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6 - Entrar en mi mundo

LUCAS

Salgo de mi habitación con el corazón un tanto acelerado, acabo de darme cuenta de que estoy jugando con fuego, porque ella me gusta más de lo que me gustaría asumir.

Me siento un poco mal por decirle eso a mi primo, pero de verdad sólo fue un impulso.

Un impulso celoso. No me gusta no saber lo que pasa entre ellos, y no me gusta no saber lo que piensa Alegra.

¿Es tonto pensar que le gusto de verdad?

Sí, ingenuo, se conocen hace dos días.

Dos días largos e intensos, pero de todas formas no son suficientes para conocer a alguien.

Me siento frente a mi hermana y Alegra no tarda en aparecer y sentarse a mi lado.

— ¿Hace calor, Alegra? — el tono irónico de mi hermana me obliga a patearla bajo la mesa.

No sé queja, solo sonríe.

— Sí, no tienes idea cuánto — responde ella dejando que una sonrisa se extienda por su rostro.

Mi hermana es un tanto celosa, ninguna chica obtiene su aprobación, ella dice que ninguna me merece.

— ¡Mamá! — grita Valeria y escondo mi rostro entre mis manos porque sé lo que se viene — Lucas se estaba manoseando con esta chica en su habitación.

Mi madre aún está en la cocina, está acostumbrada a nuestras peleas así que no le importa mucho.

— Tu hermano tiene veintiún años, puede manosearse con quién quiera — le saco la lengua a mi hermana con los ojos entrecerrados y provoco que Alegra se ría.

No sé cómo la dejé entrar en mi mundo tan pronto, pero ni modo, ya está aquí.

Se pone de pie y se apoya en la mesa para hablarle de cerca a mi hermana.

No mires su trasero, no mires su trasero.

Tarde, ¿Pero que pretende? Casi que está en mi cara.

Presiono mis piernas para intentar que lo inevitable pase, pero no lo consigo.

¿En serio viene a provocarme aquí? Es exageradamente inoportuno.

— A ti te hace falta un poco de acción, a ver si dejas de ser tan chismosa.

Valeria rueda sus ojos con molestia.

— Pues preséntame a tu hermano.

— Mi hermano vive en Londres, tú me pagas el pasaje y yo te lo presento con gusto.

Vaya, ni siquiera sabía que tuviera un hermano. De hecho, acabo de notar que no sé absolutamente nada de ella.

Mi mamá llega a servir la cena y la infantil discusión se termina.

— ¿Que estudiarás? — le pregunta buscando conversación.

— Licenciatura en turismo, no iba a hacerlo porque mi mamá no podía pagar por la universidad, pero al parecer mi papá recordó mi existencia y pagó mi matrícula.

Eso me recuerda que debo pagar por la universidad de mi hermana.

— ¿No te llevas bien con tu papá? — la pregunta de mi hermana es genuina, ella no conoce al suyo, tienen un punto en común.

— Lo vi dos veces en mi vida, una cuando tenía siete años y un juez lo obligó a darme su apellido y otra hace unos meses, lo crucé de casualidad en un centro comercial y miró hacia otro lado.

— ¿Y tu hermano? ¿Él es su hijo también?

Valeria ha bajado su guardia de chica peleadora, eso no pasa a menudo pero al parecer siente empatía con ella.

— Sí, él no sabía de mi existencia hasta hace dos años que lo descubrió, me buscó por las redes sociales y hablamos a menudo pero nunca lo he visto porque vive en Londres.

— Tengo una hermana por parte de mi papá, pero no la conozco, ni tampoco a él — mi madre y yo permanecemos en silencio, Valeria nunca habla de eso porque le duele así que solo la dejamos.

Alegra le da una sonrisa.
— No lo necesitas, los tienes a ellos — nos da una mirada rápida y mi hermana le sonríe.

¿Vieron eso?

Mi hermana. Le sonríe.

¿Cómo logró eso tan pronto? Creo que la he subestimado demasiado.

El resto de la cena hablamos de otras cosas, se pasa muy rápido y antes de que lo note ella ya está en mi auto.

— Te dije que podía caminar, solo vivo a unas calles de aquí.

Sus ojos se ven aún más pequeños porque está cansada, se ve muy tierna.

— Claro que no, el vecindario no es seguro a esta hora.

Ella sonríe y frota sus piernas por el frío, es verano pero por las noches baja mucho la temperatura.

— Vivo en un vecindario peligroso, Lucas. Siempre voy sola, todos me conocen.

— Pues no hoy, hoy te llevaré yo.

Antes de ponerme el cinturón busco una sudadera que dejé en asiento trasero esta mañana y se la doy. Espero que se queje pero no lo hace y se la pone de inmediato.

Llegamos rápido a su casa, es como a seis calles de la mía, me da un beso en la mejilla y la observo caminar hasta la puerta para ver que entre y largarme, pero no entra. Saca su teléfono e intenta llamar a alguien que al parecer no responde así que bajo la ventanilla para hablarle.

— ¿Todo está bien?

— No, mi mamá no está y no tengo mi llave.

Subo la ventanilla y me bajo de mi auto para no tener que gritar.

— ¿A qué hora regresa?

— Con mi mamá nunca se sabe… Ve tranquilo, esperaré — se da media vuelta y se sienta en el escalón de la entrada.

— No me iré, esperemos en el auto.

Se oye llorar a un cachorrito al otro lado de la puerta y ella hace un puchero muy tierno. Me gusta mucho cuando deja de hacerse la ruda, aunque son momentos contados es muy linda.

— Mi bebé está solito, no le gusta estar solo.

— ¿Hay algún sitio por el que podamos sacarlo? — observo las ventanas pero todas están cerradas.

— Tal vez la ventana de atrás esté abierta, tiene barrotes pero podríamos meter las manos y llamarlo — señala hacia un lado de la casa que tiene un gran muro — habría que saltar allí y…

No ha terminado de hablar cuando ya me puse de pie para saltar el muro. Es apenas más alto que yo, no me cuesta mucho trabajo elevar mi cuerpo sobre mis brazos, pero para ella parece misión imposible así que me siento cuando estoy arriba y extiendo mi mano para ayudarla. Una vez que estoy abajo estiro mis brazos para ayudarla a bajar.

Ella no lo hace de inmediato, me ve y se acomoda pero no salta.

— ¿Tienes miedo? — me burlo conteniendo la risa.

— Claro que no — responde de inmediato aunque es obvio que sí.

— Te sostendré, solo salta.

— No soy liviana…

— Mides un metro y medio Alegra, en los entrenamientos de básquet nos hacen correr con nuestros compañeros en la espalda.

— ¿Me estás diciendo pequeña? — pregunta ofendida entrecerrando sus ojos.

— Sí, pero eres una pequeña muy hermosa, ya salta.

¿Por qué le dije eso? No lo sé, estoy perdiendo el control sobre la situación si es que en algún momento lo tuve.

Ella sonríe y se prepara para saltar una vez más, pero esta vez sí lo hace. La atrapo en el aire y la hago bajar muy pegada a mi cuerpo, aunque no es voluntario fue suficiente para ponerme algo caliente otra vez. Mierda, ¿Qué pasa con la tensión sexual? Realmente tendré que descargarla de alguna forma que no la involucre, no debo perder de foco que es altamente probable que ella solo esté jugando conmigo.

Aclara su garganta y se aparta con nerviosismo. ¿Dónde quedó la chica ruda? Si me hubiese besado justo ahora yo la hubiese dejado hacerlo, pero al parecer ya no es tan valiente.

— Gracias — murmura y se aleja rodeando la casa, la sigo y la observo empujar la ventana que sí estaba abierta.

— ¿Cómo se llama? — pregunto con la intención de llamar a su perrito.

— Lucas — responde conteniendo su risa.

— ¿Le pusiste mi nombre a tu perro? ¿Por qué? — sueno muy sorprendido, no sé si sentirme halagado u ofendido.

— Porque es hermoso como tú.

— ¿Desde cuándo lo tienes? Apenas nos conocemos.

Ella asiente y parece hacer cálculos mentales.

— Cerca de un mes, fue luego de que te vi en casa de Olivia, no me culpes, nunca pensé que tú y yo estaríamos relacionados de alguna forma.

Olivia, su mejor amiga, y Emma, la mía, son hermanas. Alegra y yo nos cruzamos un día en su casa hace más de un mes, pero ni siquiera intercambiamos palabra.

— No sé si es algo bueno o algo malo…

— Amo a los animales, cuando vi al perrito me pareció la cosa más hermosa que había visto, lo mismo que me pareció cuando te vi a ti aquel día y por eso lo llamé como tú.

Eso suena tierno, aunque no deja de ser raro y bizarro.

— Ya sácalo, mis brazos no llegan al suelo — me río, ella de verdad es pequeñita.

Meto mis brazos entre los barrotes, y tomo al pequeño perrito entre mis manos. Casi muero de amor al verlo, es un perrito salchicha muy chiquito color caramelo.

La aventura de saltar el muro es más difícil ahora con el perrito, subo primero y ella me lo alcanza, pero ahora no sé qué hacer con él para ayudarla a subir.

— ¿Si lo dejo en el suelo se escapa?

— Sí, es muy hiperactivo, la calle está muy cerca...

— Lo dejaré en mi auto, espera.

No puedo creer que estoy haciendo esto, de verdad meteré a un cachorrito propenso a hacer sus necesidades sobre el asiento trasero de mi auto.

— Quietito aquí, no hagas pipí — le indico y el mueve su pequeña colita muy alegremente.

Corro a ayudar a Alegra nuevamente, esta vez sin más complicaciones y vamos de regreso al auto a buscarlo.

Miro la hora, son cerca de las doce, su mamá podría no regresar hasta mañana y no podemos pasar la noche aquí, así que hago algo tonto, muy muy tonto.

— ¿Quieres ir a dormir a mi casa? — ella abre grandes sus ojos y sonríe —. No hay lugar en la casa de mi mamá, pero podemos ir con mi papá. Supongo que Félix está en la habitación de invitados, pero puedes dormir en mi cama y yo duermo en el sofá.

— O puedes dormir conmigo... — me provoca sin ni un poco de sutileza.

Me río y niego con la cabeza.
— Claro que no, eso no pasará.

— Me encantaría rechazar tu oferta, pero tengo mucho sueño y seguro mi mamá no llega hasta mañana. Mis opciones son dormir en tu cómoda cama que de seguro cuesta más que mi casa, o dormir en el suelo de mi patio.

— Mañana hay que entrenar temprano, ya vamos.

— ¿Que tan temprano? Ten compasión, mira la hora que es.

Solo sonrío, no le digo nada pero de todas formas la despertaré temprano.

La casa de mi padre queda bastante más lejos, envío un mensaje a mi mamá para avisarle que no dormiré allí y uno a mi papá para que sepa que voy, aunque siempre me dice que no es necesario, tengo mis propias llaves.

Volteo a hablarle a Alegra pero ya se ha dormido, su perrito también.

Se ve muy tierna con mi sudadera porque le queda realmente muy grande, se ha puesto la capucha y unos mechones rebeldes de su cabello caen en su rostro.

Sí que fue un día largo, he cambiado de opinión tantas veces en el día sobre ella que ya no tengo idea de lo que estoy haciendo. Es que aunque a veces está loca, es demasiado descarada, hay una gran posibilidad de que solo esté jugando conmigo y no le importo en lo absoluto; de todas formas ella me agrada, pasar tiempo con ella me gusta.

Hay una parte de mí que dice: "corre mientras estés a tiempo, porque esta chica te destruirá", pero hay otra que dice: "quédate, no seas cobarde, tal vez esta vez sea diferente".

Llegamos a casa, me da pena despertarla, la cargaría hasta la habitación pero aún no hay la confianza suficiente, así que acaricio su mejilla suavemente y ella abre los ojos con pereza.

— ¿Llegamos? — pregunta luchando para mantenerlos abiertos.

— Sí, pásame al perrito, yo lo llevo.

Ella estira sus manos, el perrito bosteza y de acomoda en mi brazo para seguir durmiendo.

— Busca las llaves allí — señalo la guantera de mi auto y ella la abre.

Bajamos y entramos a la casa intentando hacer el menor ruido posible, subimos las escaleras suavemente y ya estamos en mi habitación.

— Wow — murmura ella al entrar — es más grande que mi casa.

— Busca ropa en el vestidor, lo que quieras — señalo una de las dos puertas que hay —, y allí es el baño — indico señalando la otra.

— Gracias — sonríe y la dejo sola un momento para ir al depósito a buscar algo para que duerma el perrito.

Para mí suerte encuentro una pequeña camita que era de Ringo, el perro de mi papá, cuando era un bebé.

Cuando regreso a la habitación ella aún está en el baño, dejo la camita en el suelo y al perrito dentro.

Estoy acomodando las cosas en el sofá para dormir allí cuando escucho la puerta del baño abrirse.

— Encontré una camita para... — levanto la vista y las palabras se borran de mi mente.

Existen las fantasías sexuales, y luego en un nivel más alto está la chica que te gusta con la camiseta de tu equipo favorito. No puedo despegar mis ojos de sus piernas, ¿por qué me gustan tanto sus piernas?

— El perrito... la camita... duerme — a penas logro articular.

— ¿Todo está bien? — ladea su cabeza confundida.

— Sí es que... eres hermosa — mierda, ahí está el viejo Lucas que no podía lograr que las palabras se queden en su tonta boca.

— Gracias, tú también lo eres — sonríe y camina hacia la cama, me doy cuenta de que la veo como idiota así que me volteo y regreso al sofá en el que dormiré esta noche.

— Descansa, Alegra.

— También tú...

Han pasado unos quince minutos, estoy a punto de dormirme cuando me vuelve a hablar.

— Lucas...

— ¿Qué pasa?

— No puedo dormir...

— ¿No estabas cansada?

— Sí, pero no puedo dormir fuera de mi casa.

Sé que hay personas a las que les pasa eso, yo toda mi vida tuve dos casas y puedo dormir donde sea.

— ¿Y qué quieres que haga? ¿Te canto una canción? — mi tono irónico la hace resoplar.

— No, ven a dormir conmigo, no te tocaré, lo prometo. No hay dobles intenciones.

Siento que me está manipulando, pero al mismo tiempo quiero dejar que lo haga porque también me apetece dormir a su lado. Así que me pongo de pie y camino hacia la cama.

— Solo somos amigos — le aclaro antes de meterme en la cama.

Ella suelta una risita y se voltea para verme de frente.
— ¿Me estás dejando en la friendzone?

— Sí.

— Está bien Lucas, ¿puedo solo tomar tu mano?

Lo dudo, pero luego no encuentro un motivo para decir que no. También volteo de lado para tenerla de frente y estiro mi mano hacia la suya entrelazando nuestros dedos.

No tarda mucho en quedarse dormida, la observo un rato y luego me duermo también, mañana será otro día, espero que no tan intenso porque siendo muy sincero, ya no sé cómo contenerme.

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Hola gente bella ❤️

No sé qué decir, estoy amando esta historia 💕

¿Ustedes qué opinan?

Los quiero y síganme en Instagram, @ineskyblue. Allí podrán seguir también a Lucas y Alegra.

@lucasdelsolar.tp
@alegrabennett.tp

Besos, mil besitos 💋

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