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Las gotas de lluvia que golpeaban contra el pavimento creaban un profundo y solitario sonido que cada vez se volvía más y más fuerte. La lluvia no pararía quizás por algunos días más, aunque el clima en Corea fuese lo suficientemente impredecible como para dejar de llover en ese preciso instante no daba indicios de hacerlo, ya que la tristeza que invadía a los Lobos por haber perdido a uno de su misma especie no era la misma tristeza que experimentaban los humanos y mucho menos se parecían un poco a la tristeza que sentía la Madre Luna luego de perder un hijo de aquella manera; era ella quien lloraba en aquellos momentos.

La parada de autobuses se hallaba tan vacía como su propio corazón.
Cuando el bus llegó, la sensación de vacío continuaba allí junto a él, y así continuó durante todo el trayecto hacia aquel lugar donde debía encontrarse con el Alfa.
Decidió que lo mejor sería enviar un mensaje indicándole donde sería conveniente hablar y hacerle saber que pronto llegaría, pero antes de que pudiese tomar su móvil para teclear lo necesario, este se iluminó enseñando la llegada de un nuevo mensaje.

Hice una reservación para ambos en la cafetería donde nos conocimos por primera vez. Creí que sería el lugar ideal para darle fin a nuestro pasado y cumplir con lo que me pidió mí Jiminnie.

Quería creer con todas sus fuerzas que aquel mensaje no le afectaría en lo más mínimo y que podría seguir con su vida como si nada hubiese pasado nunca, pero la realidad era que mentía; se mentía a si mismo al repasar una y otra vez el final del mensaje y aquella forma de escribir "mí Jiminnie" como si fuese su primer y único amor.
Apoyó su cabeza contra la ventanilla del autobús y el cálido recuerdo de su mejor amigo y él compartiendo palomitas,  películas de romance cursi y muchas risas llegó a su mente haciéndolo derramar unas cuantas lágrimas más.

El recorrido se había extendido lo suficiente como para que al llegar a la cafetería la tarde estuviera llegando a su fin dándole paso a la noche.
Al llegar a la parada y bajar del autobús una sensación de ahogamiento lo invadió dejándolo casi sin aire y con un ligero mareo. Aquel lugar le traía buenos recuerdos que en aquellos instantes le sabían agrios.
Al entrar en la cafetería, la calidez del lugar lo envolvió haciéndolo sentir ligeramente contento, a pesar de tener su corazón destrozado.

Su mirada recorrió el lugar buscando al Alfa con el cual debía tener aquella conversación. Encontrarlo gracias a su color de cabello fue sencillo sin contar con que se lograba apreciar bastante, bajo aquella gorra de color negro que llevaba, reconocer su rostro fue lo difícil cuando esté sintió su presencia y levantó su mirada para encontrarse con la suya.
Caminó hasta quedar frente a la mesa donde el joven se hallaba sentado y pidiendo permiso tomó asiento frente a él.

— Estás aquí — mencionó el muchacho observándolo a los ojos.

— Sí, aquí estoy — aclaró como si tratara de convencerse a sí mismo.

— Me alegra que hayas aceptado hablar conmigo — dijo el Alfa aún con la voz un tanto quebrada.

— Al grano Min — pidió de manera cortante el Omega a pesar de que su mirada reflejaba pena.

— Tu actitud ha cambiado bastante — reflexionó el joven frente a él y sacando un sobre blanco desde el interior de su traje lo colocó sobre la mesa y lo extendió hacia el chico de cabellos rojizos.

— ¿Imagino que no puedo mantener la misma actitud que tenía contigo luego de descubrir tu engaño, no lo crees? — respondió de manera sarcástica observando el sobre de una manera bastante particular — ¿Y esto? — preguntó observando que sobre el papel se leía su nombre escrito con la fina letra de su mejor amigo.

— Es una carta — contestó con obviedad el pálido.

— Sé que es una carta Min — mencionó con frustración — ¿Qué planeas con esto?¿Obtener mí perdón? — agregó desistiendo de tomar el papel.

— Buscaría cualquier cosa en el mundo, menos obtener tu perdón SeokSeok — respondió con sinceridad sorprendiendo al Omega — he cometido muchos errores durante mí relación contigo y mí relación con Jiminnie, pero en definitiva no me arrepiento de nada y no busco nada más que cumplir con la última palabra de mí Omega — afirmó volviendo a tener aquella postura de Alfa que Hoseok conocía bien.

— Fue una tontería venir aquí — dijo el chico notando el extraño ambiente en el que se encontraban — no lograrás nada con esto Min Yoongi — aclaró aguantando las lágrimas — ni que te perdone por engañarme ni que perdone a Jimin por haberme roto el corazón y haber destruido la amistad que teníamos — añadió mirándolo directamente a los ojos.

— Ya lo dije antes SeokSeok, no quiero tu perdón — volvió a repetir el muchacho sin levantar la voz — no sería capaz de aceptarlo ni aunque lo hicieras por lástima — aseguró — pero no condenes a Jimin, no lo odies — pidió y el Omega notó como los ojos contrarios se llenaban de lágrimas y la voz se volvía rasposa en la garganta ajena — se equivocó, nos equivocamos, pero él no merece una condena por amar, ya suficiente sufrió mientras yo lo negaba y le negaba amor, para que ahora tú no quieras ni siquiera leer o entender sus razones — agregó con aún más dolor.

— ¿Razones? — cuestionó el chico luego de escucharlo — no tenía ninguna razón para engañarme como lo hizo — continuó hablando mientras sus ojos se cristalizaban — ¿Tan fuerte es el amor que dices sentir por él, que defiendes una infidelidad? — preguntó con angustia.

— Lo amo lo suficiente como para asumir sus errores como míos — defendió el Alfa — ¿Sabías tú que Jimin era mí destinado? — cuestionó y aquella pregunta enmudeció al Omega — yo tampoco lo sabía, hasta que lo vi en esta cafetería, dos años luego de que tú y yo comenzaramos una relación — habló respondiendo su propia pregunta, sin siquiera bajar su cabeza.

— ¿Dos años luego de que nos conociéramos? — susurró el joven, dejando que el enojo lo invadiera — ¡¿Me engañaste por cuatro años?! — su timbre de voz se hizo un tanto más alto con su pregunta.

— No — negó el Alfa sin mover ni un solo pelo.

— ¡Ya no mientas Min! — acusó tomándose la cabeza con las manos.

— No miento Hoseok — aclaró suspirando de manera pesada — conocí a Jiminnie dos años luego de volverme tu pareja, pero solo estuvimos un dos años y medio juntos — siguió hablando mientras el Omega quitaba sus manos y lo observaba tanto a él como al sobre en la mesa — Jimin no soportaba el echo de que yo te estuviera haciéndote aquello y decidió alejarse de mí — prosiguió, tomando una bocanada de aire — ¿Sabías que Jiminnie cayó en depresión al apartarse de mí y al ser negado tantas veces por mí? — preguntó sorprendiendo nuevamente a Hoseok — era ese uno de los grandes motivos por el cual se negaba a participar en las reuniones que organizabas para nosotros — agregó observando como una lágrima resbalaba por la mejilla del chico.

— No lo sabía — dijo Hoseok permitiendo que los recuerdos de todas aquellas excusas que le brindaba su mejor amigo al no poder estar junto a él se disiparan, dejándole presente la imagen de un Jimin sufriendo y acostado en su cama llorando; a pesar de que lo intentara hoseok jamás podría odiarlo.

— Sé que el contarte estas cosas no cambia nada entre nosotros y tampoco es lo que espero — dijo el Alfa levantándose del asiento bajo la atenta mirada del Omega — pero lo que si espero es que al leer esa carta que Jiminnie escribió para ti, logres volver a acercarlo un poco a tu corazón — agregó apartándose un poco de la mesa para poder dirigirse a la salida.

— Yoongi-ah — era la primera vez que llamaba de aquella manera al Alfa luego de haberse separado — ¿Qué... Qué le pasó a Jimin?¿Por qué murió? — preguntó sosteniendo el brazo del Alfa, mientras se levantaba de su lugar en un intento de que no se fuera.

Cuando el Alfa se volteó y antes de que esté le diera la respuesta, sus piernas fallaron, su respiración se volvió errática, su corazón se aceleró y su mundo se oscureció.

Aquel sentimiento era como la muerte misma.

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