Ꜥꜥֶָ֢🪖ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo 35
TaeHyung llegó a la habitación que compartía con aquellos soldados. La mirada de todos recayó en él cuando se acomodó en su cama para disponerse a dormir. Estaba de más decir que ellos sabían que él no dormía allí, pero lo loco de todo eso era que no sabían dónde el culón pasaba la noche.
Se carcajearían si supieran que las últimas noches las había pasado con el coronel. Imposible.
JaeHyun llegó momentos después, viendo al menor mientras se sacaba sus botas y seguía con el resto de su uniforme. Todos lo miraban con hambre, pero TaeHyung estaba tan desconcertado con los últimos sucesos que… si querían mirarlo, que lo hicieran. Él solo quería dormir tranquilamente para que mañana pudiera resolver un poco sus ideas y este asunto.
¿JaeHyun sabía que él era su hermano? ¿Por qué nunca se acercó y le dijo algo? Esto era tan irritante, y para completar, el combate cuerpo a cuerpo de hoy lo había acercado más a la realidad con el coronel. Tenía que hacer lo posible para no involucrarse más con él, o de lo contrario, las cosas no podían salir bien entre un soldado y un coronel, ¿verdad?
JaeHyun volteó, encontrándose con sus compañeros casi babeando cuando TaeHyung yacía solo en bóxer al lado de su cama, colocándose una camisa blanca de pijama.
— ¿Acaso no tienen oficio o qué?
Sus compañeros salieron de su trance, volviendo a lo que sea que estuvieran haciendo anteriormente. Por lo menos JaeHyun logró que aquellos dejaran de violarse a su hermano con la mirada.
TaeHyung parecía ajeno a toda aquella situación - aunque todo se debía a él -. Sin embargo, solo quería dormir. Se colocó su pantalón de pijama blanco, que tenía unos puntos de color celeste y rosa pálido. Demasiado tierno para alguien de solo dieciocho años que estaba en una base militar.
Los demás lo miraban por el rabillo del ojo. De ellos salían suspiros soñadores por el pequeño azabache, quien se acostó en esa dura cama, cubriéndose con la delgada manta de color verde militar.
¿JaeHyun se quedaría a dormir en su misma habitación? Se preguntó a sí mismo. Estaba más que claro que el moreno dormía en otra habitación.
"Seguramente lo cambiaron a esta habitación mientras yo no dormía aquí"
Sí, esa era la única explicación de esto.
Notó cómo sus compañeros se empezaban a desvestir para ponerse sus pijamas. TaeHyung cerró sus ojos, simulando dormir. No quería verlos desnudos. ¡Dios!, el único cuerpo que deseaba ver sin ropa era el del coronel Jeon, poder tocarlo, besarlo. Quería admirarlo y permanecer bajo ese cuerpo duro mientras ambas pieles se adornaban con un color aperlado debido al sudor.
No tenía que estar pensando en eso, pero le era inevitable.
Un fuerte ruido sonó en la parte de afuera. Una explosión. TaeHyung cayó al suelo y se encogió en el pequeño hueco entre su cama y otra. Su cuerpo temblaba de sobremanera, y los nervios aumentaron cuando las sirenas de la base comenzaron a sonar, anunciando algún peligro o, en uno de los peores casos... un ataque.
Todos corrieron hacia afuera. Se escuchó otra explosión y, esta vez, fue más cerca de su habitación. Gritó de miedo, incapaz de moverse. Su corazón latía frenéticamente, queriendo salir de su pecho.
Otras dos explosiones más, y TaeHyung parecía drogado por el temor acumulado en su cuerpo y las ganas de gritar.
— ¡TaeHyung, sal de ahí, mierda!
¿Quién lo llamaba?
Ni sabía quién era, tampoco sabía quién llevaba su cuerpo encima de aquel hombro fuera de la base.
Todo parecía estar contra el tiempo y, al mismo tiempo, tan lento como una cámara lenta.
Ahora estaba sentado en las escaleras que llevaban a la entrada de la base. Varios golpes sobre su mejilla... unos más fuertes que el anterior, pero su cuerpo no respondía. Y no fue sino hasta que el golpe fue una gran bofetada que lo hizo reaccionar.
— ¡TAEHYUNG, DESPIERTA!
El nombrado vio hacia el frente, y era JaeHyun con una expresión de preocupación que TaeHyung nunca había visto en su rostro. Rodeó el cuello del azabache con sus manos y juntó sus frentes. Kim parpadeaba repetidas veces, acostumbrándose a la realidad.
— Gracias a Dios — Susurró — Te perdiste por un tiempo, ¿sabes?
— Me pasa seguido, no te preocupes — Respondió, quitándole importancia a lo ocurrido hace unos momentos.
JaeHyun lograba que pudiera hablar con fluidez, y la cercanía no lo ponía nervioso. Era su hermano, a final de cuentas.
— ¡TODOS FÓRMENSE! ¡YA! ¡YA!
Era la voz del coronel.
Estos dos fueron a sus puestos donde siempre se formaban cuando entrenaban. Eran las diez de la noche. TaeHyung, como siempre le tocaba, estaba detrás de Jackson y JaeHyun dos filas más lejos.
— Por lo que pudieron apreciar hace poco... fueron lanzadas unas granadas.
Todos se miraron entre sí.
— ¿Un ataque, coronel? — Preguntó uno de los soldados.
— No, parte del entrenamiento.
Todos abrieron abruptamente los ojos.
— En pocas palabras, fui yo quien las lanzó, y me siento verdaderamente decepcionado de su huida. Apenas escucharon la primera granada, tenían que salir listos con sus armas. Pero veo que ni para correr sirven.
"¿Entonces fue JungKook?"
Dios, esto era terrible.
Y al coronel se le veía muy molesto. El coronel no era hombre de sonreír mucho, ni siquiera parecía amable. Pero ahora estaba peor que de costumbre: su ceño fruncido, sus brazos cruzados sobre su pecho. Eso debería ser algo normal del coronel, pero no. Parecía como si, a su alrededor, todo en él se extendiera en puro peligro.
— Qué decepcionado me siento.
Negó repetidas veces y miró al menor, justo a esos ojos llenos de inseguridad y temor.
— Muy decepcionado.
Kim se removió en su puesto. Ahora que se podía concentrar un poco más, se dio cuenta de que sus compañeros tenían pantalonetas - seguramente para dormir - y otros seguían con sus uniformes puestos o a medias. Lo cómico, por así decirlo, era que él era el único con esa pijama tan... peculiar.
Dios, qué vergüenza sentía.
— Corran — Dijo JungKook, pero ninguno se movió. ¿Por qué tendrían que correr?
El coronel hizo una seña a uno de los otros guardias, y este se acercó con un gran bolso entregándoselo. Jeon lo abrió y todos se alejaron casi temblando. Aquel bolso tenía una gran cantidad de granadas.
— Tengo una mejor idea — Agarró una granada, moviéndola en su mano como si fuera una simple pelota — ¡Al campo de entrenamiento, AHORA!
Todos corrieron hasta aquel lugar como si fueran una manada de búfalos desesperados. JaeHyun se acercó a TaeHyung; tenía que cubrirlo y mantenerlo vivo, pues lo de hace rato lo preocupó y tenía la sospecha de que lo que vendría ahora... no sería agradable. ¿En qué estaba pensando su hermano cuando se alistó aquí? Era lógico que no había superado su... problema.
Llegaron al lugar y empezaron a escuchar explosiones a sus espaldas. Lo más loco de la situación era que del otro lado del campo estaban otros soldados, los cuales no habían visto nunca en la base. Se veían más maduros y con evidente experiencia. Caras de asesinos seriales.
JungKook llegó momentos después.
— Agarren el arma que deseen — Señaló a las armas que reposaban en una gran pared de madera y varias mesas del mismo material.
Los soldados fueron y agarraron la que mejor pinta tenía, a excepción de TaeHyung, que solo agarró un puño de acero y un cuchillo ciervo Deer Stag.
Ya todos con sus armas en mano, regresaron donde habían estado anteriormente. Todos tenían armas de fuego, menos TaeHyung.
— Ahora sí — Jeon quitó la tapa de la granada que tenía en su mano y la lanzó en medio del campo — Corran.
Disparos y más disparos por todos lados, tan cerca de sus cuerpos, pero al mismo tiempo tan lejos. Tenían que pasar el campo de entrenamiento, y, muertos de miedo, empezaron a correr por aquel lugar, pasando las trampas y pruebas al pendiente de que las balas de aquellos desconocidos soldados no los lastimaran. Ellos disparaban, pero eran muy malos con la puntería... o eso querían pensar.
TaeHyung estaba arrastrándose por aquel suelo lleno de lodo espeso, y su ropa blanca seguramente no tendría salvación ni con la mejor lavandería del país. Su cabello también estaba lleno de lodo, al igual que sus mejillas. Los alambres de púas que estaban arriba de aquella piscina de lodo raspaban sin compasión la piel de sus brazos y rasgaban su camisa.
Todos gritaban con desesperación cuando casi los herían, y las pruebas eran la causa de sus dolencias.
De un momento a otro, su pantalón de pijama quedó atorado con una de las púas que estaban a los lados. Su mente hecha todo un desastre, su cuerpo sufriendo con tantos temblores y ahora atorado con una púa... ¡Perfecto!
Dada la situación, se deshizo de su pantalón y siguió arrastrándose hasta ya estar fuera de la tortuosa prueba. Miró hacia la derecha... y ahí estaba ese hijo de puta, parado con aquellos aires de grandeza. Pero aunque quisiera decirle que lo odiaba con todo su ser por ponerlos en esta situación... también quería correr y abrazarlo, rogarle, suplicarle que parara esto de una vez, que lo sacara de ahí porque no sabía cuánto más podía aguantar.
JungKook lo vio y no supo descifrar la mirada del menor. Su cuerpo estaba todo sucio, y en sus brazos se asomaba aquel líquido carmesí. Sus piernas descubiertas, solo tenía puesta aquella camisa raspada por todos lados, como si un gato fiera la hubiera tenido en su poder para arruinarla. También tenía su bóxer negro puesto... solo eso.
Quería correr y sacarlo de ese campo, llevarlo hasta su cuarto, ayudarlo a bañarse y acariciar su cabello negro hasta que Morfeo lo venciera. Pero no podía hacer eso.
Por lo menos no hasta que acabara el entrenamiento. Y después de que TaeHyung se haya comportado de aquella manera con Song... duda que pueda hacer algo con Kim. Era el coronel, el coronel de esa base, y solo debe entrenar y disponer tareas, hacer que prevalezca el orden. Pero si está con TaeHyung, no puede concentrarse como debe.
TaeHyung solo seguía mirando a JungKook; en cierta forma hacía que mantuviera su cabeza concentrada en mirarlo y no solo en preocuparse por los fuertes sonidos de los disparos a su alrededor.
Un golpe en su pecho hizo que mirara al frente. Aquel golpe lo dejó sentado en el duro pavimento. Era uno de esos altos soldados, parado allí, dispuesto a dispararle. Pero entonces TaeHyung vio de repente cómo este caía desplomado en el suelo. Gritó de horror y miró hacia atrás, dándose cuenta de que fue JaeHyun el que había dado un golpe en la cabeza del soldado.
— ¿Estás bien? — TaeHyung quería decirle que sí... pero sería la mentira más grande del universo, y por eso negó.
JaeHyun rasgó la camisa contraria, se despojó de su chaqueta y se la dio para que se la pusiera. Así lo hizo TaeHyung.
— Vamos, párate, TaeHyung. Hay que darnos prisa — El menor se levantó con cuidado y comenzaron a pasar por aquel campo.
JaeHyun se encargó de espantar con su arma a aquellos que intentaban hacer algo contra él y su hermano.
JungKook estaba que lanzaba fuego por la boca. No le gustaba la cercanía de Song y Kim, de verdad que no. Y por la forma en que lo resguardaba y se preocupaba... seguramente tenían algo aquellos dos. Agarró tres granadas en sus manos para tirarlas en aquel campo y asegurándose de que no lastimaran a ninguno de los soldados.
Pero a TaeHyung el simple sonido lo lastimaba, le removía hasta las entrañas. Las granadas explotaban, y de un momento a otro ya estaba de rodillas en el suelo, golpeando sus oídos con sus puños, gritando maldiciones con intenciones de que sus fuertes gritos fueran más altos que aquellos tortuosos sonidos. Sus ojos cerrados y JaeHyun sacudiéndolo por los hombros, notando la errática respiración de su hermano.
La situación fue preocupante hasta para JungKook. Un repentino miedo lo arropó de pies a cabeza por el chico que estaba allí, a unos quince metros lejos de él, y parecía que enloquecería pronto.
TaeHyung estalló.
Salían unas largas líneas de sangre de su nariz y llegaban fácilmente hasta sus grandes labios. JaeHyun dejó su arma a un lado, importándole un comino si lo herían. El cuerpo de TaeHyung se encogió y no dejaba de gritar.
— ¡DÉJENME! ¡PAREN DE UNA MALDITA VEZ! — El sonido de las explosiones no dejaba que otros, aparte de JaeHyun, oyeran sus súplicas.
Entonces, su cuerpo presentó movimientos parecidos a las convulsiones. Sin embargo, solo fueron unas tres veces que su cuerpo se sacudió; ahora estaba desmayado en los brazos de su hermano, el cual no dejaba de pedir ayuda por su hermano menor.
Y entonces fue cuando JungKook dio un disparo al aire, y todo quedó en tranquilidad.
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