13 - Maldades
LUCAS
Pensaba que sería lindo dormir afuera, pero entonces comenzó a llover y tuvimos que meter todo al depósito de apuro y dormir adentro, pero esta vez no solo le tomé la mano, esta vez sin límites físicos.
Cuando se durmió estaba recostada en mi pecho, ahora que me desperté duerme sola en su lado de la cama.
Estaba tan cansado que ni siquiera la sentí moverse.
La observo dormir, su cabello desordenado sobre la almohada, sus respiraciones pausadas, su mano debajo de su rostro, se ve muy angelical.
Dormida. Es la única forma en la que Alegra puede verse angelical, porque en cuanto abre los ojos ya puedes ver el fuego en ellos.
Dejo un beso en su mejilla y la abrazo por la cintura.
— Despiértate, perezosa — murmuro en su oído y ella protesta.
— Me duele todo el cuerpo, no quiero entrenar hoy — se queja acurrucándose en mi cuello.
Quiero consentirla, ¿por qué soy tan débil? Me hago el chico frío y serio, y ella solo necesitó una semana en mi vida para lograr que yo quiera hacer lo que sea para que esté bien.
— Está lloviendo mucho, no iremos al parque hoy.
— Entonces déjame dormir un rato más y abrázame.
Pensaba decirle que entrenemos aquí, pero no puedo negarme a su pedido. Son las siete, tengo entrenamiento a las diez, podemos perfectamente dormir hasta nueve y media.
Hay una partecita de mí que tiene miedo de que se vaya, de que Ben tuviera razón y ahora que obtuvo lo que quiso solo me deje. Quiero confiar, pero por algún motivo se me hace muy difícil.
La abrazo por un rato, pero no logro volver a dormir así que cuando noto que está dormida me levanto.
Félix está abajo ya, tengo que hablar con él con calma aunque lo único que me provoca es golpearlo en el rostro.
Me siento a su lado, están por servir el desayuno, es raro que mi padre no esté.
— ¿Y mi padre? — pregunto sin dar los buenos días.
— Se fue temprano.
Parece molesto, aquí el molesto tengo que ser yo, no entiendo.
— ¿Alegra? — pregunta mirando su taza vacía.
— Aún duerme.
Esto es incómodo, antes solíamos ser buenos amigos, no entiendo qué es lo que nos pasa ahora.
O sí.
Nos gusta la misma chica, aunque él diga que solo son amigos, le gusta, yo lo sé.
— No puedes salir con mi hermana — fuerzo un poco mi voz para que suene autoritaria.
— No me interesa tu hermana — responde en un encogimiento de hombros.
Parece sincero, tal vez me hice una película equivocada.
— ¿Hablabas de Max cuando dijiste que había alguien por quién preocuparme?
Parece sorprendido de que yo lo sepa, al parecer no es algo que Alegra comparta con mucha gente.
— ¿Ella te habló de él?
— Ella me llevó a conocer a su papá, Max estaba allí.
Eso lo sorprende aún más, obvio no le voy a decir que solo me llevó por lo de Valeria, eso es asunto nuestro.
— Las cosas avanzan rápido... — dice con fastidio.
Quiero golpearlo porque no deja de ser un idiota, pero ella se enojaría conmigo.
Vienen a servir el desayuno, nos quedamos en silencio mientras lo hacen y varios segundos después.
— Sí hablaba de Max. Él no es peligroso para Alegra, pero es peligroso para quienes se meten con ella. No es un acosador, respeta que ella lo rechace, pero si tú fallas él estará ahí, si tú fallas ella lo buscará a él, siempre hace eso.
Dios, solo yo vengo a meterme con una chica que tiene a cuarenta tipos enamorados de ella... odio sentirme inseguro.
— ¿Tú fallaste? — pregunta directa, espero una respuesta directa.
— Sí, por algo está contigo y no conmigo.
Cierro mi puño sobre el regazo, pero luego recuerdo que me prometí a mí mismo que ya no me metería en una pelea a la semana.
— Porque le gusto yo y no tú.
Él se ríe brevemente.
— Créetelo...
Entonces comprendo lo que sucede en un instante y dejo que una sonrisa arrogante se extienda por mi rostro.
— Nos escuchaste anoche ¿Verdad?
Su expresión molesta no se puede disimular.
— Nada que no haya escuchado antes, he escuchado sus gemidos más veces que tú.
Y a la mierda mi autocontrol, me pongo de pie para golpearlo pero ella llega justo para detenerme.
— ¿Que pasa? — me ve con sus ojitos hinchados y confundidos, no es fácil para mí recuperar el foco cuando quiero golpear a alguien, pero ella logra que lo haga con demasiada facilidad.
— Está siendo un idiota presumiendo las veces que se acostó contigo — ella rueda sus ojos, me empuja a la silla en la que estaba por desayunar y se sienta sobre mis piernas.
— Ninguna fue ni la sombra de lo que me hiciste tú anoche.
Uhh, eso tuvo que doler. El ego masculino es frágil.
La da un sorbo a mi café y toma una medialuna de la mesa.
— Eres un idiota — le dice a Félix pero no luce molesta —. Y también eres un mal amigo, eres capaz de arruinar lo que tengo con él solo por salvarte el culo.
Ya, no entendí.
— Cállate — murmura él con los ojos fijos en su taza —. Sé que no lo arruino, Lucas es celoso, solo le pongo picante.
Oh, el idiota está jugando con mis emociones y yo caigo como un estúpido.
— No necesitamos picante, ya tenemos de sobra. Ahora tú pagas las consecuencias de molestar a mi chico.
Félix se ríe, pero ya no se ve molesto.
— Tu chico... nunca esperé escucharte decir eso.
— Se lo diré — avisa ella con su voz llena de diversión.
— No lo harás...
— Sí, no quiero que se sienta inseguro de mí por tu culpa.
— Alegra... — Félix advierte con tono amenazante.
A ella al parecer le vale mierda porque igual lo dice.
— A Félix le gusta tu hermana, quiere que pienses que le gusto yo para que no te metas en medio.
Alegra nota la tensión en mi cuerpo.
No lo quiero a él cerca de mi hermana, no es por celoso, nunca lo he sido con Valeria, pero de verdad ha sufrido mucho y Félix no es un chico bueno que cuidará de ella. Es un mujeriego impulsivo que piensa poco.
No quiero ser impulsivo también, luego hablaré con mi hermana y veré qué es lo que siente ella, pero ahora me siento muy molesto y solo quiero salir de aquí.
Aparto a Alegra suavemente para ponerme de pie e irme a la cocina.
Los escucho discutir desde aquí.
— Arruinas todo — se queja Félix muy molesto.
— ¿Y tú no arruinas todo diciéndole que corro a los brazos de Max cada vez que algo no va bien?
— ¿Escuchaste eso?
— Escuché todo, eres un idiota — su voz se siente más cerca de la cocina, seguro planeaba venir conmigo pero entonces lo que él dice la detiene.
— No dije nada que no fuera verdad.
Mierda. Necesito explicaciones, necesito saber más y a la vez no quiero.
— Ya no es así, tú hace meses que no estás aquí, no tienes idea de nada.
Félix resopla y cambia su tono de voz.
— Lo siento, soy un idiota. Es que a Valeria le importa mucho lo que Lucas piensa de cada cosa, nunca me dirá que sí si lo tengo en mi contra.
Alegra suelta una de sus escandalosas risas.
— Diciéndole que me escuchaste gemir no llegarás muy lejos.
No le aceptó sus disculpas, al parecer es dura cuando está molesta.
Entra en la cocina y estoy apoyado en la barra simplemente mirando la nada.
— Chismoso — me acusa abrazándome por detrás.
— Mira quien habla...
— Deja de enojarte tanto, por todo te alteras, cargas mucha tensión — pasa sus manos por mi espalda presionando para intentar que me afloje.
Me volteo para verla, tan pequeñita y tan intensa, la levanto con mucha facilidad y la siento sobre la encimera.
— Tú me quitas la tensión.
Abre sus piernas para que me pare en medio y tenerme más cerca, acaricia mi cabello suavemente y me da un pequeño y tierno besito.
Apoyo mi brazo en una de sus piernas y se queja de inmediato.
Suelto una risita arrogante y presiono mi dedo en el centro de su muslo.
— ¿Te duele aquí?
Ella contiene la sonrisa y asiente, dejo que mi mano baje a la parte interna de su pierna.
— Pero mucho más aquí.
Se queja un poco y asiente, llevo mi mano lentamente a entre sus piernas y rozándola suavemente me acerco a susurrar en su oído.
— Y también te duele aquí, pero de todas formas quieres más.
Mantiene su mirada fija en mí, sin ni un pequeño rastro de vergüenza.
— Siempre querré más de ti, ya no hay forma de volver de esto.
Dejo un suave beso en su cuello, la daría contra todo justo aquí en la cocina, pero no puedo tener sexo justo antes del entrenamiento, eso disminuye mi energía a la mitad y no puedo darme ese lujo cuando soy el chico nuevo.
— Ahora iré al entrenamiento, luego te llevaré al gimnasio conmigo para que entrenes, y por la noche...
— ¿Me comprarás mi churro? — me interrumpe fingiendo inocencia.
— Sí... Claro... Te comerás el churro — dejo un beso en sus labios y me aparto entre sus risas.
Veinte minutos después la dejo en su casa antes de ir al entrenamiento, todo marcha bien por ahora, pero no veo la hora de que comience la temporada.
Al salir no tengo mucho tiempo, así que almuerzo algo rápido en la calle y voy por ella nuevamente.
El gimnasio es muy grande, pero estoy sólo por las tardes porque el dueño no sé qué otro trabajo tiene.
Alegra trae sus shorts más pequeños, tendré que concentrarme mucho para no estar todo el rato mirando sus piernas, después de todo estoy trabajando.
ALEGRA
Odio los gimnasios, porque aquí solo hay dos clases de personas: los presumidos y presumidas que están re buenos y no dejan de mirarse al espejo mientras hacen cada uno de sus ejercicios, y la gente común que viene con la esperanza de tener un buen cuerpo para el verano, pero al ver a los presumidos se desaniman y solo llegan a venir tres o cuatro veces cuando ya pagaron el mes completo.
Narcisistas, nunca he sido una. Soy muy segura, pero mi seguridad se basa en mi personalidad, tengo muchas inseguridades con mi cuerpo aunque nunca las manifiesto.
— ¿No tenías ropa más pequeña? — pregunta Lucas con ironía.
— Mi cuerpo, mis reglas.
Él rueda sus ojos mientras enciende la máquina para correr.
— No es por celoso, es que me desconcentras demasiado, quiero morderte el trasero.
— Te diría que lo hagas, pero morderle el trasero a una clienta es causal de despido. Así que solo dime qué hacer.
Se ríe mientras presiona los botones y la cinta comienza a andar.
— Solo corre, vendré en unos minutos.
Hay unas chicas al otro lado de la sala, de inmediato siento que no fue buena idea venir.
Hablan entre ellas y se ríen mientras lo miran, no las juzgo, si él fuera mi profesor en el gimnasio también me le arrojaría al cuello, pero justo ahora me molesta, sobre todo por su carita de incomodidad cuando tiene que marcarles la rutina.
Quiero saber qué le dicen pero estoy muy lejos, y tampoco quiero ser la loca posesiva que va a pelear con unas chicas solo porque están hablando con él.
Una de las chicas, rubia de un metro setenta y medidas perfectas, espera a que él le muestre el funcionamiento de una de las máquinas para voltearse y rozarlo con su trasero. Parece casual, pero obviamente no le es. Él se aparta de inmediato, se ve muy incómodo.
Quiero meterme, quiero hacer maldades, pero si la situación fuera al revés no me gustaría que él haga lo mismo.
No hagas lo que no te gusta que te hagan, dice mi abuelita.
Así que solo me muerdo por dentro y continúo corriendo en esta máquina de la tortura.
Luego de varios minutos él regresa.
— Lo siento... — murmura deteniendo la cinta — Te juro que yo no tengo ningún interés, pero se puso muy intensa la cosa y no puedo tratarlas mal porque estoy trabajando.
Me bajo de la cinta y él me alcanza una botella con agua, quiero hablar pero apenas puedo respirar, así que me tomo un minuto para recuperarme.
— Te están acosando, no te disculpes.
— Sí, pero es incómodo para ti — luce tan apenado que la ira dentro de mí crece incluso más.
— Déjame hacer algo, por favor — lo veo con ojos de cachorrito y él se ríe.
— ¿Hacer qué?
— Maldades, cosas de chicas malas.
Lo duda por un momento, quiere decirme que sí pero tiene miedo de que me exceda. Finalmente asiente, después de todo es un chico de los que disfrutan de consentir a su chica, y yo soy una chica de las que disfrutan de ser consentidas.
— De acuerdo, pero no hagas que me despidan.
— No, ni siquiera notará que estás involucrado. Solo trátame como a una clienta más.
Observo a la chica con atención, tiene un IPhone mas grande que la televisión de mi casa, toda su ropa es de marcas costosas y el bolso en el que trae sus cosas es un Louis Vuitton. Perfecto, le sacaré dinero entonces.
Me acerco a ellas, no me ven de forma agradable y no pretendo que lo hagan. Le hecho una mirada descarada a Lucas que está indicándole a un chico cual es la forma correcta de levantar las pesas.
— Está bueno ¿no? — le comento a las chicas muy naturalmente.
Me lanza una mirada muy perra, quiero reír, para ser perra conmigo hace falta mucho más que una miradita despectiva.
— Está tan bueno como fuera de tu alcance, gordita.
Me río por dentro.
No tienes idea de cuan a mi alcance está, idiota.
— ¿Tú crees? — me hago la ingenua, como si no captara sus malos tratos — Llevo tiempo viniendo, le tirado algunas indirectas y no pesca ninguna.
— O tal vez si las pesca pero no estás a su nivel.
Dios, extraño a Livie, amo que seamos perras juntas.
— ¿Me estás retando? — pregunto viéndola a los ojos, es clave que ella crea que fue su idea.
— Solo sería humillarte, Lucas es un chico difícil, eso lo convierte en imposible para ti.
Su coro de idiotas ríe de su ocurrencia. Nunca he tenido un coro de idiotas, pero parece que es una condición para verte mas perra. Olivia y yo nos vemos igual de perras cuando hacemos maldades, no necesitamos jerarquías, eso es para personas faltas de autoestima que necesitan que alguien les festeje cada cosa que dicen.
— Yo me tengo confianza — lo digo con mucha inseguridad, para que me subestimen.
— Pues inténtalo — me incita con una media sonrisa.
— ¿No me crees capaz? Apostemos… — todas se ríen, pero en un minuto me reiré yo.
— Dinero fácil — murmura la morena a su lado.
— ¿Cuánto traes en efectivo? — pregunta con mucha arrogancia, celebrando su victoria con anticipación.
— ¿Cuánto traes tú?
— Como unos quinientos dólares, no creo que tengas tanto pero podemos…
Mierda, ¿quién trae tanto dinero al gimnasio y por qué?
— Está bien — la interrumpo —. Hay un cajero junto, si pierdo voy y saco los quinientos.
Ni siquiera tengo una tarjeta de débito, solo traigo veinte pesos en mi bolsillo.
Estiro mi mano y ella la estrecha, no dejan de reír en ningún momento.
Camino hacia Lucas con seguridad, él me ve, cuando estoy cerca le hablo bajo para que ellas no escuchen.
— Piensa rápido — murmuro y me dejo caer, él me atrapa en el aire, sus reflejos son muy buenos.
Llevo mi mano a mi tobillo con cara de dolor y él me deja en el suelo a su lado.
— Ahora te preocupas por mi tobillo — susurro y él lo hace, finge que lo examina y luego levanta su cabeza quedando muy cerca de mí — Y ahora bésame, con ternura.
Sus ojos están fijos en los míos por varios segundos, luego toma mi rostro por un lado y me da un beso dulce y personal. Quisiera ver el rostro de las idiotas, pero su beso me afecta más de lo pensado y me desconcentro de mi plan.
Se acerca a susurrar en mi oído.
— Te ganaste unas cuantas nalgadas por ser una chica mala.
Sonrío de lado.
— Las recibiré con gusto.
Se pone de pie y regresa con el chico que está absolutamente ajeno al drama.
Me acerco a ellas victoriosa y estiro mi mano con la sonrisa más arrogante que puedo mostrar.
— Que mal gusto que tiene — dice rebuscando en su bolso para luego estirar los cinco billetes de cien hacia mí.
Nunca he tenido tanto dinero en mi mano, y sé perfectamente lo que haré con él.
Las chicas se van, la humillación fue suficiente.
Voy hacia él que ahora está solo, y pongo el dinero en su bolsillo.
— ¿Las estafaste? — no puede contener su risa.
— Algo así, ahora con ese dinero pagarás el psicólogo de tu hermana y dejarás este ridículo trabajo en el que te acosan.
Niega con la cabeza.
— No es justo, tú te lo ganaste, yo no…
— ¿No aceptas dinero de una chica? — sé que no es machista, solo lo estoy manipulando un poco para que acepte — Tómalo como la paga por el entrenamiento, o como mi ayuda para Valeria, o como las ganas que tengo de pasar todas las tardes contigo.
— De acuerdo, solo por la ultima parte, y porque no aguanto más a esas idiotas.
Voy a besarlo pero alguien se aclara la garganta detrás de nosotros. Es una chica, no tengo idea de quién es pero estoy segura de haberla visto antes.
Lucas parece fastidiado.
— ¿Qué quieres Sam?
No, no tengo idea de quién es.
— Hola ¿no?
— No.
— No te pongas en ese plan Lu. Necesito hablarte sobre Kiara.
Me dejo caer en el banco con fastidio, ¿por qué nunca nos dejan en paz? Ambos traemos demasiada carga del pasado.
— No me interesa — murmura él y se sienta a mi lado pretendiendo ignorarla.
— Oh, créeme… te interesará.
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Hola gente bella ❤️
Aquí su amor para el ingenio de Alegra.
Vienen cumpliendo muy bien con su parte del trato, así que yo también 😊
Ustedes comentan, yo actualizo diario.
El capítulo de hoy está dedicado a StefanyQuispeLaura y MarijoHernandez257 , son dos porque no pude decidirme entre los dos comentarios 😂
Recuerden que si quieren que les dedique un capítulo deben dejar sus divertidos y creativos comentarios.
Los quiero ♥️
Besos, mil besitos 💋
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