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El intenso dolor en su cabeza, la pesadez en su cuerpo, sumado al cansancio que experimentaba en aquellos momentos, el paño frío en su frente y el sonido de las sábanas cada vez que su cuerpo hacia un ligero movimiento le hizo comprender que no se hallaba bien. Abrió sus ojos lentamente para lograr adaptarse a la luz blanca que reinaba por completo la habitación donde se hallaba en aquellos instantes. Su Lobo también fue despertándose poco a poco luego de su extraño comportamiento. Agudizó su oído, concentrándose totalmente en el sonido de pasos que se acercaban de manera lenta hacia donde estaba. Entonces su Lobo tomó partido por él para defenderse.
— Descuide doctor Kim — la tranquila voz de la enfermera Min lo hizo sonreír — que bueno que ya ah despertado — agregó observando con atención el monitor junto a la camilla.
— ¿Podría saber que fue lo que sucedió? — cuestionó con delicadeza ante la atenta mirada de la enfermera.
— Me es difícil explicar lo que le sucedió doctor Kim — anunció la joven mientras anotaba algunas cosas en su planilla — pero quizás la doctora Jung puede serle de más ayuda — agregó levantando su mirada hasta clavar sus ojos en la mirada ajena.
— ¿Acaso lastimé a un paciente? — era la primera vez que la muchacha escuchaba la voz del doctor, cargada de preocupación.
— Permítame llamar a la doctora Jung, ella será de más ayuda que yo — dijo intentando salir de la habitación pero su intento se vió interrumpido por el mismo joven al tomarla de la muñeca sin mucha fuerza.
— Por favor señorita Min, puede decírmelo — la alentó acomodándose mejor sobre la camilla dónde estaba recostado.
— Se adelantó su celo — soltó de manera acelerada la muchacha observando como el Alfa soltaba su muñeca.
— ¿Mí celo? — cuestionó observando la sábana que cubría su cuerpo.
La joven abandonó el cuarto con la clara desición de buscar a la Doctora Jung la cual le podría brindar el verdadero diagnóstico al joven Alfa; quien continuaba con su mirada sobre la sábana blanca.
— ¿Koya, estás despierto? — habló a su parte animal con total cariño.
— Sí, aquí estoy — respondió el animal abriendo y cerrando rápidamente sus ojitos — ¿Qué nos pasó Namie? — preguntó con total confusión.
— Al parecer se nos ha adelantado nuestro celo — contestó pasando su mano por sobre la manta.
— Eso es extraño, jamás nos había pasado — aseguró lamiendo su pata izquierda con total tranquilidad — ¿Sabes a qué se debe? — cuestionó luego de apoyar su pata en el suelo.
— Aún no lo sé, pero pretendo averiguarlo — dijo pasando su mano por su cabello — de todos modos no debes estresarte mí pequeño perrito, todo estará bien — habló de manera tierna a su compañero de vida.
— Para tu información, humano, soy un Lobo — mencionó el animal parándose de golpe mientras estiraba sus patas delanteras — y uno muy malo, no soy un perro — agregó tomando una posición recta.
— Lo sé mí pequeño Koya, solo lo decía para confirmar que estuvieras bien — dijo el joven observando a su alrededor — es tiempo de levantarnos y volver a nuestro trabajo — mencionó tomando la sábana con su mano para apartarla de su cuerpo.
— No creo que sea una buena idea ponernos de pie tan de prisa — aconsejó el animal al percatarse de las intenciones de su lado humano — recuerda que aún no somos conscientes de que fue lo que nos sucedió — añadió con seguridad.
Antes de que su Lobo pudiese mencionar aunque fuese una palabra más el sonoro golpe de un cuerpo contra el suelo se escuchó en el cuarto.
Al abrir la puerta de la habitación donde se hallaba el Alfa, varios sentimientos se mezclaron en su interior al verlo tirado en el suelo, siendo el enojo y la alegría los dos que más expresaba en aquellos instantes. Pidió la ayuda de dos internos que se hallaban en el pasillo, mientras pedía a su segunda enfermera que trajera lo más pronto que pudiese a la joven Min, quien era la que más al tanto se encontraba de la situación.
A pesar de ser un buen indicio, el que el joven médico intentara levantarse por si mismo, también era una total tontería el actuar como si nada le hubiese sucedido a su cuerpo durante el tiempo que estuvo sedado.
Luego de subirlo nuevamente a la camilla y de examinar su cuerpo en busca de contusiones debido al golpe recibido al caer al suelo, esperó pacientemente hasta que abriese los ojos para lograr hablar con él sobre su verdadera condición.
Pasadas dos horas desde el golpe, los ojos del Alfa se abrieron de inmediato enseñando el intenso color negro de las pupilas dilatadas. Aquello no era una buena señal.
— ¿Doctor Kim, puede oírme? — la voz de la doctora se escuchaba cargada de preocupación — ¿Doctor Kim? — volvió a llamar sin obtener respuesta.
— Doctora Jung ¿Me mandó llamar? — preguntó la joven enfermera llegando a la habitación cargando una caja con sueros.
— Déjale eso a Lee y ayúdeme con el joven Kim — habló tomando la pequeña linterna de su bolsillo mientras iluminaba de cerca los ojos del Alfa para verificar si este seguía el movimiento de la luz.
— ¿Qué le sucedió? Estaba bien hace un momento — respondió la muchacha aceptando la ayuda de su compañero para cargar los suministros.
— Al parecer se cayó al intentar levantarse de la camilla — comentó la doctora mientras realizaba una mueca de disgusto al comprobar que los ojos ajenos continuaban estáticos, casi sin brillo que indicaran que la vida alguna vez estuvo en ellos — aún así eso no explica el porque de la expansión de sus pupilas y su pulso acelerado — indicó la mujer corroborando sus palabras con el monitor al lado de la cama.
— ¿Tendrá algo que ver el adelantamiento de su celo? — indagó la joven acercándose con prisa a la mujer.
— Puede que tenga algo que ver con su estado actual, pero no es la causa principal de su malestar — contestó volviendo a encender su pequeña linterna — esto es más serio que un simple celo antes de tiempo — agregó volviendo a pasar la luz sobre los ojos del joven, los cuales comenzaron a responder parpadeando lentamente debido a la intensidad de la luz; lo cual tranquilizó el semblante de la doctora — debemos hacerle unos estudios para hallar la verdadera razón de lo que le sucede, ya que esto tampoco se debe a horas de trabajo acumuladas — añadió apagando la linterna y guardándola dentro de su bolsillo.
— ¿Cómo está segura de eso doctora Jung? — preguntó la enfermera tras escuchar sus palabras.
— Ven, acércate — pidió la mujer acercando su mano hacia el rostro del muchacho para abrir su ojo izquierdo y enseñarle algo a la muchacha — ¿Notas algo en los ojos del Doctor Kim? — cuestionó a la joven.
— Sus pupilas, están... están más grandes de lo normal — respondió la enfermera con seguridad en sus palabras.
— ¿Algo más? — continuó la doctora.
— No, yo... no noto nada más doctora Jung, lo lamento — se disculpó al no entender a lo que se refería su mayor.
— Si observas detenidamente sus pupilas notarás como la rodea un círculo de un color entre rosado y celeste, eso indica que su Lobo busca hacer acto de presencia para proteger a su lado humano; lo que me hace pensar que su parte animal cree que estamos lastimando a su contraparte y por eso busca protegerlo — habló la doctora alejándose unos pasos del cuerpo del joven — si nos nos alejamos lo suficiente, se transformará y buscará atarcarnos — le indicó a la joven mientras ambas retrocedían — lo que podría recomendar ahora es trasladarlo a su hogar, en caso de que quiera transformarse, ya que aquí podría sentirse desconcertado al no reconocer el lugar donde está — sugirió la mujer mientras ambas llegaban hasta la puerta.
— El problema es que el doctor Kim reside en Seúl y no conozco a nadie allí — respondió la joven sin despegar la mirada del joven Alfa.
— No se preocupe por ello señorita Min, yo tengo a mí hija allí en Seúl, ella trabaja en un hospital y quizás pueda llevarlo de regreso a su hogar, antes de que se transforme aquí — dijo la doctora abriendo la puerta del cuarto para salir y comunicarse así con su hija.
Mientras la mujer salía de la habitación tomando el celular en su mano para comunicarse con alguien, la enfermera observaba con detenimiento al Alfa mientras sus ojos reflejaban total preocupación por él.
— Solo espero que ese "Seokjin" este esperándolo allí y no sea el causante de esto que le sucede — murmuró la joven en voz baja antes de salir del cuarto para permitirle al joven descansar lo que necesitaba.
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