Ꜥꜥֶָ֢🪖ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo 4O
JungKook entró a su oficina encontrándose con aquel hombre de cabello blanco, un hombre muy importante para el país. El veterano yacía sentado en su silla, lo cual llevó al coronel a arquear una ceja. MyungHee, por otro lado, debía decirle todo al coronel, pues no le agradaba el rubio y tampoco le importaba lo que fuera a pasar con él... Pero tenía que ponerlo alerta ante el ataque, ya que solo el presidente y hombres importantes allegados al presidente sabían de aquel atentado "Sorpresa".
— Buenas noches, coronel — El peliblanco hizo girar su cuerpo mientras seguía sentado en la silla — Bonita oficina, los coroneles tienen muchos lujos por lo que veo.
Lógicamente, el comentario fue hecho con malicia y JungKook no era para nada tonto, así que respondió:
— ¿A qué debo el honor de su visita? — Directo al grano, JungKook era así y ni siquiera porque fuera el mismísimo presidente iba a dejarse intimidar — Supongo que un tan respetado ministro como usted no vendría a verme solo porque quería verme en persona, ¿o me equivoco?
WangYeo, quien permanecía recostado en la puerta, alejado de la situación, no mentiría si dijera que no quería matar a aquel tipo por referirse hacia su jefe con tal insolencia. Sacó su arma para apuntar al coronel y, aunque en sus planes nunca tenía como opción dispararle, quería amenazarle para bajarle los humos.
— Yo que tú, bajaría esa arma ahora mismo — Escuchó decir al rubio. WangYeo y MyungHee se miraron con suma impresión. ¿Acaso tenía ojos en la espalda o qué?
El mayor de todos hizo una señal con su arrugada mano por la vejez para que su guardaespaldas bajara el arma. WangYeo obedeció a regañadientes.
— Tiene razón, coronel — Sonó sus dedos con aprobación — Yo no vendría a este lugar si no fuera por algo importante.
— Eso me queda más que claro, señor ministro.
— Pues, si es tan amable, me gustaría que tomara asiento — El peliblanco dijo, pero obviamente JungKook negó.
— Así estoy bien — No permitiría que nadie, ni por muy ministro que sea, le diera órdenes en su propia oficina.
— Como guste.
— ¿Para qué ha venido papá? — TaeHyung mordisqueaba su dedo pulgar y su pierna se movía con nerviosismo de arriba hacia abajo con rapidez, mientras él y su hermano yacían sentados en el pasillo fuera de la oficina del coronel.
No se atrevía a ir de curioso e interrumpir y, en caso extremo, pegar la oreja en la puerta. Pero la duda lo estaba consumiendo.
— Contéstame, JaeHyun — Dejó de morderse el dedo para propinar un puñetazo en el hombro de su hermano al saber que este no tenía intenciones de responderle. JaeHyun lo miró con una mueca que parecía transmitirle un bonito y merecido "Jodete".
Antes de que el piel morena respondiera ante las preguntas de su hermano, se escucharon unos pasos acercarse y entonces ellos miraron hacia donde provenían estos pasos. WangYeo se acercaba a ellos y, al estar a solo un metro de distancia de los hijos de su jefe...
— Vengan conmigo, el señor MyungHee necesita hablar con ustedes — Los menores se levantaron a una velocidad sorprendente para empezar a caminar tras WangYeo. Aquel guardaespaldas tan conocido para TaeHyung y desconocido para JaeHyun.
— Entiendo — JungKook frunció los labios.
El ministro ya le había dicho toda la situación y lo que se avecinaba para su base, sus soldados y el país. Esta vez sí estaba jodido hasta el cuello, pues las veces pasadas, cuando tenía que enfrentar a los soldados que se interponían en su camino, tenía apoyo del gobierno, la guardia nacional y la marina. Pero ahora tendría que luchar contra esos desalmados en cantidades considerables y, seguramente, utilizarían el mar para llegar a ellos de frente. Eso, sumando los que vendrían por tierra para sorprenderlos entre los árboles, hasta atacar sin vacilar. Estarían rodeados.
— Eso es de lo que tenía que informarle, coronel, la situación entre los países amigos y hermanos afecta únicamente a la ciudadanía. Lamento decirlo, pero es algo que se salió de las manos de todos — El hombre de traje elegante movió un poco su corbata.
— Mis hombres morirán ahí, deben mandar refuerzos para controlar la situación — JungKook ya estaba alterándose. Por lo que podía deducir, todos morirían y, con suerte, mantendrían entretenidos a aquellas escorias por un tiempo. ¿Y luego qué?
— Un soldado debe estar orgulloso de morir por su país, ¿No es así? — Pasó su mano por detrás de su cuello como si tan solo hablar le otorgara molestia — Coronel.
— Por supuesto que es un orgullo, pero de poder mantenerse con vida también es gratificante — Cruza sus brazos sobre su fuerte pecho.
— Nadie en el país está seguro, coronel, así que, ¿para qué negarse a la realidad?
Jeon quería agarrar el cuello de aquel viejo con notorias arrugas y aventarlo hacia la pared, agarrar su cabello blanco y estrellar su cabeza una y otra vez en el suelo hasta dejarlo inconsciente. O, con mucha suerte, lograría matarlo. Anciano arrogante, despreciable y detestable. Eso era aquel viejo que estaba sentado en su silla de oficina como si esta le perteneciera.
— Una última cosa; no he venido aquí solo para decirle esto, ya que podía haber llamado, pero tengo que llevarme ciertos soldados conmigo — Y como si sus palabras hubieran sido algún tipo de antesala, la puerta se abrió dejando ver a tres figuras masculinas. JungKook se giró y su ceño se frunció al instante — Coronel Jeon, le presento a mis hijos, Kim NamJoon, o bueno, Song JaeHyun y Kim TaeHyung.
JungKook abrió los ojos hasta más no poder, viendo a Song y a TaeHyung sin poder creerlo. ¿En realidad eran hermanos aquel par que lo hizo pensar que tenían algún tipo de relación amorosa? TaeHyung tenía la cabeza agacha y no podía mirar al rubio a la cara. JaeHyun parecía ajeno ante todo lo ocurrido, aunque todo estaba centrado únicamente en él y su hermano menor. WangYeo cerró la puerta y se colocó como había estado antes de que su jefe le hiciera una señal con la mano para ir a buscar a los menores.
— Ellos vienen conmigo, son mis hijos y tengo todo el derecho en llevármelos.
Obviamente, TaeHyung no sabía sobre aquel atentado hacia el país, así que no sabía la razón de que su padre estuviera ahí ahora, diciendo que se los llevaría. ¿Desde cuándo sabe que él no estaba en la marina?
— TaeHyung, hijo — Se dirigió primero hacia el menor para que este alzara la cabeza. TaeHyung era el único que no sabía nada, por lo cual debía mantenerlo al margen porque, sabiendo lo terco que es, de seguro no querría irse — Se han presentado unos problemas con tu madre y quiere verlos.
Mintió, pero sabía que su esposa era la debilidad de TaeHyung.
— ¿Qué le ha pasado a mamá? — Se acercó al escritorio, pasando por el lado del rubio para quedar más cerca de su padre — ¿Es grave? ¿Tiene que ver con su salud?
— Ha tenido una recaída por la tensión, nada fuera de lo normal, pero insiste en que quiere verlos.
— Pero, padre... — TaeHyung no era de negarse cuando se trataba de su madre, pero no quería irse — No puedo irme ahora, todavía debo entrenar aquí.
JungKook no sabía cuál era el empeño del menor en seguir en la base. Él no tenía madera para esto de la violencia y su fobia no le favorecía. Le restaba puntos de manera inigualable. Pero lo que JungKook no sabía era que TaeHyung tenía una buena razón para seguir ahí, y es que TaeHyung no quería estar lejos de JungKook, aun cuando este le lastimara hasta la última fibra de su cuerpo. Tanto física como emocionalmente.
— Luego puedes volver si lo deseas — Esas palabras fueron tan mentirosas, pero MyungHee supo camuflajearse con una sonrisa comprensiva y afectuosa.
JaeHyun rodó los ojos. Su padre, al final de cuentas, seguiría siendo su padre a pesar de ser un manipulador de primera clase. JungKook sintió náuseas por cómo este estaba engañando a TaeHyung. Después de esto, TaeHyung no podría regresar, ya que no existirían fuerzas armadas. Nadie aquí existiría.
— ¿Me puedes dar una explicación de todo esto, TaeHyung? — JungKook estaba parado detrás del azabache, mientras este metía sus pertenencias en su pequeña mochila — ¿Cómo es eso de que eres hijo de un ministro, ah?
Todos los soldados estaban afuera, en el comedor, gracias a que JungKook les ordenó eso para hablar a solas con TaeHyung. Necesitaba una explicación. Presentía desde siempre que TaeHyung ocultaba algo, pero no se imaginó que era algo tan delicado, pues era hijo de uno de los hombres más importantes del país. Y ahora le salían con que era hermano de Song. Pero lo último no le disgustaba, más bien, al contrario, le aliviaba.
— Eso mismo; soy hijo de un ministro, tengo un hermano que fue enlistado aquí y terminé enlistándome en las fuerzas armadas, aunque tenía que hacerlo en la marina, sin embargo lo terminé haciendo aquí porque era obligatorio — TaeHyung se colgó su mochila en uno de sus hombros para poder salir, ya que no quería seguir hablando sobre todo esto.
¿Cómo le explicaría que se había enlistado ahí con el principal propósito de hacer que lo metieran en la cárcel? ¿Y cómo le explicaría que terminó enamorado de su objetivo?
JungKook se puso en medio para formar una barrera entre TaeHyung y la puerta. No lo dejaría irse tan fácil y necesitaba una buena explicación, por lo menos antes de morir. No tenía miedo de hacerlo, todos tenemos nuestro destino escrito y quizás su final era esa madrugada siendo perforado por miles de balas. Bien dicen que: "A quién a hierro mata, a hierro muere", ¿No? Lo tuvo presente toda su vida, sabiendo que matar de las maneras más despiadadas no le darían tregua ante otorgarle una muerte del mismo calibre. Nada tranquila y pacífica.
Jeon terminó suspirando, ¿De qué valía tener que buscar explicaciones si al final no podría hacer nada con ellas?
— TaeHyung, sé que nosotros no nos llevábamos bien del todo, pero me atrevo a decir que me gustas, me gustas mucho y más de lo que me imaginé — TaeHyung tragó duro, el gran Jeon JungKook estaba diciéndole que le gustaba, esto es increíble.
— Usted también me gusta mucho, coronel — Sonrió ladino y un sonrojo se apoderó ferozmente de sus mejillas — A pesar de todas nuestras diferencias, usted me gusta mucho.
Fue tan difícil decirlo después de tanto tiempo y estas circunstancias no eran las más convenientes... Por lo menos no para TaeHyung, pero JungKook se atrevió a decirlo primero. Eso armó el valor al menor para decirlo.
Para JungKook era ahora o nunca.
— Quizás algún día podamos... — TaeHyung quería decirlo, quería decir "estar juntos", pero era tan complicado, pues, hace apenas un minuto ambos confesaron que se gustaban y ponerse a trazar una relación era muy diferente. Apresurado — Yo pueda volver a ser entrenado por usted, usted es un buen coronel. Un completo hijo de puta desalmado, pero buen coronel.
JungKook sonrió. Supone que eso era bueno viniendo de la persona que él dañó desde un principio. Se acercó al menor y sus brazos rodearon el pequeño cuerpo de TaeHyung en un cálido abrazo de esos que eran escasos viniendo de él. El azabache correspondió. Era tan raro, él era tan maduro de mente con tan solo dieciocho años, pero quería sentirse protegido por ese gran hombre de veintisiete.
— Quizás podamos estar juntos algún día — Dijo JungKook y Kim sonrió como tonto en el pecho del mayor. Esas eran las palabras que quiso decir y Jeon las pronunció. Estaba tan feliz.
— Me gustaría que puedas darte cuenta conforme a tu sexualidad. Eso sería un buen comienzo — TaeHyung sintió como su rostro era tomado con esas fuertes manos tan masculinas alrededor de sus mejillas para ver a los ojos al mayor.
— Tienes razón, TaeHyung — Dio un beso en la frente del menor, seguido uno en la pequeña nariz de este y por último un casto beso en los grandes labios de TaeHyung. Quería devorarse esa boca del menor que tenía un sabor único a uva, pero por primera vez quería tener un acto ¿Tierno?, sí, si se puede decir de esa forma — Se te hace tarde, seguramente tu padre está esperándote.
TaeHyung asintió con el sonrojo llegándole hasta las orejas y su corazón a punto de salir de su pecho. Se aproximó hasta la puerta, pasando por el lado del rubio, hasta que sintió como era víctima de un apretón en su trasero. Se giró rápidamente con un gruñido y, con la mano libre, se tocó la zona. JungKook retenía la carcajada que quería ser liberada, pero de igual forma se reía descaradamente, pues quiso ser tierno pero no pudo evitar apretujar ese lindo trasero que TaeHyung tenía.
— M-me voy — Dijo Kim en un susurro para irse por fin.
Jeon dejó de reír para asentir para sí mismo. Ya no había vuelta atrás y lo pensó un poco más; si iba a morir, quería hacerlo afrontando sus gustos y a la mierda con lo que pensaran los demás. Salió de la habitación para ir corriendo hasta su oficina y, cuando llegó, esta estaba vacía, ya no estaba el ministro ni su guardaespaldas.
Se acercó hasta encender su micrófono y dio dos toques para asegurarse de que este estaba encendido. Los soldados, al escuchar los golpes provenientes de las bocinas, dejaron lo que fuera que estaban haciendo para colocarle atención.
TaeHyung aún no había salido de la base, por lo cual escuchó el familiar sonido de las cornetas. Quiso escuchar, pues JungKook era el único que hablaba por micrófono. De seguro era algo importante.
JungKook soltó una leve risa, y eso hizo que sus soldados fruncieran el ceño y se miraran unos con otros. El coronel Jeon nunca se reía. JungKook sonrió una vez más antes de acercar el micrófono hacia sus labios.
— Soy gay.
Todos los soldados no lo podían creer, hasta pensaron en reírse. Pero para TaeHyung, eso no significaba nada más que alivio. Eso quería decir que JungKook había aceptado su sexualidad y que, en realidad, podía arriesgarse a algo con el mayor.
Pero TaeHyung no sabía que el futuro tomaba rumbos distintos a los que nosotros no tenemos voz ni voto para hacer cambiar a nuestros deseos.
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