𝖎. la caída de la muralla
「 𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐎𝟏 」
la caída de la muralla
꒰ 𝐀𝐂𝐓 𝐎𝐍𝐄. ⚔️ REALITY HIT ꒱
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para el siguiente capítulo
Distrito Shinganshina,
Muralla María.
año 845.
Se suponía que ese día sería igual de repetitivo y monótono que los anteriores, porque ni Kai ni nadie del distrito estaba preparado para el caos que estaba pronto a desatarse y mucho menos, recordar que ni fuera ni adentro de las murallas estaban a salvo de ellos.
El ajetreo constante de las personas y el bullicio en las calles del mercado de Shinganshina eran familiares para Kai. Este se había acostumbrado a pasear constantemente por esos lados y en observar a los comerciantes apresurados en comenzar sus labores en sus puestos y que llenen el aire de un murmullo constante. Sin embargo, había momentos donde la vida ajetreada, llena de ruido y personas, lo ponían algo nostálgico.
El tiempo que su hermana y él llevaban bajo el ala de protección de la familia Jaeger, había sido...pacífico, si podía llamarle así. Desde que fueron acogidos por ellos se habían adaptado a realizar sus quehaceres diarios en la casa de la familia con disciplina y llevar una vida sencilla. Ni Kai ni Mikasa podían quejarse al respecto, Carla Jaeger era una mujer dulce y preocupada tanto por ellos como por el resto de su familia, Grisha Jaeger quien distaba de la personalidad cariñosa de su esposa, y parecía ser más bien un hombre enigmático y dedicado a sus labores como doctor, de vez en cuando se divertía con los mellizos y su propio hijo, Eren. Y este último, se había vuelto cercano a ellos y se llevaban bastante bien a pesar de su personalidad enérgica —y ligeramente problemática— que contrastaba con la de los hermanos. Ellos les habían dado un nueva oportunidad a un hogar y...a una familia.
Pese a aquello, Kai Ackerman no era capaz de desprenderse del todo de aquella nostalgia que lo embargaba por la tranquilidad de su antiguo hogar. Extrañaba la calma de las montañas, los días sin preocupaciones y sobre todo, a sus padres, pues la pérdida de ambos lo perseguía como una sombra y le robaba cierta tranquilidad, más en las noches donde solían manifestarse en sus pesadillas.
El sonido de las campanas lograron sacarlo de su breve aturdimiento, tenia la costumbre de sumergirse en sus pensamientos y quedarse por allí un buen rato, ensimismado. Soltó un suspiro y se acomodó la improvisada mochila hecha de tablas donde portaba la leña para dirigirse a la única parte donde encontraría a su hermana y a Eren, justo a la entrada del distrito y donde se abriría la puerta exterior. Al de hebras oscuras también le entusiasmaba la idea de ver a los miembros de la legión regresar a casa.
El tumulto de gente que había en la entrada no le daba paso a visualizar a los héroes fuera de las murallas, Kai se deslizo como pudo a través de ellos y empujo a unos cuantos para poder acercarse y ver por si mismo los rostros de cada uno de los soldados con una sonrisa resplandeciente en su cara. Sin embargo, su entusiasmo se vio eclipsado por el gesto compungido arraigado en las caras de los miembros de la tropa, la mayoría caminaba cabizbajo mientras los demás eran testigos de su baja moral, sus ropajes roídos y cubiertos de tierra y sangre seca no ayudaban en absoluto. La sonrisa de Kai terminó por esfumarse al notar que la mayoría estaban cubiertos de heridas, algunas notorias y otras clavadas en la profundidad de las almas de los soldados, y se horrorizo al percatarse que del numero de los que habían vuelto era bastante reducido a la cantidad de hombres que habían salido de la muralla.
──Probablemente devoraron a los demás─ murmuró alguien entre el gentío.
──Esas son las consecuencias cuando sales de las murallas.
Apretó los puños, sintiendo una frustración sorda, pues Kai no quería seguir oyéndolos hablar así, no quería escuchar sus quejas y tampoco los lamentos de los familiares que buscaban a sus hijos o lo que haya quedado de ellos, no quería escuchar sus llantos y tampoco ver sus rostros cubiertos de lágrimas. No quería que el abismo entre él y lo que había fuera de las murallas se hiciera más grande, no quería pensar en el peligro de afuera porque sabía que la realidad era más dura de lo que cualquier sueño pudiera mostrar.
──Aquí estabas, Kai─ la voz suave de su hermana y su agarre firme en su brazo lo arrastro lejos de la gente y lejos de su mente atolondrada.
Mikasa lo arrastraba a él y a Eren con cierta rapidez entre las calles y las casas del distrito. Kai se preguntaba en que problema se había metido el castaño para que su hermana se comportara de tal manera.
──¡Mikasa, ya puedes soltarnos! ─ gruñó Eren mientras traba de zafarse de su agarre. La pelinegra no tardo en obedecer y lanzarlo contra una pared con una facilidad preocupante, Kai suspiro aliviado cuando su hermana simplemente lo soltó.
El pelinegro se acercó rápidamente a auxiliar a Eren tendiéndole la mano, su amigo la tomó mientras se ponía de rodillas y lo miró fijamente mientras acercaba una de sus manos hacia el rostro del chico con el ceño fruncido. Sus ojos verdes lo veían con intensidad y escudriñaban cada parte de su rostro buscando algo que no estaba allí, aquello lo inquietaba de alguna manera.
──Lo siento─ murmuró mientras dibujaba un trazo con su dedo en la mejilla izquierda del chico. Kai lo miró algo aturdido y sin entender bien a que se refería──. Tu cicatriz...
──¿De qué cicatriz hablas? ─ cuestionó el chico Ackerman con confusión, este miró a su hermana mientras la chica se encogió de hombros ajena a la actitud del castaño, ya había actuado de aquella manera con ella──. Creo que el golpe afecto tu cabeza, Eren. ¡No seas tan bruta, Mikasa!
──¿Siguen con la idea de unirse a la legión de reconocimiento? ─pregunto la pelinegra mientras los observaba con un gesto difícil de descifrar.
Kai y Eren se miraron unos segundos y luego a la chica, el pelinegro hizo un mohín mientras esquivaba los ojos grises de su hermana, había una preocupación silenciosa en su semblante y un poco de culpa en el de él. Kai siempre terminaba siguiendo a Eren en sus aventuras y unirse a la legión no era diferente. A pesar de su actitud tranquila, algo en la energía de Eren siempre lograba arrastrarlo y su hermana lo sabia porque a ella le sucedía lo mismo.
──Mejor volvamos a casa─ dijo Eren mientras terminaba de recoger la leña. Él tampoco quería responder a la interrogante de la chica.
El pelinegro, con un paño en mano, limpiaba la mesa de la cocina mientras la luz del sol entraba por la ventana. Eren se encargaba de poner los cubiertos mientras su madre junto a Mikasa, se encargaban de servir en los platos la comida recién preparada para los menores. Kai se sentó junto a su hermana y comenzó a comer con lentitud mientras observaban al Doctor Jaeger guardar sus cosas. No era raro que este se ausentara de vez en cuando por su labor dentro del distrito.
──¿Vas algún sitio, papá? ─ preguntó Eren con curiosidad─ ¿Es por trabajo?
──Sí, pero no serán mas de dos o tres días─ respondió el medico del lugar con simpleza.
──Eren y Kai se quieren unir a la legión de reconocimiento─ murmuró de repente Mikasa, cabizbaja.
La pelinegra se gano la mirada sorprendida de su hermano, Kai no esperaba que fuese a decir algo al respecto y mucho menos, delante de la familia Jaeger. Eren la miraba igual de desconcertado y no tardo en reclamarle el que hubiera abierto la boca.
──¡Se suponía que no tenías que contarlo, Mikasa! ─ gruñó Kai mientras se mordía la uña de su dedo pulgar. Era un gesto típico de su nerviosismo.
──¡Niños! ─la voz de Carla Jaeger sonó como un rugido rabioso. Sus pasos apresurados no tardaron en llevarla frente a su hijo y al pelinegro que quería como tal─. ¿¡En qué están pensando!? ¿¡Saben cuanta gente murió al otro lado de la muralla!?
Kai se encogió en su lugar con innegable culpa.
──¡Por supuesto que lo sabemos!─ se apresuró a responder el castaño.
──¡Entonces!─insistió la matriarca de la familia. Sus manos estaban clavados en los hombros de los niños.
──Eren, Kai─ La voz autoritaria del Doctor Jaeger interrumpió su discusión y se ganó las miradas de todos los presentes─ ¿Por qué quieren ir al exterior?
Kai observó al patriarca de la familia y luego agacho la cabeza, mientras meditaba aquella pregunta y las diversas respuestas que el chico podía brindarle. Pensó inmediatamente en la muralla, pues esos muros siempre estaban presentes, siempre parecían recordarles a todos que su mundo estaba limitado. Desde que tenía memoria, esas murallas habían sido una barrera entre él y sus anhelos, un recordatorio que seguían encerrados cual ganado.
──Quiero saber como es, no quiero vivir toda la vida encerrado sin saber nada─ respondió Eren con inmediatez. El castaño no soportaba la idea de pasar toda una vida encerrado tras ese muro y tampoco toleraba ver el anhelo en los ojos de sus amigos y no poder hacer nada para ayudar a cumplirlos─. Además, si nadie continua su trabajo, ¡todas esas muertes serán en vano!
──¿Y tú, Kai? ─la mirada penetrante del patriarca alcanzó al pelinegro y este se removió en su lugar. Eren y su padre compartían aquella mirada intensa que parecía ponerlo más ansioso que de costumbre.
──Y-yo...no se bien que nos espera fuera de la muralla, el mundo exterior suena aterrador y peligroso─ musitó Kai mientras soltaba un suspiro para calmar sus nervios─. Pero, también esta lleno de posibilidades. Hay todo un mundo que no conocemos, hay mucho que aprender y para explorar. Quizá sea demasiado ingenuo, pero quiero verlo todo por mi mismo y no por las historias que me cuentan.
──Ya veo.
El Doctor Jaeger dio por finalizada la conversación mientras se levantaba de la mesa y observaba a sus familiares con su semblante característico. Los dos chicos lo miraban sin entender bien su respuesta y actitud, pero al menos la discusión se había calmado momentáneamente. Todos caminaron hacia la puerta para despedir al médico y desearle buena suerte, este se despidió de ellos no sin antes hacerle una ultima promesa a su hijo.
──No se los permito─ murmuró Carla Jaeger cuando su esposo estuvo lo suficientemente lejos de ellos. Kai la observo y luego a su hermana, esta parecía mantener la misma actitud que la mayor─. Unirse a la Legión es una estupidez.
«¿Realmente lo era? Pensó Kai.»
──¡Para mí es más estúpido quedarse aquí y conformarse con ser ganado!
Eren se alejó corriendo lo más lejos posible de ellos. El chico Ackerman miró nuevamente a la mujer que los cuidaba y luego a su hermana, se preguntaba si las circunstancias habían sido distintas si no hubiese pasado lo de sus padres. ¿Acaso insistiría con la idea de conocer más allá de las murallas, de perseguir imposibles? ¿Su madre actuaria de la misma manera que lo hace la de Eren? Esas preguntas ya no tenían respuestas.
──Iré tras él─ musitó el pelinegro mientras se echaba a correr.
Kai no tardó en divisar la cabellera castaña de Eren y tampoco en darse cuenta de que su hermana lo seguía de cerca. Sin embargo, un poco mas allá y en la dirección donde corría Eren, logro vislumbrar una melena rubia que reconocía bien y ver a Armin Arlert en el suelo mientras unos bravucones hacían y deshacían con él lo puso furioso. El pelinegro detestaba la idea de que le hicieran daño a sus amigos, pero cuando se trataba de Armin era algo mucho mas profundo e indescriptible, como si algo dentro de él despertara y fuera capaz de arrasar con todo a su paso.
──¡Me vieron y se fueron asustados, no soportaron la idea de enfrentarse a mí! ─ dijo Eren sonriendo mientras veía como huían los que molestaban a Armin.
El rubio se levanto del suelo con la respiración entrecortada mientras se sujetaba el vientre con una de sus manos.
──No, huyeron en cuanto vieron a Mikasa y a Kai─ indicó el de orbes azules. Este se dobló sobre si mismo mientras soltaba quejidos de dolor─. ¡Duele y mucho!
──¡Yo mismo iré a patearles el trasero a esos idiotas! ─vociferó Kai mientras daba un paso adelante. Sin embargo, la mano de Armin envolvió su muñeca y no se lo permitió, porque sabía de sobra que el pelinegro era capaz de hacerlo y de ganar, bastaba con ver como sus ojos se oscurecían por la furia.
──Puedo defenderme solo.
Kai suavizó su mirada al ver a Armin y ver como sus ojos tan azules como el cielo, se llenaban de lágrimas. Estiró su otro brazo para ayudar a su amigo de melena rubia pero este rechazó su ayuda con el rostro contrariado y murmuró unas inaudibles disculpas. Algo dentro de Kai se contrajo, sin embargo, soltó un suspiro resignado y dejo que Armin caminara por sí solo.
Shinganshina se sentía viva mientras los cuatro caminaban por las calles. Estaba atestado de gente, y el aire estaba cargado de voces, olores de comida y el constante ruido de los caballos que iban y venían con las carretas. A pesar de todo el movimiento, los cuatro niños se sentían ajenos, como si no encajaran del todo en ese lugar.
El de hebras negras se sentó en los escalones de piedra frente a la orilla del rio y justo a un lado de Armin, mientras rodeaba sus rodillas con sus brazos y apoyaba su rostro en estas. Eren por su lado se sentó frente a ellos y comenzó a lanzar piedras con cierta furia contenida, y Mikasa quien era la mas tranquila de aquel pequeño grupo, se ganó unos escalones más abajo con el ceño ligeramente fruncido.
──Solo dije que la humanidad debería ir al exterior algún día, y me golpearon y me llamaron hereje─ dijo el chico Arlert mientras se cruzaba de brazos en gesto de contención y les explicaba a sus amigos como había terminado en aquella situación.
──Maldición─ gruñó el de pelo castaño con cierta irritación─. ¿Por qué siempre se nos mira mal por querer salir de la muralla?
──Porque estar acá dentro nos trajo paz durante 100 años─ señaló Kai mientras ladeaba su cabeza y miraba a Armin, este recordaba detalladamente todas las historias que el rubio solía contarle, gracias a eso sus anhelos de salir no habían hecho mas que incrementarse y en el fondo, el pelinegro se lo agradecía─. Pero, nada nos asegura que las murallas nos protegerán para siempre.
Armin observó el gesto ausente en el rostro de Kai, sus ojos que siempre parecían lucir cansados y tenían como adorno unas ojeras violáceas, brillaban cuando miraba el cielo. El aire se sentía más fresco allí, el viento acariciaba su cara con suavidad y desordenaba su alborotado cabello azabache; por momentos al rubio casi se le olvidaba lo que había más allá por estar con la mirada fija en él.
De repente, un ruido ensordecedor llenó el aire, sacudiendo la tierra bajo sus pies. Kai sintió su corazón detenerse por un segundo mientras se levantaba del suelo y miraba a sus amigos con cierta sorpresa.
──¿Eso fue una explosión? ─preguntó Armin mientras se sobaba la cabeza producto de la caída.
El silencio que se había apoderado por breves momentos en el lugar dio paso al bullicio de la gente exaltada por lo que acababa de ocurrir. Varios dirigían sus pasos hacia donde había ocurrido aquella explosión y la curiosidad de Armin no fue menor. Ninguno de los niños parecía comprender el gesto de terror absoluto en los rostros de las personas, hasta que observaron hacia la dirección donde todos miraban y lo vieron. Era algo enorme, algo imposible y que a pesar de eso, estaba ahí.
Una mano gigantesca se asomaba por encima de los muros de Shiganshina, aferrándose a la piedra de la muralla que rodeaba el distrito. Era un titán, uno de dimensiones desproporcionadas y que emanaba vapor por todo su cuerpo. El miedo se apoderó de Kai mientras sus piernas temblaban. No era solo un sueño o una historia contada por los soldados que volvían fuera de las murallas. Era real y estaba ahí, justo frente a ellos.
El muro, que había protegido a la humanidad durante más de cien años, se rompió en mil pedazos cuando el titán colosal pateó la puerta de Shiganshina. El estruendo fue ensordecedor, y una nube de escombros cubrió todo. La gente estaba paralizada por el horror y la mayoría solo podía mirar cómo la destrucción comenzaba.
──¡Chicos, tenemos que irnos!─ gritó Armin tirando del abrigo de Kai. El miedo del pelinegro no lo dejaba moverse y tampoco apartar la vista del horror frente a él.
──¡Mi madre!─ exclamó Eren mientras veía horrorizado como aquellos seres que se suponía que tenían que estar al otro lado de la muralla, comenzaban a entrar─. ¡Mi casa esta por allá!
El castaño salió corriendo a través de la gente con un destino fijo y Mikasa quien miro a su hermano con el miedo tiñendo sus facciones, no tardo en seguirlo. Kai soltó un quejido y miró a Armin una ultima vez antes de soltarse de su agarre, no podía quedarse ahí y ver como su hermana y su mejor amigos se iban sin él y tampoco podía dejar a esa mujer que tan bien lo cuido, a la merced de aquellos seres.
Los gritos de Armin detrás suyo se vieron opacados por los alaridos de las personas y los gritos de dolor de aquellas otras que habían quedado bajo los escombros. La vida tranquila dentro de los muros, la seguridad que alguna vez habían sentido, se desvanecía ante sus ojos y todo parecía teñirse de un profundo caos.
La imagen de Carla Jaeger atrapada bajo los escombros llenó la mente de Kai, este soltó un jadeo mientras sentía como su pecho se comprimió con una sensación de miedo y angustia; corrió rápidamente a ayudar a Eren y Mikasa que intentaban con desesperación tratar de levantar las vigas que se cernían sobe el cuerpo de su madre. El miedo, el caos, la impotencia. Todo era demasiado para Kai. Sus dedos sangraban por las magulladuras que le hacían las astillas de la madera que tanto ahínco trataba de mover, Eren estaba frenético y no podía culparlo, la desesperación se notaba en cada uno de sus movimientos, pero a pesar de que los tres niños trabajaban arduamente en mover parte de la vivienda, la realidad era desalentadora.
. ──¡Niños váyanse de aquí! ─el ruego en la voz de la madre de Eren era notorio─. ¡Por favor, váyanse rápido!
──¡Queremos irnos rápido, así que por favor sal de ahí abajo! ─suplicó el castaño mientras levantaba parte de la madera de lo que alguna vez fue su casa─. ¡Levanten con más fuerza, chicos!
──¡Por favor, niños! ¡Si no se van ahora moriremos los cuatro y yo necesito que ustedes sobrevivan!
Kai sintió un vacío en el pecho, un grito ahogado que no podía salir de su garganta y deseaba desesperadamente poder hace algo, cualquier cosa, pero estaba paralizado.
Su cuerpo se sacudió mientras la mano de su hermana lo tomaba con un agarre fuerte, esta lo arrastraba lejos del caos mientras era sujetaba por los brazos firmes de un amigo de la familia Jaeger. Los gritos de Eren llenaban el aire y él solo podía observar, como si estuviera atrapado dentro de una pesadilla de la que no podía despertar. La sangre, el crujido de huesos, los gritos del castaño, de su hermana y los suyos...todo era una mezcla de dolor y desesperación que no podía soportar.
Podía sentir como el aire abandonaba sus pulmones, como su corazón golpeaba su pecho con frenesí, pero su cuerpo se sentía distante, como si estuviera observando la cruda realidad desde otro lugar. Sus deseos de ver el mundo exterior, sus sueños...todo aquello parecía insignificante cuando veían la vida de alguien que amabas desvanecerse frente a ti. Ese mundo que tanto anhelaban ver se había manifestado de la peor manera posible, y ahora debía enfrentarse a una realidad mucho más aterradora de lo que jamás había imaginado. Era ese el mundo real.
⋆ ── lizzie's note:
hola, arriesgándome a que esto sea un completo flop, les doy la bienvenida
al primer capitulo de ARMY DREAMERS.
En verdad, esta historia me emociona un montón porque SNK se convirtió en mi hiperfijación y no puedo dejar de pensar en la historia, los personajes y todo.
Armin se volvió un personaje que amo con locura y podría hacer una tesis completa de porque es un de los mejores personajes de la historia y que merece todo lo bueno del mundo, por eso escribí a Kai 🙏🏽.
¿Les gusto? cuéntenme.
No se olviden de dejar un voto y comentar
(no a los lectores fantasmas)
Nos vemos en el siguiente capítulo, xoxo.
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