Jeon no podía tan siquiera concentrarse. Su mente estaba enfocada en aquel azabache que le jodía la existencia con tan solo respirar; eso era agobiante porque, si hasta solo unos cuantos minutos le había abofeteado... ¿Por qué no se lo podía sacar de la cabeza de una maldita vez?

Miró las cámaras para tratar de entretenerse un rato con las estupideces de los soldados. A veces llegaban a ser tan imbéciles que eso le causaba gracia. Encendió la computadora, viendo todo lo que estaba pasando por todos lados de la base y los alrededores.

Las cosas no podían marchar mejor; todos estaban en los cuartos, el patio, el comedor, las duchas, y tres chicos acosaban peligrosamente a Kim en la orilla de la playa. Todo estaba bien... Esperen un segundo...

JungKook entró en razón, acercándose más a la pantalla con sus ojos a punto de salir de su lugar. Tres chicos que, si no se equivocaba y su memoria no le fallaba, eran: YeSung, el rarito, BamBam y Jackson, el bipolar.

— ¿Y estos qué se traen? — Le pareció muy raro tener ganas de ir allá y saber qué estaba pasando, pero la verdad es que eso no le tenía que importar en lo más mínimo, puesto que odiaba profundamente a TaeHyung.

No tenía que tenerle consideración. Pero fuera de eso, él odiaba que una sola persona tuviera que defenderse de muchos más. En este caso, Kim debía hacerlo de tres chicos que, a su vez, parecían molestarle, y Jeon no pudo retener la rabia.

Él no lo definía como preocupación; era solo que a JungKook no le gustaba compartir su presa, su blanco, lo que él quería dañar. No permitía que fuera dañado por segundas personas. Así que esos tres chicos sobraban.

Decidido y aclarando su "idea", salió muy apurado de su oficina de alto rango, como coronel que era. No obstante, no le importó chocar con los entrometidos soldados que yacían rondando por los pasillos de la base. Solo le importaba llegar rápido. Cuando llegó donde se suponía que acosaban a TaeHyung, no quiso ser tan inoportuno e imprudente, sino que se dedicó a quedarse detrás de la puerta, observando y escuchando a la lejanía lo que hablaban.

— ¡Pero TaeHyung! — YeSung lo perseguía corriendo por la orilla de la playa mientras TaeHyung escapaba de ellos. Hay que ver que en verdad si corría rápido — Solo será un poco, déjame hacerlo, te prometo que no dolerá.

JungKook respiró sonoramente. ¿Era en serio?

— Sí, bebé, no te dolerá — BamBam se colocaba frente al azabache, bloqueando su paso.

— De-déjenme en paz — TaeHyung ya no pudo seguir escapando cuando Jackson tiró de su cuerpo hacia el suelo, posicionándose encima y sentándose en su estómago. YeSung y BamBam agarraron sus manos, y TaeHyung no dejaba de patalear.

— Si eres un chico bueno, quizás y hasta te guste — Sonrió cerca del rostro del azabache — Seremos gentiles.

Jeon sentía la sangre hervir; su corazón bombeaba con fuerza y juraría que su cuerpo estaba ardiendo por la irritación del incómodo momento. Debía hacer algo antes de que esos tres le hicieran algo inadecuado a Kim; pudieran hasta...

— Acá está — Jackson sacó de su bolsillo una curita con una crema. La alzó al aire victorioso, como un trofeo ganado — Ahora no te muevas, nene.

TaeHyung cerró sus ojos fuertemente y jadeó un poco al sentir la crema fría ser echada en la comisura de su labio lastimado.

— ¡Auch! ¡Esto no era necesario! — Gritó cuando Jackson dejó la crema a un lado.

— Pero no queremos que un rostro tan bonito como el tuyo se vea mal; eres muy lindo para tener heridas — YeSung fue el primero en soltar su brazo. BamBam le copió el acto — Últimamente te andas lastimando mucho.

— Ajá — BamBam se apresuró a agarrar la curita, quitándole la parte superior del papel y, con cuidado, la acercó a la comisura de su labio, la cual se encontraba llena de crema — Pero nos gustaría saber cómo te lastimaste, porque en el entrenamiento no fue — Colocó la curita, y Kim hizo una mueca.

— Sí, TaeHyung, tú saliste bien en el entrenamiento. Aparte de la cortada en tu brazo, no te hiciste nada más — Esta vez fue Jackson el que lo invadía con sus preguntas — ¿Cómo te ocurrió eso?

Kim hacía puños aprisionando su pantalón; no podía decir que había sido el coronel Jeon. De todas formas, no lograría nada con delatarlo.

— Es... Es que me distraje caminando y choqué — No sabía qué inventar.

— ¿Chocaste con qué?

— Con... Con la puerta de la habitación, y por eso ahora estoy con el labio roto.

"Ojalá y eso los convenza."

Silencio.

— ¡TaeHyung! Si serás tontito, debes tener más cuidado la próxima vez — El pelinaranja acarició su cabello — Esa puerta es muy mala.

Un puchero se adueñó de sus labios. TaeHyung frotó su nariz con el dorso de su mano.

— Sí, es una puerta muy malvada. De verdad me odia — Su tono de voz fue algo quebrado — Odio mucho a esa puerta.

JungKook se apresuró a no dejarse notar entre aquel cuarteto; al parecer solo querían curarle y no hacerle nada malo.

— Estoy de acuerdo con YeSung, debes tener cuidado — Le dedicó una sonrisa cálida.

Kim recordaba cómo aquellos tres le veían después de que JungKook le diera la bofetada. Su labio estaba roto por la parte superior e interior del mismo, así que estos no dejaron pasar eso por alto al saludarle en la orilla del mar. Cuando notaron su labio sangrar, se pusieron como locos a perseguirlo para curarle, ya que el doctor YoJun estaba de compras por la ciudad en busca de más medicinas y no volvería sino hasta la noche. Así que YeSung, BamBam y Jackson armaron un drama solo por unas pequeñas gotitas de sangre. Aunque, a decir verdad... Su mejilla dolía mucho, el coronel Jeon golpeaba fuerte.

Por otro lado, Jackson no dijo nada; solo quedó pensativo, analizando la situación. TaeHyung lo notó, percatado de que no se tragó el cuento, pero por lo menos YeSung y BamBam se dedicaron a hacerle conversación para que todo lo de la herida pasara a otro plano.

TaeHyung pensaba que, de todas formas, no quería confiar en ellos de forma fluida y llegar a ser confianzudo; solo que estos chicos eran muy tercos en cuanto a hacerle amistad, y en cierta forma lo estaban consiguiendo.

Lo que él no sabía era que estos tenían otras intenciones con él, al igual que todos los demás de la base. TaeHyung era como un imán que los atraía de forma sorprendente, y aunque no todos tuvieran sentimientos buenos y sinceros para con él, siempre debía haber uno de toda la multitud que debía caer ante sus pies, terminar enamorado, a diferencia de los demás que solo deseaban un poco de lo mucho que Kim les podía otorgar.

El rubio, al notar que no había nada más que le importara, solo procedió a girarse sobre sus talones y, con un aura de tranquilidad, se fue alejando poco a poco, hasta desaparecer por los pasillos de la base con rumbo a su oficina.

— Soy una puerta malvada — Rió irónico antes de adentrarse a su oficina. — Una puerta que odia a Kim TaeHyung — Se dijo a sí mismo — Y él también me odia.