3 - Estrategia
Lunes, 6:50 AM.
Estoy hace cinco minutos esperando en la puerta de su casa.
No tengo su teléfono, así que le escribo en Instagram.
@LucasDelSolar
Apúrate, no tengo todo el día.
@AlegraBennett
Buenos días Lucas, dormí bien gracias por preguntar.
@LucasDelSolar
Buenos días pesada. Ya, se enfría el café.
@AlegraBennett
Me gusta el café por las mañanas.
Voy a decirle que se apure nuevamente pero entonces la veo salir de su casa. Trae unos shorts deportivos extremadamente cortos y un top con una campera desprendida arriba.
Piernas.
Es todo lo que piensa mi estúpido cerebro. Mierda, esto será difícil, quién me manda a meterme aquí.
Se sube a mi auto con pereza, su aroma dulce invadiéndome otra vez, sus ojos pequeños lucen hinchados y ahoga un bostezo en su mano, pero al verme sonríe.
¿Por qué sonríe tanto?
— Buenos días.
— Buenos días — mi voz no manifiesta mucha emoción, aparto mis ojos de ella porque trae muy poca ropa y no quiero que me atrape viendo alguna zona que no debería.
Sube sus pies a la guantera del auto, cuido mucho mi auto, a cualquier otra persona le diría de mala forma que baje los pies pero ahora no sé por qué no lo hago.
— ¿Te gustan mis piernas, Lucas? — su pregunta me hace contener la respiración.
Al parecer es una de esas chicas que cuando se les pone algo en la cabeza no paran hasta conseguirlo, pero no tendrá suerte conmigo, tengo un doctorado en reprimir mis emociones.
— ¿Por qué me preguntas eso?
— Porque estás haciendo un gran esfuerzo por no mirarlas.
Dios, ¿cómo me lee con tanta facilidad?
— No es cierto.
— Ajá — sonríe con sarcasmo y fijo mi vista en el camino —. No te estoy haciendo una pregunta difícil Lucas, solo di sí o no.
— Sí.
— A mí me gustan mucho tus ojos — su naturalidad al decir algo como eso hace que no me incomode.
— Gracias — murmuro sin quitar mi expresión seria.
Después de todo solo estamos asumiendo que nos gustan partes de nuestro cuerpo, no es la gran cosa.
Toma el café del porta vasos y le da un trago.
— ¿Por qué nunca sonríes?
Y aquí vamos de nuevo...
— ¿No te cansas de hacer preguntas?
— No.
— No lo sé, solo no lo hago.
Ella sonríe de lado y asiente. Llegamos al parque, estaciono mi auto y se quita el cinturón.
— Te ves tan frío e inalcanzable, pero eso solo hace que me gustes más.
Se baja del auto sin dejarme responder, yo me quedo unos segundos más.
No estoy sorprendido por el hecho de que le gusto, de hecho era bastante obvio. Aunque sí estoy sorprendido de que lo dijera tan pronto. Conozco a las chicas como ella, estoy más familiarizado de lo que se imaginan, mi mejor amiga es exactamente igual.
Pero si ella quiere jugar conmigo, sé perfectamente como seguir su juego, es más, sé perfectamente como ganar su juego.
— Estira, y luego tres vueltas al parque — le digo en cuanto bajo del auto como si nada hubiera pasado.
— Muéstrame — exige haciendo un movimiento con su cabeza.
Le muestro los estiramientos uno por uno, con mucho profesionalismo y evitando el contacto físico. Por último, para estirar los cuádriceps le digo que levante su pie hacia atrás llevando el talón a su trasero.
Ella lo intenta pero pierde el equilibrio así que me toma por el hombro para estabilizarse.
— Vaya que eres torpe — me burlo conteniendo la risa.
Está parada frente a mí, demasiado cerca, de hecho me está tocando y no se siente incómodo.
Esto es peligroso. Sus ojos cafés me ven muy intensamente, estoy a punto de decir algo pero entonces alguien nos interrumpe.
— Hola Lu — la voz de Katia suena en mis espaldas — ¿Interrumpo algo?
— Sí — responde Alegra por mí.
— No hablo contigo — hay odio en sus miradas, las chicas son tan complicadas...
— ¿Se conocen?
Alegra rueda sus ojos con desgano.
— ¿Tres vueltas dijiste? — evita mirar a Katia por completo y centra sus ojos en mí.
— Sí, comienza que te alcanzo enseguida — le hablo con más ternura de la que pretendía, pero me hace sentir mal el hecho de que estoy aquí para entrenar con ella y ahora tengo que deshacerme de Katia.
— ¿Por qué te juntas con ella? — me increpa Katia en cuanto estamos solos.
No estoy dispuesto a dar explicaciones así que me muestro un poco grosero.
— Porque quiero.
Ella suelta un suspiro y pone su mano en mi mejilla.
— Lu, no te dejes manipular. Ella no es lo que parece, es una zorra, sé que el sexo fácil es atractivo, pero saldrás de allí con el corazón roto.
Aparto su mano de mi rostro.
— No me toques, no me gusta. Soy un adulto Katia, no necesito que me digas qué hacer.
— ¿Qué pasó contigo? Nunca has sido así de grosero.
— No me gusta que te metas en mi vida, y no me gusta que hables así de ella.
Una sonrisa triste se extiende por su rostro. No quiero hacerle daño pero ella no parece entender por las buenas.
— Te gusta...
No es pregunta así que no respondo, y aunque no es verdad no digo nada. Prefiero que piense que sí, a ver si de una vez deja de molestarme.
— Te hará daño, siempre eliges mal a las chicas, no ves lo que tienes frente a tus ojos.
El punto es que si lo veo, pero no me interesa, tampoco me interesa Alegra pero no dejaré pasar esta oportunidad de quitarme a Katia de encima.
— Gracias por el consejo, lo siento pero te veo luego, no quiero hacerla esperar.
Salgo corriendo en la dirección en la que Alegra salió hace un minuto.
Sé que ahora soy un chico serio, pero no puedo aguantar la risa cuando la veo sentada en un banco a menos de doscientos metros de donde salió.
— Vaya, sí sabes reír — murmura y su voz suena exageradamente agitada.
— ¿Ya te cansaste? — me siento a su lado y le alcanzo una botella con agua.
— ¿Crees que si pudiera dar tres vueltas a este parque corriendo hubiera reprobado educación física?
Tiene lógica, pero tres vueltas se me hizo poquito, al parecer ella no puede dar ni una.
— Está bien, empezaremos con tramos cortos y descansos en medio. ¿De qué va la prueba?
— Atletismo, básquetbol, fútbol y natación.
— ¿Sabes nadar?
— No.
Otra vez me estoy riendo. ¿Por qué me cuesta tanto mantenerme serio con ella? Es como si el viejo Lucas quisiera regresar por la fuerza.
— Me gusta cuando te ríes, aunque sea de mí.
Dos días, hace dos días la conoces Lucas, mantén distancia.
— Hay una piscina en la casa de mi padre, podemos…
— No, la prueba es en dos semanas, no aprenderé a nadar tan rápido, olvidemos esa parte.
— ¿No confías en mí? — mi tono desafiante parece provocarla, sonríe y se pone de pie.
— Tú no deberías confiar en mí Lucas, parece que ya has sufrido mucho, deberías mantener la distancia.
Me pongo de pie tras ella, a las chicas como Alegra no hay que dejarlas tomar el control, porque entonces harán contigo lo que quieran. ¿Ella quiere jugar? Pues aquí me tiene.
La tomo por el brazo y la volteo hacia mí dejando nuestros pechos juntos, está sorprendida pero quiere fingir que no.
— No me asustas, Alegra. Pasaré por ti a las cinco, hoy mismo. Lleva tu traje de baño.
Hasta que no lo digo no lo pienso, trajes de baño, eso no es buena idea.
Ella sonríe, lejos de verse intimidada.
— Hasta que por fin sacas al verdadero tú…
— No importa lo que hagas, nunca verás al verdadero yo.
— Veremos Lucas, veremos…
Se suelta de mi agarre y se da la vuelta para seguir corriendo.
¿Qué estoy haciendo? No lo sé, tú dime.
Vuelvo a sentarme en el banco, como sea podré alcanzarla en menos de diez segundos. Ya estoy arrepentido de mostrarme así con ella, no sé como logra provocarme tanto con esos ojitos pequeños que parecen estar siempre encendidos.
Volveré a mi frialdad natural, la que me mantiene a salvo.
ALEGRA
El pecho me arde, realmente odio esto. No entiendo cómo hacen los chicos como Lucas, que corren y no se cansan. El único ejercicio que hago en mi vida cotidiana es tener sexo. Pero eso no me sirve para aprobar el puto examen, sobre todo porque tengo una profesora y no un profesor.
No se alteren, es broma. No me prostituyo por buenas calificaciones, las obtengo justamente.
Solo he corrido unos trescientos metros mas y ya necesito detenerme otra vez, de verdad odio esto, si no fuera por la buena compañía no lo haría.
Lo observo venir hacia mí caminando tranquilamente, creo que nunca había conocido a un chico tan jodidamente perfecto, de verdad, cada chica que está en el parque voltea sus ojos hacia él, y es obvio, solo una tonta no lo haría.
Sus brazos tan atléticos y musculosos llenan por completo las mangas de su camiseta. Su cabello castaño claro luce casi que perfecto, necesito despeinarlo, de verdad no puedo dejar de imaginar cosas sucias.
Ya, Alegra, deja de ser tan tú.
Lucas es uno de esos chicos con los que hay que hacer un trabajo muy delicado, está muy reprimido, pero poco a poco logro hacerlo sacar su lado salvaje.
La forma en la que me tomó recién me hizo ver que en realidad solo está conteniéndose por alguna extraña razón, y ahora vendrá y hará de cuenta que toda esa tensión sexual que acabamos de experimentar nunca sucedió.
— ¿Otro descanso, Bennett? — su voz llena de burla se me hace divertida, y también la forma en la que evita llamarme por mi nombre porque notó que eso se me hace caliente.
Mala mía, fui muy evidente.
— Tomaré muchos descansos Lucas, el único ejercicio que hago en mi vida es tener sexo.
Lo observo tensionar su mandíbula, lo incomoda que sea tan directa así que lo seguiré haciendo.
— Demasiada información — sé que los chicos tienen una imaginación muy rápida, cualquier cosa que diga la pondré en su mente, esa es una herramienta que utilizo a menudo —. Ya, mejor dejemos de correr por hoy, vayamos a jugar básquetbol.
Él juega básquetbol, ese es su mundo, me está llevando a su terreno para sentirse seguro. Esta es la parte de la prueba que menos necesito entrenar, pero de todas formas no se lo digo, que lo vea por sus propios medios.
Corre hasta su auto a buscar un balón y está de regreso en unos minutos tan fresco como si no hubiera movido ni un dedo, que envidia.
Me lanza la pelota y la atrapo en el aire, estoy lejos del objetivo pero creo que de todas formas podría encestar. Hago rebotar el balón un par de veces y lanzo con desinterés para darle un poco más de dramatismo.
Y lo logro, encesto sin dificultades y él lucha por ocultar la sorpresa en su rostro pero no lo consigue, es que de verdad estoy lejos.
— ¿Suerte de principiante? — pregunta recogiendo el balón y lanzandomelo otra vez.
— Veamos — lo desafío con confianza.
Vuelvo a lanzar y vuelvo a encestar.
— ¿Sabes jugar básquet? Dijiste que no se te dan bien los deportes...
Sonrío por su sorpresa y me acerco a donde está.
— Obviamente no puedo jugar un partido completo, pero conozco bien las reglas y me gusta mucho. Solía jugar en el patio de mi casa con...
Mierda, estuve a un segundo de contrarle algo exageradamente personal.
No le cuento cosas personales a mis conquistas, es la regla número uno y la más importante.
— ¿Con quién? — pregunta ajeno a mis reproches internos.
— Con mi mejor amigo — miento.
Asiente y vuelve a alejarse, mis estrategias no están funcionando para llegar a él. No es un chico como todos, con insinuaciones sexuales no llegaré lejos.
Pienso por un momento, teniendo en cuenta lo poco que sé de él, ¿Cuál puede ser el tipo de estrategia adecuado?
Entonces recuerdo cómo se acercó a mí el día que esos idiotas me estaban molestando, cómo insistió en llevarme a casa luego y como se quedó en su auto viéndome hasta que entré a la casa.
Un chico protector, que fácil eres de leer Lucas...
Y ahora encontré la forma perfecta de hacerlo llegar a mi cama.
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Hola gente bella ❤️
Tercer capítulo, las cosas se ponen interesantes.
¿Qué onda con Alegra?
Síganme en Instagram y sepan cuando actualizo. @ineskyblue
(Se que están esperando el final de Tontas Reglas, no se hará esperar mucho más)
Los quiero ♥️
Besos, mil besitos 💋
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