009
ISABELLA
Draco se levantó temprano y antes que su madre pudiera decirle nada, desapareció, apareciendo en la casa de los Greengrass.
Draco no sabia exactamente qué era lo que hacia allí. Sabia que era un problema si alguién llegará a verlo. El chisme se difundiría y sus padres lo matarían.
Toco dos veces la puerta y esta se abrió; dejando ver a Daphne Greengrass.— ¿Qué haces aquí, Malfoy?
— Vine a ver a Astoria.
— Astoria está dormida.
— La despertaré.
— No puedes pasar.— Daphne colocó una mano sobre el pecho de Draco, impidiéndole pasar.
— ¿Por qué no?
— Mis padres no quieren verte.
Draco bufo y se pasó las manos por su cabello platino.— No me jodas.— le espetó.
— Eres un idiota. ¿Cómo siquiera te atreves a venir a la casa, cuando estás comprometido con la chica Rosier?
— ¡Estoy comprometido por obligación! ¡Astoria no es ninguna obligación!
Daphne rodeó los ojos, aun sin apartarse de la puerta.— Claro que no es una obligación, es una broma para ti.
— No digas eso. Sabes que amo a Astoria.
— Si la amaras — Daphne enfatizó —. No te casarías.
— ¿Daph... quién es? — la voz de Astoria llego a los oídos de Draco y Daphne, al igual que sus pasos bajando la escalinata.
Draco sonrío burlonamente, arqueando su ceja izquierda.— ¡Soy yo, Astoria! — gritó Draco.
Daphne una vez más puso los ojos en blanco y se apartó.
— ¡Oh, Draco. No esperaba verte! — chilló Astoria.
— Bueno — Draco sacó la varita de su pantalón, y con un leve movimiento aparecieron unas rosas en sus manos—. Te he traído esto.— sonrío con suficiencia, mientras le entregaba las rosas a Astoria. Astoria risueña y enamorada, tomó las rosas y las olió, para después depositar un pequeño beso sobre los labios de Draco.
— ¡Son tan bonitas, Draco! — Se dio media vuelta entregándole el ramo de rosas a Daphne, y Astoria salio por la puerta —. No esperaba verte hasta la próxima semana.
— No pude aguantarme.— dijo Draco, mientras caminaba junto a su novia.
— ¿Y si alguién nos ve?
— ¿No puedo tener amigas? — Él sonrió burlonamente.
— No quiero que te metas en problemas por mi culpa...
— No importa, Astoria. Ven.— la tomó del brazo y aparecieron en la misma playa que había llevado a Bella el día anterior.
•~•~•~
Mientras tanto la madre de Bella se paseaba por la mansión, con aire preocupado. Murmurando cosas para si misma. Mientras Bella la miraba expectante.
— ¿Puedes calmarte?
— ¿Calmarme? Haz estropeado todo... todo.
— ¿Yo?
— Si, tú. No sé qué le has hecho al pobre muchacho, se supone que hoy también iban salir juntos. ¡Y mira! — su madre se alteró, y alzó la voz —. ¿Dónde está? ¿Dónde está, Isabella? Lo haz arruinado...
— Yo no he hecho nada, madre.— se limitó a contestar Bella.
— Oh... claro que haz hecho algo, de eso estoy segura.
— Como dig-
Isabella fue interrumpida por las Elfinas, anunciando la llegada de Narcissa Malfoy. La cual con toda la elegancia entró en el salón saludando a Ivy y a Bella, sacándose los guantes de piel de Dragón y dejándolas a un lado.
— Disculpen mi visita inesperada.
— ¡Siempre eres bienvenida, Cissy! — respondio Ivy.
— Bella, no esperaba verte aquí... Se supone qué estarías con Draco...— la mujer frunció el ceño con incredulidad.
Bella decidida a arruinar todo se puso de pie, enfrentando a Narcissa.— Bueno, yo también creía eso — dijo ella, tratando de sonar dolida —. Pero Draco no apareció. Ayer no paraba de insultarme, y hoy creo que decidió no volver.
— ¡Ese niño malcriado! — susurró Cissy —. ¡Hablaré con él en cuanto lo vea! — dijo Cissy recuperando su compostura.
Bella sintió satisfacción al escuchar aquellas palabras. Narcissa lo pondría en su sitio.
— Bueno — habló Ivy —. Tal vez sea mejor — sonrío un poco, haciendo un ademán a Cissy invitándola a sentarse —. Tal vez... así podamos hablar y planear la boda mejor, entre nosotras.
— ¡Que encantador! ¡Por eso mismo he venido, Bella, Ivy. Pasado mañana llega el vestido de novia, desde Francia! — la mujer palida esbozó una sonrisa llena de alegría.
Pero mientras Ivy y Cissy planeaban, y hablaban con emoción sobre la boda, Bella no pudo evitar sentirse miserable...
— Entonces...— Ivy dejo las palabras al aire.
— Si, Ivy, así es. Solamente nos falta la fecha para la boda.
Otra vez más la platica de aquellas mujeres fue interrumpida por las Elfinas, anunciando otra visita.
Esta vez era el pequeño heredero de los Malfoy, el cual entró en el salón con aire despreocupado, una pequeña sonrisa torcida en sus labios. Estaba completamente vestido de negro (como siempre) solamente que esta vez se veía más apuesto a los ojos de Bella, («¡Lo cual no era muy agradable para ella!») Draco tenía su típico traje negro, y sobre su traje un abrigo negro a conjunto con su traje, también traía unos guantes de piel de Dragón, al igual que su madre. Su cabello bien peinado, y su perfume lleno toda el salón en cuanto él entró.
— ¡Me preguntaba en dónde estabas... Draco! — su madre lo fulminó con la mirada.
Draco se apresuró y se sento junto a Bella, sonriente.— Tengo entendido, madre — comenzó a hablar —. Que las visitas son diarias, pero... que no hay un horario fijo, ¿no es así? Supuse qué tal vez podía llegar más tarde, Isabella también tiene cosas que hacer... No quiero quitarle todo su tiempo.
Isabella frunció el ceño, mientras su madre y la madre de Draco, sonreían encantadas.
— ¡Tiene razón, Cissy! — habló Ivy —. No hay un horario fijo, el muchacho puede llegar a la hora que quiera.
— ¿Llegar a la hora qué quiera? — Narcissa se fijó en el reloj situado sobre la pared —. ¡Son las siete de la noche! ¿Qué pueden hacer los chicos a esta hora?
— Iremos a una fiesta.— Soltó Draco de repente.
Bella volteo a verlo.— ¿A una fiesta? — preguntó con ingenuidad.
— Si, a una fiesta.
— No, lo siento... No puedo ir.
— Bella, claro que puedes.— dijo Ivy.
— No me siento muy bien, creo que es mejor quedarme en casa.
— ¡Pero qué dices, un antídoto y cualquier malestar que sientas se te quitará enseguida! ¡Ya vuelvo! — y con eso su madre se levanto y desapareció su vista.
Draco volteó a verla y le guiñó un ojo.
— Bueno, entonces... Bella, querida... ¿por qué mejor no vas a arreglarte? Puedes tomarte la poción en cuanto estés lista.
Bella no respondió, solamente se levantó de mala gana y comenzó a caminar hacia su cuarto.
En los planes de Bella no estaba ir a una fiesta, ni mucho menos con Draco. Ella podía jurar que Draco no iba a aparecerse hoy en su casa, y estaba completamente segura que él estaba con Astoria. No le molestaba en lo absoluto que él estuviera con Astoria, le molestaba los jueguitos que a Draco se le ocurrían.
Después de 10 minutos Bella estuvo lista. Un vestido corto, unos tacones, maquillaje, y bajo. No sabía dónde iría, y a qué estaba jugando Draco... pero aún así... ¿Quién le dice no a las fiestas? Isabella Rosier nunca le diría no a una fiesta... nunca.
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