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Ꜥꜥֶָ֢🪖ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo 39

— Señor ministro, ¿puede calmarse, por favor? 

— ¡Ja! ¿Calmarme? ¿En serio me estás pidiendo que me calme? 

— Señor, usted es una figura política, no debe alterarse por esos problemas con las fuerzas armadas. 

— ¡Joder! — Coloca su pequeño vaso de vidrio en la mesa y, por causa del movimiento brusco, el whisky rebosa, mojando un tanto de los papeles en el escritorio — No es algo ligero, mis hijos están ahí. Debo sacarlos de esa base lo más rápido posible. 

— Puede mandar a alguien para que los saque de las fuerzas armadas. Según tengo entendido, los helicópteros pueden llegar al territorio con facilidad. 

— Debo ir yo personalmente, ya que por lo que pude hablar con mi hijo mayor, TaeHyung no quiere salir de la base. 

— Pero, señor... 

— Consigue un helicóptero para esta misma noche, iré a buscar a mis hijos. 

— Debería pensarlo mejor antes de ponerse en peligro. Si el presidente se entera de esto, las cosas van a ponerse feas. 

El peliblanco miró a su guardaespaldas con el ceño fruncido. 

— El presidente no lo sabrá, además, no puedo dejar que mis dos hijos permanezcan ni un día más en esa base. Quizás para mañana, pasando medio día, todos estarán muertos. 

— No entiendo cómo todo esto se salió de control — WangYeo acomodó la manga de su traje.

Su jefe y ministro estaba sentado en su silla frente a su escritorio, y él permanecía a su espalda. Sabía que toda la situación no se le hacía difícil al señor ministro, pues sus hijos corrían peligro. 

Todo el país corría peligro a estas alturas. 

— Nuestro presidente debería ser más inteligente — Dio un sorbo a su whisky — Corea del Norte piensa que estamos en unión con los Estados Unidos y ahora quiere cobrarnos nuestra supuesta traición. Sus armas nucleares son demasiado letales para nuestro país — Ladeó su cuello y de este salió un sonido a causa del trueno — Si el presidente hubiera sido claro desde un principio y no se hubiera hecho el muy valiente... Nada de esto estaría pasando. A causa de su insensatez, todo el país está en peligro ahora. 

— ¿Y qué pasará con la investigación del joven TaeHyung? — Sí, WangYeo conocía a TaeHyung desde que este apenas tenía un aproximado de cinco años. Desde que empezó a trabajar para la familia Kim como chofer, luego, al pasar de los años, se convirtió en mano derecha del señor MyungHee y ahora era su único trabajador de confianza, sirviendo como guardaespaldas, chofer y mensajero. 

— El coronel Jeon JungKook nunca me ha caído bien, y cuando varios soldados me presentaron quejas sobre él, supe que tenía que desenmascararlo ante el mundo como lo que era... Un explotador. Su manera de entrenar a los soldados es... inhumana, y ni siquiera me quiero imaginar los castigos.

Negó como si decir eso le diera dolor de estómago.

— TaeHyung llevaba dos años siendo muy astuto con el gobierno, a pesar de no estar metido de lleno en ciertas misiones, y recuerdo que para aquel entonces tenía dos opciones al haber cumplido la mayoría de edad — Levantó su dedo índice para comenzar a enumerar — La primera: ir a Canadá y buscar información sobre el gobierno de aquel país, ya que, según, las exportaciones eran robadas, pero obviamente era algo demasiado raro — Levantó su dedo medio para enumerar la segunda — La segunda misión: ir a las fuerzas armadas y dar testimonio sobre los tratos dados en aquel lugar, y si conseguía pruebas... mucho mejor. 

TaeHyung tenía trabajando para el gobierno desde que tenía dieciséis años, era astuto y, aunque no rendía para misiones que requirieran alguna fuerza física y algo relacionado con guerras... su mente era brillante y para él sacar conclusiones, atar cabos sueltos hasta llegar a la verdad, eso era lo suyo. 

— Mi hijo se aventuró por la segunda, y aunque me negué, él no obedeció. Pero me dijo que se enlistaría en la marina porque le gustaba, y eso no se lo discutí. Un día estaba hablando con mi amigo SeeGhyu, y me decía que NamJoon se enlistaría en las fuerzas armadas y que ahora tenía otro nombre: Song JaeHyun. Se lo comenté a TaeHyung, y por lo que mis contactos me informaron, se enlistó en las fuerzas armadas y no en la marina.

El peliblanco hizo una pausa, cogiendo aire en sus pulmones para poder continuar.

— TaeHyung me quiso ver la cara de imbécil, sé que decidió quedarse en las fuerzas armadas y él muy pilas piensa que no lo sé. Vaya, pendejo — Ríe un poco — Hace una semana, Joon se puso en contacto conmigo, diciéndome que ya TaeHyung sabía sobre su identidad. Al principio me sorprendí un poco, ¿sabes? — Alza sus cejas divertido hacia su amigo que estaba de pie con sus manos juntas hacia adelante, encima de la cremallera de su pantalón — No recordaba a mi hijo tan frío. 

— Ha de ser porque sabe que lo alejó de su familia. 

— Dios, pero lo hice para protegerlo. Tenía muchos enemigos en aquel entonces y amenazaron con matar a mi hijo mayor. Por eso lo mandé con mi amigo. 

Se levantó de su silla, dejando su vaso con whisky casi vacío. 

— No hay tiempo que perder, WangYeo. En la madrugada, los soldados de Corea del Norte invadirán nuestro país desde la frontera, y mis hijos no están seguros en ese lugar, así que debo sacarlos de ahí lo más pronto posible. 

— ¿Pero y los otros soldados? — Ambos ya estaban caminando fuera del despacho del peliblanco. 

— Ellos pueden morir defendiendo su país. A mí solo me importa sacar a mis hijos de ese lugar — El castaño mordisqueó su labio inferior mientras ellos yacían fuera de la mansión Kim — Llama a Andreas, él tiene un helicóptero disponible y sé que puede llevarnos a cualquier lugar por una buena cantidad de dinero — El castaño obedeció, sacando su teléfono y comenzando a teclearlo para llamar a Andreas. 

Era la hora de la cena y TaeHyung estaba caminando por los pasillos comiendo una manzana, pues no tenía mucho apetito de todas formas y solo quería echarse a dormir una larga siesta hasta las seis de la mañana, cuando tenga que calentar y empezar su entrenamiento normal. 

Ya no se duchaba en el baño del coronel, ahora era con sus compañeros, pero ninguno de ellos se propasaba con él, gracias a JaeHyun, todos le tenían temor a su hermano mayor. 

Hasta el mismo. 

Esa noche hacía un frío terrible. Cómo extrañaba los mimos y cuidados de su madre. Extrañaba ver a su padre, aunque lo viera solo un día a la semana. Había ido a varios países estudiando terrenos de misiones, pero tan solo cuidó documentos, no había pasado tanto tiempo lejos de casa. 

Aquí ni siquiera podía llamar. 

Estaba caminando mirando al suelo y entonces chocó con algo, o con alguien, y su manzana cae al suelo. No pasó mucho tiempo cuando el contrario se agacha y agarra su manzana. TaeHyung lo recorrió desde los pies hasta la cabeza. Era el coronel. 

— El capitán HoSeok me dijo un día que si un alimento se cae al suelo y lo recoges antes de que pasen cinco segundos... entonces no está sucio — Limpió la manzana con la tela de su chaqueta que cubría su antebrazo. La manzana solo tenía dos mordidas — Ten. 

Se la extendió al azabache y este, con un asentimiento de cabeza, la agarró. Ambos estaban nerviosos, pero obviamente no lo demostrarían.

— Una manzana no va a tenerte fuerte para los entrenamientos de ayuna — JungKook habló, tenía que alivianar la tensión, pero después de lo ocurrido, era difícil. 

— No tengo hambre, coronel — Responde Kim de forma fría antes de dar otro mordisco a su manzana.

JungKook no podía apartar sus ojos de los abultados labios de Kim, húmedos por el jugo de aquella maldita fruta, e incluso sentía envidia de que ese néctar mojara esos bellos labios. 

TaeHyung se sentía intimidado por la mirada del mayor y solo se dedicó a mirar el suelo con suma tranquilidad. TaeHyung terminó de masticar, pero la porción digerida fue como un gran peso al caer en su estómago debido a los nervios y ansias de lanzársele encima al rubio para besarlo como lo habían hecho días atrás. 

JungKook notó unas migas de manzana en la comisura de los labios de TaeHyung, así que, sin negarse a sus deseos, llevó su dedo pulgar hasta esa zona para apartar lo sobrante de la manzana. TaeHyung, al sentir el dedo del mayor, solo se tensó y su mirada se encontró con la del mayor. 

Tan hipnotizante. Lo que comenzó como un acto de limpieza se convirtió en caricias leves en la mejilla de TaeHyung. 

— Tan bello — Soltó JungKook sin importarle nada. TaeHyung frunció los labios. 

— Es raro ese halago viniendo de un heterosexual — Bien, sabía que no sería muy lindo sacar eso en este momento "romántico" donde pareciera que nada más existiera a su alrededor, pero vamos, aún estaba dolido. 

JungKook hizo una mueca y apartó la mano del rostro contrario. 

— Sí, supongo, pero no debería ser raro del hombre que folló contigo — Sus palabras tenían veneno y, lastimosamente, estaban envenenando al menor hasta el último rincón de su cuerpo — Deja de decir eso de una vez, TaeHyung — JungKook atrajo el cuerpo de Kim rodeándolo con su brazo por la espalda hasta que sus pechos quedaron apegados. 

— S-suéltame, coronel — El cuerpo de TaeHyung parecía gelatina por los repentinos temblores. 

— Alimaña. TaeHyung estúpido — Olfateó el lacio cabello de Kim, llenando sus fosas nasales con su olor dulce. Demasiada ternura le hubiera parecido empalagosa antes, pero ahora era relajante — Te odio tanto. 

"Odio que me gustes tanto", pensó JungKook. Eso era lo que quería decir en realidad. 

— Uff, qué bien me hace sentir eso — Dijo TaeHyung sarcástico, poniendo los ojos en blanco — Suélteme de una vez. 

— No. 

— Suélteme. 

— No quiero. 

— JungKook...

— TaeHyung... 

— Suéltame.

— No. 

— ¿Qué acaso no está escuchando que lo suelte? — Una voz intrusa interrumpió la "pequeña" discusión de Kim y Jeon. Estos miraron a aquel hombre, JungKook girando su cabeza hacia atrás y TaeHyung viendo por encima del hombro del rubio. 

TaeHyung abrió sus ojos como platos al ver de quién se trataba. 

Era WangYeo, el guardaespaldas de su padre. ¿Qué hacía aquí? 

JungKook se quedó confuso porque nunca antes había visto a ese hombre. 

— ¿Se puede saber quién es usted? — Dijo JungKook con molestia. 

— No creo que eso deba importarle. El Ministro Kim MyungHee quiere hablar con usted, lo está esperando en su oficina. 

— ¿Y qué quiere el señor ministro hablar conmigo? — JungKook no soltaba a TaeHyung por ningún motivo — No me fue informada de su presencia. 

— Debe averiguarlo por usted mismo — El rubio no tuvo otra opción que romper el contacto con TaeHyung lentamente. Le dio una última mirada al menor y le acarició la mano antes de irse tras aquel sujeto.

TaeHyung iba a comenzar a caminar con ellos, pero un jaloneo en su brazo lo detuvo, haciendo que se quejara de dolor. 

— No vayas, TaeHyung — Era JaeHyun. 

— ¿Sabías de esto, JaeHyun? — TaeHyung se sintió dolido. 

El moreno asintió y soltó a su hermano menor. 

JaeHyun estaba al tanto de todo, y más que nada... tenían que salir de la base antes de que comenzara el ataque. 

Sin duda, todos morirían.


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