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Ꜥꜥֶָ֢🪖ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo 16

— ¿Te quedarás los próximos tres meses? — El azabache miró hacia el suelo, dudoso.

El doctor Im se tomó el atrevimiento de pasar su amplia y gran mano por la espalda del menor, tratando de darle confianza e invitándolo a hablar.

— N-no lo sé.

Hasta hace un día estaba más que seguro de irse a la marina, como había sido su plan inicial, pero después de aquel trato tan raro del coronel, había estado reflexionando mejor. En cierta forma, se sentía mejor. No es que quisiera obtener algo más del coronel Jeon, pero al menos podría quedarse los próximos tres meses y luego ir a la marina. Quizás podría aprender más con este entrenamiento. Solo deseaba llevar las cosas en paz, sin ganarse problemas con el coronel; y al parecer, las cosas no estaban tan tensas como al principio. A juzgar también porque ambos compartieron la misma ducha a solo un metro de distancia y, no obstante, hasta le enjabonó la espalda.

— Creo que podría quedarme los próximos tres meses.

YoJun llevó sus manos hasta su cadera, soltando un suspiro desganado. Era más que consciente de que TaeHyung le gustaba, pero no quería tener al chico todos los días en la enfermería debido a lo que le esperaba en los próximos días. El verdadero entrenamiento empezaría pronto y no quería que el menor pasara por eso.

Él era el doctor de la base, y no recordaba cuántos soldados había tenido que curar, cosiendo sus pieles rajadas, aliviando sus quemaduras, o amputando instantáneamente alguna parte de sus cuerpos, porque de no ser así, las consecuencias serían peores. No podía imaginar eso para TaeHyung y, aunque no lo quería lejos... prefería tenerlo lejos que en peligro.

— No creo que debas quedarte, TaeHyung; el verdadero entrenamiento está a punto de empezar. Te considero un buen amigo y no quiero que te pase nada — Dijo, mientras su mano se dirigía hasta los cabellos negros del menor, acariciándolos con cariño.

— ¿Debería preocuparme por eso? Yo creí que... — Levantó su cabeza y sus ojos se encontraron con los del más alto — Lo peor había pasado.

— Me temo que no es así. Si viniste aquí para enlistarte en la marina, ¿por qué decidiste enlistarte en las fuerzas armadas? Ambas tienen un arduo entrenamiento, pero al mismo tiempo son muy diferentes.

— Y-yo no quería estar aquí, Hyung, pero tuve que hacerlo. Tengo que continuar — Sus ojos se humedecieron.

— Pero no entiendo cuál es el empeño que tienes en quedarte. ¿Qué es lo que te ata aquí?

El menor mordió su labio inferior con nerviosismo.

— No es algo que me guste hablar. Es algo personal.

Im asintió.

— Me quedaré — Dijo firme, y el mayor cerró sus ojos desganado. No quería que TaeHyung saliera lastimado... no más de lo que ya lo había sido.

— Es tu decisión, y la respeto.

Apartó su mano del cabello ajeno, pero el menor agarró su mano en un rápido movimiento, dejándolo sorprendido. Miró a las manos del menor sostener su muñeca. Sus miradas se encontraron.

— No se preocupe tanto por mí, Hyung; si algo me llegara a pasar, usted siempre estará para curarme, ¿verdad? — Sonrió, y el mayor imitó su gesto.

— Por supuesto que sí, pequeño — Con su mano libre, pasó sus largos dedos por los nudillos del azabache — Pero trata de cuidarte, no te metas en problemas.

— Trataré de hacerlo, Hyung.

— No lo trates, quiero que te mantengas fuerte y sano, TaeHyung. Eres tan lindo, y ese entrenamiento que está por venir va a ser tan despiadado contigo que...

El menor estaba atónito; sus mejillas ya estaban rojas y sus ojos abiertos como platos. ¿Le había dicho lindo?

— Temo que algo malo pueda pasarte.

El menor supo que, al menos, alguien estaba preocupado por él de verdad y no solo actuaba para ganarse su atención.

Im YoJun era un gran tipo, no negaría que sería el hombre ideal para cualquier mujer o, incluso, para cualquier hombre. Era el partido perfecto; exitoso, amable, inteligente, respetuoso, protector - pero sin llegar a ser meloso -; tenía unas facciones fascinantes, dignas de admirar. Su cuerpo estaba bien formado, y a pesar de no tener bíceps resaltados, su figura era atrayente y se podría decir que hasta "manoseable". TaeHyung no tendría que pensarlo dos veces para admitir que podría enamorarse fácilmente de un hombre como Im YoJun.

— N-no voy a lastimarme, YoJun — Soltó en un susurro, bajando su cabeza — Así que no se preocupe.

— Me es imposible no preocuparme. Eres tan hermoso que...

— ¡Hyung! — Exclamó algo escandaloso — Deje de decir eso, por favor. Hace que me avergüence.

El mayor se agachó frente al menor, rodeando con sus grandes manos las contrarias. El simple tacto se sentía tan bien y cálido. Electrizante, pero al mismo tiempo tan tierno y suave.

— Solo digo la verdad, bonito — El silencio era un tanto incómodo, pero no tanto. TaeHyung se exaltó al sentir los nudillos del mayor acariciar su mejilla, dándole muchas emociones — Solo es la verdad.

No sabe cuándo, no sabe cómo, pero... el mayor se alzó un poco hasta llegar a los labios del menor y lo besó rápidamente. No fue exigente ni pidió cooperación; al menos, pues YoJun no quería forzar al azabache a algo tan repentino como esto. Estaba más que claro que Kim lo traía saltando de un pie, pero el menor era tan tierno y pequeño que aceptaría hasta que este le disparara justo al corazón, y aún así, se le haría tierno. Sabía que TaeHyung era de esos chicos por los que vale la pena arriesgar hasta la última gota de sangre.

Pasaron unos minutos y el menor reaccionó, volviendo a la realidad.

— N-no sé qué decir.

— No necesitas decir algo; si quieres, puedes olvidarlo.

TaeHyung bajó lentamente de la camilla, sintiendo su corazón palpitar con fuerza. Esto lo había tomado por sorpresa. Caminó a paso lento hasta la puerta, agarrando la perilla, girándola y abriéndola por completo. No sabía qué hacer, y mentiría si dijese que no le gustó; fue tan repentino, pero lindo. Una sonrisa tonta se coló en sus labios.

— Yo no lo haré, aun si tú lo haces — TaeHyung se giró con el ceño fruncido hacia el doctor, por lo que acababa de decir. ¿A qué se refería con eso? — No podré olvidarlo y mucho menos me arrepiento.

El azabache se enrojeció hasta las orejas y su mano tembló sobre la perilla. Im sonrió ladino antes de darle la espalda, empezando a arreglar todos sus documentos. El menor salió del consultorio del castaño, sintiendo una loca cantidad de emociones.

Agente Kim, ¿Está seguro de no ir a la marina?

— Más que seguro.

¿A qué se debe su repentino cambio de opinión? Su padre no estará muy feliz de que permanezca en ese lugar.

— Eso ya lo sé, señorita Karen, pero véalo por el lado bueno. Si me quedo aquí los próximos tres meses, podré obtener más pruebas sobre los tratos que se dan aquí; con lo poco que tengo, ni siquiera llegaría a dar una declaración digna.

Joven Kim, ya ha permanecido en ese lugar un mes. No me gustaría imaginar lo que le deparan los próximos tres meses; se dice que el entrenamiento es cada vez más tortuoso — La agente Karen sonaba nerviosa y un tanto preocupada.

— Confíen en mí, al menos una vez... Además, si sigo aquí, podré encontrar a ya sabe quién y traerlo de vuelta a casa.

Se escuchó un suspiro cansado al otro lado de la línea.

Está bien, agente TaeHyung. Solo me queda desearle suerte y pedirle que se cuide. Todavía me arrepiento de haberle dejado aceptar esta misión; usted es muy joven, y este tipo de casos no son para usted.

— Eso no quita el hecho de que pueda lograrlo, y no es su culpa... Yo mismo lo elegí.

Cuídese mucho, TaeHyung.

— Lo haré. Ahora debo colgar; si descubren que estoy llamando desde el teléfono de la cocina, me castigarán.

Adiós.

— Adiós.

TaeHyung colgó el teléfono en su lugar y salió con cuidado de la cocina. No sería nada agradable que lo descubrieran haciendo una llamada cuando eso estaba prohibido.

«Yo, soldado Kim TaeHyung, he decidido permanecer en servicio de las Fuerzas Armadas por los próximos tres meses. Al término de este periodo, me enlistaré para hacer el cambio a la marina. Todo por el bien de nuestro país, bajo mis propias decisiones.

Atentamente, 
Kim TaeHyung»

TaeHyung entregó la carta al coronel Jeon.

— ¿Y esto qué es? — El coronel giró la carta un par de veces, observándola.

— Es una carta que usted debe enviar a la capital. Anuncia mi estadía aquí durante los próximos tres meses.

JungKook lo miró interrogante desde su silla. TaeHyung permanecía de pie frente a su escritorio.

— Y yo que pensaba que apenas cumplieras el mes saldrías corriendo de aquí — Dejó el sobre en el escritorio — ¿Por qué quieres seguir aquí, TaeHyung?

Y aquí vamos de nuevo... llamándolo por su nombre. En serio, solo hacía falta que lo tutease un par de veces, ¡y wow! Su nombre en esa voz sonaba tan bien.

— Solo... solo tengo algo que cumplir — Respondió, mientras su mirada recorría toda la oficina del coronel. Muchos trofeos, medallas, cuadros y reconocimientos adornaban las paredes pintadas en un color marrón sombrío e insípido. ¡Pero claro! ¿Qué se podía esperar del coronel Jeon JungKook?

— Muy bien, supongo que debo alegrarme porque no te vas — El coronel juntó sus manos, dejándolas sobre el escritorio. Miró al azabache con una ceja alzada y algo de gracia.

— No, para nada, coronel — TaeHyung negó varias veces, manteniendo su tono de voz firme — No debe alegrarse por pequeñeces como esas.

— Tienes razón — Asintió lógicamente — Pero me alegra que puedas quedarte. Apenas ha pasado un mes y me veré tan feliz de verte arrastrándote mientras intentas cumplir con el entrenamiento feroz que se les viene. Será un gusto.

Su intención era intimidar al menor, pero claramente no lo logró. TaeHyung tenía mucho que hacer en ese campo de acción, y mejor aún si entre esos soldados estaba su hermano.

— El gusto será mío, coronel — Sonrió — Pido permiso para retirarme.

JungKook lo pensó un poco, haciendo muecas con la boca.

— Permiso concedido.

TaeHyung hizo una reverencia no muy inclinada y giró sobre sus talones, dirigiéndose hacia la puerta.

— Si fuera tú... me marcharía, TaeHyung.

Ya van tres veces. ¿Acaso ya se le estaba haciendo costumbre llamarlo por su nombre y no por su apellido? Pero era tan sexy que... ¡No! ¡No! ¡Y no! No podía tener ese tipo de pensamientos hacia alguien como el coronel; no podía. Ese hombre era un monstruo disfrazado de hombre... de hombre sexy.

— Usted no es yo... así que no me marcharé, por lo menos no por ahora — Giró su cabeza, haciendo contacto visual con el rubio. Ambas miradas no transmitían más que desafío.

JungKook siempre intentaba intimidarlo con su mirada, como hacía con los demás, pero TaeHyung se mantenía firme, y eso hacía que para el mayor resultara mucho más interesante. La mirada del coronel transmitía algo más que simple desafío; había en ella un toque de diversión, juzgando también por su sonrisa socarrona.

TaeHyung salió por completo de la oficina con el corazón latiendo a mil. Sentía que en cualquier momento se le saldría del pecho. Consideraba al doctor YoJun como el hombre perfecto, pero en el coronel JungKook encontraba algo indescriptible... algo diferente que lo sacaba de sí mismo.


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