Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

2 - Negocios

Katia no demora ni diez segundos en arrojarse a mi cuello en cuanto cruzo la puerta de la pizzería. Es incómodo, no me gusta que me toquen, salvo ciertas personas puntuales con las que existe confianza, o alguna chica que me guste, claro.

Le doy un leve golpeteo en la espalda y la aparto suavemente.

— Siempre tan frío — murmura a mis espaldas.

Los chicos tienen un gran escándalo, todos se ponen de pie para recibirme, recibo falsos halagos sobre lo guapo que estoy y golpes brutos en mi espalda.

— ¿Cuántas vaginas probaste en la universidad? — hombres, esto funciona así, o te adaptas o mueres.

— Algunas — respondo para no dar una respuesta certera.

— ¿Algunas? — Leo casi que grita — Estudiaste Deportes, todas las chicas de tu clase deberían tener un cuerpo perfecto.

— Pues sí, había chicas muy bonitas — la verdad es que estos años en la universidad me divertí mucho, aunque el hecho de jugar en el equipo universitario no dejaba mucho lugar a las salidas nocturnas y el alcohol, cada tanto lo hacía y no me quedó experiencia por vivir.

— Me las presentarás, a todas — asegura Enzo estirando un vaso con cerveza para mí.

— Claro que no, donde come el capitán… — Benjamín, mi antiguo mejor amigo les quiere hacer recordar la frase que inventé para que no se metieran con Kiara, mi exnovia, ni con Emily.

— No comen marineros — completa Leo entre risas.

— Eso es una tontería — me burlo de mi antiguo yo, las chicas no son cosas, antes no lo tenía tan claro —. Además ya no soy el capitán, soy el chico nuevo ahora.

Ben también está en el equipo, Leo y Enzo ya no juegan basquetbol.

— Lo serás pronto — asegura mordiendo un trozo de pizza y solo sonrío en respuesta.

La verdad no me importa, solo quiero jugar, ese siempre fue mi objetivo, entrar a la cancha y olvidar la realidad.

Los ojos de todos se voltean a la puerta, Katia y Sam murmuran algo por lo bajo y los chicos se golpean entre ellos mientras ríen.

Ella, la pequeña chica molesta está aquí. Dios, ahora la veré en todos lados.

Me genera curiosidad saber por qué todos la miran, no es exageradamente llamativa así que algo tiene que haber pasado.

— ¿Quien es? — pregunto haciéndome el tonto, como si no supiera que se llama Alegra Bennett, doble ene doble te, y que su trasero se ve perfecto con bragas rojas.

Sí.
Vi la foto.
Solo por curiosidad, de camino aquí.
Tiene un buen trasero, solo eso.

— Alegra Bennett — responde Ben.

— ¿Y qué con ella? ¿Por qué todos la ven?

— Chismes de chicas, nada importante.

— No, dime, quiero saber — creo que estoy demostrando demasiado interés, pero cuando lo noto ya es tarde.

— Se fue todo el fin de semana a la playa con los Romano y los Evans.

— Ajá ¿Y qué con eso? — Dios, me fastidia que me cuenten las cosas en cuotas, que hable de una vez.

— Dicen que anda tras el Evans pequeño por su dinero.

Ruedo mis ojos, eso es ridículo. El hermanito de Liam es gay. No lo diré, porque al parecer no es de público conocimiento, pero por lo general los chismes no tienen ningún fundamento.

— Es de esas chicas que llegan alto solo usando su vagina — Enzo vuelve a hablar con la boca llena.

— Y su boca, porque Alegra sí que usa bien su boca — agrega Leo.

Me pongo de pie con fastidio, me molesta escuchar esas cosas. Tengo una hermanita que tiene su edad, de solo pensar que otros tipos hablan así de ella me dan ganas de golpear algo.

Ya no más peleas Lucas, no eres un niño.

Ajá, estos eran mis amigos, ahora siento que no tengo ni mierda en común con ellos. Veintiun años, y no han madurado ni una pizca desde los diecisiete.

— No me gusta que hablen así de las chicas, dan asco — se queja Ben mirando hacia la ventana.

— Y por eso serás virgen hasta los cuarenta — se burla Enzo y Leo se ríe con demasiado ímpetu.

— No soy virgen, que no ande presumiendo a las chicas con las que tengo sexo como si fueran trofeos no significa que no lo haga...

Ben no me cae tan mal, pero de todas formas me iré, no tengo nada que hacer aquí.

— Ya no tengo ganas de salir, me iré a casa.

Saludo con mi mano y no los dejo hablar, Katia corre tras de mí y me alcanza en la entrada.

— ¿Que pasa Lu? No te quedaste ni diez minutos — su mano en mi hombro me incomoda, así que la aparto.

— Nada, el tiempo pasa, las personas cambian y ya no encajo aquí. Nos vemos luego — busco mis llaves en el bolsillo y camino al estacionamiento de la pizzería, por suerte no me sigue porque la próxima vez que me toque no seré tan amable.

Estoy a punto de subir a mi auto cuando escuchó una discusión, no debería quedarme escuchando pero la voz de Alegra llama mi atención.

Mierda, es una de esas veces que alguien te cae mal, entonces comienzas a verla en todos lados y terminas hasta las bolas. 

No Lucas, huye. No amor, no dolor.

Es lo que voy a hacer, pero entonces me parece escuchar que llora. Mierda ¿y si le están haciendo algo malo?

No podría con la culpa de saber que podría haberlo evitado y no lo hice, así que camino hacia la parte de atrás del bar con desgano.

— Ya, te dije que no tengo nada que ver — toda su actitud ruda ha desaparecido, dos chicos la han arrinconado contra una pared y ella tiene su vista fija en el suelo.

— La advertencia está hecha, avísale a papi princesa — pone la mano en su mentón y ella se hace hacia atrás.

Aquí voy, no hace ni veinticuatro horas llegué a la ciudad y ya me meteré en problemas.

— ¿Qué pasa? — pregunto con calma pero sonando rudo.

— Nada... — responde ella aprovechando mi intervención para alejarse de ellos — Ya me voy...

Se va a paso rápido por el estacionamiento y yo me quedo a ver si puedo averiguar algo más.

— Dile a tu novia que si su papi no cumple con su parte del trato de la advertencia pasaremos a la acción... — dice uno de los chicos.

— Sin dudas será bueno, el jefe nos deja divertirnos con las perritas... — ya, demasiado me contuve, antes de que termine de hablar mi puño está en su cara.

El otro intenta golpearme pero soy más rápido, lo golpeo en el estómago y lo arrojo contra el contenedor de basura.

Un golpe más al primer idiota y me doy la vuelta, tampoco quiero lastimarme las manos, debo jugar básquet.

No me siguen, así que subo a mi auto tranquilamente y enciendo el motor.

Cuando salgo del estacionamiento y tomo la calle paralela a la avenida la veo caminando sola por la acera, y aquí voy, a ser un completo idiota.

Me detengo y bajo la ventanilla.

— Sube, te llevaré a tu casa.

Ella no detiene su paso así que me obliga a ir muy lentamente a su lado, visto desde afuera parezco un acosador.

— No necesito un superhéroe Lucas, gracias pero no.

Uf, una chica ruda. Bien, puedo con eso.

— No pretendo salvarte, quiero hacer negocios contigo.

Por fin se detiene y yo también.

— ¿Sobre qué?

— Sobre lo que me pediste hoy, sube, no seas terca.

Rueda sus ojos pero finalmente sube, se sienta en el asiento del copiloto y cruza sus brazos como niña molesta.

El olor de su perfume invade mi auto, es suave... como a... de hecho no tengo idea, pero me gusta, estoy tentado a acercarme para sentirlo mejor pero eso me haría ver cómo un psicópata.

— ¿Estás bien? — no puedo evitar preguntar.

— Negocios — responde viendo por la ventanilla como una clara invitación a no meterme en su vida.

— ¿Qué tanto sabes de matemáticas?

— Mucho, aprobé con diez.

— Bien. Te daré tus tontas clases de educación física, y tú ayudarás a mi hermana con su examen de matemáticas.

Ella lo piensa por un momento, no parece tener prisas así que evalúa todas las posibilidades.

— ¿Quién es tu hermana?

— Valeria García.

Piensa por un momento más estrujando sus labios con sus dedos y obligándome a ver cómo lo hace hipnotizado como un idiota.

— No la conozco.

— No va en tu colegio de niños ricos.

Ella se ríe, y entonces recuerdo que dijo que no podía pagar por un personal trainer.

— Tú manejas un Audi y yo soy la niña rica — su sarcasmo se me hace divertido.

— Tú vas a un colegio que cuesta tres veces el sueldo de mi mamá.

Arruga su frente entrecerrando sus ojos como si yo mismo fuera el único que no nota lo idiota que soy.

— Tengo una beca.

— Seguro que no es por deportes — me burlo porque molestarla se transformó en mi nuevo hobbie.

— No, es porque me acosté con el director.

La sonrisa se borra de mi rostro en un segundo y ella de inmediato estalla en risas muy ruidosas. Me gusta como suena su risa, es escandalosa y contagiosa, pero por suerte sé contener muy bien mis emociones.

— Hubieras visto la cara que pusiste... — no deja de reír, y yo contengo una sonrisa porque no dejaré que me gane en esto — No es cierto tonto, mi mamá trabaja en el colegio.

Su risa se detiene pero la sonrisa permanece en sus labios.

— Oh, que graciosa. Bromas sobre sexo, pensé que esa etapa terminaba a los doce años — mi ironía no la ofende, la divierte.

— Y yo pensé que la estapa de "odio a todo el mundo" terminaba a los quince.

No digo nada, ya no gastaré mis energías en pensar algo que responder.

— ¿Dónde vives? — pregunto porque no llevo un rumbo fijo.

— Vivo hacia el otro lado — contiene su risa otra vez y comienza a exasperarme.

— ¿Y por qué no lo dijiste?

— Porque no lo preguntaste.

— Ya dime dónde — intento mantener la calma pero no sé si lo estoy logrando muy bien.

— Déjame aquí, caminaré — se quita el cinturón y aflojo mi postura, no quiero que piense que me molesta llevarla, no es por eso...

— No.

No quiero decirle que en realidad es porque golpeé a esos sujetos y me preocupa que regresen por ella, así que no doy explicaciones, solo detengo el auto y estiro mi mano hacia el cinturón para volver a ponerselo. Sus ojos se posan en los músculos de mi brazo expuesto y esboza una media sonrisa.

— Me gustas.

Casi me ahogo con mi saliva.
— ¿Qué?

— Que me caes bien, aunque eres un amargado, tienes algo que me agrada.

Suelto el aire por mi nariz, estoy dejando que me afecte demasiado, estoy fallando, no voy a permitirme eso.

Pongo el auto en marcha otra vez, no sé qué responder a eso, así que no digo nada.

— Aquí — dice señalando una pequeña casa en la avenida.

Nunca me dijo dónde era, solo conduje en la dirección contraria unas cinco cuadras de la pizzería.

— El lunes, a las siete de la mañana en el parque.

— ¿Siete de la mañana? Estás loco — su queja me divierte pero no sonrío ni un poquito.

— Tengo entrenamiento de nueve a doce, luego de eso el sol es insoportable.

Bufa por lo bajo y asiente.
— ¿Puede ser en otro sitio? El parque queda como a tres kilómetros de aquí, no tengo auto.

Claro que no tuve eso en cuenta, pero tiene fácil solución.
— Pasaré por ti, Alegra.

Ella sonríe al escuchar su nombre en mi boca, es la primera vez que lo pronuncio pero no lo había notado.

Ajá. ¿Te gusta que te llame por tu nombre? Entonces ya no lo haré.

Un apodo dulce no sería lo mío, y no es exactamente el efecto que quiero causar.

Mejor un apodo grosero, que suene casual y que no parezca que tuve que pensarlo.

— Adiós, Lucas.

La palabra perfecta para describirla se manifiesta sin que tenga que pensarla siquiera.
— Adiós, pesada.

Una sonrisa se dibuja en su rostro, casi que la correspondo pero finalmente no lo hago.

Se baja del auto y espero a verla entrar en su casa para irme. ¿A dónde iré? No tengo idea.

Veo la hora, casi son las once, tal vez sea un poco tarde pero no creo que esté durmiendo.

Conduzco por la ciudad, es sábado por la noche, hay gente y autos en todos lados. Katia está llamando otra vez pero no le contestaré, comienza a incomodarme su atención.

Diez minutos después estoy en la puerta de su casa, toco el timbre y contengo la respiración.

Solo pasan unos segundos y la puerta se abre revelando a mi papá al otro lado. Sonríe al verme, y no tarda en abrazarme.

— Me estaba preguntando si ya no vendrías — dice en cuanto se aparta.

Él sabe que llegué anoche, seguro me estaba esperando por la mañana.

— Los bebés de Emma nacieron, pase la noche en el hospital esperando y luego fui a casa a dormir.

— A casa... — murmura haciéndose a un lado para que pase — estás en casa ahora.

La guerra entre mi papá y mi mamá ha sido intensa desde que yo era un niño. Hay motivos, unos muy graves, por los que mi padre se comporta de esa forma con ella.

Cuando yo tenía un año, mi papá tuvo un accidente que requirió una cirugía, la consecuencia fue que quedó con la incapacidad de volver a tener hijos. Pero cuando yo tenía tres años mi mamá quedó embarazada otra vez, y obviamente no era de mi papá, si no de su mejor amigo.

La odia, y lo entiendo. Pero ya han pasado dieciocho años, en los cuales he estado en medio de su guerra.

— Lo sé, papá. Tengo dos casas — ruedo los ojos y él asiente.

— ¿Cenaste? — niego con la cabeza, ni siquiera llegué a probar la pizza — Ven, te prepararé algo.

Camino con él a la cocina, obvio con lo tarde que es el personal de servicio ya no está. Así que mi padre abre el refrigerador y saca un paquete de hamburguesas.

— ¿Cómo está Emma? ¿Y sus bebés?

— Todos están bien, nunca había visto unos bebés tan pequeñitos.

Mi papá se ríe buscando una plancha en la alacena para hacer las hamburguesas.

— Cuando naciste eras una pelotita, pesaste cuatro kilos y medio — me río de eso, ya me lo ha contado muchas veces pero parece que nunca se cansa de hacerlo —. ¿Sabes? Siempre pensé que Emma y tú estaban enamorados.

— Nunca me he sentido así por ella — me pasa el pan y un cuchillo para que los abra y asiente.

— Lo has dicho, pero luego ella se puso de novia con ese chico y tú te fuiste de repente cuando ya habíamos decidido que estudiarias aquí... Y pensé que tal vez...

— No me fui por ella — respondo de inmediato — Fue...

Dudo si decirlo o no, siempre comparto todo con mi papá, pero revolver viejas heridas no creo que aporte mucho.

— Emily.

— ¿Emily Heredia? — parece sorprendido, Emily continuó trabajando con él hasta hace muy poquito que abrió su propio estudio de arquitectos con Noah.

— Sí.

— ¿Ella no...? — va a decir algo pero no lo dice al ver que me incomoda hablar del tema.

Gracias por eso, papá.

— No importa, han pasado años.

Sonríe y asiente sin despegar sus ojos de las hamburguesas.
— No tiene idea de lo que se perdió.

Ese es el punto, por eso no quería venir aquí: porque luego no me quiero ir.

Pero mi mamá y mi hermana me necesitan allá, sobre todo mi hermana. Si yo hubiera podido traer a mi hermana a vivir aquí conmigo nunca hubiera vivido con mi mamá.

Una vez, cuando tenía diecisiete se lo pregunté a mi papá. Él dijo que sí, que si yo estaba tranquilo con mi hermana a mi lado el nos cuidaría a ambos. Obviamente mi mamá dijo que no, ella tenía la tenencia de ambos y Valeria ni siquiera es la hija de mi papá.

Así que solo me quedé allí, siendo el maldito hombre de la casa.

— Sé que no quieres vivir allí, Lucas — la voz calmada de mi padre mientras pone las hamburguesas sobre él pan hace que no quiera ponerme a la defensiva.

— Solo será un tiempo, hasta que comience a cobrar en el equipo.

— Sabes que no es así, sabes que ella te retendrá de la forma que sea.

Claro que lo sé, pero ¿qué voy a hacer? Es mi mamá y me necesita.

— Compré un departamento para ti.

Podría decir que estoy sorprendido, pero estaría mintiendo, de hecho en algún punto lo estaba esperando.

— No estoy en condiciones de mantener un departamento aún, no hasta que comience la temporada.

— Sabes que no tienes que hacerlo, eres mi hijo, jamás dejaré que nada te falte.

¿Saben que es lo peor? Que obviamente quiero hacerlo, pero no puedo quitarme la estúpida carga que mi madre puso sobre mi espalda, no puedo dejarlas otra vez.

— Me lo pensaré.

——————————————————

Hola gente bella ❤️

Segundo capítulo, ¿Qué dicen?

Amo a Lucas todo frío y amargado, y amo a Alegra toda cálida y sonriente.

Estoy entusiasmada con esto 😁

Los quiero ♥️

Besos, mil besitos 💋



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro