034
DRACO
Never be me — Miley Cyrus.
— ¿Cómo lo supiste? — Bella le preguntó prestándole toda su atención a la luna.
— ¿El qué? — la miro de reojo.
— Que era virgen.
Draco tragó saliva y se concentró en la luna. La luna brillosa, iluminando toda la ciudad.— Usé Legeremancia...— confesó.
Ella se volteó a verlo, tenía el ceño fruncido y se veía molesta.— ¿Hiciste qué?
— Usé Leger...
Ella lo corto.— Sí, ya sé. ¿Cómo pudiste?
— Tenía curiosidad, lo siento.
— ¿Curiosidad? — repitió con rabia —. ¡Por Merlin!
— Solo fueron dos veces, Bella.
— ¿Cuándo?
— La vez que hiciste todo un show junto a Blaise, Pansy y Theo, y la segunda fue en otra fiesta.
— ¡La primera vez ni siquiera sabíamos de nuestro compromiso!
— Lo sé — aceptó—, pero tenía curiosidad. Astoria hablaba mucho de ti, era la primera vez que te tenia tan cerca y tus paredes de Oclumancia estaban bajas... así que lo aproveché.
— ¿Y exactamente para qué?
Draco no se sentía culpable pero aun así no la quería ver. No quería mirar a Isabella a la cara y verle el ceño fruncido al igual que sus labios, sus ojos llenos de rabia.— No sé... curiosidad. Quería conocerte y no podía por Astoria. Me metí en tus pensamientos, aunque no encontré nada interesante.— se encogió de brazos.
— ¿Y la segunda?
— Bueno, la segunda ya sabíamos sobre nuestro compromiso. Tus paredes de Oclumancia nuevamente estaban bajas y decidí penetrar tu mente. Entonces me di cuenta que eras virgen — suspiró—. Tú te veías tan segura de ti misma, yendo y viniendo, las personas te miraban babeando y los tenías a todos alrededor de tu dedo... Pero luego, entré en tu mente y vi tus pensamientos; todos eran tipo '¿cuál es la necesidad de tener sexo en lugares públicos? ¡Qué asco, yo jamás dejaría que alguién me hiciera eso! ¡Oh, por Dios. El sexo está tan sobrevalorado!', y todo eso pensabas mientras observabas a las personas a tu alrededor.
Bella resopló, pasandose una mano por su cabello desordenándolo.— Eres una mierda.
— Y lo sé, Isabella... No trató de ocultarlo, soy así ¿qué se le puede hacer?
— Cambiar.— escupió.
— Me gusta mi forma de ser.
Ambos estaban en lo alto de algún lugar de Paris, viendo la noche y pasando el rato. Habían paseado todo el día y decidieron quedarse un rato más fuera.
El viento los abrazabas haciéndolos estremecer. Las estrellas se veían como pequeñas luciérnagas colgadas de las pocas nubes en el cielo oscuro.
Draco estaba en la orilla, con los pies al aire. Viendo hacia la nada y sumido en sus pensamientos.
— A mi no me gusta tu forma de ser.— soltó Bella después de un minuto.
— Hazte la idea, Rosier. No cambiaré — dijo arrastrando las palabras. Suspiró y se pasó la mano por la cara —. Joder, quiero un cigarrillo.
— Te estas comportando como un idiota.— soltó enfurecida.
— ¿Podemos irnos? — él ignoró el insulto de Isabella —. Quiero un jodido cigarrillo.
— No fumarás, Draco, no lo harás.
Draco se puso en pie pasandose varias veces las manos por su cabello. Estaba desesperado; sentía un peso sobre el pecho que no lo dejaba respirar. Sentía un vacío en su interior y quería gritar.
— ¡Joder, Isabella! — gritó y Bella pegó un brinquito.
—Tienes que calmarte.— Bella daba pasos cautelosos hacia él.
Draco había empezado a hiperventilar. Tenía la respiración muy acelerada y al mismo tiempo entrecortada. Le costaba respirar; sentía que el aire no llenaba sus pulmones, sentía que se estaba asfixiando.
Echó la cabeza hacia atrás y abrió la boca; tratando de tomar todo el aire posible. Pero era imposible, cada segundo, cada minuto; se volvía peor.
De repente su visión se volvió un poco borrosa y puntitos negros se hicieron visibles ante sus ojos.
Se agachó y apoyó sus manos sobre sus rodillas.
Bella se acercó hacia él con rapidez y colocó una mano sobre su hombro.— Draco, tranquilo...
Pero él no escuchaba, no podía escuchar. Todo se escuchaba jodidamente lejano. Se sentía fuera de su cuerpo, como si fuera un espectador.
Levantó ambas manos y las observó. Se sentía adormecido, sentía un cosquilleo en la punta de sus dedos, subiendo hacia sus manos.
Sus oídos se taparon y lo único que podía escuchar eran los latidos de su corazón.
Al instante sintió el sudor frío apoderarse de su espalda, cuello y frente.
— ¡Draco, por favor! — Bella le sostuvo la cara con desesperación, buscando sus ojos.
Pero él parecía lejano a toda la situación.
— ¡No...no puedo, Isabella, no puedo! — logró decir.
— No podemos usar la Aparición, Draco.— farfulló Bella.
Draco se dejó caer sobre el suelo y Bella también.
Los brazos de Bella serpentearon alrededor del cuerpo de Draco, acercándola más a ella. Su cabeza estaba sobre su pecho y sus manos acariciaban su cabeza con lentitud y cautelosamente.
Empezó a susurrarle en el oído.— Estás bien... Debes respirar. Necesitas controlar tu respiración, por favor.— le pidió.
Draco cerró los ojos y dejó que el calor de Bella lo envolviera. Se aferró a su cuerpo y un temblor le cruzó todo el cuerpo.
Sentía ganas de llorar... Sí, de llorar. La sensación que sentía en ese momento no era para nada agradable.
Sus ojos se humedecieron y no podía controlarlo, no podía.
— Vamos, Draco — Bella hablaba con rapidez y se notaba el desespero en su voz. De repente se soltó del cuerpo de Draco e hizo que él se sentara rectamente. Busco la hebilla de su cinturón y lo desabrocho, al igual que con su camisa. Le colocó una mano sobre el pecho y otra sobre el vientre.— Respira por la nariz profundamente, y cuenta hasta tres — y Draco lo hizo. Inspiró con profundidad contando hasta tres. Mientras Bella comprobaba que lo hacía bien, después añadió—, retén el aire por tres segundos — «uno, dos, tres.» —, ahora suéltalo por la boca lentamente, contando nuevamente hasta tres.— Draco hizo lo que Bella le pidió. Se quedaron así por unos minutos, repitiéndolo; hasta que la respiración de Draco se reguló.
Draco volteó a ver a Isabella, la cual tenía cara de susto y desesperación.— Gracias.— dijo.
Ella sacudió la cabeza.— Me has asustado.
— Lo siento.
Draco habia tenido varios de esos ataques en su pasado y nunca terminaban bien... Siempre eran fuertes y le hacían perder la cordura.
Draco se inclinó y dejó un beso corto sobre los labios de Bella, buscando su diminuta mano a comparación a la de él, y entrelazó sus dedos.
— Vamos a casa.— concluyó Bella y él simplemente asintió.
Era la primera vez que alguien lo miraba teniendo aquellos ataques. No sabía si sentir vergüenza o agradecer la presencia de Isabella en ese momento.
Ambos Aparicieron en su casa. Bella no dejo de sostener su mano hasta que llegaron a la habitación.
Draco observo como ella entraba al baño y abría el agua. Segundos después apareció ante él y le tendió una mano, la cual él tomó sin vacilamiento.
Bella comenzó a desabrocharle la camisa por completo, quitándosela. Él se quitó los pantalones junto a los bóxer y observó como Isabella también hacia lo mismo.
Se metieron bajo el agua y él cerró los ojos. Sintiendo como el chorro de agua mojaba su cabeza y bajaba por sus hombros, espalda y cuerpo entero. Se relajó al instante, entonces sintió las manos de Isabella sobre sus hombros; abrió los ojos, encontrándose con los de ella.
— Gracias, Bell.— murmuró.
— No fue nada.— y unió sus labios.
Draco todavia se sentía en trance, solo podía observar como Isabella pasaba el jabón por su abdomen, enjabonando su cuerpo y lo miraba con expresión angustiada.
— Date la vuelta.— le dijo él y Bella se volteó.
Agarró el shampoo y lo colocó sobre la cabeza de Isabella, masajeando su cabeza y enjabonando su cabello.
Escuchó una risa proveniente de Isabella y él no pudo evitar sonreír. Se inclinó hasta que su mentón estuvo sobre el hombro de Isabella.— ¿Qué es tan gracioso? — le preguntó divertido.
— No lo sé.— respondio Bella entre risas
Draco envolvió el cuerpo de Isabella con sus manos, acercándola más a su cuerpo. Trazó círculos sobre la piel desnuda de ella y Bella suspiró.
Comenzó a besar su cuello y sus besos bajaron hasta sus hombros, mordisqueando la piel húmeda de su esposa.
Cerró los ojos y la toco por todas partes, besó su cuello y hundió un dedo en su interior; la espalda de Bella se tensó contra su pecho y Draco la agarró del cabello. Llevaba el aroma del jabón pegado a la piel y Draco solo quería lamerla.
Deslizó la lengua por su columna vertebral y sintió cada estremecimiento del cuerpo de Isabella. Dejó de pensar en nada. Solo en ella. En él. En ellos. En lo bonita que era, tan llena de luz.
Recorrió su cuerpo con sus manos; la espalda, su trasero, sus piernas. Cada centímetro de su cuerpo, cubierto por sus manos.
Ella jadeó.— Draco...
Había tanto deseo en su voz que estuvo a punto de correrse al oírla decir su nombre.
Sostuvo sus manos por arriba de su cabeza y se hundió en ella de un empujón. No podía verle la cara pero si oir su respiración entrecortada. La embistió otra vez, sujetando con la mano libre su cadera. Más fuerte. Más profundo. Isabella gimió.
Mis embestidas cada vez eran más duras, sintiendo cada centímetro de la profundidad de Isabella. Sintiendo como se estremecía y escuchando sus gemidos.
Mientras empujaba dentro de ella una y otra y otra vez, aunque ninguna parecía suficiente, ninguna calmaba el agujero que sentía en el pecho aquella noche.
Cuando toda su piel estuvo cubierta sudor, se apartó y le dio la vuelta, porque quería follarsela también con la mirada, con las manos, con cada gesto.
Bella respiraba agitada y sus pechos desnudos subían y bajaban al mismo ritmo. Tenía los ojos brillantes y clavados en mí; llenos de todo. De amor. De deseo. De necesidad. Nuestras miradas se enredaron mientras trazaba un camino desde su mejilla hasta su ombligo, despacio, tan despacio que cada roce de su piel contra la mía fue placer y tortura a la vez. Sus labios suaves y abiertos al tiempo que se apretaba más contra ella.
—Estoy tan jodidamente loco por ti...
—Bésame. —Hundió los dedos en su pelo y tiró de él con brusquedad hasta que sus labios chocaron.
Ella movió en círculos las caderas. Draco resopló y apretó los dientes.
—Me pasaría la vida así, follándote y mirándote y besándote... — gimió y la agarró del trasero para embestirla más hondo.
Bella le mordió la boca cuando le sujetó las muñecas sobre la pared y movió sus caderas contra las suyas, haciéndola suya, perdiéndose en ella, dándoselo todo.
—Me gustas, Bella, me gustas y mucho...—susurró ronco.
Ella se corrió. Arqueó la espalda, gimió en su boca.
Cuando volvió a abrir los ojos, los tenía vidriosos.
Siguió embistiéndola. Más y más y más...
Pegó su frente a la suya. Se le aceleró el corazón, palpitando fuerte y rápido, y le rosó los labios despacio, saboreándola lleno de tensión, a punto de explotar. Respiró hondo cuando ella le dio un beso en el corazón, en el centro del pecho, y luego perdió el control y exploté con un gemido ronco.
Ambos salieron de la ducha envueltos en una toalla; buscando ropa limpia y acostándose.
Draco no dudo y buscó a tientas la mano de Isabella, enlazando sus dedos.
— Perdona.— le dijo.
— ¿Por qué?
— Por lo que pasó hace rato.
— ¿Te refieres a follarme duro...— bromeó — o te refieres al ataque de ansiedad?
— Nunca me disculparía por follarte duro — se giró hacia ella y Bella hizo lo mismo. Quedando ambos frente a frente mirándose en la oscuridad —. Te follare aun más duro.— dijo y le apartó un mechón de pelo, pasándoselo por detrás de la oreja.
— ¿Más? — preguntó Bella con inocencia.
— Eso no fue nada.— Draco sonrío.
— ¿Qué tienes planeado? — le preguntó mordiéndose el labio inferior.
Draco se acercó hacia ella hasta rozar ligeramente la piel de su oreja, comenzó a hablarle bajito.— ¿Te gusta qué te den duro? — Bella soltó una risita timida, como si le diera pena hablar de ello. Draco comenzó a acariciar su muslo por debajo de las sábanas y prosiguió hablando —. Te amarraré y te daré duro hasta que no consigas ponerte en pie...— siguió hablándole en susurros roncos y sensuales —, rogarás por un maldito orgasmo y te lo daré cuando yo quiera...
— ¿Y cuándo harás todo eso?
— Mhmm — tarareó —, ¿estás ansiosa por sentir todo eso?
— Tal vez...
La mano de Draco serpenteo hasta la parte interior del muslo de Bella, llegando hasta su parte más sensible, acariciando con lentitud la tela de la pijama.— Sentirás cada centímetro mío...— concluyó y retiró su mano.
Bella frunció el ceño, entonces Draco se aferró a su labio inferior y tiró de el con fuerza.
— Bésame.— le pidió Bella bajito.
Draco ahuecó su mejilla y acercó más su cara a la suya, hasta unir sus labios en un beso... Un beso que duró todo la noche. Caricias y besos.
Draco se sentía bien al lado de Isabella y de alguna manera eso le daba miedo. Le daba miedo arruinarlo todo y echarlo a perder. Le daba miedo alejarla de él, porque por supuesto, Draco no era lo que Isabella merecía, no era lo que ella necesitaba.
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