V A L E R I A

Todo me da ganas de llorar, hace tres días terminé con Félix y apenas sí lo he visto. No sale de su habitación para casi nada, Alegra y Lucas han ido a pasar el rato allí con él, pero a mí me tiene muy preocupada.

Me pidió que me quede, sobre todo porque no quiere quedarse solo y lo entiendo. Pero entonces ¿Por qué no sale de su habitación?

Lo extraño, no dejo de pensar en él, pero estoy convencida de que hice lo correcto.

—¿Está bien? Ya sé que no, pero a lo que me refiero es ¿Debería preocuparme? —interrogo a mi hermano mientras miramos una película a la que no le pongo ni pizca de atención.

Estoy sentada en el suelo, él está en el sofá y acaricia mi cabello suavemente. En otra ocasión eso me habría hecho dormir, hoy no porque no puedo hacer que mi cerebro se relaje.

—No es sobre ti, aunque eso también lo afecta.

—¿Le pasa algo más? ¿Dices que terminé con él en un mal momento? ¿Me necesita?

Lucas sonríe por mi catarata de preguntas.

—Es sobre su mamá, tal vez podrías ir y preguntar por ti misma, que hayan terminado no significa que no puedas estar para él.

Ya lo he pensado, pero no quiero hacerle daño y tal vez estando cerca lo hago sin quererlo. El punto es ¿Cómo confiará en mí si mantengo la distancia? ¿Cómo lograremos conectarnos de una manera sana? Yo sé que puedo, lo amo y tengo claro que quiero luchar por lo nuestro.

Pero ¿Y si eso fuera mucho para él?

Demasiadas preguntas, ninguna respuesta.

—¿Tú crees que debería? —pregunto dubitativa.

—Yo digo que sí, pero la decisión es tuya.

Lo pienso por varios minutos, aun mirando la película que hace reír a mi hermano y yo no sé ni de qué va.

—Iré ahora, deséame suerte —digo poniéndome de pie.

Lucas se encoge de hombros y se echa hacia atrás.

—No la necesitas. Pídele a Alegra que baje.

Ella sale de la habitación de Félix justo cuando estoy a mitad del pasillo, sonríe al verme y le digo que mi hermano la espera abajo antes de caminar hacia la puerta.

Él justo iba a salir y nos vemos frente a frente. Sus ojos están rojos al igual que su nariz, se ve ridículamente tierno de todas formas.

—Hola —saluda y me da una media sonrisa.

—Hola —respondo bajando la mirada.

—Creo que voy a enfermarme —comenta sorbiendo por su nariz.

—No me extrañaría, el cuerpo siempre manifiesta los dolores en el alma. —Sus ojos verdes se fijan en mí, obligándome a contener las lágrimas— Lo siento tanto... —murmuro por lo bajo.

Él toma mi mano y la jala para abrazarme, ofreciéndome un lugar en su pecho que para mí siempre ha sido un lugar seguro.

—Tú no me dueles, tú eres en quién pienso para juntar fuerzas y salir adelante. Y aunque ahora estemos separados lo superaremos.

Es tan hermoso que tengo aún más ganas de llorar ¿Cómo es que la vida maltrata tanto a una persona como él? Eso sí es injusto, por completo.

—Nunca pienses que no te amo, porque entonces caerías en el error más grande de tu vida. Estoy aquí, para ti, para lo que sea —murmuro y él me abraza con más fuerza.

—¿Quieres... pasar? —pregunta señalando su puerta— Solo para hablar, no pienses mal...

Le doy una sonrisa apartándome de él.

—Claro ¿quieres que baje por algo para comer y regreso?

—Sería lindo —afirma llevando una mano a su abdomen haciendo que me ría, él siempre tiene hambre.

Bajo las escaleras y cubro mis ojos, mi hermano ha reemplazado la película por una buena sesión de besos con su novia y me incomoda ver, además no quiero interrumpir, así que me guío por lo poco que veo entre mis dedos intentando hacer silencio para llegar a la cocina.

Chocolate caliente y galletas de chispas, me lleva unos minutos preparar el chocolate, pero las galletas no requieren más que sacarlas del paquete y ponerlas en un plato.

Pongo todo en una bandeja y me alegro de escuchar la risa de Alegra, porque con la bandeja ya no podré cubrir mis ojos.

—¿Cuándo pasaste a la cocina? —pregunta mi hermano sorprendido.

—No quise interrumpir, parecías ocupado.

Ambos se ríen restándole importancia.

—Podrías seguir el ejemplo de tu hermana y prepararme la merienda —sugiere Alegra y Lucas se niega.

—Te llevé el desayuno a la cama hoy, tú también puedes hacer algo bonito por mí.

Alegra se pone de pie de inmediato.

—Cuando tienes razón tienes razón, ¿Quieres chocolate?

Sigo mi camino con la bandeja antes de que el chocolate se enfríe.

Félix me abre la puerta justo cuando estoy enfrente, seguro escucho mis pasos en el pasillo. Saca la bandeja de mis manos, la pone en medio de la cama y luego nos sentamos uno a cada lado.

—Amo tu chocolate caliente, a nadie le sale igual.

Sonrío y asiento.

—Es que trae un secreto.

—¿Cuál? —quiere saber de inmediato, mientras da un sorbo y lo observo cerrar sus ojitos con satisfacción.

Haré una olla completa si va a poner esa carita cada que lo pruebe.

—Si te lo digo ya no es secreto, pero puedes pedirme que te lo prepare cada vez que quieras.

—¿Y puedo verte prepararlo? Me encanta cuando te concentras mucho en algo.

—Solo si no me robas el secreto.

Él se ríe y estira su dedo pequeño hacia mí.

—Prometido —entrelazamos nuestros deditos y volvemos nuestra atención al chocolate.

Intenta que no se note, pero no hay luz en su mirada. Está al borde del llanto a cada segundo y si es por su mamá sé que tiene que estarle doliendo mucho. Félix ha sido sensible desde que era un niño, no conocí a su mamá, pero sé que ella lo consentía mucho, y que gran parte de su personalidad dulce y comprensiva la heredó de ella.

Quiero que hable conmigo, quiero que sepa que estaré a su lado siempre como él ha estado para mí, sin peros, sin falla, sin excepciones. 

—¿Quieres... contarme qué te tiene así, apagado?

—Fui a ver a mi mamá —responde de inmediato evitando mi mirada—. Fue horrible y triste, porque yo siento que ella ya no está allí, y me gustaría que mi papá la dejara ir. No sé cómo decírselo sin sonar egoísta o que no me importa.

Estiro mi mano para tomar la suya sobre la cama.

—Solo dilo, no importa como suenas. Es tu mamá, te duele tanto como a él, no tienes que considerar los sentimientos de nadie, solo ser sincero.

Sus ojos se llenan de lágrimas haciendo que el nudo en mi garganta se expanda.

—¿Y si me equivoco? ¿Y si ella aún puede despertar y yo... hago que... muera? —su voz quebrada me rompe el corazón, ha dejado su taza sobre la bandeja y está mordiendo su uña.

—Tal vez podrías... podríamos —me corrijo para darle la sensación de que no tiene por qué hacer esto sólo— Podríamos hablar con el médico primero, que nos diga cuáles son las posibilidades reales de que despierte y qué consecuencias tendría. Y entonces podrías hablar con tu papá estando seguro.

Él asiente, levanta su cabeza para verme, quiero mostrarme fuerte para él, pero quiero llorar también.

—¿Irías conmigo? —pregunta, dubitativo.

—Hasta el fin del mundo —aseguro tomando su mano.

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Hola Pollitos 🐣

No tengo tiempo de hacer una nota porque me esperan para comer.

Pero aprovecho para decir que me sigan en Instagram ❤️

@ineskyblue

Este capítulo está dedicado a @mariagirotj por su cumpleaños.

Feliz cumpleaños hermosa 💜

Los quiero ♥️