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Capítulo 16

—¿Qué es ese hedor? 

Por el rabillo del ojo observo a Benjamín hacer una mueca de asco. 

—Es perfume Hugo Boss —digo, con orgullo.

—¿Y no puedes simplemente... bañarte?

Señalo mi cabello húmedo. —Me bañé. Aunque, ahora que lo pienso, eres tú el que debería bañarse. No vivimos en una pizzeria para que la casa siempre huela a queso, Benja. 

Mi hermano resopla. —El del olor es Capitán Pantaletas. 

Me cruzo de brazos. —La misma excusa de siempre: ¿Quién apesta aquí? Capitán Pantaletas. ¿Quién mordisqueó ése pedazo de pan? Capitán Pantaletas. ¿Quién dejó mi zapato en medio de la cocina? También Capitán Pantaletas. ¿Quién estuvo viendo porno en la sala? Ese también fue el perro. ¿Hasta cuándo vas a culpar de todo a Capitán Pantaletas?

Benjamín gruñe, acomoda unos auriculares en sus oídos y termina de dejarse caer sobre el sofá en el que está sentado; sobre su regazo tiene mi laptop. Le pregunto si tiene tareas pendientes y asegura que no. 

Busco con la mirada al chihuahua, está echado sobre la alfombra, tiene sus orejas caídas y está viéndome con odio, como ayer, como hoy... como siempre. 

—Ya pedí el consolador pero no sé cuándo va a llegar —le explico y también me gruñe. Alzo mis brazos y resoplo—. ¿Acaso nadie en esta casa valora lo que hago?

—Te valoramos, Armando —dice Benja, sin dejar de ver la pantalla de la laptop—. Es más... te valoro tanto que me comí yo solo la mitad de la pizza que pediste a medio día.

Miro con sospecha la caja de pizza vacía al lado de Benja. —¿Y la otra mitad? —pregunto.

Benjamín señala a Capitán Pantaletas.  

—Bien —digo, dispuesto a no hacer más corajes—. Igual hoy cenaré fuera. 

—¿A dónde vas?

El tono de Benjamín es de incredulidad. 

—El bar la Brújula, ¿lo conoces?

—Arghhh —Él hace otra mueca de asco—. Ahí van la mayoría de mis profesores.

—Oh.

Me mira. —No les creas si te hablan mal de mí, ¿de acuerdo? La mayoría ellos me odia sin motivos.

—Todos te odian sin motivos, ¿no?

—Seee

—¿Incluida la señorita Durán? 

—Sobre todo ella. 

—¿Sabes? —Me cruzo de brazos—.   Tendrías mejor relación con el mundo si pusieras menos atención a tu teléfono, tablet o laptop y no hicieras bullying a tus compañeros.

—¿Bullying? —exclama el moco, mirándome indignado.

—La señorita Durán aseguró que les pones apodos.

Benja resopla. —Ay, uno no puede llamar Dientes de caballo a alguien porque ya es bullying.

—Sobre todo a la gente con defectos físicos, Benjamín —insisto—. Te prohíbo los apodos, ¿de acuerdo?

—Será interesante escuchar qué harás de no hacerte caso —me reta, volviendo la vista a la laptop.

—Empecemos por... —El sonido del timbre me interrumpe. ¿Quién será?—. Ya vuelvo —gruño, esperando retomar pronto esta conversación, y camino hasta la puerta. 

Por el ojo de gato visualizo a una chica que no conozco. Una adolescente. No idea de quién es. Abro la puerta.

—Buenas noches —dice al verme. 

Es bajita y de apariencia asiática, bien arreglada y bonita. 

—Hola, ¿te conozco? 

Ella sonríe tímidamente y mira hacia abajo. —¿Está Benjamín?

¿Busca a Benja? La situación me alerta. ¿El Moco tiene novia?  

 —Un momento —digo, preguntándome si el moco invitó a una chica a sabiendas de que voy a estar fuera. Pero él no sabía que voy a estar fuera. Asomo mi cabeza de vuelta a la sala para mirarle—. Mo... —Me detengo al darme cuenta que iba a llamar a Benja por su apodo. No puedo avergonzarlo frente a una chica—. Benjamín, te buscan —lo llamo.

Él se saca los auriculares de los oídos y me mira. —¿Quién? —pregunta, confuso.

Entonces no esperaba a nadie.

Miro de vuelta a la chica. Ella escuchó la pregunta del Moco. 

—Aylin —responde en voz baja.

—Aylin —repito, más fuerte por si el moco no escuchó.

—No estoy —dice él, tajante, y devuelve su atención a la laptop.

¡¿Qué?!

Miro a Aylin sintiendo pena, sin embargo ella no parece sorprendida por la actitud de Benja. Intento disculparme. 

—Lo lamento, yo...

—Está bien —dice, desanimada y se despide. 

Echo un vistazo a la calle, un coche la está esperando. ¿Su mamá? ¿Su papá? Buscando una solución, le pido que espere un momento y acepta. De esa forma, sin cerrar la puerta, camino de vuelta hasta el sofá en el que está recostado Benjamín.

—¿Qué demonios te pasa? —lo regaño—. Eso no se le hace a nadie.

—No te metas si no sabes —me advierte, sin apartar la vista de la pantalla de la laptop. Se ve enfadado.

—¿Quién es esa chica?

—No te importa, Armando —zanja.

—Benja...

—Dile que se largue.

Dice eso último tan alto que es imposible que Aylin no haya escuchado. Camino de regreso a la puerta y trato de disculparme una vez más. 

—De verdad lo lamento...

—Está bien —dice ella, mirando sus zapatos—. Disculpe usted por interrumpirle. 

Y se marcha sin que yo pueda explicar nada más. La miro entrar al coche por el lado del copiloto y cierro la puerta..

—¿No me vas a explicar? —exijo al regresar con Benja. Me siento avergonzado por pasar un momento incómodo frente a esa chica.

—¿No te ibas ya?—me echa.

Tomo asiento frente a él. —No tengo prisa, Benja... Podemos hablar.

Cierra con fuerza sus ojos. —Sólo vete, Armando —pide, con decisión, y me rindo al darme cuenta de que realmente quiere estar solo.

Suspiro y me preparo para irme, sin embargo me pregunto: ¿Quién es Aylin y qué le hizo a Benja?

...    

No me es difícil advertir que llegué tarde, ya hay parejas conversando en cadauna de las mesas. Todo por conducir pensando en los líos de faldas de Benja.

—Buenas noches —saludo a la que parece la anfitriona.

—¡Buenas noches! —me saluda ella, efusiva, lo que permite que algunos participantes de se percaten de que llegué tarde.

Excelente entrada, Armando, me regaño.

Entre las personas que ahora están mirándome está Paola, ya sentada en una mesa platicando con alguien. ¿Perdí mi oportunidad con ella?

—¿Qué nombre debo anotar? —me pregunta la anfitriona mostrándome un sticker en el que se leer "Hola, mi nombre es..."

—Armando —digo, aceptando el hecho de pegar eso sobre mi saco únicamente porque los demás también lo hicieron, porque realmente me parece ridículo.

—Hola, Armando, mi nombre es Sabrina —se presenta ella, mientras busca en un listado—. Tienes suerte de que tu primera cita aceptara esperarte.

—¿Mi primera cita?

—Sí —Ella sonríe de oreja a oreja—, de acuerdo a las especificaciones que brindaste al inscribirte, te asignamos un listado de citas. Si no funciona esta primera pasas a la segunda y así hasta terminar tus opciones. Aunque esperamos que todo salga bien en esta primera.

Lo único que se me ocurre decir es: 

—Interesante.

Sabrina me pide seguirle y caminamos entre los espacios de las mesas, en cada una hay parejas con distintos estados de animos: algunos lucen aburridos, otros molestos y otros, como Paola y su pareja, se ven entretenidos. 

Es increíble que no fuera mi primera opción... la describí a ella. Aunque también influyó qué tipo de hombre solicitó ella.

No obstante, en mi opinión, el tipo con el que está se ve insipido, bajito, demasido bajito en realidad, calvo, feo, con mal gusto para vestir; y como bien diría Benja, parece tener dientes de caballo. Pero Paola está riendo. De acuerdo, si elige tener mal gusto, bien por ella.

Sabrina me lleva hasta una zona del bar más discreta que el resto y me hace saber que mi acompañante se encargó de elegir la mejor mesa. Eso habla bien de ella. Lo malo es que eligió una situada a un costado de la de Paola. ¿Por qué, Dios?

La denominada "mi primera cita" está sentada en nuestra mesa, primero la veo de espaldas. Es rubia, esbelta y está vistiendo un vestido rojo escotado. Rodeo la mesa para saludarla. Al verme se pone de pie y me regala una sonrisa esplendida. Es guapa. Bajo un poco mi mirada para ver su sticker y leo:

Hola, mi nombre es Iara.


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¡Y Armando está de vuelta! \(u.u)/

¿Impresiones? ¿Qué opinan de Aylin? ¿Qué opinan de Iara? 

Los dejo con un meme publicado por Stephanie Morán en el grupo de Facebook: Tatiana M. Alonzo - Libros

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