
— No se te hace tan vulgar cuando lo practicas.— bromeó, ganándose una mirada llena de reproche de Isabell, pero no le importo, tiro de ella aún más y atrapó sus labios.
Necesitaba de ella, de su cuerpo, de sus labios, su olor, su esencia. La necesitaba a cada hora del día, porque, joder; ella era adictiva. Y aunque Draco jamás lo diría en voz alta, estaba muy consciente de ello. Sabía que se había vuelto adicto a Isabella Rosier de Malfoy, a su cuerpo y a sus besos, a su olor y a su piel. Quería estar pegado a ella como una garrapata todo el jodido dia y sabía que estos días en Londres sería muy difícil esa parte de estar todo el dia juntos, como lo hacían al final en su Luna de Miel. Tenían muchos compromisos en puerta, fiestas de bienvenida, fiestas sociales y toda esa mierda. En un mes entraría a trabajar en el Ministerio de Magia; tenía un puesto en el quinto piso: Departamento de Cooperación Mágica internacional. Y estar todo el día con Isabella se le complicaba.
Bella se separó un momento.— Necesito usar el bañ...— fue silenciada por otro beso de Draco, uno más agresivo y más pasional.
Escucharon la puerta de su habitación golpear contra la pared y ambos se separaron con rapidez.
— Oh, lo siento... no fue mi intención.— ambos chicos voltearon a ver a Narcissa en el marco de la puerta, con una expresión de vergüenza.
Bella aún tenía la sábana alrededor de su cuerpo, cubriendo sus pechos y su desnudez. Draco estaba echado sobre la cama solamente con un bóxer y una clara ereccion.
Bella desvío la mirada completamente avergonzada y maldijo por lo bajo.
— ¿Sabes lo qué es tocar? — preguntó Draco a su madre con sarcasmo —. Mira — su mano se volvió un puño y comenzó a hacer un ademán de tocar una puerta —, se hace así. Se le llama educación, pero normalmente, cuando tienes bajo tu techo una pareja recién casada, lo haces para no tener que ver cosas privadas. Como por ejemplo; A Isabella desnuda y a mi en tan solo unos bóxer — hizo una pausa y volteó los ojos —. A la próxima nos encuentras desnudos y tal vez con una pizca de suerte; el cuerpo de Isabella bajo el mi...
Narcissa lo corto.— ¡Entiendo, entiendo! — exclamó con nerviosismo —. No debes darme detalles innecesarios. A la próxima tocaré, lo siento.
— ¿Puedes marcharte? No es por ser mal educado, mamá. Sabes que te adoro, pero mi esposa está desnuda y quiere usar el baño. Y por si no te has dado cuenta, esta pasando por la peor escena de su vida en este mismo momento, no me extrañaría si después de esto Isabella ya no quiera dormir desnuda, lo cual sería una desgracia p...— el ruido de la puerta cerrándose con fuerza, silencio las palabras de Draco. Él dejó salir una carcajada.
— ¿En serio? — Bella se volteó a verlo.
— ¿Qué? Fue divertido, debiste ver su cara.
•~•~•~•
I wanna be yours — Arctic Monkeys.
I S A B E L L A.
Bella al estar lista, Bella tomó el pequeño vial que yacía en la mesita auxiliar y lo bebió de un trago. Bajo la escalinata hasta llegar a la cocina. Narcissa, su suegra, estaba justo alli, dándole órdenes a unos elfos y explicándoles algo.
Bella aun avergonzada; cerró sus ojos fuertemente y maldijo en su mente. La escena de la mañana se repetía en su memoria y no sabía como ver a su suegra a la cara sin ponerse roja.
Carraspeo un poco y llamo la atención de Narcissa. La mujer volteó sobre sus talones y le regaló una sonrisa a su nuera.— Buenos días, Bella. ¿Cómo amaneciste?
— Bien, gracias.— respondio Bella, jugando inconscientemente con los pocos anillos que adornaban sus dedos.
Bella al igual que su suegra; estaba vestida de una forma algo elegante. Tacones altos, una falda que le llegaba un poco más bajo que su rodilla, apretada y de un color negro, acompañada por una playera de tirantes de color blanca. Su cabello estaba amarrado en un moño medio y algunos mechones de su cabello le caian sobre la cara.
— ¿Te gusto la habitación? ¿Hay algo qué quieras cambiar? ¿El tapizado, la alfombra, las sábanas?
— No, no — Bella negó —, todo está perfecto. Me gusta — admitió —, me encanta.
— Me alegro de eso, Bella. Ambos, yo y tu suegro, queremos que estés lo más cómoda posible.
— Gracias, muchas gracias.
La mujer dejó salir una pequeña risa.— No hay nada que agradecer, Bella.
— ¿Hay algo en qué pueda ayudar?
— Oh, no, querida. No te preocupes, todo ya está arreglado.
Bella vacilo por un momento.— ¿Y qué haremos hoy?
— Una fiesta de bienvenida para ustedes.
«Jo, lo suponía ya.»
— Uhm, está bien.
— Puedes pasar el día con Draco, todo está bajo control. La fiesta comenzará alrededor de las 08:00 p.m.
Bella asintió.— Perfecto — murmuró.
La mujer arqueó una ceja y le sonrió.— En serio, Bella... puedes retirarte, pasa el día con Draco. Ya nos veremos en la noche.
Bella se rasco la nariz y asintió nuevamente. Dio un leve giro sobre sus talones y comenzó a subir nuevamente la escalinata de la mansión, hasta estar dentro de su habitación.
Escuchó como Draco se duchaba y decidió entrar al baño. Se sentó sobre el inodoro y movió sus pies nerviosa.
— Una fiesta de bienvenida.— soltó de repente.
Draco dio un brinco y se volteó a verla.— Joder, me has asustado.
— Ya. Lo lamento.
— ¿No puedes ser más ruidosa al entrar a algún lugar? Puedes causarme un maldito infarto.
— Qué dramatico, Draco.
Draco estaba en la ducha, bañándose obviamente.— ¿Qué tienes? — le pregunto —. Tienes un tono de voz que no me gusta.
— Odio sus fiestas.
— Yo también, pero hay que asistir.
— Lo sé — bufó —. Tú madre dijo que podemos pasar el dia juntos, ya en la noche nos uniremos a ellos.
— Eso está bien.
— ¿Sí? — dudo.
— Ajá. Podemos quedarnos en la habitación, silenciarla, poner el pestillo y divertirnos.
— ¿Me darás un masaje? Siento los hombros tensos y pesados.
— No.
— ¿No? — repitió.
— No.— repitió Draco.
— ¿Por qué? — vio a Draco cerrar el grifo y tomar una toalla.
— Porque no sé dar masajes.
— Uhm... bien.
— ¿Puedes cambiar de humor? Este no me gusta.— Draco pasó por su lado y se miró al espejo.
— Pidis kimbir di himir, isti ni mi gisti.— Bella lo imitó.
Draco la miro por encima de su hombro y arrugo el ceño.— Dios. Si que estás de malhumor.
— Creo que dormiré un rato...
— ¿Ahora?
— Ahora — repitió Bella —. Creo que es lo mejor, todavía estoy cansada y quiero estar preparada para la noche.
— ¿No quieres sexo?
— No, ve y folla con alguien más.
Draco trató de asimilar las palabras de Isabella, su expresión era de completa incredulidad y no entendía el humor y las palabras agrias de su esposa. Hace menos de una hora estaba bien y ahora estaba que echaba chispas por los oídos y veneno por la boca.
Siguió a Isabella hasta el cuarto, viendo como ella se dejaba caer sobre la cama, se quitaba los tacones y se hacía bolita en su lugar. Draco camino hacia ella y se sentó en la orilla de la cama.
— ¿Qué tienes?
— No sé.— Bella sorbo por la nariz.
— ¿Período?
— No, me toca en unos días.
— ¿Entonces...?
— No sé.— repitió.
— Dios, Bella, no me gusta verte así.
— No me has dado un beso todavía.— soltó.
— Si te he dado, en la mañana, Bell.
— Pues tal vez quiera otro.
Draco volteó los ojos poniéndolos en blanco y se inclinó hacia su esposa. Ella volteó la cara y recibió el beso de Draco. Un beso suave y tierno.
— ¿Mejor?
— Un poco.
— Me vestiré y después vendré a darte otros besos, ¿sí? — ella asintió. Draco se levantó y comenzó a buscar ropa limpia.
Después de un rato, Bella sintió como la cama se hundía a su lado, unas manos la envolvían, el cuerpo cálido de Draco se pegaba a su espalda y su nariz se hundía en su cuello; sintiendo su respiración sobre este.
Se quedaron callados, sin nada que decir... solamente escuchando sus respiraciones, sintiendo el calor de sus cuerpos. Abrazados, juntos.
— Tengo miedo.— entonces musitó Bella.
— ¿Miedo? — le respondio Draco del mismo modo.
— De qué todo cambie entre tú y yo.— confesó.
Draco suspiró y dejó un beso corto sobre el cuello de Isabella.— Te lo he dicho en Verona y te lo repetiré ahora y tal vez te lo repita todos los días, Bell... nada cambiará entre tú y yo. Esto... esto que tenemos, no lo cambiará nadie ni nada, ¿lo entiendes?
Ella asintió.— Pero... tú, Draco, tú me aseguraste aquel día que viajábamos hacia Paris que tu corazón aún le pertenecía a ella.
— Sí — aceptó Draco —, pero eso fue antes de verla otra vez. Mi corazón no le perteneció nunca, Bella, nunca. Estaba confundido, no sabía lo que es amar y supuse que lo que sentía por ella era amor, aunque todo lo que sentía era una dependencia emocional hacia ella.
— ¿Y si lo qué sientes hacia mi es lo mismo? — dijo en un hilo de voz.
Y honestamente, Draco se quedó sin palabras. No sabía qué responderle, porque sinceramente en ese preciso momento no sabía lo que sentía por Isabella, no con exactitud. ¿Se sentía igual que con Astoria? No, con Bella algo es diferente, pero aun así... no está seguro. Nunca conoció el amor, por lo tanto no sabe como se siente estar enamorado
— No lo es — trató de asegurarle —, contigo es diferente.
— ¿Te gusto?
— Me gustas — aseguró —, y mucho, ¿sí? Deja de pensar cosas malas, Bell... No arruinemos lo que tenemos.
— ¿Y qué es lo que tenemos?
Otra vez Draco no tenía una respuesta concreta hacia la pregunta de Isabella. ¿Qué tenían? Estaban casados, sí. Pero hace poco ambos se odiaban y no trataban de ocultarlo. Hace poco empezaron a llevarse mejor y eso cambió debido al sexo, entonces ¿qué tenían? No se trataban como esposos, tampoco como novios. En realidad, esta era la primera vez que ambos se acostaban en una cama y se abrazaban, sin pelear, sin tener sexo... simplemente conversando y teniéndose la suficiente confianza para decir en voz alta sus pensamientos.
— No lo sé y tal vez no seamos la mejor pareja que existe, pero estamos yendo poco a poco y tal vez sea mejor no ponerle una etiqueta a lo que tenemos... Sería más lindo, más nuestro. Sin etiquetas. Siendo lo que somos, nosotros mismos.
Bella pensó en la respuesta de Draco. No era lo que esperaba, pero estaba de acuerdo con él. Tener algo sin tener que etiquetarlo, lo hacía más suyo.
— Bien, me gusta esa idea.
— A mi también.— admitió Draco, dejando otro beso sobre la mandíbula de Isabella. Se acomodó un poco, la atrajo más a su cuerpo y se quedaron otro rato así
Sin decir nada... porque el silencio no era incomodo. Era un silencio cómodo, de esos que no se necesitan palabras, porque la compañía basta. Porque te basta solamente con tener el cuerpo de aquella persona pegado al tuyo, con escuchar su respiración y sentirla sobre tu piel. Sin hacer nada, sin hablar, solamente estar allí, en ese momento, sentirlo y disfrutarlo, juntos y solos. Ella siendo de él y él siendo de ella. Completándose el uno al otro. La pieza del puzzle que tanto buscaban, encontrándola. Bella era la pieza de Draco y Draco era la pieza de Bella, completándose.
•~•~•~•
Dos toques a la puerta y nada... dos toques más y tampoco nada. Ambos estaban en un sueño tan profundo que no escuchaban la puerta.
Unos minutos más tarde, la puerta se abrió. Narcissa contempló a Draco y a Isabella dormidos y abrazados. Ambos estaban acurrucados, el brazo de Draco estaba sobre el estómago de Isabella y su nariz hundida en su cuello. Sus piernas estaban entrelazadas y Bella tenía una mano encima de la mano de Draco.
Había pasado el tiempo y ellos se quedaron dormidos, sin importarles nada.
La mujer carraspeó pero no recibió ninguna respuesta. Se acercó con cautela hacia su hijo y le tocó el pie, una y otra vez. Draco abrió los ojos con pereza y volteó a ver a su madre.
Con la mano libre; se llevó un dedo a los labios, para pedirle silencio y se zafó de la mano de Bella. Se incorporó y bostezó.
— Son las siete de la noche — informó la mujer en un tono bajo —, deberían estar listos, Draco. A las ocho empieza la fiesta y ustedes dos todavía no están listos.
— ¿Es obligatorio asistir?
Ella asintió.— Si no querían una fiesta, tenían que avisar antes, ahora ya es muy tarde. Los invitados están por llegar y la mansión está lista, Draco Lucius. Será mejor que ambos despierten y estén listos.
Draco bufó.— Joder — se restregó una mano por la cara —, ustedes y sus malditas fiestas, ustedes y su maldita necesidad de demostrarle a las personas algo que no somos.
— No me hables de esa forma — le advirtió —. Le di a Isabella el permiso de pasar el día contigo. Esperaba que salieran a Hogsmeade o yo qué sé, no que se quedarán en casa y durmieran todo el día — giró sobre sus talones y comenzó a andar hacia la puerta, no sin antes voltear la cabeza y advertirle nuevamente a Draco—: No tienen mucho tiempo, será mejor que se apuren. Y deja el drama, hijo, que ya estás mayor para esas cosas.
Al cerrar la puerta, Draco puso los ojos en blanco y decidió levantar a Isabella.
•~•~•~•
Minutos más tarde, ambos estaban abajo en la fiesta de bienvenida, saludando y dedicándole sonrisas completamente falsa a las personas.
Los magos y brujas emitieron un gran suspiro coletivo cuando Draco e Isabella enfilaron el pasillo; ella caminaba como si se deslizara y él iba caminando con la espalda recta. Bella llevaba un sencillo vestido rojo. Su hermosura eclipsaba a cuantos la rodeaban. Draco vestia completamente de negro, su saco, su camisa y pantalón, con un simple pañuelo en el bolsillo de su saco de color rojo, a juego con el vestido de Isabella.
Bella se volteó a ver a Draco y le dedicó una mirada de advertencia.— No bebas mucho, ¿está bien? Dos o tres copas solamente, Draco, no te pases, por favor.— le suplico con la mirada.
Draco asintió.— Sí, Bell, está bien.— él aceptó.
Ambos se separaron. Draco se fue por su lado con sus amigos y algunos magos, y Bella decidió ir hacia donde su suegra y su madre se encontraban.
— Luces preciosa, cariño.— su madre le dedicó una sonrisa y le besó la mejilla.
— Gracias, madre.— Bella le sonrió agradecida.
La mansión estaba completamente decorada para la ocasión. Habían muchos magos y brujas de diferentes edades. La música clásica sonaba por todo el salón, al igual que las voces y las risas de las personas.
Bella se había percatado de las miradas de algunas brujas de su edad. Algunas eran de envidia, otras de ilusión.
Busco con la mirada a su amiga Pansy, pero al parecer todavía no había llegado.
Sintió como alguien jalaba su vestido y ella bajó la mirada, encontrándose con una niña de pelo rubio, largo y una sonrisa de oreja a oreja.— Eres muy bonita.— le dijo la niña.
Bella sonrió y se inclinó un poco para estar a la altura de la niña.— Creo que tú eres aun más bonita.— le aseguró.
— ¿Cuándo sea grande puedo ser cómo tú?
Bella rió ante el comentario.— Serás mejor que yo.
— Pero yo quiero ser como tú. Casarme con alguién a quien amo, irme por un mes por el mundo y vivir feliz junto a mi novio.
— ¿Y tienes novio?
La niña negó.— No, no tengo.
Bella llevó su mano al cabello de la niña y lo acarició con ternura.— No te adelantes ¿vale? Vive tu niñez y disfrútala, no es tiempo de pensar en novios todavía. A tu edad las cosas son mejores y más fáciles, así que disfrútalo. Estoy segura que cuando seas más grande, encontraras el amor de tu vida y serás muy feliz con él.
La niña suspiró.— ¿Seré cómo tú y tu novio?
— Serás mejor que nosotros dos.
Una bruja, algo mayor que Bella se acercó a ella y a la niña: Hanna Abbott, ahora Hannah Longbottom. Bella le dedicó una sonrisa y entendió que aquella pequeña niña era de ella.
— ¿Te está molestando? Una disculpa. Creo que es tu fan.— dijo Hannah con una pequeña sonrisa; agarrando a su hija de la mano.
Bella negó.— Para nada, es muy agradable y bonita.
— Mamá, la Srta. Malfoy dijo que algún día encontraré el amor de mi vida.
— Y así es, cariño, lo encontrarás — le aseguro la bruja y después se dirigió nuevamente a Bella —. Gracias por hacerle caso, estaba perdida y no sabía dónde estaba.
— Descuida.— Bella hizo un ademán, restándole importancia.
— !Hoooooooooolaaaa! — Bella escucho la voz de Pansy — Ah, Hola, Longbottom.— se dirigió a la bruja rubia.
— Hola, Parkinson. Bueno, Isabella, nos vemos. Gracias nuevamente.— dicho eso la bruja rubia tomó en sus manos a su pequeña y se fue.
— ¿Dónde estabas? — le pregunto Bella.
— Antes de llegar, Blaise y yo decidimos emborracharnos un poco — hizo una seña con sus dedos —, solo un poquito.
Bella puso los ojos en blanco divertida.— Bueno, ya estás aquí.
— Ya estoy aquí y tú también. Ya me estaba aburriendo estar sin ti, Isabella. ¿Quién lo diría? — la pelinegra dejó salir una risita torpe.
Un mesero paso con una bandeja llena de champagne y Pansy cogio dos, una le tendió a su amiga y la otra era para ella.
— ¿Tú y Blaise...?
Pansy se atraganto con el liquido y tosió.— Dios, no. No, Bella, no — negó —. Una persona no puede estar con otra mientras tienes a alguien más en su corazón, eso sería malo y cruel.
— ¿Hablas de ti o de Blaise? — inquirió.
— Eso no importa. Lo que importa es que tú y yo tenemos una fiesta pendiente.
— ¿Una fiesta? — Bella alzó las cejas —. ¿Viene tu cumple años?
— No, una fiesta de aniversario para ti y para Draco.
— No creo que sea buena idea.
— ¿Entonces cuál es tu idea? ¿Ir a algún lugar y cenar, los dos solitos, llegar a la casa y follar toda la noche? — puso los ojos en blanco —. No, todos nosotros, nuestro grupo, hará una fiesta en una discoteca y celebraremos su aniversario de un mes ahi, nada más que decir, Bella, nada más.
Bella hizo caso omiso. Ya hablaría de eso con Draco.
La fiesta siguió. Las canciones cambiaron. La prensa le tomó algunas fotos a Isabella y a Draco. Abrieron un baile y Bella ya no aguantaba más.
Pansy estaba en la barra tomando.
Draco estaba con Blaise en algún lugar y ella estaba sola. Siempre se quedaba sola en las fiestas.
— Bella.— una voz masculina llamó su atención y volteó.
— Oh, hola — lo saludo —, no sabía que estabas por aquí.
— He llegado hace poco. ¿Por qué volvieron antes?
— Decisión de Draco, extrañaba Londres.
— ¿Londres... o a alguién?
Bella sintió una mano sobre su cadera; pegándola a un cuerpo alto que desprendía un aroma familiar. Draco. Ella alzó la mirada y se encontró con su esposo, tenia la expresión seria y miraba a Theo con los ojos entrecerrados.
— ¿Te gusta meter la nariz en cosas que no te incumben? — Draco arrastro las palabras —. Porque a mi me gusta utilizar las tres maldiciones imperdonables.
Theo fingió una sonrisa.— Un gusto verte nuevamente, Draco.— ironizó.
— Meh — Draco negó —, a mi no me da gusto.— pegó más a Bella a su cuerpo y le besó la cabeza.
— ¿Marcando territorio? — rió —. ¿Por qué no le dejas a Bella decidir?
— ¿Decidir? — Draco frunzo el ceño —. ¿Decidir exactamente qué, Theo? ¿Cómo la follare está noche? No te preocupes, lo decidimos entre los dos, ¿cierto, Bell?
— ¿Pueden dejar de comportarse como unos niños? — espetó Bella —. Me alegro de verte nuevamente, Theo. Draco, nos vamos ya.— y tiro de la mano de Draco para seguirla.
— ¿Me alegro de verte nuevamente? — soltó Draco en cuanto estaban en un lugar más privado.
— Draco, basta.
— ¿Te alegras de verlo, Isabella?
— No, pero no hay porque ser grosera.
— Sí, sí tienes porque. Él quería arruinar nuestra relación.
— Pero no lo hizo, ¿bien?
— No le vuelvas a hablar.
— Draco, no estaba hablando con él, simplemente fue un saludo.
— Pues no lo vuelvas a hacer.
Bella frunzo el ceño y entonces un olor le llegó a la nariz.— ¿Bebiste? — se cruzó de brazos.
— Dijiste que podía.
— Dos o tres copas — recalcó Bella —, hueles como si te hubieras tomado más que eso.
— No pasa nada, estoy bien, lo juro.
— Deja de tomar.
— Ya lo he hecho — Draco alzó los brazos al aire —. ¿Donde estoy? Aquí, contigo. No estoy tomando más.
— Y no lo vuelvas a hacer.
— No lo haré.— Draco enarco una ceja y se inclinó. Dejó un beso corto sobre los labios de Bella.
— Te has manchado — Bella rió y acercó su pulgar a los labios de Draco, tratando de quitarle el labial de sus labios. Draco mordió la yema de su dedo y abrió la boca un poco más —. Estamos en público.— susurró Bella sin quitar el dedo de sus labios.
Draco giro la cabeza hacia la derecha e izquierda.— Y nadie está viendo...
— No meteré mi pulgar en tu boca, en público.
— ¿Entonces por qué todavía no lo has quitado?
Bella puso los ojos en blanco divertida, y deslizó su dedo pulgar entre los labios de Draco, sintiendo la calidez de su boca y la lengua de Draco girar sobre su pulgar y chuparlo un poco. Sintió sus mejillas arder y con lentitud deslizó su dedo fuera de su boca, acariciando los labios de Draco.
— Ahora nos vamos.— Draco la tomó de la muñeca.
— ¿Y la fiesta?
— ¡Que le den! — Draco tiro de Bella y ambos comenzaron a caminar. Salieron del salón y comenzaron a subir las escaleras.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro