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033

ISABELLA

Draco salio con una toalla alrededor de su cadera; el dorso desnudo y húmedo, cayéndole gotas de agua por varias partes y el pelo mojado y echado para atrás.

Tenía una sonrisa torcida plasmada en su cara... Una de esas sonrisas qué significaban 'hola, quiero sexo.' Y Bella ya no queria sólo sexo, Bella quería saber qué tenían, pero le daba miedo preguntar.

— ¿Qué haces? — le preguntó Bella enarcando una ceja y viéndolo desde la cama.

Draco se estaba acercando hacia ella lentamente, jugando con el extremo de la toalla.

— ¿Qué crees que hago?

— Pues no sé. ¿Por algo te lo estoy preguntando, no?

Draco puso los ojos en blanco.— Ya. Me quitaste las ganas de todo.— dijo y se tiró sobre la cama.

— Me alegro — admitió Bella —, no tenía pensado en hacer nada.

— ¿Por qué? — Draco se giró hacia ella.

— Porque no tengo ganas.

— Yo te prestó un poco de las mías.— sonrió con inocencia.

— No todo es sexo, Draco.— replicó.

— ¿Qué tienes?

— Nada.

— Nidi — Draco la imito haciendo un mohín —. Ese nada de las mujeres tiene muchos significados y ninguno es bueno.

— ¿Es malo no tener ganas de sexo? No quiero sexo, Draco.

— Es lo mejor que podemos hacer.

— No soy tu puta.— espetó.

Draco se dio una pequeña palmada en la frente y suspiró pesadamente.— No dije que fueras una puta, Isabella. Por dios.

— Pues me tratas cómo una — Isabella apretó la mandíbula y se giró a verlo —. Cuando estás aburrido me buscas para tener sexo, y cuando estas normal ni te me acercas.

— No digas tonterías.

Bella lo ignoro; no quería responder más. Además ¿qué iba a decirle?, se estaba comportando cómo si tuviese algo con él.

Isabella lo último que quería era preguntarse qué era para Draco.

Por más estúpido que se escuchará; ellos no se trataban cómo pareja y mucho menos como novios. Era algo tipo 'Sexo, sexo, sexo y más sexo.'

Tenían algo raro... Y a Isabella le daba miedo pensar qué Draco tal vez le tenía aprecio por estar con él en una situación cómo la que él estaba pasando por el momento, como le pasó con Astoria.

No quería que Draco se sintiera en deuda con ella.

Él estaba mejorando. Todas las mañanas se bebía la poción al desayunar y le estaba haciendo efecto.

Tenía más energía, sudaba menos y no estaba hiperventilando a cada rato. Tampoco se comportaba como un imbecil — cosa que Bella agradecía —.

Y eso estaba bien. Estaba bien poder llevarse, hablar sin insultarse. Pero sentía un vacío enorme... ¡que va! Era gigantesco

— ¿Quieres ir a algún lugar? — Draco la sacó de la nube de sus pensamientos.

— ¿Adónde?

— No sé... a cenar, por ejemplo.

— Sí, estaría bien.— cedió.

— Entonces me cambio y vamos.

Draco se puso en pie y empezó a buscar ropa.

Bella lo observo con determinación. Su espalda ancha, su piel pálida y suave...

Draco dejó caer la toalla al suelo y se colocó unos bóxer. Giró sobre sus talones y levantó y bajo las cejas mirando hacia Isabella.

Ella no pudo evitar reír.

— Alimenta mi ego, por favor.— bromeó y dio una pequeña vuelta.

Y, es que Bella no podía negar que estaba buenísimo.

No era musculoso pero tampoco muy delgado, tenía la compostura perfecta para su cuerpo.

Aún tenía las marcas moradas sobre el cuello y por el pecho que había dejado ella, ya casi desvaneciéndose. Bella se humedeció los labios y después se mordió el labio inferior viendo aquellas marcas.

Bajo su mirada un poco más y vio la Marca Tenebrosa sobre su antebrazo izquierdo; estaba un poco desgastada, y aunque se odiaba por admitirlo... era sexy.

Tenía también algunas cicatrices sobre el abdomen, que Bella no se atrevía a preguntar qué las había causado, quién o cómo.

Bajo más sus ojos y se fijaron sobre el bulto entre sus bóxer blancos, y puso los ojos en blanco.

— Eres un presumido.

— Bien que me comías con los ojos.

Un impulso hizo que Bella se levantará y echara a andar hacia Draco.

Al estar frente a él, llevó un dedo hacia su mandibula, acariciandolo lentamente y bajando hacia su cuello. Acaricio con la yema de sus dedos las marcas que había dejado sobre éste en su cuello. Y Draco cerró los ojos e inspiró hondo. Bella inclino la cabeza un poco más y lamió las marcas anteriores, para después comenzar a succionar su piel haciendo que las marcas se tornen nuevamente de un color rojizo y morado. Draco jadeó y coloco su mano sobre la espalda baja de Isabella, acercándola más a su cuerpo.

— Bell.— su nombre abandonó los labios de Draco en un gemido leve y ronco.

Bella sintió cómo una corriente pasaba por todo su cuerpo y comenzó a besar el cuello de Draco, haciendo y dejando nuevas marcas. Llegó al lóbulo de su oreja y tiró de él con sus dientes.

Draco enredó su mano en el pelo de Isabella, tirando de ella y pegando sus labios a los de Isabella.

La lengua de Draco lamió el labio inferior de Isabella y luego se hundió en su interior, buscando su lengua. Al encontrarla la rodeó con su propia lengua y comenzó a succionarle el labio inferior.

Bella gimió en su boca y Draco enterró sus dientes en su labio inferior tirando de el con fuerza, para después pegarse nuevamente y succionarlo con fuerza, lo volvió a morder y se separó, ambos con la respiración agitada.

— ¿No quieres quedarte en casa y cenarnos? — Draco levantó ambas cejas y sonrió con picardía.

— Nop.— Bella negó y retomó el paseo que hacían sus dedos sobre el cuerpo de Draco. Las bajo por su pecho y comenzó a serpentearlas por la parte izquierda de su hombro, hasta llegar a la Marca Tenebrosa.

Ambos se sostenían la mirada, viéndose fijamente a los ojos. Los ojos grises con motas azules perforaban los ojos castaños de Isabella, hablándose de mil maneras, diciéndose cosas que no se atrevían a decirse con palabras.

Draco al sentir los dedos de Isabella sobre su Marca Tenebrosa, apretó la mandibula y apartó el brazo levemente.

— Draco...— Bella quiso decir algo más, pero Draco giró sobre sus talones y empezó a ponerse la camisa.

— No la vuelvas a tocar.— le dijo, aunque tenía el tono de voz calmado, Bella sabía que le había molestado.

— No quise.— mintio.

— Sí, sí quisiste.— replicó él.

— No me molesta tu Marca Tenebrosa, Draco. Eso no es nada.

— No la llames mía — Draco siguió hablando con el mismo tipo de voz mientras se abotonaba la camisa y no miraba hacia Bella —, porque no es mía. Me obligaron. Lo único mío aquí eres tú.

— En primera: no soy un objeto, y en segunda: puedes hablarme sobre ello, o sobre otra cualquier cosa qué quieras.

— En primera: no, no eres un objeto pero aún así me gusta llamarte mía; mi esposa, y en segunda: no quiero hablarlo con nadie porque no necesito hacerlo, Isabella — volteó a verla —. No me importa, esta en mi pasado y trato de ignorarla, porque si pudiese hacer que desapareciera completamente de mi piel lo hubiese hecho, pero no se puede y lo he aceptado. Pero te pido que, al igual que yo la ignoro, la ignores tú también.

Bella asintió.— Está bien, lo lamento.

— No te disculpes — él se acercó y dejó un beso sobre su frente —, simplemente ignórala, no le prestes atención. Haz cómo si eso no existiera en mi piel...

Después de que Draco estaba listos, salieron de la casa y comenzaron a caminar por las calles de Paris.

La ciudad tenía más luz de noche que de día... La perfecta Torre Eiffel brillaba con intensidad junto al río Sena, en donde la luna se reflejaba sobre el agua de éste.

Las personas iban y venían; alegres, felices. Habían muchos turistas, de varios países diferentes. Parejas, amigos, ancianos, personas solas. Había todo tipo de personas y eso era lo que le encantaba a Isabella. Su forma de vestir, la forma en que admiraban la ciudad y sus expresiones. Al parecer nadie estaba triste, porque estaban de viaje y pues... bueno, ¿quién puede estar triste en una ciudad tan preciosa? Nadie.

Antes de entrar en un restaurante; Draco tiro de la mano de Isabella y la beso en los labios; un beso suave y lento. Ella se separó y él volvió a tirar nuevamente de su mano y dejó un beso corto sobre sus labios. Allí, delante de la Torre Eiffel... Le pareció de lo más romántico a Isabella, un recuerdo que jamás olvidaría en su vida y uno de los mejores.

Ella le dedicó una sonrisa y ambos entraron en el restaurante.

Bella le echó un vistazo, tenía un ambiente vintage. Habían muchas personas y un tipo tocaba el piano sobre un escenario bajo.

Ambos se sentaron en una mesa apartados de casi todos y empezaron a ordenar la cena.

— Y uno de los mejores vin...— Bella interrumpió a Draco y le frunció el ceño.

— Disculpe, nada de vinos — le dijo al mesero —, con agua estamos bien.— le sonrió y el mesero asintió.

— ¿Estás de joda?

— No, y tú estás recuperándote.

— Un poco de vino no me va a matar.

— No pero tendrás una recaída, y es lo último qué queremos, ¿cierto? — enarcó una ceja.

Draco entrecerró los ojos.— Sí, cierto.— cedió.

La cena llegó y ellos comenzaron a comer y a bromear un poco. Bella siguió observando a las personas y al lugar...

Tenia un ambiente bonito. Estaba iluminado solamente por velas y eso le fascinaba.

— Si no nos hubieran casado a la fuerza — empezó Isabella —, y fuésemos dos extraños en este mismo local... viéndonos por primera vez, ¿te habrías fijado en mi? — a Bella la mataba la curiosidad por saberlo. Draco asintió levemente con la cabeza —. ¿Y qué habrías hecho?

Draco se movio un poco en su asiento y colocó su mentón sobre su mano, la cual estaba apoyada sobre la mesa, entrecerró un poco los ojos y junto los labios.— Hablaría contigo.

— ¿Solo eso? — Bella se humedeció los labios.

—Me acercaría lentamente a ti, te sacaría a bailar y probablemente te robaría un beso.

— Suena romántico para alguien que no le gusta el romanticismo.

Él se encogió de brazos, y un músculo se tensó en su mandíbula cuando apoyó los antebrazos sobre la mesa que los separaba y se inclinó hacia ella.

— Después, sin que nadie se diera cuenta, te arrinconaría contra una pared, metería la mano por debajo de ese vestido que llevas, y te follaria con los dedos... lento y duro, como tanto te gusta...

— Draco...— Bella miro a sus lados, asegurándose que nadie lo había escuchado.

— Me encanta cuando gimes mi nombre así —dijo—. Me encanta cuando te provoco que lo gimas.

— Siempre lo puedes hacer en la casa...

— Y lo haré, Bell, lo haré.— le guiñó un ojo.

Bella se movio incomoda en su asiento, sintiendo como sus panties ya se estaban empezando a mojar.— ¿Has decidido cuando volvemos a Londres? — decidió cambiar el tema.

— No — contestó él friamente —, pero no volveremos pronto. Visitaremos uno o dos lugares más y listo.

— Uno o dos — Bella repitió —, me parece bien.

— Te follare en cada y uno de esos lugares. En público, en casa, en el baño, la cocina... Ya sabes, lo aprovecharé.

— No soy un juguete sexual.— Bella últimamente sentía que Draco solamente la utilizaba para eso.

— Pero como te encanta ser follada por mi, ¿no? Y a mi me encanta follarte o ser follado por ti, cómo quieras llamarlo.

— Ajá.— se limitó a contestar y desvió la mirada.

— También daremos paseos románticos y seremos personas normales.

— Bueno...

— Te enseñaré las ciudades y disfrutaremos nuestro tiempo juntos.

— Está bien.

— Ven — Draco tiro de su mano nuevamente, se inclinó y la beso —. No eres un juguete sexual, Bell — acarició su mejilla —, pero quiero estar todo el jodido dia pegado a ti y dentro de ti.

— Está bien, Draco.

— No te enojes, Bell... Si quieres no tendremos sexo, solamente disfrutaremos el viaje sin tener contacto sexual.

Ella negó con una pequeña sonrisa.— Quedamos en que cambiaríamos de posición.

Él dejó un beso corto sobre sus labios.— No quiero que te sientas usada...

— No me siento así.— mintio.

— Está bien. Solamente quiero que me disfrutes tanto como yo a ti.

— Y eso hago...

— Después volveremos a Londres, viviremos un tiempo con mis padres... ya sabes es obligatorio y después nos mudaremos solos, ¿bien?

Ella simplemente asintió con la cabeza, dando por terminada la conversación.

— Y gracias...

Bella frunció el ceño y lo miro.— ¿Por qué?

— Por ayudarme a salir de toda esa mierda.

...Sí, el temor de Isabella; él estaba agradecido con ella, no sentía nada más que agradecimiento.

— Draco... ¿y-yo te gustó? — preguntó con vacilamiento y algo de temor.

— Sí, me gustas.— contesto Draco.

— Uhm... bueno.

— ¿Yo te gustó?

— Pues claro.

Después de pagar la cuenta, salieron y dieron un pequeño y corto paseo.

Draco paraba cada minuto para besar a Isabella, en cada rincón, en cada lugar, sin importarle nada y nadie.

Hasta llegar a casa.

Siento por actualizar a las tantas de la noche, pero aquí está un capítulo.

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