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Ꜥꜥֶָ֢🪖ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo 42

TaeHyung escuchó una gran explosión no muy lejos, y entonces se dio cuenta de que no estaba muy lejos de la base. Pero su cuerpo se quedó helado en aquel lugar, incapaz de moverse por el miedo y la electricidad que recorrió su cuerpo de una manera tan espeluznante. Su cuerpo pesaba, y su respiración era irregular en aquel bosque, donde lo único que se escuchaban eran unos cuantos gritos a la lejanía y el chillido de los grillos en la cercanía.

Si no tuviera esa estúpida fobia, todo sería más sencillo. Él no se detendría hasta llegar a la base, agarrar cualquier arma y dispararle a todos los desgraciados sin remordimientos. Pero no, tenía que temerle a todo eso.

Se quedó mirando el suelo lleno de hojas secas y pequeñas ramas bajo sus grandes botas negras, y entonces fue ahí cuando la imagen de cierto coronel llegó a su mente. Los malos y buenos momentos pasaron como un replay. Se agradecía enormemente haber conocido esa parte celosa, sensual y, si se podría decir, amable de Jeon JungKook. Eso le aseguró que el hombre no era un maldito hijo de puta como lo aparentaba ser.

Y lo aparentaba muy bien.

No debía quedarse ahí parado como un idiota, siendo vencido por el miedo. Él tenía que correr sin descanso hasta llegar donde el hombre que amaba. Y si era de morir a su lado... Bienvenido sea.

Empezó a caminar y sus piernas pesaban como grandes rocas. Ahora se podían escuchar disparos y juraría que su cabeza retumbaba tan horrible, esos sonidos eran como fuertes martillazos en su cabeza: tan despiadado, tan terrible. Comenzó a tararear una poesía que solía recitar en la secundaria. Eso lo mantuvo cuerdo para poder correr. Solo debía enfocarse en las palabras y olvidarse de los disparos.

Veinte Minutos Atrás

— ¿Coronel, entonces si ellos vienen por mar eso significa que mientras nosotros estemos en tierra, tenemos ventaja? — Preguntó YiJun.

Todos veían atentamente al coronel JungKook, el cual, hace unos minutos atrás, los hizo formarse a todos totalmente uniformados y armados. 

— No — Dijo mientras cargaba un arma — Ellos piensan que nosotros no sabemos sobre su ataque, por lo cual pueda que aparezcan por el campo de la frontera. 

JungKook agarró su lista con todos los nombres de sus soldados, pues eran más o menos trescientos en total. 

— Del uno hasta el cien se irán ahora mismo al campo de la frontera y defenderán aquella zona. Lleven todo lo necesario; armas, bombas, cuchillos, todo lo que crean adecuado para defender. 

Todos ahí tenían un número para dar con ellos en la lista o en su documentación. Ahora, JungKook debía poner a alguien como guía de aquel grupo, ya que él se quedaría a cuidar la base. 

— Lim HaJoon — Llamó, y el nombrado dio un paso fuera de su fila — Acérquese. 

Lim dejó la fila por completo para acercarse hacia su coronel. 

— Usted será el encargado de guiar a los demás soldados hacia el campo. Defiendan su país y, si es de morir por él... que así sea. 

Lim suspiró antes de llevar su mano hacia su frente y luego bajarla en ese gesto entre los soldados, acatando los mandatos. 

— Como ordene, coronel. 

Jeon asintió y, con sus manos juntas hacia atrás, dijo: 

— Los demás se quedan conmigo a defender la base. Nosotros, como soldados, tenemos el deber de responder ante cualquier amenaza, ante cualquier enemigo, y por lo tanto, morir en batalla debe ser más que un orgullo para ustedes. Lo es hasta para mí, señores. Aceptemos si caemos o celebremos si vencemos. 

Los soldados estaban formados sin moverse, pero se podía notar cómo sus manzanas de Adán se movían al pasar saliva, y la mayoría temblaban debajo de esos uniformes. 

— Fue un gusto trabajar con ustedes. Ahora quiero que todos los primeros cien se vayan ahora mismo. No sabemos cuándo el enemigo ataque. 

Y con ello, JungKook hizo un ademán con la mano, anunciándoles que podían irse. 

— Todos los que se quedan conmigo, nos esconderemos en el bosque esperando a que ellos aparezcan. Seguramente intentarán algo directamente hacia la base pensando que estamos dentro para matarnos con poco esfuerzo. Pero no se lo dejaremos tan fácil, ¿verdad? 

— No, señor — Dijeron todos al unísono. 

— ¡NO LOS ESCUCHÉ! — Gritó, y sus facciones se fruncieron ante la tensión y las ganas de matar a todos los que querían invadir su país. 

— ¡NO, SEÑOR! 

— ¡¿NO QUÉ?! — Gritó Jeon aún más fuerte, adrenalina corriéndole por las venas. 

— ¡NO SE LO DEJAREMOS FÁCIL, SEÑOR! — Esta vez, JungKook se sintió más complacido. 

— Bien, en ese caso, síganme. 

Los soldados dejaron sus lugares para seguirlo, y él agarró un rifle calibre cincuenta, dos armas y un puñal. Pero al final de cuentas sabía que el puñal no lo utilizaría, pues, si no acababan con ellos antes de llegar a la orilla de la playa, entonces los otros acabarían con ellos apenas pudieran acercarse lo suficiente. Todo con armas de fuego. 

Miró hacia atrás, percatándose de que todos los soldados lo seguían; unos con risitas nerviosas, otros con un aura sombría a su alrededor que dejaba más que claro su miedo, y otros simplemente parecían aceptar su destino. El otro grupo de soldados ya estaba yéndose, pero pudo ver cómo Jackson Wang se despedía de Mark Tuan con un rápido beso en los labios; también cómo Lim HaJoon se despedía de aquel al que le decían Bambam con unas cuantas palmadas en sus hombros. 

Luego de eso, todos ellos habían regresado junto a los demás soldados que lo seguían hacia el bosque. Sinceramente, Jeon no era muy amante de las despedidas, y menos de las que serían las últimas. 

Recordó la despedida que había tenido con TaeHyung hace rato y le hubiese gustado abrazarlo, besarlo y hacerle el amor por última vez en nombre de lo poco que vivieron juntos; que Kim susurrara su nombre, que lo llamara entre gemidos y que sus pechos rozaran cuando TaeHyung se arqueara al llegar al orgasmo, tragándose el escandaloso gemido en su boca cuando se besaran y él acabara en su interior. 

Hubiera sido maravilloso. Además, la vista de los lindos ojos de TaeHyung oscurecidos de lloroso placer era completamente erótica y hermosa. Pero no hizo nada de eso, y ahora no era tiempo para arrepentimientos. TaeHyung ahora estaba a salvo, y eso era lo que importaba. 

— Escóndanse detrás de los árboles, en los arbustos, o simplemente echen pecho a tierra. Solo traten de no notarse. Es de noche, pero de seguro ellos tendrán binoculares y estarán vigilando el terreno desde antes de atacar. 

Los soldados empezaron a hacer lo que dijo el coronel, pues ellos mismos decidieron su forma de esconderse. 

Jeon amarró rápidamente su cabello en un moño mediano para que su largo cabello no le dificultara la visión. Se acostó pecho a tierra, agarró su rifle y lo recargó con muchas balas. Se puso cómodo, cerró su ojo derecho, y su ojo izquierdo fue a parar hasta el lente del ocular. Giró un poco el ajuste de paralaje y, de esta forma, la visión fue nítida entre la noche. 

Ya había pasado casi media hora, y todos seguían en sus posiciones sin moverse, ya que, de lo contrario, los otros podían verles. 

JungKook sintió cómo su celular vibraba dentro del bolsillo de su pantalón, y entonces conectó uno de sus auriculares y se lo llevó al oído derecho. Contestó, y ni siquiera cayó en cuenta de quién le llamaba. 

Coronel Jeon, le habla el ministro MyungHee. 

JungKook volvió su vista al rifle. 

— Dígame, estoy muy ocupado ahora, señor ministro. Tengo unos cuantos malditos que matar. 

Y no dudo que lo esté. He enviado refuerzos hacia donde está ahora. 

JungKook prestó más atención ante lo que decía el viejo ese, padre de su querido TaeHyung. 

— ¿No se suponía que nos dejaría sin refuerzos, solo para ser una pequeña distracción ante la invasión y, de esa forma, todos aquí moriríamos mientras ustedes ganaban tiempo para solucionar la mierda que el señor presidente causó? 

El tono de voz de JungKook era bajo y ronco; eso lo hacía más temible. Del otro lado se escuchaba mucho viento, por lo cual JungKook pudo deducir que ya estaban en el helicóptero. 

Supone bien, coronel. Pero yo no contaba con que TaeHyung fuera a escaparse, y de seguro ahora está llegando a la base. 

JungKook miró hacia abajo como si el celular fuera un bicho venenoso. 

— ¿Cómo ha dicho? 

JungKook frunció el ceño, completamente enfurecido y confundido a la vez, porque si TaeHyung estaba en camino, probablemente tendría que ir a buscarlo. Pero no podía dejar a los soldados solos sin un líder que les dijera qué hacer. Era TaeHyung o sus hombres, su amor o deber como coronel. 

El coronel YiSuk está de camino hacia allá. Más les vale matar a todos esos hijos de puta y que mi hijo salga con vida, o caso contrario, yo mismo me encargaré de que te corten la cabeza y lucirla ante la vía pública. ¿Entendido? 

Entonces sonó un gran disparo y un cohete impactó contra la base, haciendo una gran explosión. 

JungKook observó por el lente de su rifle, notando que, a lo lejos, venían dos barcos con muchos soldados armados y sus rostros pintados de negro, como si fuera una guerrilla. 

— ¡ATAQUEN! 

Y esa fue la gran orden para que los disparos empezaran, atacando y contraatacando. 

Ojalá y los refuerzos lleguen rápido. 

Tiempo Actual

TaeHyung ya había llegado a la base... bueno, al territorio, pues ya la base constaba en un derrumbe en llamas y los disparos no cesaban. Juraría que, dentro de poco, sus oídos sangrarían. La estrategia de entretener su mente en otra cosa lo ayudó; sin embargo, ahora era imposible, con los disparos sonando por todo el lugar sin orden ni dirección. 

Todo estaba oscuro, y las llamas que consumían la base eran lo único que brindaba luz. Se echó al suelo, arrastrándose por aquella tierra hasta llegar a una de las esquinas y ver cómo todos estaban en el campo de entrenamiento, en la arena, y unos cuantos aún en el bosque. 

Pero lo que más le llenó de sorpresa y causó un revoltijo en el estómago fue ver muchos cuerpos tirados por todo el lugar, bañando el suelo con su sangre y hablando incoherencias para sí mismos, ya que sabían que su muerte estaba ahí mismo, esperando por su último suspiro. 

Era un ataque sin piedad. No, no era un ataque. 

Era una masacre. 

Se acercó a uno de los soldados muertos. Para ser sinceros, ni siquiera sabía quién era, pues no era tiempo como para recordar el nombre de aquel chico de tez clara y cabello azabache que tosía sangre con sus ojos cerrados, listo para morir. 

Tenía un arma en la mano, la cual TaeHyung le arrebató antes de colocarse detrás de un gran árbol. Juntó sus manos como si rezara, con el arma en medio, y dejó caer su frente en la extensión de la ancha pistola que tenía una forma cuadrada. 

"Solo cálmate, puedes hacerlo, puedes hacerlo", se repetía a él mismo, con sus ojos cerrados y tratando de recordar cualquier canción que lo hiciera desviar su enfoque por un rato. 


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