21 - Destino
F É L I X
Todo es confuso en cuanto despierto, me cuesta varios minutos notar dónde estoy y luego de un sobre esfuerzo saco la deducción de que estoy en el hospital. No hay nadie mas que yo en la habitación y no siento que me duela nada.
Intento forzar mi memoria, lo último que recuerdo es estar discutiendo con mi padre, recuerdo mis palabras hirientes pero sinceras y recuerdo salir de la casa. ¿Y luego? Traigo un yeso en mi brazo, sin embargo, no siento dolor alguno, seguramente me han dado algún tipo de calmante.
Siento la necesidad de ponerme nervioso, pero mi cuerpo no está en su pleno sentido así que apenas logro moverme un poco cuando una doctora entra a la habitación.
—Se despertó —informa a alguien fuera antes de entrar con una sonrisa— ¿Cómo te sientes, Félix?
—Confuso —balbuceo y mi voz me suena extraña— ¿Qué me pasó?
—Saliste de tu casa en una alerta roja, y una columna cayó sobre tu auto. Tienes suerte de estar vivo.
No recuerdo nada de eso, ni siquiera sabía que había una alerta roja.
—No miro los noticieros, no sabía. ¿Pueden llamar a mi familia? Deben estar preocupados.
Ella sonríe nuevamente mientras pone una linterna en mis ojos para ver bajo mis párpados.
—Tu familia está fuera, llevas varias horas dormido. Tuvimos que hacer una cirugía en tu brazo, llevarás ese yeso un buen tiempo.
—¿Puedes pedirle a mi novia que entre? —pido mientras sigo la luz con los ojos.
—Creo que tu papá entrará primero, ha estado bastante intenso con mis compañeros.
¿Mi papá está aquí? Vale, el drama nunca se termina.
—Lo siento por eso… —murmuro avergonzado.
—No te preocupes, lo conocemos hace mucho tiempo, Félix.
Oh, eso solo puede significar que estoy en el mismo hospital que mi mamá. Triste, pero no puede ser una casualidad.
Enseguida que la doctora se va mi padre entra en la habitación. Se arrodilla junto a la cama y llora, sin decir ni una palabra por varios minutos.
—Lo siento tanto… —balbucea cada tanto.
—Está bien —respondo dando una palmadita en su espalda.
—Tienes razón, en todo lo que dijiste. Soy un mal padre, soy… tu mamá no me lo perdonaría jamás, el haberte dejado solo.
—Yo no quise decir eso.
—Pero es la verdad, he estado tan obsesionado por mantenerla con vida que no vi que la vida continuaba, y que tú crecías sin mí, solito. Y es increíble en el hombre en el que te has transformado por tus propios medios.
No era mi intención hacerlo cargar con la culpa, yo solo quería que supiera que aun lo necesito, y que lo voy a necesitar siempre. Y también quería liberarlo de la cárcel en la que se ha metido, porque ella no se despertará, y hay que dejarla ir.
—Papá… Mamá no…
—No regresará, lo sé. —Su llanto casi que lo ahoga. No puedo imaginar el dolor de perder a la mujer que amas, con la que tenías todos tus sueños construidos, con la que formaste una familia, yo no lo juzgo, lo entiendo, pero necesita que alguien le abra los ojos.
—Pero me tienes a mí… Aún me tienes a mí.
—Pensé que… pensé que también te perdería.
Hago un esfuerzo por incorporarme para abrazarlo, él se pone de pie y lo hace primero. Me siento el adulto de la situación, pero supongo que es parte de crecer, entender que la relación con los padres es de ida y vuelta, y que en una familia todos cuidan de todos.
—Haré lo correcto si me prometes que siempre estarás aquí —asegura incorporándose e intentando recomponerse.
—Siempre estaré aquí si tu decides seguir adelante.
Es duro lo que estoy diciendo, pero siento que hago lo correcto.
—Te amo, Félix. Todo estará mejor de ahora en más.
—También te amo, papá. Ahora dile a Valeria que entre por favor, necesito… la necesito.
Mi padre se ríe justo cuando ella entra, con sus ojitos rojos al igual que su nariz.
—Perdón si interrumpo, ya no aguantaba más. —Se apresura hacia la cama y se abalanza sobre mí, alcanzo a correr mi brazo roto justo a tiempo y suelto una risita— Casi me matas del susto, tonto.
—Estoy bien, ¿tú estás bien?
—Lloraré un montón, cada que te vea y lo recuerde, pero luego estaré bien.
Sé como se siente eso, hace unos meses estuve horas esperando a que le hagan una cirugía para extraerle una bala que iba dirigida a mí. Sé que el trauma de pensar que puedes perder a la persona que amas no se va de un día para el otro, y por eso no puedo juzgar a mi papá.
—Aprovecho que estás aquí para disculparme, Valeria. Cuando Augusto me dio el motivo por el cual quería encontrarte no pude evitar proyectarme allí, y que daría lo que fuera por tener una mínima posibilidad de salvar a… mi amor.
Otra vez está llorando, y Valeria también.
—Está bien, no se preocupe. Algún día tenía que pasar.
—Debí preguntar.
—Gracias por disculparse —ella sonríe, y él le devuelve la sonrisa antes de salir de la habitación.
—Te amo, Dios, te amo muchísimo. Seremos felices, verás que sí —murmura escondiendo su rostro en mi cuello.
—Siento que solo me pasó esto para abrirle los ojos a mi padre —asumo envolviéndola con mi brazo sano.
—El destino toma sus decisiones, y confío en que todo será para que por fin podamos ser felices, porque no hay nadie en este mundo que merezca eso más que tú.
—¿Puedo decirte que te amo cuarenta veces al día?
—¿Solo cuarenta? —responde ella por fin respirando con tranquilidad.
—Mejor comencemos por uno: Te amo, Valeria.
#F I N#
——————————————
Maratón final 3/4 sigue bajando 💜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro